jueves, 20 de junio de 2013

Domingo XII del Tiempo Ordinario (C)



23-6-2013                               DOMINGO XII TIEMPO ORDINARIO (C)
                          Zac. 12, 10-11; 13, 1; Slm. 62; Gal. 3, 26-29; Lc. 9, 18-24

HOmilía del Domingo XII del Tiempo Ordinario from gerardoperezdiaz on GodTube.

Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
            * El evangelio de hoy termina con unas palabras duras, y que no se predican en estos tiempos con demasiada frecuencia. Dice así Jesús: “El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará”. En el día de hoy no quiero fijarme en el seguimiento que pide Jesús (‘el que quiera seguirme […] y se venga conmigo’), sino más bien en las duras y crudas palabras que hablan de sufrimiento y muerte: negarse a uno mismo, cargar con la cruz diaria, perder la vida por Jesús. ¿Qué significa negarse a uno mismo? No podemos esconder estas palabras de Jesús. En otros tiempos se predicaba mucho de ellas, pero hoy poco o nada. Cuando celebro el sacramento de la Penitencia y un fiel me dice que le pregunte yo, le propongo el examen de conciencia y una de las preguntas que le planteo es ésta: ‘¿Haces sacrificios y mortificaciones?’ Con frecuencia la respuesta es: ‘¡Bastantes sacrificios tiene ya la vida! ¿Le parecen poco los sufrimientos que tengo yo, que aún tengo que mortificarme más?’ Sin embargo, la palabra de Jesús en el evangelio de hoy es muy clara: Debemos negarnos a nosotros mismos y perder la vida por Jesús. Vuelvo a preguntar: ¿Qué significa esto? (No pretendo tratar exhaustivamente este tema. No hay tiempo ni espacio en una homilía de domingo).
            * La mortificación, el sacrificio, la negación de uno mismo, la ascesis… son conceptos que vienen a denominar el conjunto de esfuerzos mediante los cuales se quiere progresar en la vida moral y religiosa. Pero, ¿por qué hay que mortificarse, por qué hay que sacrificarse, por qué hay que negarse a uno mismo, por qué hay que practicar la ascesis? La respuesta no puede ser por ganar un campeonato del más fuerte, o del más constante, o del más perfecto. Sólo debemos y podemos hacer esto por y para Dios: para seguir a Jesús y para perder la vida por Jesús. Así nos lo confirma el salmo que acabamos de orar: “Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua”. Hay hombres y mujeres que se depilan todo su cuerpo, que se someten a liposucciones, a cirugía estética y a ayunos tremendos para… estar más delgados, bellos y jóvenes. Hay hombres y mujeres que pasan horas de la noche y del día, al sol y a la lluvia para conseguir una entrada para un concierto de música; y podemos seguir poniendo ejemplos de los sufrimientos a los que se someten hoy las personas para conseguir objetivos meramente humanos y materiales. Pues los cristianos también hacemos esfuerzos para que Dios habite en nosotros más plena y profundamente. Pero en la fe y en las cosas de Dios, ¿no es todo gratuito, no nos da Dios todo gratis? Sí, pero también Jesús nos dijo que Dios nos daría el ciento por uno (Mc. 10, 30). Sí, nosotros ponemos uno, y Dios pone cien. Dios quiere la colaboración del hombre en su obra creadora y en su obra salvadora. DECIR QUE TODO PROCEDE DE DIOS Y QUE EL HOMBRE ES UN PURO SUJETO PASIVO, NO ES CRISTIANO. DECIR QUE TODO PROCEDE DEL HOMBRE Y QUE DIOS ES UN PURO ESPECTADOR DEL ESFUERZO HUMANO, NO ES CRISTIANO.
            * Veamos qué dicen la Iglesia y los santos sobre este tema:
            - Se dice en el Catecismo de la Iglesia Católica (nº 2015): “El camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual. El progreso espiritual implica la ascesis y la mortificación que conducen gradualmente a vivir en la paz y en el gozo de las bienaventuranzas.
            - Dice San Juan de la Cruz en su obra ‘Monte de perfección’: “Para venir a gustarlo todo, no quieras tener gusto en nada […] Para venir a lo que gustas, has de ir por donde no gustas. Sigue diciendo este santo en su obra del ‘Cántico espiritual’: Quien a Dios busca queriendo continuar con sus gustos, lo busca de noche y, de noche, no lo encontrará.
- Decía San Juan Crisóstomo: “Despreciar la comida y la bebida y la cama blanda, a muchos puede no costarles gran trabajo. Pero soportar una injuria, sufrir un daño o una palabra molesta no es negocio de muchos, sino de pocos”.
            * Hay mortificaciones, sacrificios y negaciones de uno mismo graves y leves; los hay exteriores e interiores; buscadas por uno mismo o que nos encontramos con ellos a lo largo de la vida.
En alguna ocasión, el dolor y la mortificación los encontramos en una gran dificultad, en una enfermedad grave y dolorosa, en un desastre económico, en la muerte de un ser querido, en incomprensiones, en injusticias graves. Pero lo normal será que nos encontremos con pequeñas contrariedades que se atraviesan en el trabajo, en la convivencia; puede ser un imprevisto con el que no contábamos, el carácter de una persona con la que necesariamente hemos de convivir[1], planes que hemos de cambiar a última hora, instrumentos de trabajo que se estropean cuando más nos eran necesarios, dificultades producidas por el frío o el calor, pequeñas incomprensiones, una leve enfermedad que nos hace estar con menos capacidad de trabajo ese día… Estas contrariedades pueden ser, cada día, ocasión de crecer en espíritu de mortificación, paciencia, caridad, santidad en definitiva, o bien pueden ser motivo de rebeldía, de impaciencia o de desaliento. La contrariedad -pequeña o grande- aceptada produce paz y gozo en medio del dolor; cuando no se acepta, el alma queda desentonada o con una íntima rebeldía que sale enseguida al exterior en forma de tristeza o malhumor.
Veamos algunos ejemplos concretos y prácticos de ‘ese uno’ que podemos poner los hombres cristianos y que nos abrirá la puerta ‘al ciento’ de Dios, mantendrá nuestro espíritu despierto y alegre, e impedirá que caigamos en la desidia y la dejadez espiritual: + Nos podemos levantar a la hora prevista venciendo la pereza de ese primer momento; + ofrecer la enfermedad y los dolores; + realizar un trabajo bien hecho, aunque nadie lo perciba ni nos lo agradezca; + ser puntuales; + ser sobrios en las comidas y las bebidas; + aceptar con paz las contrariedades de cada día; + cuidar las cosas propias y ajenas que usamos; + tener un orden en nuestros horarios y con las cosas; + vencer el propio egoísmo; + sonreír cuando estamos cansados y los demás necesitan nuestra sonrisa; + ser constantes en las tareas que emprendemos; + dejar hablar a los demás y no imponer siempre nuestras razones; + evitar los gastos superfluos y aumentar las limosnas; + evitar las palabras inútiles y las murmuraciones; + ‘ayunar’ de la TV, del ordenador y del móvil; + luchar contra la curiosidad de vista y de oído…
Pero –repito y esto es importantísimo- todo esto no es para ganar ningún campeonato ni para ser los más fuertes, sino que es para cumplir las palabras de Jesús en el evangelio de hoy: “El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.


[1] El domingo me dieron a leer una carta de un chico que vive con un hombre adulto y para el primero es un auténtico martirio soportar al segundo. Dice el adulto: ‘Trae una barra de pan de la tienda’. Así lo hace y, al llegar a casa, le echa la bronca: ‘¡Pero es que no te das cuenta que con una sola barra no tenemos para nada en la comida!’ Le manda que aparque el coche sin echar el freno de mano y le dice que lo aparque delante de casa, que está en cuesta. Si el coche se escapara, al chico le caería la bronca segura y, si no se escapa el coche porque echa el freno de mano, tiene asegurada la bronca porque no le hizo caso.

11 comentarios:

  1. ANDRÉS:¿QUÉ ESTRECHA ES LA PUERTA!

    PERO ¡ CUÁN GRANDE ES LA MISERICORDIA! Y ¡CUÁN GRANDE HA DE SER NUESTRA ESPERANZA! José Ramón

    ResponderEliminar
  2. Misericordia y Esperanza!!! bonita respuesta a tan buena homilíal.

    ResponderEliminar
  3. Hola D. Andrés; sigo leyendo sus homilías. Todas me parecen interesantes pero la de hoy me gusta porque nunca entendí muy bien ese evangelio. Gracias por discurrir tanto para que lo entendamos. Lo explica usted, como siempre, de forma práctica y factible. Uno trata, pero cómo cuesta!! En cualquier caso me ha ayudado usted a no olvidar todo lo que puedo hacer por "el uno".

    ResponderEliminar
  4. Buen día ... Andrés que claro eres ... Creo que es la primera vez que interpretó este pasaje .... Gracias. Me quedo con este Salmo ....que me ha llegado al alma
    Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua”. .....
    Les deseo un lindo fin de semana con paz y esperanza en el Señor !

    ResponderEliminar
  5. Lleveba tiempo sin leer tus homilías (también sin mirar mis correos ni tan siquiera abrir el PC; la moda Whatsaap hizo que descuidase otras tecnologías y entretenimientos). Ésta que habla del seguimuiento de Jesús por medio de las renuncia, negarse a uno mismo, con mortificaciones, cargando con la cruz, ... la necesitaba como "el comer". O te explicas muy bien o el Señor me abrió el oído para recibirla. Es un tema que siempre rechazé y que apenas lograba aclarme y entenderlo. Sé que no tengo capacidad para acoger la profundidad de la misma, pero sí intuyo que mi crecimiento espiritual, físico y personal, pasa por empaparme de tus palabras. Voy a guardarla, imprimirla, rezarla y tomármela como un "decálogo que me pone el Señor". La pregunta que me da miedo hecérmela por que temo sus resultados es ¿La llevaré a mi vida y las pondré en práctica, aunque sea poco a poco, paso a paso? El Señor lo dice bien claro "los que escuchan mi Palabra y la ponen en práctica" no "los que escuchan mi Palabra, se entusiasman, la comentan,... y luego se olvidan de ella y no la ponen en práctica".
    Un abrazo y gracias nuevamente por tu entrega.

    ResponderEliminar
  6. La homilía de este domingo es intensa, profunda, y a la vez la explicas de forma tan sencilla de comprender, que ese “uno” lo vamos a poner, sin ningún esfuerzo, porque nos lo das todo masticado, muy apetitoso y muy fácil de digerir.
    “Negarse a uno mismo, cargar con la cruz diaria, perder la vida por Jesús” Para poder estar humanamente en forma es necesario; sacrificarse, mortificarse y negarse, CONSTANTEMENTE. Es la única forma de hacerse fuerte y vaciar la mochila para poder caminar ligeros por la vida...
    Sí, Dios da “el ciento”, y no es por mérito mío, sino por su generosidad, ¡no voy a ser capaz de poner ese “uno”!
    La persona que responde a la generosidad de Dios, gana en calidad cada día, Dios la va cambiando interiormente, y se va haciendo mejor, más completa, humana y espiritualmente.
    Todo lo que no damos se pierde, lo mismo la vida. La homilía de hoy me parece la continuación de la homilía de hace dos semanas (X domingo del tiempo ordinario). Entre otras cosas terminabas la homilía diciendo; “Morir y vivir por Dios y para Dios tiene pleno sentido, hoy y siempre. Morir y vivir por el ser humano y para el ser humano tiene sentido, hoy y siempre”.
    Muchas gracias Andrés, por el esfuerzo que haces, cada semana para ayudarnos a salir del camino lleno de oscuridades, y que tantas veces era el camino de Jesús.
    Un abrazo y buena semana.

    ResponderEliminar
  7. Hoy, de forma especial, deseo volver a resaltar lo que D. Andrés nos recuerda en su Homilía acerca del Catecismo de la Iglesia Católica (nº 2015): “El camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual. El progreso espiritual implica la ascesis y la mortificación que conducen gradualmente a vivir en la paz y en el gozo de las bienaventuranzas”.

    Y añado, no hay iglesia, sin caridad, sin generosidad, sin delicadeza..., todo ello se resume al fin, en una falta de amor al prójimo muy extendida desgraciadamente en algunos sectores, incluyendo a la curia.

    Gracias D. Andrés por analizar con tanta claridad la renuncia a uno mismo, Vd. sabe por experiencia lo que es la renuncia al yo, y lo doloroso que puede ser cargar con la cruz..., por eso, sé que me entiende.

    Un fuerte abrazo para todos y feliz semana.

    Solideo negro

    ResponderEliminar
  8. Como dice un anónimo en su comentario bien podríamos hacer un Decálogo de los consejos del Pater para seguir a Jesús desde esa frase del evangelio que él escogió para la estampa de su ordenación sacerdotal:
    -“Si alguno quiere seguir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.” Creo que los sacrificios y mortificaciones forman una parte importante, imprescindible, diría yo, para vivir su sacerdocio como lo hace nuestro pastor.
    Algo más que un Decálogo…podemos escoger.
    Yo me pido-¡cómo dirían mis nietos! El 6, el 9 y el 11.
    “Veamos algunos ejemplos concretos y prácticos de ‘ese uno’ que podemos poner los hombres cristianos y que nos abrirá la puerta ‘al ciento’ de Dios,:
    1.+ Nos podemos levantar a la hora prevista venciendo la pereza de ese primer momento;
    2.+ ofrecer la enfermedad y los dolores;
    3.+ realizar un trabajo bien hecho, aunque nadie lo perciba ni nos lo agradezca;
    4.+ ser puntuales;
    5.+ ser sobrios en las comidas y las bebidas;
    6.+ aceptar con paz las contrariedades de cada día;
    7. + cuidar las cosas propias y ajenas que usamos;
    8.+ tener un orden en nuestros horarios y con las cosas;
    9. + sonreír cuando estamos cansados y los demás necesitan nuestra sonrisa;
    10.+ ser constantes en las tareas que emprendemos;
    11+ dejar hablar a los demás y no imponer siempre nuestras razones;
    12.+ evitar los gastos superfluos y aumentar las limosnas;
    13.+ evitar las palabras inútiles y las murmuraciones;
    14.+ ‘ayunar’ de la TV, del ordenador y del móvil;
    15.+ luchar contra la curiosidad de vista y de oído…
    Mantendrá nuestro espíritu despierto y alegre, e impedirá que caigamos en la desidia y la dejadez espiritual.”

    Buena semana amigos. ¡Bendito sea Dios en ti, pater!!!

    ResponderEliminar
  9. Hubo un tiempo,en el que anteponía las necesidades de los demás a las mías.Aquello me genero un estado de ansiedad que ni yo sabia que tenia.Solo alcanzaba a percibir que me sentía rara, con una sensación de malestar que no sabia explicar y sobretodo,estaba enfadada conmigo misma, por falta de carácter, por no saber decir que no,pues el sentimiento de culpa o el simple hecho de que mis razones fueran mal interpretadas, me angustiaba aun más.De pronto me ocurrió algo.Algo que pensé que era un castigo de Dios,por no haber confiado lo suficientemente en él, cuando justamente, más debí haberlo hecho.
    (Me sentí, como debió de sentirse Pedro cuando intento imitar a Cristo y caminar sobre las aguas)Tuve miedo,cedí a la presión de mi entorno ante lo que me esperaba y perdí la confianza. Comprendí tarde que lo que ocurrió no era un castigo por haber sido egoísta y haber deseado otras circunstancias para mi vida con todas las ansias.No,Dios no me había fallado;fui yo quien le fallo a él.Me di cuenta de, cuan humana era,pero sobretodo,cuan débil era mi fe.Aquella comprensión me hizo cambiar,ver y hacer las cosas de otro modo. Aprendí por ejemplo.que puedo esforzarme por tratar de ayudar a los demás en lo que este en mi mano,pero poniendo limites,(no solo a los demás también a mi misma)sin permitir que esas circunstancias me vivan la vida,pues mi fidelidad debo ponerla en Dios y aunque todos los diás resulten un comenzar de nuevo para aprender a caminar sobre las aguas de la vida, aquí sigo,intentando una y otra vez no volver a serle infiel anteponiendo mis miedos a la confianza._¿Lo conseguire?...¡uuf...!En eso ando.Un besazo a todos.
    En fin,compañeros,como siempre es un placer compartir una pequeña porción de mis pensamientos y emociones de fe con vosotros.Bendecida semana y un fuerte abrazo. C.

    ResponderEliminar
  10. ¡¡Que enjundiosa homilía, y que buenos comentarios!!
    A mi esta`palabra de hoy siempre me ha resultado muy fuerte, eso de negarse a si mismo y perder la vida, va en contra de mi naturaleza humana, que es demasiado débil, y no le atrae el llevarle la contraria; Por eso el tener que cargar con la cruz, me resultaba demasiado duro, y lo que me salía era el rechazo, no quería sufrir.
    No cabe duda de que el Señor es todo amor y misericordia, porque a lo largo de mi vida, me ha puesto cantidad de sufrimientos de todo tipo, unos mas duros que otros, pienso yo que, a modo de pedagogía, para enseñarme a llevar la cruz, que tanto he rechazado y me ha pesado; y mas o menos he aprendido la lección, y veo que es cierto que El, pone el ciento, cuando yo soy capaz de poner uno, ante cualquier contrariedad, y ¡que fácil resulta entonces!.
    Es cierto que la cruz es gloriosa, y que en ella se encuentra la Vida, esa vida que es Cristo, que ha matado nuestros pecados al morir en ella, para darnos acceso a la vida eterna, al cielo: que en cierta medida ya podemos disfrutar aquí.
    Se puede disfrutar, (aunque cueste creeerlo) cuando ante una situación grave, de gran sufrimiento, te das cuenta de que no te desesperas, y que a pesar del dolor y la angustia de ver sufrir a una hija, (por ejemplo) mantienes la paz y la esperanza, y lo pones todo en manos de Dios. Mas aún, cuando te das cuenta de que esa hija lo lleva con serenidad y paciencia, y siempre con una sonrisa. ¿ Quien te sostiene en esos momentos? ¿Quien te da fuerza? precisamente Aquel que se negó hasta la muerte, por amor hacia nosotros.
    ¡¡Dios es muy grande!! por eso cuando los acontecimientos te hieren sin piedad, El siempre siempre, aplica el bálsamo que mitiga el dolor de la herida.
    Muchas gracias Andrés, ha sido una homilía fantástica, y de gran ayuda para la vida cotidiana.
    Agradezco mucho las quince ideas que nos das de mortificación; cada uno escogerá la que vea conveniente, sabiendo donde "le aprieta el zapato" yo he llegado a la conclusión, de que me he comprado un número menos del que necesito, ya que me aprietan por todas partes.
    Gracias también hermanos a todos por vuestras aportaciones tan necesarias. Buena semana.
    BENDITO SEA DIOS

    ResponderEliminar
  11. Trás leer el comentario de Chony, no me cabe la menor duda de la veracidad del comentario de José Ramón, el primero de esta semana:

    ANDRÉS:¿QUÉ ESTRECHA ES LA PUERTA!

    ¡¡Bendito sea Dios en nuestro pastor, Andrés, y en cada uno de vosotros amigos!
    Un abrazo

    ResponderEliminar