jueves, 23 de febrero de 2023

Domingo I de Cuaresma (A)

5-3-17                                      DOMINGO I CUARESMA (A)

Gn. 2, 7-9; 3,1-7; Slm. 50; Rm. 5, 12-19; Mt. 4, 1-11

Homilía de vídeo

Homilía en audio.

Queridos hermanos:

            En la penúltima petición del Padre Nuestro se dice: “no nos dejes caer en la tentación”. Nuestros pecados son los frutos del consentimiento a la tentación. Pedimos a nuestro Padre que no nos ‘deje caer’ en ella. Hemos de saber que “Dios ni es tentado por el mal[1] ni tienta a nadie” (St. 1, 13); al contrario, Dios quiere librarnos del mal. Dios educa, nos educa con su maravillosa pedagogía a fin de hacer surgir, crecer, fortalecer y desarrollar las virtudes: fe, esperanza, caridad, alegría, humildad, abnegación, constancia, austeridad, servicio… Con esta petición del Padre Nuestro pedimos a Dios que no nos deje tomar el camino que conduce al pecado, pues estamos empeñados en el combate “entre la carne y el Espíritu”. Hay cuatro cosas que hemos de tener en cuenta al profundizar en este tema:

1) La importancia del discernimiento de espíritus para saber distinguir entre el mal y el bien, entre Dios y Satanás. Esta petición implora el Espíritu de discernimiento y de fuerza. Os voy a dar dos criterios muy importantes a la hora de discernir: el primero está contenido en un texto de los Gálatas (Gal. 5, 19-23); el segundo es la Iglesia por medio, por ejemplo, del director espiritual.

2) El Espíritu Santo nos hace discernir entre la prueba y la tentación. La primera es necesaria para el crecimiento del hombre interior (Hch. 14, 22 [“tenemos que pasar muchas tribulaciones para poder entrar en el Reino de Dios”]; 2 Tm. 3, 12 [“todos los que quieran llevar una vida digna de Jesucristo, sufrirán persecuciones”]) en orden a una “virtud probada” (Rm. 5, 3-5[2]). Sin embargo, la tentación conduce al pecado y a la muerte (cf. St. 1, 14-15).

3) También debemos distinguir entre ‘ser tentado’ y ‘consentir’ en la tentación. En efecto, el discernimiento desenmascara la mentira de la tentación: aparentemente su objeto es “bueno, seductor a la vista, deseable” (Gn. 3, 6), mientras que, en realidad, su fruto es la muerte.

 4) Asimismo el Espíritu nos ayuda en el discernimiento y nos advierte para que nunca dialoguemos con Satanás. Él es el príncipe de la mentira, como le llama Jesús (Jn. 8, 44). El gran error de Eva fue el dialogar con la serpiente. Satanás es más listo que nosotros. Veamos los diálogos de Eva y Satanás, y el de Jesús y Satanás, y los compararemos:

a) Eva y Satanás. “La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que el Señor Dios había hecho, y dijo a la mujer: ‘¿Así que Dios os ordenó que no comierais de ningún árbol del jardín?’ La mujer le respondió: ‘Podemos comer los frutos de todos los árboles del jardín. Pero respecto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho: «No comáis de él ni lo toquéis, porque de lo contrario quedaréis sujetos a la muerte»’. La serpiente dijo a la mujer: ‘No, no moriréis. Dios sabe muy bien que cuando comáis de ese árbol, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal’. Cuando la mujer vio que el árbol era apetitoso para comer, agradable a la vista y deseable para adquirir discernimiento, tomó de su fruto y comió; luego se lo dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió. Entonces se abrieron los ojos de los dos y descubrieron que estaban desnudos” (Gn. 3, 1-7). En este relato vemos que es Satanás quien inicia el diálogo, vemos que es él quien conduce la conversación. Satanás empieza con la mentira y la sospecha hacia Dios (Dios les dijo que no comieran de ningún árbol), y Eva se deja envolver y va al terreno que Satanás la lleva, es decir, quería que se fijara en ese árbol concreto. Vemos cómo Satanás mete cizaña a Eva contra Dios y le hace sospechar de Dios. Lo deja por mentiroso. Y es que Satanás dice medias verdades: “se les abrirán los ojos”, pero acompañadas de mentiras: “serán como dioses, conocedores del bien y del mal”. Los ojos de Eva quedan empañados por la codicia, por la soberbia, por la envidia, por la desobediencia, y ve el árbol con unos ojos nuevos; ve algo apetitoso y agradable, no porque sea ‘apetitoso y agradable’, sino porque lo ve así inducida por Satanás, pues antes no había reparado en el árbol. Eva coge del fruto, come y hace a los demás partícipes de ese fruto. Lo mismo que el bien es contagioso, también lo es el mal. Efectivamente, a Adán y a Eva se les abren los ojos, pero… no son como dioses. Simplemente están desnudos. Han sido desvestidos de su inocencia, de su confianza en Dios, de su paz, de su aceptación de la vida tal y como Dios les ha regalado y… lo que ven… no les gusta nada y les queda un regusto amargo. El ‘compañero’, la serpiente-diablo que les indujo al pecado y a la desobediencia… ahora les deja solos. Adán se distancia de Eva: “la mujer que me diste por compañera me ofreció el fruto del árbol y comí” (Gn. 3, 12). Eva se distancia de Adán: “desearás a tu marido, y él te dominará (Gn. 3, 16).

b) Jesús y Satanás. “Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio. Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, sintió hambre. Y el tentador, acercándose, le dijo: ‘Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes’. Jesús le respondió: ‘Está escrito: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’. Luego el demonio llevó a Jesús a la Ciudad santa y lo puso en la parte más alta del Templo, diciéndole: ‘Si tú eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra’. Jesús le respondió: ‘También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios’. El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor, y le dijo: ‘Te daré todo esto, si te postras para adorarme’. Jesús le respondió: ‘Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto’. Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles se acercaron para servirlo” (Mt. 4, 1-11). Satanás toma también la iniciativa para dialogar con Jesús, pero Jesús no se deja envolver. Jesús se agarra a Dios y a su Palabra. Satanás le ofrece riquezas, fama, pan y cosas materiales, pero Jesús se agarra siempre al Padre y a su Palabra. Satanás intenta también tentar a Jesús con la Palabra de Dios (sí, Satanás no tiene reparo en usar lo sagrado para sus fines), pero Jesús se sigue aferrando a la Palabra y ordena a Satanás que se vaya, y éste se va. ¿Por qué? ¿Por qué Satanás obedece a Jesús? Porque es más grande Dios que Satanás, porque es más grande el hombre (cuando está con Dios) que Satanás. Al final, unos ángeles sirvieron a Jesús, porque después de cada lucha con Satanás quedamos con más paz, con más alegría, con más fe, con más firmeza en nuestra fe, y estos frutos son los que los ángeles nos traen y nos sirven.


[1] Lo que le sucede a Jesús en Getsemaní –es tentado por Satanás-, le acontece en cuanto hombre que es y no en cuanto Dios.

[2] “Hasta de las tribulaciones nos sentimos orgullosos, sabiendo que la tribulación produce paciencia; la paciencia produce virtud sólida, y la virtud sólida, esperanza. Una esperanza que no engaña porque, al darnos el Espíritu Santo, Dios ha derramado su amor en nuestros corazones.”

jueves, 16 de febrero de 2023

Domingo VII del Tiempo Ordinario (A)

19-2-23                       DOMINGO VII TIEMPO ORDINARIO (A)

 

Lv. 19, 1-2.17-18; Slm. 102; 1 Cor. 3, 16-23; Mt.5, 38-48

Homilía de vídeo

Homilía en audio

Queridos hermanos:

            Seguimos este domingo profundizando en el Sermón de la Montaña y Jesús nos sigue explicando aquello que Dios nos da y aquello que Dios espera de nosotros.

            Por ejemplo, en el evangelio de hoy Jesús nos dice: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.

            ¿Qué es lo que Dios nos da (a propósito de este evangelio)? Pues Dios nos da su amor, a pesar de que en tantas ocasiones somos enemigos suyos, pues le hacemos la contra, no amamos a nuestros enemigos (sus hijos), ni siquiera a nuestros amigos y familiares. Dios no nos trata a nosotros como nosotros tratamos a los demás. Sí, Dios nos da el sol y la lluvia, la vida y el regalo de la creación, el perdón y la paciencia…, y todo esto a pesar de nuestras maldades y mediocridades.

            ¿Qué es lo que Dios espera de nosotros? Pues lo que nos dice el evangelio y que hemos puesto un poco más arriba (que amemos a nuestros enemigos y que recemos por los que nos persiguen). Pero para centrarnos en aquello que Jesús quiere decirnos con estas palabras es necesario que no pensemos o escuchemos esto en abstracto, sino en concreto. Por lo tanto, vamos a pensar en una persona o en unas personas que son nuestros enemigos, o que nos tienen por enemigos suyos, o que nos han hecho algún mal, o que ya no tratamos. Poned las expresiones que queráis, pero es importante que en nuestra mente y en nuestro corazón pongamos a esta persona o personas: la exmujer, el exmarido, el compañero de trabajo, el suegro/a, el examigo, el hermano/a o primo, el jefe… Pongamos delante de nosotros a esa persona o persona que odiemos, o a la que tengamos resentimiento por el motivo que sea. Ahora pensemos de nuevo ese mal que nos ha hecho en un momento o durante tanto tiempo. Pensemos en esas palabras o insultos que nos dijo. Sintamos cómo se reaviva y crece ese enemigo en nuestro interior. Dejémoslo ahí y contemplemos todo el daño que nos hizo y que nos hace.

            Para ser honestos sería bueno y necesario que ahora dirigiésemos nuestra mirada y nuestro pensamiento para el mal que hemos hecho a lo largo de nuestra vida a otras personas: las hemos ofendido con nuestras palabras, con nuestras acciones, con nuestros silencios, con nuestras omisiones. Hemos sido en tantas ocasiones egoístas con otros. Hemos sido soberbios, tercos, difamadores, impacientes, violentos, poco generosos, nos hemos reído y burlado de otros…, sin importarnos el daño que les podíamos causar. Pensemos también en las veces en que hemos sido desobedientes a Dios, en que hemos sido perezosos para con las cosas de Dios, en que hemos usado el nombre de Dios en vano, en que hemos usado a Dios a nuestra conveniencia y luego lo hemos dejado arrinconado… Pensemos en que siempre Dios ha estado y está dispuesto a perdonarnos y lo sigue haciendo. Dejémoslo ahí y contemplemos todo el bien que Dios nos hizo y que nos hace, y lo mucho que nos quiere.

            Ahora, una vez realizadas las dos acciones anteriores, volvamos a escuchar las palabras de Jesús: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.

            Sabe muy bien el Señor que la inmensa mayoría del mal que los hombres reciben durante su vida no proviene de las enfermedades, ni de los terremotos, ni de los accidentes fortuitos… NO. La inmensa mayoría del mal que los hombres reciben durante toda su vida proviene de otros hombres. “Homo homini lupus” es una frase que ya empleaban los romanos y que significa: el hombre es el lobo del hombre o el hombre es un lobo para el hombre. Las guerras, los insultos, las maledicencias, los robos, los asesinatos, los odios, los egoísmos… y todo lo que queráis poner provienen del hombre. Esto lo sabía perfectamente Jesús. ¿Cómo hemos de reaccionar ante el mal que hay en el mundo, ante el mal que se nos hace? (También lo hacemos nosotros, por supuesto. Nosotros también somos hombres. Sí nosotros también somos ese “Homo homini lupus” para otros).

            Nosotros podemos reaccionar con violencia con más violencia, a la murmuración con más murmuración, al desprecio con más desprecio, a la soberbia con más soberbia, al robo con más robo, a la mentira con más mentira… Así estaríamos haciendo aquello del “ojo por ojo, diente por diente”. Asimismo podemos reaccionar a la violencia, a la murmuración, al desprecio, a la soberbia, al robo, a la mentira… con distancia o alejamiento o una mera resistencia pasiva. Pero también se puede (y los cristianos debemos) reaccionar al modo de Jesús, tal y como nos lo dice en este evangelio de hoy: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial”. Cuando salió la Exhortación Apostólica Postsinodal del Papa Francisco sobre el amor conyugal Amoris Laetitia, encontré una cita textual de Martín Luther King que decía así: “La persona que más te odia, tiene algo bueno en él; incluso la nación que más odia, tiene algo bueno en ella; incluso la raza que más odia, tiene algo bueno en ella. Y cuando llegas al punto en que miras el rostro de cada hombre y ves muy dentro de él lo que la religión llama la ‘imagen de Dios’, comienzas a amarlo ‘a pesar de’. No importa lo que haga, ves la imagen de Dios allí. Hay un elemento de bondad del que nunca puedes deshacerte [...] Otra manera para amar a tu enemigo es ésta: cuando se presenta la oportunidad para que derrotes a tu enemigo, ése es el momento en que debes decidir no hacerlo [...] Cuando te elevas al nivel del amor, de su gran belleza y poder, lo único que buscas derrotar es los sistemas malignos. A las personas atrapadas en ese sistema, las amas, pero tratas de derrotar ese sistema [...] Odio por odio solo intensifica la existencia del odio y del mal en el universo. Si yo te golpeo y tú me golpeas, y te devuelvo el golpe y tú me lo devuelves, y así sucesivamente, es evidente que se llega hasta el infinito. Simplemente nunca termina. En algún lugar, alguien debe tener un poco de sentido, y esa es la persona fuerte. La persona fuerte es la persona que puede romper la cadena del odio, la cadena del mal [...] Alguien debe tener suficiente religión y moral para cortarla e inyectar dentro de la propia estructura del universo ese elemento fuerte y poderoso del amor” (n. 118 de Amoris Laetitia).

            Esto es difícil y hasta imposible, si Dios no nos asiste y ayuda con su fuerza y con su Espíritu. Pidamos a Dios que nos dé esa fuerza y su Espíritu para lograrlo, pues nosotros somos muy débiles y pequeños.

jueves, 9 de febrero de 2023

Domingo VI del Tiempo Ordinario (A)

12-2-23                          DOMINGO VI TIEMPO ORDINARIO (A)

 

Eclo. 15, 16-21; Slm. 118; 1 Cor. 2, 6-10; Mt. 5, 17-37

Homilía en vídeo

Homilía de audio

Queridos hermanos:

            * En el día de hoy celebramos la Campaña de Manos Unidas y la colecta será destinada a sufragar un proyecto que financiaremos las parroquias de los arciprestazgos de El Fresno, Oviedo y Siero. Se trata de facilitar la atención oftalmológica para los habitantes del barrio de Yaundé-Camerún. Al frente del proyecto están los Padres Mercedarios y los beneficiarios directos serán 4.100 personas y los indirectos 45.000.

Camerún con más de 26 millones de personas, el 70% menores de 35 años, es un país donde el 30% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y la esperanza de vida es una de las más bajas del mundo, las necesidades sanitarias son
desbordantes. El objetivo de la presente solicitud es contribuir a la mejora integral de
la atención sanitaria especializada, y en concreto de la salud visual. La Congregación de los Mercedarios, dirige dos dispensarios en Yaundé. Uno en el barrio periférico que nos ocupa y otro en un barrio obrero, primer barrio de la capital. Han ido construyendo tres edificios, operativos desde hace 10 años. Ofrecen atención ginecológica, consultas en dermatología y traumatología, así como de medicina general e intervención quirúrgica. Han tenido apoyo de Manos Unidas anteriormente para optimizar las instalaciones del laboratorio y del quirófano. Ante la situación de carencia de medios materiales y personales a la hora de poder acoger a los enfermos con necesidades oculares, los pacientes que acuden a las instalaciones de los Padres Mercedarios solicitan la colaboración de Manos Unidas para poner en marcha un pabellón de atención especializada en oftalmología (en Yaundé capital no existe ningún centro oftalmológico). Los Padres Mercedarios se harán cargo de la construcción de 335 m2 dedicados a Gabinete médico de oftalmología moderna compuestos de 2 consultas, 1 laboratorio, 1 sala de máquinas, 1 sala quirúrgica, 2 habitaciones para hospitalizados, 1 sala de espera, 1 recepción, y aseos.

Solicitan a Manos Unidas poder colaborar con el equipamiento especializado. La aportación del socio local y de los beneficiarios será 60,4% en las partidas de
construcción del nuevo pabellón, aparcamiento y accesos, transporte para los
formadores y previos de elaboración y seguimiento. Manos Unidas se hará cargo del
39,6% del total del proyecto dedicado a salario del especialista en oftalmología y un enfermero de apoyo durante los 6 primeros meses y la adquisición e instalación del material y equipos oftalmológicos, la mayoría de ellos de un alto coste (81% de la partida de equipos materiales). La ejecución de esta propuesta para 18 meses y afecta 4.100 beneficiarios directos.

El objetivo específico, por tanto, del proyecto que se nos propone este año es el siguiente: Promover el acceso a servicios médicos oftalmológicos mediante la puesta en marcha de una consulta especializada, la contratación de un médico oftalmólogo y un enfermero, y la adquisición de los equipos necesarios para el diagnóstico y tratamiento de las patologías oculares.

            * Asimismo quiero traer aquí una situación que se está viviendo en la República Centroafricana. Conoceremos algo de ella a través de su obispo: monseñor Jesús Ruiz Molina, de 63 años. Dice Monseñor Ruiz: “Es un país castigado por la guerra. Todo el país está sumido en una violencia armada que dura ya más de 10 años. En el país, muchas de las escuelas llevan cerradas nueve o diez años. Hay chavales que nunca han ido al colegio. En este sentido, la Iglesia católica está haciendo un gran trabajo, hemos hecho mucho hincapié en la educación y la cultura... Es una pequeña gota de agua en el mar –yo creo que no alcanzaremos ni al siete por ciento de la población infantil–, pero es una manera de dar esperanza a este pueblo con las escuelas católicas. En la diócesis tenemos dos institutos: el de los profesores de las guarderías, en el que cada dos años formamos 20 docentes; y un proyecto precioso que es la escuela de magisterio para que los jóvenes que no tienen acceso a la universidad puedan formarse en educación. En África, en las escuelas católicas suele haber un 50 o 60 % de chicas, pero solo un tercio acaba primaria. En secundaria hay un 20 %, pero no acaba ni el 3 %. El motivo es que se las requiere pronto para las labores domésticas y porque se quedan embarazadas a los 15 o 16 años. Con esta idea hemos creado el internado de Santa Mónica donde este año tenemos 134 chicas, pero queremos acoger 200, para que en unos años podamos tener 300 chicas formadas en la zona. Con el internado se evita que se vayan a la calle y se queden embarazadas.

Centroáfrica es uno de los países más ricos de África. Tenemos diamantes, uranio, oro, bosques, ríos inmensos... y, sin embargo, seguimos siendo el segundo país más pobre del mundo. Nos hemos convertido en ese campo al que vienen todos los países extranjeros a aprovecharse. Después de la guerra civil, teníamos 14 grupos armados, pero la llegada del Ejército ruso, de los mercenarios que están luchando en Siria y en Ucrania, echó a estos grupos que están de salteadores de caminos en los bosques. Nuestro Gobierno es títere de Rusia. Antes lo era de Francia.

El problema de estos países es que no podemos alcanzar una independencia social cuando no hay una independencia económica. Y dependemos de la ayuda mundial. El futuro es muy oscuro. Por eso en la Iglesia intentamos generar pequeños gérmenes de esperanza, a través de la educación, de la sanidad, de la juventud, de una cierta crítica...

No hay mucho futuro para los jóvenes porque no hay industria, no hay universidad... es frustrante. Es por esto que hemos abierto la escuela de magisterio y el cardenal en Bangui ha abierto la escuela de enfermeras... Pequeñas luces en medio de tanta oscuridad. Pero trabajamos con la esperanza de que el Señor está en medio de nosotros. Es muy dramático ver el sufrimiento del pueblo, pero creemos que la vida es más fuerte que la muerte y ahí está nuestra batalla, nuestra lucha cotidiana y la esperanza de este pueblo”.

jueves, 2 de febrero de 2023

Domingo V del Tiempo Ordinario

5-2-23                            DOMINGO V TIEMPO ORDINARIO (A)

 

Is. 58, 7-10; Slm. 111; 1 Cor. 2, 1-5; Mt. 5,13-16

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Queridos hermanos:

            El evangelio de hoy nos dice que tenemos que ser sal en la tierra. ¿Qué significa esto, cuándo soy sal en la tierra y con los que me rodean?

            Haced un tiempo, cuando estaba en la parroquia de Tapia de Casariego, un sábado, bajé a abrir la iglesia hacia las 7 de la mañana, como siempre hacía. Encontré al final del templo una bolsa vacía de patatas fritas o de gusanitos. Supuse que algún crío del instituto u otra persona la habían dejado el día anterior. También descubrí que las puertas de los confesionarios estaban abiertas, como de alguien que hubiera estado haciendo alguna pequeña trastada. Cogí la bolsa vacía y pensé, en un primer momento, en tirarla sin más fuera de la iglesia, a la plaza, a la calle, a modo de protesta contra quien había tenido poco respeto por el lugar sagrado. También sentí cómo mi corazón se enfurecía algo contra esa persona o personas, pero, al instante, como una voz interior me decía: ‘Coge la bolsa y llévala hasta el contenedor de los plásticos. No te cuesta nada y no dejes que la ira se cobije en tu ser’. Así lo hice y de camino al contenedor percibía cómo mi ira se iba desvaneciendo. Luego recé por esa persona o personas. Era lo que Dios quería de mí. Después ya no quedó nada de resentimiento ni juicio en mi interior contra esa persona o personas.

            Luego, a las 10,30 horas de ese mismo sábado, tuve clase de moral católica en Navia con unos seglares y dando la clase, viniendo a cuento, les narré este episodio. Una de las alumnas me dijo: ‘Si nosotros hacemos como tú, los otros van a pensar que somos tontos e imbéciles, y van a abusar de nosotros dejando más basura en las iglesias para que las limpiemos nosotros’. Y esta alumna TIENE TODA LA RAZON… en la lógica y en la dinámica del mundo, pero ¿EN LA LÓGICA Y EN LA DINÁMICA DEL EVANGELIO? ¿TIENE RAZÓN, O NO?

            En este mundo el que estamos es tan fácil y corriente ir de listillo y aprovecharse de los otros (dueño de un bar que tenía contratados a camareros a tiempo parcial y les hacía trabajar 13 y 14 horas diarias por un sueldo bajísimo, empleados u obreros que no cumplen sus horarios laborales y zanganean todo lo que pueden). Es tan fácil entrar en la ira, en el rencor, en los insultos, en el machacar a los otros, en el murmurar…

Hace un tiempo (en 2017) se hizo muy famosa una carta[1] de Eva María Romero, profesora de un instituto en Marchena (Sevilla). Decía así la carta: “Yo no estoy aquí (en el instituto) para aguantar, y utilizo las palabras textuales que un padre me dijo por teléfono cuando lo llamé para que corrigiera la actitud de su hija, que no me dejaba hacer mi trabajo. A mí, que yo sepa, me pagan para enseñar, no por aguantar. Estoy harta de la sociedad, que encumbra a seres que presumen de su ignorancia, que valora a un futbolista o a un ‘nini’ más que a una persona con estudios, respetuosa y educada. De los programas de televisión, que presentan como modélicos a aquellos que sin estudios y sin sacrificio alguno se han colocado ganando un sueldazo por criticar, acostarse con, comprar en… Estoy harta de aguantar la mala educación con la que llegan, cada vez en mayor porcentaje, los niños al Instituto. Estoy harta del proteccionismo de los padres, que quieren que sus hijos aprueben sin esfuerzo y sin sufrir, sin traumas… De la falta de valoración del esfuerzo que sí hacemos nosotros. Estoy harta de la Administración, que cambia las leyes y la normativa que rige en mi trabajo sin preguntarme qué opino y sin darme formación para hacer bien mi nuevo trabajo […] ¿Qué vamos a hacer cuando a un alumno no lo podamos expulsar unos días por mal comportamiento? Además, tampoco está bien visto que lo pongamos a barrer o hacer tareas para la comunidad… El padre no quiere que humillemos a su hijo […] Yo así no aguanto más, vosotros haced lo que queráis. Llevo 19 años en la docencia, tengo 45, a lo mejor es mi crisis de la mediana edad..., pero, si algo me han dado los años es valor; no tengo miedo, y, como me aprieten más el tornillo, saltaré como un resorte. Solo quiero avisar: de aquí en adelante no pienso quedarme callada ‘por educación’. Contestaré en el mismo tono y con la misma contundencia que se me trate. A mí me gusta enseñar y transmitir. Me gusta el trato con los alumnos, los quiero y animo. Me considero un motor social de cambio, una fuerza generatriz. No soy un burro de carga dispuesto a aguantar hasta que reviente.

            ¿Cómo hemos de reaccionar ante unos chicos que ensucian y no respetan las propiedades ajenas, o los lugares sagrados? ¿Cómo hemos de reaccionar ante los comportamientos de falta de educación de los demás?

            - En la lógica y en la dinámica del mundo debo cabrearme, llenarme de ira, protestar, murmurar y, si puedo, castigarlos.

            - En la lógica y en la dinámica de una persona más preparada y con la razón queriendo gobernar su vida, la carta de la profesora es un ejemplo de cómo se puede uno comportar ante los comportamientos molestos e inadecuados, por ejemplo, de los alumnos del instituto y de sus padres.

- Pero, ¿qué debo hacer en la lógica y en la dinámica del evangelio? Veamos que nos dice el profeta Isaías en la primera lectura de hoy: Cuando alejes de ti la opresión, el dedo acusador y la calumnia […], brillará tu luz en las tinieblas. Veamos también lo que nos dice el salmo 111, que acabamos de escuchar: En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Y Jesús en el evangelio de hoy nos dice: Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? […] Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos.

            Por supuesto que, según el modelo del evangelio, la primera reacción aquí recogida no encaja. No pertenece al evangelio de Jesucristo la murmuración, el rencor, la ira, la maledicencia… Tendremos ‘razones’ para comportarnos así, pero no es la voluntad de Dios que lo hagamos así.

            La segunda reacción, la de Eva, la profesora, es muy razonable y se ve a una persona vocacionada, preocupada por su labor y queriendo hacer las cosas bien, no conformándose con las medias tintas, pero falta un algo. Falta esa sal de Dios de que nos habla el evangelio de hoy, falta la luz de Dios o, al menos, a mí me lo parece.

            Hace un tiempo leía un pequeño folleto de Práxedes Fernández, una mujer de Mieres, que murió con fama de santa, y el Papa ha declarado Venerable[2] en 2015. En ella sí que se cumplió perfectamente la Palabra de Dios que hemos escuchado hoy. Ella nos enseña a vivir según el evangelio y no según la rabia, e incluso nos dice con su vida que vivir sólo con la razón se queda muy corto para un cristiano. Ahí van dos ejemplos de su vida, y de cómo ella fue sal y luz para tanta gente, en vida y después de muerta: 1) Ante la violencia desatada contra clérigos y católicos ya en la Revolución de Asturias de 1934, “todos en el pueblo coinciden en que Práxedes nunca se definió políticamente ni la escucharon hablar mal de nadie. Una vez, cuando los revolucionarios quemaron la iglesia de Seana (Mieres), su hijo Gabriel, el menor, le preguntó si eran malos, y ella contestó que era gente como la demás, como sus vecinos, pero que no sabían bien lo que hacían. 2) Famoso, sin quererlo, fue el caso de la llamada ‘tuberculosa de Rimeses’: Teresa; una mujer que había sido agraciada en su juventud, habiendo trabajado en los lavaderos de carbón. Casada en 1913 tuvo cuatro hijos que se sumaron a los tres de soltera, lo que hizo que viviese míseramente en su pueblo. Su situación hizo que pronto despertara las atenciones de Práxedes porque, tras la muerte de su marido, había quedado sin recursos, sufriendo posteriormente los achaques de una enfermedad: la tuberculosis. Práxedes le prodigó los mayores cuidados con visitas diarias, subiendo hasta el caserío, a veces en condiciones extremas de frío y nieve durante el invierno. Una sobrina de Teresa declaró en el proceso de canonización: “Mi tía me decía que Práxedes le llevaba alimentos, le curaba las llagas supurantes de las piernas, la aseaba, y hablaba con ella alentándola y consolándola, y ella y los niños le estaban muy agradecidos”. Esta entrega encontró la oposición de la familia de Práxedes, que temían el contagio de la enfermedad. Pero Práxedes superó este obstáculo gracias a su fuerza y tesón, viéndose obligada a emplear las más rigurosas cautelas para prevenir todo riesgo de contagio, para ella y para los suyos.


[1] http://www.cope.es/detalle/en-la-tarde-me-pagan-para-ensenar-no-por-aguantar-marchena-profesora-eva-maria-romero.html?id=2017012621080001

[2] Esto quiere decir que ha vivido en grado heroico las virtudes cristianas.