jueves, 29 de diciembre de 2016

Santa María, Madre de Dios (A)



1-1-2017                                SANTA MARIA, MADRE DE DIOS (A)
            El Papa Pablo VI quiso dedicar este primer día del año a la consecución de la paz. Se nos pide a los cristianos (y a todos los hombres de buena voluntad) que trabajemos por la paz. ¿Qué es eso, cómo es eso? ¿Podemos nosotros luchar por la paz?

            Voy a contaros cómo unas misioneras luchan por la paz allá donde están. Supe de esta historia por una felicitación navideña que me llegó hace unos días y en la que decía Sor Alegría (Julita) esto: “La historia empezó hacia el mes de marzo de este año. Un atardecer se presenta en casa M. Claire; es una persona que viene mucho por aquí; un poco desequilibrada mental, pero muy amena. Me dice muy seria: ‘Tenéis que ayudar a una mujer que nadie conoce, no puede hablar y duerme fuera entre las zarzas’. La escucho sin darle toda la importancia que parece tener el caso. De todos modos le digo que, al salir de Misa, iremos a ver la mujer que necesita ayuda. Y el milagro empieza ya… Por casualidad ese día asistió a la Misa una persona que trabaja mucho con los pobres y enfermos (tiene una ONG) y le cuento la historia de M. Claire. Nos fuimos los tres y la mujer allí estaba, bastante cerca de la iglesia, apoyada en la fachada de una casa al borde de la carretera, una mujer de unos 30 años, muy delgada, con mal aspecto; comía de lo que le daba la gente y no decía ni una palabra. Siempre de pie o agachada y siempre en el mismo sitio. El equipo de Cáritas lleva a la mujer a sus locales para ver si hay manera de saber un poco más de ella. El diálogo fue inútil. La mujer no habla; sólo hace algunas señas que nadie comprende. Una Hermana sigue acercándose a ella asegurándose de que se alimente y que no esté enferma.  Se decide llevarla a hospital y consultar un médico. Este le dice que no puede hacer nada si la enferma no está acompañada y se asegura que tome su tratamiento. Entonces decidimos recurrir a otra comunidad religiosa que trabaja con deficientes mentales. Las monjas aceptan acogerla y cuidarla, y es allí donde se decide que se llamará MARIA. 
María es buena enferma: toma su medicación, se alimenta normalmente y hasta presta pequeños servicios en la casa. Mejora físicamente, se vuelve sociable, pero… no habla. Pasados dos o tres meses llega el tiempo de las vacaciones. El centro que acoge María cierra por un tiempo y, ¿qué hacer de María? La cadena solidaria sigue funcionando, otra comunidad de monjas que trabajan con minusválidos aceptan acogerla. Para nuestra María no hay problema; se adapta a su nueva residencia, sigue su tratamiento; su aspecto físico no cesa de mejorar y sigue ayudando en lo que puede. María asiste a Misa todos los días con las Monjas y los otros residentes. Todo su aspecto exterior parece normal, pero no habla. Un día el sacerdote que celebra la Misa le dice: ‘cuando recibes la comunión tienes que decir AMEN’. Al día siguiente María recibe la comunión y dice: ‘AMEN’. A partir de ese momento María rompió a hablar como si nunca hubiera cesado hacerlo. A partir de ahí también vamos de sorpresa en sorpresa porque, además, supo revelar toda su identidad.
María es su verdadero nombre, tiene tres hijos, sus padres viven los dos y lo más fuerte de todo es que María ¡hacía diez 10 años que no hablaba! Se sabe que sufrió malos tratos domésticos y que posiblemente estos malos tratos le provocaran tal trauma que dejó de hablar. Esto hizo que en el pueblo empezaran a decir que tenía poderes extraños. Empezaron a darla de lado y no podía ni estar con la gente. Estaba considerada como una persona negativa. Algo muy grave tubo que sucederle para que cayera en ese silencio profundo.
María supo llevar a un chofer y dos monjas hasta su casa. El encuentro con sus padres y sus hijos fue de la más emocionante. Su padre no dejaba de orar y dar gracias por haber encontrado a su hija, ya que no sabían de su paradero. Lo demás ya se puede imaginar que todo fue alegría.
Al día de hoy María aún está con tratamiento y sigue en la residencia de las monjas. No parece la misma persona que encontramos en el mes de marzo. Ha cogido peso, trabaja ayudando en la residencia, tiene muy buen aspecto y está feliz, pero su familia la reclama y es muy natural que regrese con los suyos.
Toda una cadena de pequeños gestos de solidaridad  que puede hacer milagros.
                   Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo”.


María con sus hijos
            Ahora os cuento otro pequeño milagro de la paz y de lucha por ella: En noviembre de 2016 estuve en un Cursillo de Cristiandad con varias personas en Oviedo. Allí conocí a Michel, un joven senegalés de unos 20 años. No tiene padres, y vive con un abuelo en un poblado sin luz eléctrica. Tiene una enfermedad en la piel, que se agrava con el sol y el clima seco de la zona en donde vive en África. Estaba en España, porque una ONG le trajo a Gijón para tratarlo médicamente. Michel tiene una hermana mayor, muy inteligente y con capacidad de estudio, pero su hermana no pudo estudiar por falta de medios. Michel quiere empezar una carrera en su país. Para llegar desde su pueblo a donde está la universidad tiene que viajar durante dos días. Va a empezar a estudiar (si tiene plaza) lenguas extranjeras. Le pregunté por qué ‘lenguas extranjeras’, y me contestó: ‘porque es lo más barato’ (unos 40 euros al mes). Entonces le pregunté qué quisiera estudiar realmente y me dijo que sacerdote, que lo intentó allá, pero que no pudo ser. Vamos a intentar que lo haga aquí en España. Michel tiene todo o casi todo para renegar de Dios: no tiene padres, está enfermo en la piel y no puede trabajar allí cazando o pescando o en el campo, porque le salen enseguida manchas en la piel[1], no puede estudiar por falta de medios económicos… Sin embargo, no echa para nada la culpa a Dios de todo lo que le pasa; tiene una gran fe y, aunque quisiera ser sacerdote, si no lo logra, no entraría por ello en amargura ni en depresión ni echaría la culpa a los demás o a Dios. Ahora, gracias o por causa de su enfermedad, ha podido venir a España y quizás sea el camino para entrar en un seminario y conseguir su sueño de llegar a ser sacerdote. Recemos por él.

            Estos casos son dos pequeños ejemplos de cómo Dios actúa, a través de la caridad-amor y la solidaridad de otras personas para construir una sociedad más llena de paz. Esta es nuestra tarea: se constructores de paz. No en África, no en América, no en Guadalajara. No en Llanes o Cudillero, sino aquí en donde estamos y vivimos, y con las personas que tenemos a nuestro alrededor.
La primera lectura nos dice una bendición preciosa, que gustaba y usaba mucho san Francisco de Así: “Que el Señor te bendiga y te proteja. Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y muestre su gracia. Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz”. Sí, que el Señor nos conceda su paz, bien directamente, bien a través de otras personas que son constructores de paz en el mundo.

[1] Me dijo que, cuando hace sol, tiene que quedar dentro de la choza o debajo de un árbol. Si hace mucho calor y se quita la ropa, no puede darle el sol, pues se llena enseguida de manchas en el cuerpo y le pica por todos lados. He visto restos de esas manchas por su cuerpo, y eso que aquí no le afectaban tanto como en su país y estaba medicado.