30-3-2014 DOMINGO
IV DE CUARESMA (A)
Homilía en vídeo.
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Homilía de audio en MP3
Queridos
hermanos:
En la homilía de hoy quisiera
predicar dos ideas.
- Vamos con la
primera. El viernes 21 celebraba en Tapia de Casariego una Misa por Mónica, una
chica que recientemente se había suicidado.
Era una situación dura, pero había que decir una palabra a los padres y amigos de
Mónica que asistieron a la Misa. Dios y la Iglesia tenían una palabra que
decir. Al ‘colgar’ la homilía en Internet se produjeron algunos comentarios a
la misma. Uno de ellos dice así: “A
través de ella (de la homilía) veo la
gran ternura de Dios, y lo presente que está en cada instante de nuestra vida,
incluso cuando tomamos una decisión equivocada, por la razón que sea. Dios no
me juzga, Dios no me rechaza, Dios no me margina ni desprecia; mas bien está
siempre solícito y expectante ante nuestros sufrimientos y problemas, sean de la
índole que sean; es verdad, Él siempre está entre el puente y el río; yo
también estoy convencida”. Esto es totalmente cierto y yo estoy seguro de
ello, pero también estoy totalmente convencido de unas palabras durísimas que
el Papa Francisco ha dicho recientemente. Transcribo sin más la noticia tomada
de los medios de comunicación: “Durante una ceremonia en la iglesia romana de San
Gregorio VII, cerca del Vaticano, a la que asistieron unos 900 familiares de
personas asesinadas por la mafia, el
Papa Francisco advirtió que los mafiosos irán al infierno, si no se arrepienten,
y recordó que ‘no se puede llevar el dinero manchado de sangre y el poder
en la vida de más allá’. El Papa nombró a cada una de las 842 personas
asesinadas por la mafia desde 1893. ‘Les pido que cambien sus vidas’, dijo el
Papa, dirigiéndose a los miembros de las bandas del país. ‘Oramos por ustedes,
y yo de rodillas les ruego volver a
reflexionar, por su propio bien’, añadió. ‘Esta vida que ustedes viven no
les dará la alegría o la felicidad’, aseveró el líder de la Iglesia católica. ‘Conviértanse. Aún hay tiempo para evitar el
infierno, porque es el infierno lo que les espera si siguen por ese camino’,
instó Francisco. ‘Ustedes tienen un papá y una mamá, piensen en ellos y
conviértanse’, concluyó el Papa. Por otro lado, ha recordado el asesinato esta
semana a balazos de un niño de cuatro años junto a su madre, en un ajuste de cuentas entre la mafia, en Taranto
(talón de la bota). Un crimen en el que ‘no tuvieron piedad ni de un
niño’, según ha lamentado el Papa, que ha reclamado fuerza para seguir adelante y continuar luchando contra la corrupción. Francisco subrayó
que la Iglesia no debe permanecer al margen de la delincuencia organizada y
mencionó que algunos sacerdotes siguen haciendo la vista gorda a las acciones
de unos mafiosos que se hacen pasar por 'creyentes sinceros' y donan a la
Iglesia regalos importantes. Cabe mencionar que el Papa Juan Pablo II, también
condenó las acciones de la mafia en 1993, tras lo cual dos iglesias en Roma
fueron sacudidas por atentados”.
Si
es parece dura esta noticia, escuchad esta otra: “Los cárteles mejicanos dejan la droga para traficar con órganos de
niños, petróleo y hierro. Suerte tuvo un grupo de niños hacinados en la caja
refrigeradora de un camión de que el conductor se confundiese de camino. Debía
hacer la entrega al sur de Michoacán, pero se equivocó de carretera y terminó
en Tepalcatepec en plena noche. Allí unos agentes revisaron su mercancía, y
cuál fue su sorpresa cuando en el
congelador aparecieron los niños en plena hipotermia. Habían sido
secuestrados horas antes en la playa, en una excursión con la escuela. Ellos se
salvaron, pero otros cientos de niños, quién sabe si miles, no tuvieron la
fortuna de que un conductor errara el camino. Fueron secuestrados, despojados
de sus órganos vitales y desaparecieron para la eternidad. En los estados más pobres de México, donde hay amplias
poblaciones indígenas, el secuestro de niños es una lacra desde hace años. Los cárteles
también usan los corazones humanos para
comérselos en ritos de iniciación o pruebas de fidelidad. El
recién fallecido líder Nazario Moreno ‘el Chayo’ obligaba a algunos de sus
secuaces a comerse un corazón humano para ponerlos a prueba, una práctica
espeluznante cuya veracidad sostiene más de un testigo”.
¿Por qué predico esto? Pues, porque
es cierto que Dios es misericordioso con todos nosotros y que siempre nos está
esperando a la puerta, pero también es cierto que hay mal en el hombre, mucho
mal, y que no es Dios quien nos condena al infierno, sino que vamos nosotros
‘solitos’ con nuestra forma de vida. El hombre es libre para actuar en su
vida, aunque también es cierto que tiene muchos condicionantes que Dios juzgará
en cada caso. ¿Qué es el infierno?
Es la lejanía de Dios y de los hombres, a quienes se les usó para provecho
personal (como esos niños arrancados de los brazos de sus padres para
extraerles los órganos y venderlos al mejor postor). ¿Qué es el cielo? Es la cercanía de Dios y de los hombres, a los
que se les hizo el bien.
En esta Cuaresma Dios nos llama a la conversión a
todos: a los mafiosos, a los integrantes de los cárteles mejicanos, pero
también a nosotros, para que nos arrepintamos de nuestra vida de pecado, de
apatía y de tibieza ante las cosas de Dios y las necesidades de nuestros
hermanos, que son los hijos de Dios.
- La segunda idea
que quiero predicar se refiere al evangelio que acabamos de escuchar. Es muy
similar este texto al de la samaritana del domingo pasado. En ambos casos es
Jesús quien se acerca al ciego y a la samaritana, y quien comienza el diálogo
con ellos. Jesús quiso curar al ciego. En el Medio Oriente la ceguera era
frecuente en tiempos de Jesús a causa de la mayor intensidad de los rayos del
sol, del polvo y de la suciedad. Los ciegos se encontraban en una dura
situación no sólo económica, sino también religiosa. La ley les prohibía que
entraran en el santuario. Casi ninguno se curaba y, de entre los ciegos de
familias pobres, no se curaba ninguno. Jesús sabía esto y se acercó a este
ciego, “escupió en tierra, hizo barro con la saliva,
se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: ‘Ve a lavarte a la piscina de
Siloé’. Él fue, se lavó, y volvió con vista”.
Entonces, Jesús le
dejó para que la curación física de sus ojos fuera haciéndose más profunda. El
antiguo ciego se empezaría a preguntar cosas: ‘¿Por qué veo ahora si casi nadie
se cura? ¿Quién me curó y por qué? ¿Cómo se lo podré agradecer? ¿Por qué Dios
se fijó en mí y tuvo misericordia de mí? Yo no soy mejor que otros hombres, yo
no soy mejor que otros ciegos. ¿Por qué me curó a mí y quién es ese que me
curó?’
Después de ese
tiempo de silencio exterior, de oración, de preguntarse e intentar
responderse…, Jesús le sale otra vez al encuentro. Ahora ya está listo el
antiguo ciego para dar otro paso y curar la ceguera interior y espiritual que
tenía, y que era más grave que la física. Por eso, “Jesús
le dijo: ‘¿Crees tú en el Hijo del hombre?’ Él contestó: ‘¿Y quién es, Señor,
para que crea en él?’ Jesús le dijo: ‘Lo estás viendo: el que te está hablando,
ése es’. Él dijo: ‘Creo, Señor’. Y se postró ante él”.
También hoy y siempre Jesús nos sale al encuentro, quiere dialogar
con nosotros, quiere atender nuestras necesidades, pero sobre todo quiere curar
nuestra ceguera interior y por eso nos llama a la fe en esta Cuaresma santa de
2014.
¿Cuál va a ser nuestra respuesta?