miércoles, 12 de marzo de 2014

Domingo II de Cuaresma (A)



16-3-14                                   DOMINGO II CUARESMA (A)
Homilía en vídeo. HAY QUE PINCHAR EN EL ENLACE ANTERIOR PARA VER EL VIDEO. Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
            En este segundo domingo de Cuaresma quiero, como otras Cuaresmas, exponer un examen de conciencia. Lo haré en este domingo y en el siguiente.
            No quisiera que este examen de conciencia fuera una especie de losa sobre nosotros. No. La miseria humana, en cristiano, va siempre acompañada de la misericordia de Dios. Sólo a través de los ojos y del corazón de Dios el hombre puede y debe mirar sus propios pecados. El nos los descubre, y al mismo tiempo nos los perdona. Pero yo no puedo cambiar y caminar hacia Dios si no veo dónde estoy de verdad, y esto me lo hace ver Dios con su luz admirable y con la paz maravillosa que nos concede su perdón.
            ¿He sentido envidia hacia alguien por las cosas que tenía, por su carácter más simpático o por su saber más grande que el mío, por su físico; de tal manera que me alegraba de sus fallos o cuando las cosas le iban mal, y me entristecía cuando las cosas le salían bien? El sentimiento de la envidia en muchas ocasiones no es buscado por nosotros, pero es algo que surge en nuestro interior y nos da mucha vergüenza. En determinados momentos la envidia que sentimos es fruto de la tentación a fin de quitarnos la paz.
            ¿He sentido celos ante otras personas porque ellas son más valoradas que yo, más tenidas en cuenta que yo, más apreciadas que yo? ¿He sentido celos porque a los demás se les reconoce enseguida lo ‘poco’ que hacen, y a mí no se me reconoce todo lo que hago (al cuidar a unos padres, al hacer las tareas de casa, en el lugar de trabajo…)?
            ¿He hecho juicios en mi interior acerca de otras personas, desca­lificando las actuaciones de los otros, como si todo o casi todo lo de ellos fuese malo? El juicio interior supone ponerse en una posición de superioridad y desde ahí considerar como negativo lo que los demás dicen, hacen o dejan de decir y/o de hacer.
            ¿He murmurado contra alguien, bien iniciando yo la conver­sa­ción o siguiendo lo comenzado por otros? ¿He sacado los defec­tos de los demás a la luz pública? La murmuración presupone un juicio previo. El juicio queda en mi interior, mientras que la murmuración sale al exterior por la lengua. Lo malo o negativo que veo en los demás, ¿soy capaz de decírselo al interesado o interesada? La mayoría de las veces no, entonces ¿por qué lo digo?: ¿Porque me interesa de verdad esa persona y que mejore; por pasar el rato; por despecho; por quedar por listo o gracioso ante quien estoy murmurando? Si no soy capaz de decir lo negativo al interesado, entonces es mejor que me calle o en todo caso que se lo diga a Dios rezando por esa persona. Lo peor de la murmuración no es lo que decimos, que en muchas ocasiones es cierto, sino el ‘tonillo’ con el que decimos esas cosas, es decir, no hay caridad. Y la verdad que no va acompañada de la caridad-amor, no es la verdad de Cristo. Yo no he descubierto nunca a Dios diciéndome las cosas, ni a mí ni a nadie, restregándolas por las narices. Dios me muestra las cosas, mi verdad, mis defectos, pero lo hace con tanto amor, que veo lo que me dice, lo acepto y mi amor hacia Él crece más. Aprendamos a hacerlo así y, si no lo hacemos así, es que estamos murmurando.
            ¿He difamado, es decir, he dicho cosas negativas de los demás que son falsas, bien porque exagere lo que digo o porque no me cercioro y aseguro de la veracidad de lo que escucho sobre los otros y ‘alegremente’ lo suelto sin más? CUANTO DAÑO HACE LA LENGUA, NUESTRA LENGUA. Ya leemos en la epístola del apóstol Santiago que “la lengua ningún hombre es capaz de domarla: es dañina e inquieta, cargada de veneno mortal; con ella bendecimos al que es Señor y Padre; con ella maldecimos a los hombres creados a semejanza de Dios; de la misma boca salen bendiciones y maldiciones”. “Todos faltamos a menudo, y si hay alguno que no falte en el hablar, es un hombre perfecto, capaz de tener a raya a su persona entera”.
            ¿Soy una persona mal hablada con frecuentes tacos, con blasfemias, con palabras soeces o hirientes (‘cada día te pareces más a tu madre…’, ‘cállate, gorda…’); buscando siempre el insulto, el dejar mal a los otros, el decir la palabra graciosa, aunque sea a costa de los demás?
            ¿He mentido a alguna persona, a mi familia, en el trabajo para no quedar mal, por aprovecharme de otros, por venganza, etc.? ¿He dicho medias verdades por las mismas motivaciones? Cuando Jesús fue condenado a muerte por los judíos del Sanedrín, para ello utilizaron sus propias palabras. Le preguntaron si Él era el Hijo de Dios y Jesús contestó que sí, que lo era. Y esto le ocasionó su muerte. Podía haber dicho una mentira piadosa. Total esa mentira piadosa le hubiera permitido vivir más años, curar a muchos enfermos, hacer muchos milagros, enseñar mejor a los apóstoles, asentar mejor la Iglesia que quería fundar, anunciar mejor el mensaje de Dios Padre. Pero no, Él dijo siempre la verdad, aún a costa de ser muerto, aún a costa del fracaso de su misión entre nosotros. Y su verdad le llevó a la cruz, y esta cruz, fracaso entonces, es salvación para todos nosotros.
            ¿He sido impaciente con los demás y conmigo mismo? Él impaciente es aquél que no tiene paz en su corazón y por eso ‘salta’ con frecuencia. Estoy impaciente cuando no soy capaz de esperar con sosiego y tranquilidad que llegue el ascensor al que he llamado, a que el semáforo se ponga en verde, a que te atiendan en el médico, o que atienden en el supermercado a la persona que está por delante de mí. Estoy impaciente cuando no me pongo en el lugar de los otros y quiero que ellos hagan las cosas como yo las hago y en el tiempo en que yo las hago. No aguanto los fallos de los demás, pero los míos propios… tampoco.
            ¿He tenido ira, rabia, enfados hacia alguna persona (familiar, amigo, en el trabajo, etc.), y he manifestado esta ira externamente con expresiones hirientes o soeces, con voces, o incluso también en mi interior?
            ¿Tengo rencor hacia alguna persona, de tal modo que no hablo con esa persona, ni la perdono de ningún modo y, cuando la veo o surge una conversación sobre ella, siempre se nota mi inquina contra ella? ¿Llevo mi ‘agenda’ de los agravios que me han hecho los demás y las fechas en que me las han hecho y ante quien me las han hecho? ¿Hay alguien a quién no salude ni tenga intención de hacerlo? ¿Soy una persona vengativa; las cosas que me han hecho las tengo bien guardadas y presentes, y ante la más pequeña oportuni­dad se las ‘restriego’ en la cara o suelto mi ‘veneno’ ante otras personas?
            ¿He tenido pereza para levantarme, para acostarme, para hacer los estudios, el trabajo, mis oraciones, asistencia a la Misa, etc.? Perezoso es aquel que hace las cosas que le gustan, y las que no, las va dejando siempre de lado: el cesto de la plancha, los azulejos, tareas en el trabajo, escribir cartas, visitar a personas, enfermos. Con frecuencia la pereza va asociada al egoísmo, pues saco tiempo para las cosas que me gustan y me interesan, pero las otras cosas quedan las más de las veces sin hacer o a medio hacer.
            ¿He perdido el tiempo? Tenía diversas cosas que hacer y las he ido dejando de lado para hacer lo que me gusta: ver la Tv, hablar por teléfono, leer una novela, dar la lengua con alguien… y mientras tanto las cosas sin hacer.
            ¿He tenido gula, es decir, me dominan las apetencias y los gustos por encima de mi voluntad: domina el dulce sobre mi voluntad, domina el alcohol sobre mi voluntad, domina el café sobre mi voluntad, domina el tabaco sobre mi voluntad…? Seguramente que en muchas ocasiones pensamos como el gallego: ‘perdono o mal que me fai, por o ben que me sabe’. Tengo gula cuando como entre horas por el simple hecho de picar, o como nada más de lo que me gusta, o no como jamás lo que no me gusta, o protesto por la comida, o como o bebo con ansia, etc.

8 comentarios:

  1. Gracias pater, lo estábamos esperando todos, o casi todos.¿a qué sí?
    ¡¡Qué examen tan bueno, tan realista!! Cómo nos dispone a la Conversión; a acoger a Jesús por la fe y dejarnos transformar por el Espíritu.
    Que tengas buenos Ejercicios espirituales. Oraremos por ti y ese grupo de religiosas.
    Buena semana amigos.

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  2. Acabo de leer el examen de conciencia y me quedé un poco asustada. Acabo de confesar esta mañana y voy a tener que volver a hacerlo. Esta vez ire con el papel del examen en la mano.
    Se lo agradezco D. Andres.

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  3. Buenas tardes ! Gracias Andrés como nos guías y ayudas ...muchas graciasque Dios te bendiga ..un abrazo

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  4. Muchas gracias por este examen.
    La verdad es que ayuda mucho para preparar una buena confesión; no solo nos pone delante nuestros pecados, que tantas veces no vemos, si no que, llegas al fondo de los mismos, y nos descubres las posibles consecuencias de ellos.
    Ya veo que es muy importante no solo ver los pecados, sino también el porqué y donde está la raíz de los mismos. Porque entonces tendremos que mirar, no solo al pecado en si, también lo hemos de hacer con las circunstancias y el fondo que os ha conducido a esa situación.
    Por ejemplo: va un pequeño a su madre llorando y le dice: me he caído y me he hecho daño, lo mas fácil es que la madre le pregunte por el motivo; Que estabas haciendo? alguien te empujo? o te subiste en algún lugar peligroso?
    Así que este examen que nos entregas con todo el cariño, nos ayude a profundizar y a reconocer nuestra culpa, ya perdonada de antemano por nuestro Señor.
    Muchas muchas gracias, que Dios te bendiga.
    A todos amigos os deseo una santa cuaresma, que el Señor nos ayude a convertirnos una vez mas. Ya que la conversión no es de una vez para siempre, en el combate diario del cristiano.
    BENDITO SEA DIOS

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  5. Gracias D. Andrés por este examen de conciencia cuaresmal. Cada año, espero con impaciencia esta guía para la reflexión personal, no exenta de dificultad en mi caso. El camino que nos brinda nuestro querido Pater es difícil pero necesario, especialmente en estos tiempos tan sorprendentes en los que vivimos.
    Quiero también compartir con mis hermanos del blog, la alegría de ver cómo nuestro querido D. Andrés vive un sacerdocio apasionado y feliz, cosechando frutos donde quiera que va, los feligreses de sus parroquias tapiegas son el mejor referente para confirmar lo que digo, ya le llaman "el Cura maravillas". Precioso apodo para un Sacerdote en nuestros días, quizás porque niños, adolescentes y mayores, están descubriendo una nueva forma de evangelizar desde la coherencia absoluta de un hombre entregado a la causa de Jesús, y están comprobando como desde el trabajo serio, cariñoso, leal, desprendido y generoso, se llega al corazón de los fieles sin problema. Se están llenando las Iglesias de las Parroquias de Tapia, por algo será...
    Otra buena noticia es ese trabajo de pastoral para los laicos en el que D. Andrés está inmerso, me consta y tengo la seguridad de que llegado el momento, será toda una espléndida realidad ilusionante para todos y que a buen seguro, traspasará las fronteras de nuestra Diócesis asturiana, tan desmotivada y falta de proyectos.
    ¡Que el Señor le siga bendiciendo en su Ministerio Sacerdotal y en su vida, se lo merece plenamente! La iglesia le necesita, le necesitamos.
    Feliz y santa semana para todos.

    Solideo negro

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  6. Después de tantos años de utilizar este Examen me doy cuenta en esta ocasión, como pecados como la pereza, la pérdida de tiempo y la gula, por ejemplo, tienen detrás de sí, mí persona, mis gustos, mis apetencias y deseos. Es decir ahí estoy yo y mi parecer; ¡qué mal desaparezco ante el deseo o voluntad de Dios para mí!! Podemos fijarnos en que:
    Perezoso es aquel que hace las cosas que le gustan, y las que no, las va dejando siempre de lado..
    ¿He perdido el tiempo? Tenía diversas cosas que hacer y las he ido dejando de lado para hacer lo que me gusta: ver la Tv..
    ¿He tenido gula, es decir, me dominan las apetencias y los gustos por encima de mi voluntad:… Tengo gula cuando como entre horas por el simple hecho de picar, o como nada más de lo que me gusta..

    De la mentira y acusarme de ella, me enseñó mucho el párrafo en el que el Pater explica sobre las mentiras piadosas: “Cuando Jesús fue condenado a muerte por los judíos del Sanedrín, para ello utilizaron sus propias palabras. Le preguntaron si Él era el Hijo de Dios y Jesús contestó que sí, que lo era. Y esto le ocasionó su muerte. Podía haber dicho una mentira piadosa. Total esa mentira piadosa le hubiera permitido vivir más años, curar a muchos enfermos, hacer muchos milagros, enseñar mejor a los apóstoles, asentar mejor la Iglesia que quería fundar, anunciar mejor el mensaje de Dios Padre. Pero no, Él dijo siempre la verdad, aún a costa de ser muerto, aún a costa del fracaso de su misión entre nosotros. Y su verdad le llevó a la cruz, y esta cruz, fracaso entonces, es salvación para todos nosotros.” Esta explicación me abrió los ojos a la importancia de vivir la verdad, y además da sentido a esas palabras de Jesús: Yo soy…la Verdad….Y esto me ha hecho una gran buscadora de la Verdad y defensora de decirla siempre y enseñar su valor a los de mi alrededor, incluso a nivel humano es una gran virtud. Creemos que acusarnos de mentir es de niños…pero no es así por lo que veo en Jesús.
    Y finalmente la Gula. ¡qué pocos se confiesan de ella!! Yo ahora lo hago, porque soy consciente del peso de mis apetencias por encima de mi voluntad. Es una lucha continua. Me ayuda el acudir de vez en cuando a este examen, que me hace bien. Me ayuda a conocerme mejor. Lo he regalado a muchas personas, incluso a sacerdotes que me lo han agradecido.

    Creo que este Examen de conciencia es un obra maestra del Espíritu Santo, que se vale de Andrés Pérez para trasmitirlo a tantas personas a través de él.

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  7. D. Andrés en una ocasión escuche hablar a dos personas sobre la gula espiritual y me sorpendió la expresión que no comprendí pues eran personas de iglesia, de misa y comprometidas. Me gustaría que pudiese aclararme su significado.
    Gracias.

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  8. ¿Qué es la gula espiritual? Se podría definir como: "servirnos de Dios y no servir a Dios".
    En los inicios de la relación con Dios, en la que Él se nos muestra con fuerza y con mimo, el alma siente una serie de gustos sensibles, que antes se desconocían: alegría desbordante en ejercicios espirituales, en Cursillos de Cristiandad, en la oración, en la confesión, en la Misa… Todo esto puede hacer que el alma se engolosine con el gusto y el sabor de los mismos procurando más el sabor de su espíritu que la pureza de estar con Dios por Dios. Decía D. Ezequiel: ‘Tenemos que buscar al Jesús del caramelo y no al caramelo de Jesús’. Tenemos que buscar más vivir en fe y en la voluntad de Dios que no la sensiblería y las emociones espirituales, que al final son usadas por Satanás para tenernos ahí parados y no avanzar hacia Dios.
    Una persona que tiene gula espiritual busca en todo momento sentir, emocionarse, gustos en las cosas de la fe y, cuando no los tiene, entonces se entristece. Una persona con gula espiritual habla mucho de lo que vio, de lo que sintió en las cosas de la fe, pero no está dispuesta a vivir en sequedad y en aridez, ni siquiera por amor a Dios. Una persona con gula espiritual usa esos gustos para estar o sentirse por encima de los demás, lo cual le acarrea que caiga en la soberbia.
    En definitiva, lo que empezó tan bien para esa persona, puede hacer que acabe mal o que se estanque durante años en su vida religiosa.

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