2-5-2021 DOMINGO V DE PASCUA (B)
Hch.
9, 26-31; Sal. 21; 1 Jn. 3, 18-24; Jn. 15, 1-8
Homilía en vídeo.
Homilía de audio.
Queridos hermanos:
Celebramos
hoy el V domingo de Pascua. Durante estos cincuenta días seguimos rememorando
que Cristo ha resucitado, por eso sigue encendido el cirio pascual, que
iluminamos por vez primera en la Vigilia Pascual del Sábado Santo.
- Hace
unos años estaba en Covadonga en una convivencia (Cursillos de Cristiandad). En
una de las comidas que tuvimos coincidimos varias personas en una mesa y salió el tema de la poda. Un hombre, muy
aficionado a las plantas y árboles, nos decía que en las podas es importante cortar los ‘chupones’. Yo
no sabía a qué se refería y le pregunté qué eran los ‘chupones’. Me contestó
que eran las ramas más altas de los árboles, las más recias, las más bellas,
las más visibles, las más estiradas de un árbol, pero… también eran aquellas
que no daban fruto, y las que se aprovechaban de la savia del árbol y quitaban
dicho alimento a otras ramas, quizás no tan vistosas, pero que sí daban fruto.
Asimismo
en la conversación una mujer, que era de Cangas del Narcea y en donde se dan
los vinos, nos habló de un refrán de aquella zona. El refrán dice así: “Podar y vendimiar en
lo mismo”. Y tiene este sentido: cuando alguien poda mal los
sarmientos y corta de más o de menos, entonces ese año la recogida de uva se
resiente bastante y puede vendimiar muy poco fruto. Y, al contrario, quien poda
bien, ese año recogerá más uvas. Por lo tanto, de ahí la frase de “podar
y vendimiar en lo mismo”.
- Cuento
estos hechos, porque tienen que ver con el evangelio que acabamos de escuchar.
Jesús utilizaba con mucha frecuencia imágenes y ejemplos de la vida ordinaria
de las gentes que le escuchaban. Así, y a partir de dichos ejemplos, Jesús les
transmitía el mensaje de Dios. En vez de hablar de teorías o con ideas
abstractas difíciles de comprender para aquellas gentes, Jesús les explicaba el
evangelio con lo que veían, tocaban y trabajaban a diario. Y es que las cosas
de Dios no son muy distintas de lo que vemos y tocamos todos los días a nuestro
alrededor.
a) Dice
el evangelio de hoy: “Yo
soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da
fruto lo arranca”. La
naturaleza, con frecuencia, es reflejo y espejo del ser humano. Este puede ser un ‘chupón’ cuanto tiene
buena presencia, es alto y espigado, pero todo es pura fachada, pues en
realidad no da frutos ni para sí, ni para Dios, ni para los demás. Estos
‘chupones’ viven a costa de los demás, comen la energía de los demás y, en
ocasiones, desprecian a lo demás al considerarlos inferiores a sí. Estos
‘chupones’ pueden estar llenos de soberbia. Se creen algo, pero, si miramos
dentro, vemos que están vacíos. Estos ‘chupones’, como decía el hombre de
aquella comida, solo sirven para arrancarlos de raíz y apilarlos para leña.
Con
frecuencia, cuando a los seres humanos nos sucede una desgracia, nos damos
cuenta de las tonterías que tenemos en la cabeza y esos malos momentos nos
ayudan a crecer, a ser más maduros, y a ver de modo más objetivo la realidad
que nos rodea. Hace un tiempo un amigo mío fue a la montaña a hacer una ruta de
senderismo, se cayó, se rompió una pierna, hubo que trasladarlo en helicóptero
al hospital, le desnudaron y los médicos le hicieron lo necesario sin
preguntarle. Me decía este amigo que, desde el mismo momento de su caída, había
perdido su dignidad. Todos opinaban sobre lo que había que hacer con él, pero a
él no se le permitía decir nada. Tampoco podía decir mucho. Me dijo este amigo
mío que había aprendido a ver lo frágil que es el ser humano y él mismo, pero,
hasta ese mismo momento, él se consideraba ‘el no va más’.
En ocasiones es bueno que ‘nos arranquen’,
que no cuenten con nosotros, que nos releguen… Así aprendemos a ser más
humildes, a valorar más a los demás y nos damos cuenta que, en tantas
ocasiones, hemos hecho eso mismo con los demás sin ser conscientes de ello, y
tampoco éramos conscientes del dolor que ocasionábamos en los otros.
b)
Sigue diciendo Jesús que, “a todo el que
da fruto lo poda, para que dé más fruto”. No por el hecho de ser buenos, humildes, serviciales, generosos…,
estamos libres de ser podados, de que se nos arranque una parte de nosotros.
Dios lo hace o lo permite, no por infringirnos un daño gratuito. No. Dios lo
hace o lo permite, porque lo necesitamos. Todos tenemos algo de ‘chupones’: de
presuntuosos, de soberbios, de prepotentes, de chulos…, y eso nos ha de ser
arrancado para que nuestro fruto sea más abundante y mejor. Esta parte
arrancada y podada también debe de ser quemada. ¿Cuánto bien nos han hecho
personas que nos han reñido o corregido a lo largo de nuestra vida? No nos
gustó entonces, cuando nos lo hicieron, pero hoy les estamos muy agradecidos,
porque ahora sabemos que fue para nuestro bien.
¡Cuánto nos cuesta
que nos corrijan! ¡Cuánta soberbia y amor propio llevamos dentro todos! Por
eso, estoy de acuerdo con el refrán de Cangas del Narcea, per adaptándolo a las
personas: si se ‘poda’ bien a una persona, entonces dará buen fruto y se
vendimiará bien.
San
Francisco de Asís era un ‘chupón’ en sus inicios: joven, rico, altanero,
soberbio, solo miraba para sí. Era digno de ser arrancado y echado al fuego.
Pero, quien lea su vida con detenimiento, verá cómo Dios le fue podando poco a
poco, y dio mucho fruto. Ahí va la oración que se le atribuye y que hizo vida
hasta el día de su muerte:
“Señor,
haced de mí un instrumento de tu paz.
Que
allí donde haya odio, ponga yo amor.
Que
allí donde haya ofensa, ponga yo perdón.
Que
allí donde haya discordia, ponga yo armonía.
Que
allí donde haya error, ponga yo verdad.
Que
allí donde haya duda, ponga yo fe.
Que
allí donde haya desesperación, ponga yo esperanza.
Que
allí donde haya tinieblas, ponga yo luz.
Que
allí donde haya tristeza, ponga o alegría”.
La
rama que era un ‘chupón’, es decir, Francisco, el hijo de Bernardone, Dios lo
convirtió en un sarmiento, en una rama que dio fruto abundante para sí, para
toda la Iglesia y para tanta gente a lo largo de los siglos y por todos los
países del mundo.