jueves, 25 de agosto de 2016

Domingo XXII del Tiempo Ordinario (C)



28-8-2016                   DOMINGO XXII TIEMPO ORDINARIO (C)
                                               Eclo. 3, 17-18.20.28-29; Slm. 67; Hb. 12,18-19.22-24a; Lc. 14,1.7-14
Terminamos hoy con las homilías sobre las obras de misericordia:
5.6.- Consolar al triste
            - Hay un texto precioso del profeta Isaías, que a mí me lo descubrió un P. dominico (Julio Figar) ya en 1987. Él lo empleaba mucho y se sentía llamado por Dios a llevarlo a cabo en su vida y de modo constante. Dice así el texto: Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios. Habladle al corazón” (Is. 40, 1-2).
            Jesús es la imagen perfecta del que consuela. Así es reconocido al inicio de su vida: Él es el “consuelo de Israel” (Lc. 2, 25); Él proclama “bienaventurados a los que lloran, porque ellos serán consolados” (Mt. 5, 5); Él da coraje a los abrumados por sus pecados (como al paralítico [Mt. 9, 2[1]]) o por sus enfermedades (como a la mujer que padecía hemorragias [Mt. 9, 22[2]]); Él ofrece alivio a todos los que están cansados y agobiados (Mt. 11, 28-30[3]).
            - Pero, ¿qué significa consolar? Consolar no significa quitar los problemas o solucionar los problemas de los demás. Consolar significa sobre todo dar sentido a lo que vivimos y a lo que experimentamos y dar esperanza.
¿Qué significa dar sentido a los ‘tristes’? Resumiendo mucho, dar sentido a la vida y a los acontecimientos de los ‘tristes’ significa aportarles un ‘por qué y un para qué’ de ello. Es decir, por qué han llegado a esa situación, qué pueden hacer con ella, si pueden cambiarla o modificarla, cómo pueden asumirla, cómo pueden aceptar lo que no pueden cambiar…
Entiendo que es importante, a la hora de dar sentido a la vida y a los acontecimientos que están pasando-viviendo-experimentando-sufriendo los ‘tristes’, ponerles como un espejo ante su propia realidad sin maquillársela, ni escondérsela, ni disimulársela: ‘Tú estás en esta situación por estas actuaciones, palabras, u omisiones tuyas previas’. Por ejemplo, ¿por qué ha fracasado tu matrimonio? No solamente hay que echar la culpa al otro, hay que descubrir la parte de culpa que uno tiene, y asumirlo. Lo mismo se puede decir con los ejemplos de no tener amistades, de tener deudas, de malas relaciones familiares… Sí, dar sentido a los ‘tristes’ es ayudarles a mirar de frente su vida, sus errores, sus fallos, porque, quien no ve su vida como es en realidad, vive en la mentira y en el autoengaño, y nunca podrá salir de ahí.
Una vez que se ha ayudado a los ‘tristes’ a ver su vida es cuando se puede dar el paso siguiente. ‘Tú eres éste, tú estás aquí. ¿Puedes salir de ahí? ¡Vamos a intentarlo!’ A partir de aquí, consolar a los ‘tristes’ es ayudar a estas personas a ir reconstruyendo sus vidas; no simplemente lo que les rodea, sino a ellos mismos primeramente. Si ellos no están reconstruidos interiormente, lo que quieran conseguir en lo que les rodea estará  destinado al fracaso nuevamente. Por ejemplo, si uno fracasó en una relación sentimental y rompe con su novio/a-pareja, esposo/a…, pero no cambia, cuando empiece otra relación, si no cambió lo que estaba mal en él, volverá a repetir los mismos errores y fracasará de nuevo. Por eso, consolar a los ‘tristes’ conlleva el ayudarles a que puedan cambiar, madurar, mejorar, transformar su personalidad en algo mejor.
¿Qué significa dar esperanza a los ‘tristes’? La ESPERANZA nos empuja a actuar, nos ayuda a tomar decisiones y nos mantiene motivados y en marcha. Las personas con más ESPERANZA sienten menos estrés ante los obstáculos, se ven más capaces de superarlos y se plantean más metas y objetivos por alcanzar. Esto hace que sus vidas se enriquezcan y sean más completas. La falta de ESPERANZA empobrece la vida de las personas, porque intentan realizar menos cosas y tienen menos experiencias, llevando vidas más vacías.
La ESPERANZA está formada por varios componentes: 1) Las metas. Si no tienes ESPERANZA creerás que no vale la pena intentar nada y no te plantearás ninguna meta, de modo que ni siquiera lo intentarás. 2) Las rutas. En segundo lugar, las personas idean los modos de alcanzar dichas metas. Es decir, las “rutas” que les conducirán hacia sus objetivos. Las personas con niveles altos de ESPERANZA no solo son más capaces de idear dichas rutas, sino que también son más capaces de idear rutas alternativas cuando las iniciales fracasan. En cambio, la falta de ESPERANZA hace que seas menos capaz de pensar modos de alcanzar tus metas y aumenta la probabilidad de que abandones al menor obstáculo. La ESPERANZA nos ayuda a perseverar ante los obstáculos. 3) Confianza en la propia capacidad y en la ayuda de Dios.
            5.7.- Rezar a Dios por los vivos y por los difuntos
- Esta obra de misericordia pone de relieve la ‘comunión de los santos’ en la Iglesia, tanto de los que peregrinan aún en la tierra, como de los que ya han fallecido. En efecto, los discípulos de Jesús, “unos peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican; otros, finalmente, gozan de la gloria, contemplando ‘claramente a Dios mismo, Uno y Trino, tal como es’; mas todos, en forma y grado diverso, vivimos unidos en una misma caridad para con Dios y para con el prójimo y cantamos idéntico himno de gloria a nuestro Dios. Pues todos los que son de Cristo por poseer su Espíritu, constituyen una misma Iglesia y mutuamente se unen en Él. La unión de los viadores con los hermanos que se durmieron en la paz de Cristo, de ninguna manera se interrumpe, antes bien, según la constante fe de la Iglesia, se robustece con la comunicación de bienes espirituales” (L.G. 49). En esta comunión de la Iglesia, es decir, de todos los discípulos de Cristo acontece lo que san Pablo nos decía en su primera carta a los corintios: ¿Un miembro sufre? Todos los demás sufren con él. ¿Un miembro es enaltecido? Todos los demás participan de su alegría (1 Co. 12, 26).
- Y es en este contexto en donde surge la oración por los vivos y por los difuntos, lo cual implica poner a los hermanos bajo la mirada amorosa y providente de Dios. Con esto no se quiere decir que Dios tiene que hacer necesariamente lo que nosotros pedimos. No. La oración del cristiano tiene la perspectiva que Jesús nos enseñó en el Padrenuestro: “Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo” (Mt. 6, 10), o también “Abba –Padre– todo te es posible: aleja de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya (Mc. 14, 36). Sí, el cristiano que ora no quiere ‘teledirigir’ a Dios. El cristiano confía y acepta la voluntad de Dios, ya que “en esto consiste la confianza que tenemos en Él: en que si le pedimos algo según su voluntad, nos escucha” (1 Jn. 5, 14).
- Por otro lado, la biblia nos habla igualmente de la oración por los difuntos basándose en la fe en la resurrección, ya que “si no hubiera esperado la resurrección de los caídos, habría sido inútil y ridículo rezar por los muertos” (2 Mac. 12, 44).

[1] “Jesús dijo al paralítico: ‘Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados’”.
[2] “Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo: ‘Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado’”.
[3]  “Venid a mí todos los que estáis afligidos y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontraréis alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.