jueves, 24 de febrero de 2022

Homilías semanales EN AUDIO: semana VII del Tiempo Ordinario

Santiago 3, 13-18; Salmo 18; Marcos 9, 14-29

Homilía del lunes VII del Tiempo Ordinario



1ª Pedro 5, 1-4; Salmo 22; Mateo 16, 13-19

Homilía de la Cátedra de san Pedro



Santiago 4, 13-17; Salmo 48; Marcos 9, 38-40

Homilía del miércoles VII del Tiempo Ordinario



Santiago 5, 1-6; Salmo 48; Marcos 9, 41-50

Homilía del jueves VII del Tiempo Ordinario

Domingo VIII del Tiempo Ordinario (C)

27-2-2022                              DOMINGO VIII TIEMPO ORDINARIO (C)

Eclo. 27, 4-7; Slm. 91; 1ª Cor. 15, 54-58; Lc. 6, 39-45

Homilía en vídeo

Homilía de audio

Queridos hermanos:

            Termina Jesús el evangelio de hoy diciendo esto: de lo que rebosa el corazón habla la boca. Y termina la primera lectura con esta frase: No elogies a nadie antes de oírlo hablar, porque ahí es donde se prueba una persona.

            Vamos a aprovechar la Palabra de Dios que cada domingo nos dirige el Señor por medio de su Santa Iglesia para profundizar en nuestro interior y, sobre todo, para mejorar en nuestro caminar hacia Dios y hacia su Reino.

            Es bueno que reflexionemos sobre esta parte de nuestra vida: sobre nuestra boca, sobre nuestro corazón. Esto es la oración personal: aprovechar la Palabra de Dios para pensar, para preguntar a Dios, para que nos dé luz, para que tomemos conciencia de nuestra situación, para suplicar ayuda, ya que nosotros solos no podemos…

            Bien, pues vamos allá: ¿Qué palabras salen habitualmente de nuestra boca? ¿De qué hablamos con los demás… y con nosotros mismos? ¿Cuáles son nuestros pensamientos?

            Si de nuestra boca salen palabras de ira, de agresividad, frases hirientes… contra alguien de nuestra familia, de nuestro ambiente de trabajo, sobre nuestros vecinos, sobre los políticos…, entonces, siguiendo lo que dice Jesús en el evangelio de hoy: de lo que rebosa el corazón habla la boca, tendremos que concluir que nuestro corazón rebosa agresividad, ira, impaciencia, incomprensión, dureza

            Si de nuestra boca salen palabras sobre las cosas materiales: ropa, comidas, casas, dinero, muebles, teléfonos móviles…, entonces es que nuestro corazón rebosa codicia, materialismo, querer tener y poseer. Así hacemos buena la frase de san Pablo: “comamos y bebamos, que mañana moriremos” (1ª Cor. 15, 32). Estamos preocupados por el aquí y ahora, por nuestro cuerpo material, pero descuidamos nuestra alma, descuidamos nuestro destino con Dios.

            Si de nuestra boca salen palabras de grandeza o deseos de grandeza (‘yo soy’, ‘yo tengo’, ‘yo sé’, ‘yo puedo’, ‘yo hago’…), de menospreciar los logros y virtudes de los otros…, entonces es que nuestro corazón rebosa soberbia, prepotencia, orgullo, envidia. Queremos construir nuestra vida sobre nosotros mismos, sobre nuestro EGO y a esto supeditamos amistades, matrimonio, familia, trabajo… Los demás se convierten en nuestros vasallos, palmeros, o enemigos. Son enemigos si pueden quitarme lo que yo me merezco o pueden hacer sombra a mi EGO, o son vasallos y palmeros si pueden aumentar mi EGO, cuando me alaban y me aplauden.

            También es verdad que en ocasiones de nuestra boca salen disculpas, palabras de paz, de comprensión, de ponerse en el lugar del otro, de ánimo…, entonces es que nuestro corazón rebosa paciencia, cariño, confianza, aceptación.

            Si de nuestra boca salen palabras de ánimo, de tranquilidad, positivas, cariñosas…, entonces es que nuestro corazón rebosa alegría, optimismo, esperanza.

            Si de nuestra boca salen palabras de Dios, de la Virgen María, de los santos, de arrepentimiento, de humildad…, entonces es que nuestro corazón rebosa fe, experiencia de Dios, presencia de Dios, necesidad de una vida espiritual.

            OS HE DADO ALGUNAS INDICACIONES DE CÓMO DESCUBRIR LO QUE HAY EN NUESTRO CORAZÓN A TRAVÉS DE LO QUE SALE DE NUESTRA BOCA. ASÍ PODREMOS DESCUBRIR EN NOSOTROS… Y EN LOS DEMÁS LO QUE HAY EN EL INTERIOR DE LOS CORAZONES.

            Termino con un cuento que tiene mucha enjundia y que viene muy bien en todo esto que nos quiere enseñar hoy Jesús. Espero que os guste.

            “El maestro preguntó a sus discípulos: ‘¿Por qué la gente se grita cuando está enojada?’

Pensaron un momento y uno de ellos contestó: ‘Porque perdemos la calma, por eso gritamos’.

‘Pero, ¿por qué gritar tanto cuando la otra persona está a tu lado?’ –preguntó el maestro-. ‘¿No es posible hablarle en voz baja? ¿Por qué gritas a una persona cuando estás enojado?’

Los discípulos dieron algunas respuestas, pero ninguna de ellas satisfizo al maestro.

Finalmente, el maestro explicó: ‘Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar, para poder escucharse. Mientras más enojados están, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia’.

Luego el maestro preguntó: ‘¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? Ellos no se gritan, sino que hablan suavemente. ¿Por qué? Pues porque sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña’. El maestro continuó: ‘Cuando se enamoran más aún, ¿qué sucede? No hablan, solo susurran y se encuentran aún más cerca en su amor. Finalmente, no necesitan siquiera susurrar, solo se miran y eso es todo. ¡Cuán cerca están dos personas cuando se aman!’

Luego el maestro dijo. ‘Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más, pues llegará un día en que la distancia sea tanta que no podrán encontrar el camino de regreso’.

miércoles, 16 de febrero de 2022

Domingo VII del Tiempo Ordinario (C)

20-2-2022                              DOMINGO VII TIEMPO ORDINARIO (C)

1º Sam. 26,2.7-9.12-13.22-23; Slm. 102; 1ª Cor. 15, 45-49; Lc. 6, 27-38

Homilía en vídeo

Homilía de audio

Queridos hermanos:

Propiamente hoy no voy a predicar una homilía, es decir, para explicar la Palabra de Dios que acabamos de escuchar. Se nos ha pedido por parte de la Diócesis que este domingo utilicemos este medio de la homilía para hablar acerca del Sínodo que el Papa Francisco ha convocado para toda la Iglesia. Voy a reseñar aquí algunas de las ideas que se nos han propuesto a los párrocos para que expliquemos este Sínodo:

1. El papa Francisco ha convocado un Sínodo para consultar a todos los bautizados cómo estamos siendo una Iglesia que vive la comunión, realiza la participación de todos y se abre con decisión a la misión de anunciar el Evangelio. Y todo esto —la comunión, la participación y la misión— si lo estamos llevando a cabo juntos: pastores, laicos y religiosos; hombres y mujeres; adultos, jóvenes y niños; cercanos y lejanos, y también aquellos que viven situaciones de pobreza y vulnerabilidad. Porque la palabra “Sínodo” significa justamente eso: “caminar juntos”. ¿Estamos realmente caminando juntos, llevando adelante la misión de dar testimonio del Señor, haciéndolo en comunión y participando en la vida de la Iglesia? Eso es lo que el Papa nos quiere preguntar.

2. La Iglesia es (o debe de ser) el Pueblo de Dios en marcha que peregrina por la historia y en cada época, lugar y circunstancia quiere anunciar a Jesucristo. Un Pueblo que camina unido, que vive la comunión y en el que todos nos debemos escuchar, podamos hablar con confianza y afrontar juntos los desafíos que la evangelización nos plantea en nuestro tiempo.

3. La comunión que debemos vivir significa que no es suficiente que hagamos muchas cosas, o que llevemos adelante proyectos que nos parezcan muy necesarios y eficaces, sino que hemos de hacerlo juntos. A veces nos reducimos a nuestro propio ámbito y ni siquiera nos encontramos con los demás, lo consideramos una pérdida de tiempo y nos centramos exclusivamente en lo nuestro. El Papa nos invita en este Sínodo a encontrarnos, escucharnos y discernir juntos.

4. Por otra parte, la misión de la Iglesia no es únicamente de los pastores: obispos y sacerdotes, sino de todos. Es la hora de los laicos, y también de la Vida Consagrada. Todos debemos, no únicamente colaborar en nuestra tarea dentro de la Iglesia, sino participar en el estudio de la problemática de nuestro mundo, analizar lo que está ocurriendo y —junto con los pastores y con su guía— tomar las decisiones oportunas. Los pastores debemos de contar con los laicos como hermanos que, con la gracia del Bautismo, tienen el derecho y el deber de tomar parte en el discernimiento de cómo debemos de ser Iglesia misionera aquí y ahora. Y los laicos también deben de tomar conciencia que son parte activa de la Iglesia y no meros receptores de los sacramentos y la Palabra. Esto significa la participación a la que este Sínodo nos llama.

5. Y esta comunión y participación para la misión, el papa Francisco nos advierte que debe de llevarse a cabo en un clima espiritual, de oración y de escucha de la Palabra. No se trata tanto de discutir o de tratar temas simplemente o de contestar a preguntas, sino ante todo de ponerse a la escucha del Espíritu para discernir por dónde quiere llevar a la Iglesia en estos momentos. ¿Estamos siendo una Iglesia como el Señor quiere?  ¿Estamos caminando juntos, pastores y laicos? ¿Tienen voz y se escucha en nuestras comunidades a todos: hombres y mujeres, niños y jóvenes, practicantes y no practicantes, cercanos y alejados? ¿Escuchamos también a los pobres, aparte de ayudarles económica y personalmente?

6. Este Sínodo al que el Papa nos invita tiene tres fases: diocesana, continental y universal. Culminará en octubre de 2023 en Roma, y mientras tanto estamos este
curso en la fase diocesana, en la que se nos invita a participar. El papa Francisco
quiere que sea lo más amplia posible; desea escuchar a todos. Por eso, también
en nuestra Parroquia os invitamos a participar en este Sínodo. Puede ser de tres
maneras:

A) Cogiendo una de las hojas que están a la salida de la iglesia y que informan de manera resumida en qué consiste este Sínodo y lo que pretende. Ya con vuestro interés y, por supuesto, vuestra oración os sentís partícipes en este proceso sinodal.

B) Respondiendo a las preguntas que aparecen en la hoja y haciendo así vuestra aportación personal al Sínodo. Entregáis la hoja con las respuestas, no hace falta firmar, o bien, si el espacio no os parece suficiente, poniendo las respuestas por escrito en un papel aparte.

C) Y la manera óptima sería, sin duda, participar formando parte de un grupo con otras personas de la Parroquia para en unas pocas reuniones poder dialogar juntos sobre esas preguntas y algunas otras.

7. Muchas gracias por vuestra atención. Oremos los unos por los otros, crezcamos en nuestra conciencia de vivir en comunión, de participar según nuestras posibilidades en las tareas de la Iglesia y de afrontar juntos la misión de la evangelización. Y esto, haciéndolo juntos, como dice el título del Sínodo: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”.

Que así sea.

            Las preguntas que se nos plantean son estas:

1. ¿Qué le pides a la Iglesia para que pueda realizar esa misión?
• A sus miembros: obispos, sacerdotes, religiosos, laicos...
• A sus obras e instituciones: Liturgia, Catequesis, Cáritas... (Señala lo que más te gusta y lo que menos de cómo actúa la Iglesia en sus miembros y obras).
2. Y respecto a ti mismo, ¿cómo te sientes respecto de la Iglesia?
• Formando parte de ella.
• Un poco alejado.
• Dispuesto a participar.
• Otras posturas.

3. Otras aportaciones.

 

            Además, yo he añadido otras dos:

4. Opiniones, valoraciones, críticas de la diócesis. Acciones de la diócesis a mejorar, a suprimir…

 

5. Opiniones, valoraciones, críticas de la parroquia. Acciones de la parroquia a mejorar, a suprimir…

miércoles, 9 de febrero de 2022

Domingo VI del Tiempo Ordinario (C)

13-2-2022                              DOMINGO VI TIEMPO ORDINARIO (C)

Jr. 17, 5-8; Slm. 1; 1ª Cor. 15, 12.16-20; Lc. 6, 17.20-26

Homilía en vídeo

Homilía de audio

Queridos hermanos:

            En muchas ocasiones se piensa que la Iglesia no sirve para nada y que es algo pasado de moda. ¿Para qué sirve la Iglesia? Para muchas cosas, y en el día de hoy voy a mostraros algunas de ellas.

En el  día de hoy, dedicado a la Campaña contra el Hambre, querría predicar tres ideas:

            1) Vamos a tratar de reflexionar sobre el cartel que este año nos propone Manos Unidas en la Campaña contra el Hambre. Nos dicen en la revista de este año:

“La pandemia del coronavirus ha agravado la desigualdad y el número de personas con hambre aguda se duplicará. Pero, por desgracia, estas cifras esconden rostros de seres humanos que no tenemos tiempo ni de mirar ni de tener presentes. Con el lema: ‘Nuestra indiferencia los condena al olvido’, queremos alzar la voz ante la creciente indiferencia que se está instaurando en nuestro mundo. Si no reaccionamos, sin nuestra mirada, atención y apoyo, los más pobres del planeta serán olvidados y se harán invisibles. Que la pobreza y el hambre no sean invisibles depende de ti. La fotografía del cártel muestra el rostro de la pobreza de una mujer africana, que poco a poco se diluye y se va borrando representando la invisibilidad y el olvido de los más necesitados por parte de las sociedades de los países ricos. El cartel nos invita a tomar partido para afrontar un problema, y que reflejamos en la llamada a la acción: ‘Contra el hambre, actúa’. Queremos despertar conciencias anestesiadas para que nadie se quede atrás, porque no es posible construir un mundo diferente con gente indiferente”.

 

2) Este año, a los arciprestazgos de El Fresno, Oviedo y Siero se nos propone el siguiente proyecto: la mejora del acceso al agua y saneamiento en la región de Kara, en Togo (un país de África Oeste). En aquella zona el acceso al agua potable es su principal problema. En la época seca, que dura desde noviembre hasta abril, los riachuelos desaparecen, en los pozos el nivel del agua desciende tanto que llega a agotarse, y las mujeres deben recorrer largas distancias para poder abastecerse de agua. Además, esta está muchas veces contaminada por la falta de higiene en el entorno y es la causa de muchas enfermedades infecciosas. Un 70 % de la población no tiene acceso al agua potable y un 90% no cuenta con estructuras sanitarias básicas. Por ello, la diócesis de Kara propone un programa para perforar 10 pozos en 10 comunidades distintas. Estas perforaciones estarán rodeadas de un perímetro cimentado y cerradas con un muro para favorecer la limpieza y evitar el acceso de animales domésticos, para que no lo ensucien. Además, se formarán a gente de las comunidades a fin de que mantengan los pozos y sus entornos limpios y en buen uso. Estos 10 pozos beneficiará directamente a unas 5.700 personas, que viven en aquellas 10 poblaciones, pero también a transeúntes, pastores y viajeros.

Asimismo se construirán algunas letrinas familiares, lo cual favorece el cambio de hábitos de higiene, que mejorará la salud de las poblaciones. Esto último se ha realizado en otros lugares y el éxito está asegurado, pues las gentes se conciencian enseguida y ello repercute inmediatamente en la salud de las familias. Las letrinas familiares beneficiarán a 124 personas de modo directo.

El coste de todo el proyecto alcanza los 113.869 €.

 

3) Finalmente, quisiera presentaros otro proyecto de Manos Unidas. Este ya está funcionando y se desarrolla en la India. Sandhya es una mujer viuda desde los 25 años. Y ser viuda en India es poco menos que una condena. A Sandhya la casaron con solo 13 años. A partir de entonces pasó a formar parte de la familia de su marido y, mientras este vivió, todo fue bien. Pero, cuando falleció, nunca volvieron a tratarla con el mismo respeto. Las lágrimas vuelven a sus ojos cuando relata qué supuso para ella la muerte de su esposo: «Me quedé viuda con 25 años, sin ingresos y a cargo de mis hijos y de la deuda que contrajimos al arrendar unos terrenos. Y la familia de mi marido me rechazó, porque decían que yo era la culpable de su muerte», relata Sandhya. Decía su familia política: «¿Por qué tenemos que verle la cara todas las mañanas?» La discriminación por razón de género que impregna muchas de las estructuras socioeconómicas en India es especialmente sangrante con las viudas. «Un viudo de 60 años puede volver a casarse sin problema, mientras que una joven viuda de 20 años no puede hacerlo sin sufrir la difamación o escuchar las burlas deshumanizadas de la comunidad».

Sandhya vivió en primera persona la marginación y el desprecio de sus vecinos: «Estuve tres meses sin salir a la calle y, cuando lo hice, oía a mis vecinos comentar: “Si se ha quedado viuda, ¿por qué tenemos que verle la cara todas las mañanas?”». La tradición impide invitar a las viudas a las celebraciones por estar consideradas un mal presagio. «Tampoco se les permite bendecir a sus propios hijos en sus bodas. Un viudo puede ir donde quiera, bendecir a quien quiera, llevar la ropa que desee». Por ello, desde Manos Unidas se promovió una iniciativa que trataba de impulsar el empoderamiento de las viudas, ayudándolas a «reajustar sus vidas», a superar el trauma y a aprender nuevas habilidades para ganar confianza en sí mismas, vivir con esperanza y ser autosuficientes.

«Así fue como empezó a cambiar mi vida» Este proyecto ha cambiado la vida de Sandhya y la de otras 220 mujeres viudas. «A los tres meses de enviudar, los de Bala Vikasa vinieron a mi pueblo. Y mi vecina les habló de mí: joven viuda y con hijos que no se atrevía ni a salir de casa... Vinieron a verme, me explicaron lo que hacían y me invitaron a sus reuniones. Me convencieron para salir y me dijeron que estaría mejor si acudía a alguna de sus charlas», relata Sandhya. «Cuando asistí a la primera reunión estuve llorando todo el día, porque mis problemas, al lado de los que contaban las demás mujeres, me parecieron insignificantes. Así fue como empezó a cambiar mi vida». Meses después, cuando volvía de uno de estos encuentros, Sandhya vio a unas mujeres que trabajaban en una gasolinera y la preocupación por el futuro de sus hijos y lo aprendido en las charlas fueron el acicate que le permitió «armarse de valor» y preguntar si había alguna vacante. «Por suerte había un puesto y acepté el trabajo sin pensarlo». «Durante casi un año la gente habló a mis espaldas. Yo salía de casa antes de las ocho de la mañana y regresaba a las ocho de la tarde... Todos los días. Y la gente murmuraba sin cesar, hasta que un grupo de personas de mi comunidad pasó un día por la gasolinera y me vieron allí. Contaron a la gente del pueblo que trabajaba “como un hombre”, de manera muy eficiente y, a partir de entonces, me gané su respeto».

Las reuniones fueron abriendo nuevos caminos en la vida de Sandhya. «Gracias a un abogado que vino a una charla, ahora soy capaz de hablar con seguridad con mi familia política y exigir mis derechos».