jueves, 26 de junio de 2014

San Pedro y San Pablo



29-6-14                                  SAN PEDRO Y SAN PABLO (A)
Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
            En la Misa de hoy quisiera hablaros sobre San Pedro y quisiera titular esta homilía así: los pecados y los defectos de San Pedro.
            1) San Pedro era un hombre de sin medias tintas: capaz de lo más grande y al mismo tiempo de lo más bajo. Vamos a poner algunos ejemplos de esto:
            - El primero nos lo narra el evangelio de hoy. Cuando Jesús pregunta a sus discípulos quién era Él, inmediatamente San Pedro contesta que el Hijo de Dios. Entonces Jesús le reconoce como una persona a la que Dios habla y le muestra sus tesoros. Además, Jesús en ese momento le nombra el primer Papa: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo” (Mt. 16, 18-19). Una vez que los apóstoles saben que Jesús es el Hijo de Dios, el Mesías, el Salvador del mundo, entonces, para que se den cuenta que la salvación de Dios no viene por el triunfo y por la derrota ignominiosa de los enemigos, sino a través del sufrimiento y del dolor de Cristo, Éste les dice que “tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar a los tres días” (Mc. 8, 31). Pedro, que no aceptaba aquello, llamó la atención a Jesús para que no asustase a la gente, a los apóstoles y entonces Jesús le dice unas palabras muy duras delante de todos. Pedro se apartó para que los demás no vieran cómo reñía a Jesús, pero Éste, que le había dicho todas aquellas cosas maravillosas delante de todos, también ahora, delante de todos, le dice algo tan horrible como: “¡Quítate de mi vista, Satanás! Tú piensas como los hombres, no como Dios.” Primero le dijo que era la piedra de la Iglesia de Dios, que tendría las llaves del cielo, que lo que él hiciera o deshiciera, Dios mismo lo tendría por hecho o deshecho…, y ahora, sin embargo, Jesús llama a Pedro “Satanás”, le dice que se aparte y se aleje de Él, pues no habla Dios, sino el mundo terrenal y materialista por boca de Pedro.
            ¿Puede un hombre en tan corto espacio de tiempo ser portador de Dios y de Satanás? ¿Ser llamado a la cercanía y a la familiaridad con Dios y enseguida ser echado fuera y lejos de Dios como un apestado o como un demonio? Pues, por lo visto…, ¡SÍ! Nadie es tan bueno, tan bueno que no pueda cometer pecados o echarlo todo a perder.
            - Segundo ejemplo: La noche del Jueves Santo, cuando Jesús anuncia a sus apóstoles que va a ser traicionado y abandonado por ellos, enseguida Pedro dice: “Aunque todos caigan por tu causa, yo jamás caeré […] Aunque tenga que morir contigo, no te negaré” (Mt. 26, 33.35). Jesús le avisó que no cumpliría estas palabras. Efectivamente, una o dos horas después Pedro negó a Jesús tres veces: “No sé qué quieres decir […] No conozco a ese hombre […] Entonces él se puso a echar maldiciones y a jurar diciendo: ‘No conozco a ese hombre’ […] Y saliendo afuera, lloró amargamente” (Mt. 26, 70.72.74-75). No sé si en Pedro fue peor la cobardía de negar y traicionar a Jesús ante unas criadas o la soberbia y terquedad de fanfarronear ante Jesús y ante los demás apóstoles que iba a morir antes que negar a Jesús, y no cumplirlo.
            2) Pedro era un hombre impulsivo. Decía lo que pensaba, hacía lo que pensaba, pero no pensaba lo que hacía ni lo que decía. Nos cuenta el evangelio que, cuando fueron a prender a Jesús en el huerto de los olivos, Pedro sacó una espada[1] y le cortó la oreja (lo que quería era abrirle la cabeza, pero falló) a uno de los que fueron a prender a Jesús (Jn. 18, 10). Igualmente, cuando Jesús había muerto y resucitado y estando pescando supo que estaba en la orilla, Pedro saltó al agua para llegar  antes ante Jesús y de una brazada trajo a tierra todos los peces que habían pescado (Jn. 21, 7.11).
            Otro ejemplo de esta impulsividad suya está cuando Jesús le preguntó si lo quería y Pedro, por tres veces, le dijo que sí, que lo amaba (Jn. 21, 15ss).
            3) Pedro siguió comportándose igual después de la ascensión de Jesús a los cielos: En efecto, San Pedro era hombre de grandes entregas y de perderlo todo por vergüenza. Era capaz de catar la vaca y llenar el caldero, y también de tirar de una patada el caldero lleno. Sí, Pedro era capaz de enfrentarse a los cristianos judíos que no querían anunciar el evangelio a los paganos (Hch. 11, 1-18), pero al mismo tiempo San Pablo tuvo que llamarle la atención de este modo: “Cuando Cefas llegó a Antioquía, yo le hice frente porque su conducta era reprensible. En efecto, antes que llegaran algunos enviados de Santiago, él comía con los paganos, pero cuando estos llegaron, se alejó de ellos y permanecía apartado, por temor a los partidarios de la circuncisión. Los demás judíos lo imitaron, y hasta el mismo Bernabé se dejó arrastrar por su simulación. Cuando yo vi que no procedían rectamente, según la verdad del Evangelio, dije a Cefas delante de todos: ‘Si tú, que eres judío, vives como los paganos y no como los judíos, ¿por qué obligas a los paganos a que vivan como los judíos?’” (Ga. 2, 11-14). En este episodio apareció nuevamente la cobardía en Pedro.
            Y el último episodio que quiero mencionar hoy es el famoso ‘Quo vadis, Domine’ (¿Adónde vas, Señor?). Ésta es la frase que supuestamente habría dicho Pedro cuando estaba saliendo de Roma, ya que Dios lo había increpado por abandonar a su pueblo, ordenándole que regresara a Roma y cumpliera su destino.
            CONCLUSIONES:
            a) San Pedro siempre presumió de ser el más fiel de los discípulos de Jesús; sin embargo, Dios siempre tuvo que cogerlo de las orejas para volverlo al redil. Y es que la misión de Pedro era llevar a todos a Dios: “Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido poder para cribaros como el trigo, pero yo he rogado por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, después que te hayas convertido, confirma a tus hermanos” (Lc. 22, 31s).
            b) Hay una cosa que me llama la atención y es el hecho de que los hombres poderosos hacen que se escriba la historia sobre ellos en sus organizaciones y obligan a resaltar sus triunfos y logros y a ocultar sus fracasos. Sin embargo, en la Biblia y en la Iglesia pasó con San Pedro exactamente lo contrario: se pone del primer Papa lo bueno y lo malo. ¿Por qué? Pues la razón viene expuesta en el párrafo siguiente.
c) A pesar de todo: a pesar de que Jesús y Dios Padre sabían que Pedro iba a fallar en tantas ocasiones, lo eligieron como apóstol, le revelaron los misterios y los secretos de Dios, lo eligieron Papa de la Iglesia de Dios, le dieron las llaves de esa Iglesia, le dieron el poder de atar y de desatar las cosas de Dios aquí en la tierra. Del mismo modo, Dios nos elige a nosotros, no porque seamos buenos ni para que seamos buenos. Dios nos elige por amor hacia nosotros. Porque, lo que hizo con San Pedro, lo hace con cada uno de nosotros. En definitiva, el mensaje de esta homilía sobre los pecados y los defectos de San Pedro es un mensaje y un canto del amor incondicional de Dios a todos los hombres independientemente de su comportamiento y de su historia personal.

[1] Fijaros en que iba armado a pesar de que había escuchado a Jesús hablar del amor a los enemigos, de poner la otra mejilla, de que Dios amaba a buenos y a malos, de perdonar hasta setenta veces siete…