jueves, 25 de noviembre de 2021

Domingo I de Adviento (C)

28-11-2021                            DOMINGO I DE ADVIENTO (C)

Jr. 33, 14-16; Slm. 24; 1 Tes. 3,12-4, 2; Lc. 21, 25-28.34-36

Homilía de vídeo

Homilía de audio

Queridos hermanos:

            Iniciamos hoy el tiempo de Adviento. Nos habla de ello la casulla morada, los cantos, las lecturas que escuchamos, la corona con las cuatro  velas... Este tiempo de Adviento es un tiempo de recuerdo y preparación. RECUERDO de la primera veni­da de Cristo en el año cero de nuestra época. PREPARACIÓN para la segunda y definitiva venida de Jesucristo a la tierra.

Hace unos años, a finales de noviembre, vivía yo en Oviedo y bajaba del obispado para mi casa a comer. Se me acercaron 3 ó 4 chicos de unos 13 años y, de repente, sacaron unas maracas y me empezaron a cantar un canto con tintes navideños que decía más o menos así: “Dame un aguinaldo, dame un aguinaldo”. Yo les dije que aún no había empezado el Adviento y que no podíamos celebrar ya la Navidad…

Sí, es cierto: Alimerka, el Árbol, Eroski, etc., ya están llenos de productos navideños en estas fechas; las bombillas navideñas ya están puestas por las calles de algunas ciudades. Queremos pasar a la Navidad sin habernos preparado con el Adviento. Queremos dar a luz, sin antes estar preñados. Queremos tener un título de una carrera universitaria sin haber asistido antes a clase, estudiado y hecho los exámenes. Queremos resucitar sin antes haber muerto. NO, no caigamos en la tentación de esta sociedad consumista. Vivamos estas fechas de Adviento cristianamente: con austeridad, con aumento de oración, con la preparación para una buena confesión para el día de la Navidad. Cristo Jesús va a venir a nuestros hogares, a nuestros corazones, a nuestra ciudad y tenemos que hacerle un recibimiento adecuado.

            Ya sabéis que mis primeras homilías de Adviento y de Cuaresma tienen habitualmente como objetivo el proponeros que realicéis un plan personalizado de acción. Vamos allá. En este PLAN podrá haber los siguientes elementos:

            - Un tiempo dedicado a Dios. Hace un tiempo impartí una charla sobre la Iglesia. En un determinado momento manifesté la opinión de que la Iglesia de Asturias se está desmoronando. En el turno de preguntas se me interrogó de los motivos de mi afirmación. Respondí varias cosas, pero otras me quedaron en el tintero. La más importante de las que me quedó en el tintero fue esta: la falta de trato frecuente y profundo de los cristianos asturianos con Dios. Este trato frecuente supone que ha de ser diario. Igualmente hemos de profundizar en la Palabra de Dios, por ejemplo, en el salmo 24, que acabamos de escuchar:

“Señor, enséñame tus caminos,

instrúyeme en tus sendas,

haz que camine con lealtad;

enséñame, porque tú eres

mi Dios y Salvador”.

            Sí, para que el Señor nos enseñe y nos instruya, como dice el salmo, hemos de pasar ratos largos y continuados delante del sagrario o en algún lugar tranquilo. Hemos de dejar que el Señor nos hable al corazón y nos muestre por dónde hemos de ir. Cuanto más busquemos la compañía de Dios, más la necesitaremos. Cuanto menos estemos a su lado, menos lo necesitaremos.

            De qué modo concreto podemos hacer esta parte del plan realidad en este tiempo de Adviento. Pues yo veo estas posibilidades: menos televisión, menos Internet, menos tiempos perdidos, menos ruidos y conversaciones banales... Más momentos ante el Señor, más lecturas espirituales, más aprovechamiento de nuestro tiempo, más silencio exterior…

            - Un tiempo para morir a sí mismo, a sus caprichos y egoísmos. Ello se puede lograr a través de sacrificar y mortificar aquello que nos gusta y/o que no nos viene bien, y podemos ofrecérselo al Señor: menos compras superfluas, menos perezas, menos comidas y bebidas, menos programas de televisión, menos tiempo de ordenador, menos juegos, menos murmuraciones… Más ejercicio físico, más ayunos, más tareas en el hogar, mejor actitud en el trabajo, más pedir perdón, más clima de serenidad y de buen ambiente con otras personas...

            - Un tiempo de amor y de ayuda a los demás: Amor y ayuda en el lugar de trabajo y de estudio; amor y ayuda con los amigos; amor y ayuda con la familia; amor y ayuda con los más desfavorecidos…

            Ya para terminar, os transcribo a continuación un plan de Adviento concreto que una persona desea hacer y que puede servir de modelo, no para hacerlo igual, sino para animarnos a hacerlo.

“- Ir a visitar a dos personas mayores.

- No justificarme.

- No comer dulce en todo el tiempo de Adviento. Solo a partir del día 24 de diciembre.

- Lectura espiritual diaria.

- Ir a misa entre semana siempre que pueda.

- Llamar por teléfono a alguna persona que tengo olvidada”.

viernes, 19 de noviembre de 2021

Homilías semanales EN AUDIO: semana XXXIII del Tiempo Ordinario

1º Macabeos 1, 10-15.41-43.54-57.62-64; Salmo 118; Lucas 18, 35-43

Homilía del lunes XXXIII del Tiempo Ordinario



1º Macabeos 6, 18-31; Salmo 3; Lucas 19, 1-10

Homilía del martes XXXIII del Tiempo Ordinario



2º Macabeos 7, 1.20-31; Salmo 16; Lucas 19, 11-28

Homilía del miércoles XXXIII del Tiempo Ordinario



2º Macabeos 2, 15-29; Salmo 49; Lucas 19, 41-44

Homilía del jueves XXXIII del Tiempo Ordinario



2º Macabeos 4, 36-37.52-59; 1ª Crónicas 29; Lucas 19, 45-48

Homilía del viernes XXXIII del Tiempo Ordinario

Domingo de Cristo Rey (B)

21-11-21                                JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO (B)

Dn. 7, 13-14; Slm. 92; Ap. 1,5-8; Jn. 18, 33-37

Actuación Agrupación Musical en la Eucaristía.

Homilía de audio.

Queridos hermanos:

            1) Celebramos hoy el último domingo del año litúrgico. Celebramos a Jesucristo, Rey del Universo. Las últimas palabras del evangelio de hoy nos dicen qué tipo de Rey es Jesús y qué tipo de Reino tiene Él. Vamos a examinarlo con un poco de detenimiento por si nos interesa (o no) formar parte de este Reino suyo. Dice así el evangelio: Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz. Por lo tanto, en el Reino de Jesús la VERDAD es muy importante.

            Sin embargo, estas palabras que acabo de reseñar aquí no son las últimas de este capítulo 18 del evangelio de san Juan. Sigue escribiendo san Juan las palabras de Pilatos: Pilatos le preguntó: ‘¿Qué es la verdad?’ (Jn 18, 38). Sí, eso queremos saber: ¿Qué es la verdad, qué supone la verdad?

            ¿Queremos la verdad? ¿Estamos preparados para decir la verdad independientemente de la reacción que provoque en los otros? ¿Estamos preparados para que nos digan la verdad? ¿Vivimos en la verdad? ¿Con qué frecuencia mentimos y nos mienten?

            2) Voy a contaros un cuento: “Un caballero vio un alacrán justo en el momento en que se introducía en la boca de un hombre dormido. Se preguntó qué hacer ante una situación de tanto peligro. Si dejaba dormir al hombre, tarde o temprano el alacrán lo picaría y lo mataría, irremediablemente. Tomó una decisión arriesgada: azotó al hombre con todas sus fuerzas, lo despertó violentamente con un golpe de látigo y lo llevó hasta un lugar donde había un gran montón de manzanas podridas. Amenazándolo con la espada, obligó al hombre, que gritaba de rabia y no comprendía qué estaba pasando, a comerse unas cuantas manzanas. Y después, sin prestar la más mínima atención a sus gritos, le hizo beber una buena cantidad de agua salada. Tras varias horas de sufrimiento, insultos y lágrimas, el hombre cayó al suelo. Vomitó las manzanas, el agua… y el alacrán. Al ver el animal comprendió lo que había hecho el caballero, le pidió perdón por haberlo insultado y le dio las gracias.

'¿Por qué me has salvado?’, le preguntó cuando se hubo recuperado.

‘Porque el conocimiento es la madre de la responsabilidad’.

‘¿Qué quieres decir?’, le preguntó el hombre todavía aturdido por lo sucedido. ‘Si me hubieses prevenido de la presencia de ese alacrán en mi estómago, habría aceptado tu tratamiento sin oponer la más mínima resistencia’.

‘No lo creo’, dijo el caballero.

‘¿Por qué?’

‘Si te hubiese prevenido, no me habrías creído. O el miedo te habría paralizado. O habrías huido corriendo. O te habrías vuelto a echar, intentando dormir’”.

            Hasta aquí el cuento. Ahora vamos a sacar la moraleja o las consecuencias del relato: Las reacciones de las que habla el caballero es lo que normalmente hacemos frente a las verdades que se nos revelan, especialmente si no encajan con nuestro esquema mental: 1) Solemos desconfiar de lo que nos dicen, o nos aterroriza lo que oímos y, por lo tanto, no podemos actuar en consecuencia. 2) O salimos corriendo, intentando acallar esa voz que nos dice algo que no nos gusta. 3) O pensamos que aquí no ha pasado nada y seguimos nuestra vida como si aquella verdad que nos han puesto ante los ojos hubiera sido solo un mal sueño.

Quien nos dice la verdad, por otra parte, debe saber que cualquiera de estas formas de actuar puede ser nuestra reacción al oírle. Allí es donde juega el conocimiento. Quien nos revela una verdad y, por lo tanto, tiene una responsabilidad para con nosotros, debe ser cauto y pensar adecuadamente cómo nos lo dirá. Una verdad que no se escucha es quizás peor que una verdad no dicha. Lejos de alumbrarnos con su luz, nos puede sumergir en un cono de sombras del que ni siquiera querremos o podremos salir.

3) Conclusiones y preguntas para reflexionar y orar.

- Si nosotros hubiéramos sido el hombre con el alacrán en el estómago, ¿hubiéramos creído al caballero, si este nos dijera que teníamos ese animal dentro de nosotros?

- Si nosotros hubiéramos sido el caballero y hubiéramos visto aquel alacrán entrando por la boca del hombre, ¿qué hubiéramos hecho?

            - ¿Preferimos saber la verdad o seguir en el engaño? Ante la infidelidad del esposo/a, del novio/a, del amigo/a… Ante la traición del socio de la empresa. Ante la realidad de que nuestro hijo se droga, o falta a clase, o ha robado en casa, o… Ante el comentario que esa persona que está a nuestro lado no nos conviene… Ante el diagnóstico de una grave enfermedad… ¿Preferimos la verdad o seguir con el engaño? (Un día, en 2015, estaba haciendo una guardia en el instituto de Cudillero y una profesora me preguntó cómo lo llevaba. Se quejaba de la poca implicación de los alumnos y de las familias en los estudios y de la falta de valores y de interés por formarse. Me comentaba que lleva varios años en el centro y siendo profesora y que ve cómo se va degradando año tras año el alumnado que lleva al instituto. No hacen caso a lo que se les dice y cuando se les indica alguna cosa a realizar preguntan de mala manera: ‘¿por qué?’ También me decía esta profesora que en años posteriores ve a algunos de estos alumnos más rebeldes que trabajan, por ejemplo, de camareros en alguna sidrería y como están cabizbajos y haciendo sumisamente su trabajo, como son explotados, como trabajan horas y horas por un sueldo de miseria, como no tienen en muchos casos ni un triste contrato de trabajo. Este es su triste final. Se les intenta decir algo de esto cuando están de alumnos en el instituto, pero se ríen a la cara de los profesores pensando que son cosas de viejas para meterles miedo). ¿Preferimos la verdad o seguir con el engaño?

            - Si nos dicen la verdad de nuestro carácter o de nuestro comportamiento, ¿lo aceptamos o lo rechazamos como de alguien que nos quiere mal? ¿Preferimos conocer lo que piensan de nosotros o lo que somos, o queremos seguir con nuestras ideas erróneas y/o parciales?


            - Como nos dice Jesús, “la verdad os hará libres” (Jn. 8, 32). Libertad y verdad van de la mano. El hombre que es capaz de aceptar (ver, escuchar y acoger) la verdad de su vida, lo que los demás le digan…, ese hombre no estará maquillando u ocultando sus obras ni sus pensamientos; ese hombre no tendrá disimulos ni miedos. Ese hombre será libre, pero también es verdad que puede provocar envidia y rechazo en los demás. Ahí tenemos el caso de Jesús, o de Juan Bautista, o de Gandhi…


            - Aprendamos a vivir en la verdad: por ejemplo, a saber escuchar cuando los demás nos dicen que tenemos “un alacrán en el estómago”.

            - Aprendamos a decir la verdad: no siempre será fácil y en muchos momentos los demás pensarán que, cuando les decimos la verdad, los estamos golpeando sin sentido alguno, pensarán que les estamos haciendo comer manzanas podridas sin sentido alguno, pensarán que les estamos obligando a beber agua salada sin sentido alguno. Nos insultarán y no sabrán entonces, o solo muchos años más tarde, que todo lo que se les decía era por su bien.

Cristo Jesús es ese caballero que nos dice la verdad ‘del alacrán en nuestro estómago’, aunque nosotros protestemos por ello.

Jesús nos dice: “Yo soy la Verdad” (Jn. 14, 6). No solo Jesús nos dice siempre la verdad y no nos engaña. Por lo tanto, podemos creerle, ya que nunca nos mentirá ni nos manipulará. Además, Jesús es toda la Verdad y la auténtica Verdad. Creerle a Él y estar con Él nos dará libertad, seguridad, vida…, y nos llevará a Dios.

En definitiva, para entrar en el Reino de Jesús y para pertenecer al Reino de Jesús hemos de vivir en la verdad, hemos de aceptarla (verla, escucharla y acogerla) y, solo después de esto, podremos ser predicadores y testigos de la verdad.

jueves, 11 de noviembre de 2021

Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario (B)

14-11-2021                 DOMINGO XXXIII TIEMPO ORDINARIO (B)

Dn. 12, 1-3; Sal. 15; Heb. 10,11-14.18; Mc. 13, 24-32

Homilía de vídeo

Homilía en audio

Queridos hermanos:

            En el evangelio de hoy se nos habla de los últimos tiempos. Estamos ya terminando el año litúrgico B, el dedicado al evangelio según San Marcos, y estos textos se refieren al juicio final y a los últimos días. Pues bien, permitidme que os narre dos hechos, uno real y otro que bien puede serlo, y luego entramos ya en el meollo de la homilía:

            1) Hace un tiempo estuve en Covadonga en unos Cursillos de Cristiandad. Éramos 33 personas y estuvimos hablando de Dios, hablando con Dios, reflexionando sobre nuestra vida y pasándolo muy bien. Se nos dieron varias charlas. En ellas se nos explicaban cosas de la fe y al tiempo se nos daban también testimonios de vida. Por ejemplo, un chico comentó el siguiente episodio: Resulta que él está colaborando con un proyecto de Caritas parroquial en el que se apoya a niños y adolescentes en sus estudios dándoles clases para que suban el nivel de sus conocimientos. A estas clases van niños españoles, pero también otros niños: hijos de emigrantes, y que van más retrasados. Hay niños polacos, rumanos, de Hispanoamérica, marroquíes… Confluyen allí muy diversas culturas, modos de pensar, costumbres y religiones, y se procura tener el máximo respeto hacia todos ellos. Las clases se dan en los salones parroquiales, en donde hay posters con imágenes religiosas y crucifijos, que se usan para la catequesis. Pues bien, comentaba este chico que en cierta ocasión uno de los niños marroquíes, de unos 8 años de edad, empezó a decir (señalando para un crucifijo) que ‘menudo profeta’ teníamos los cristianos. Nuestro profeta era débil y no valía para nada, pues, al ser escupido y azotado, no había podido defenderse a sí mismo. El chico que le daba la clase le dijo que respetara la fe cristiana, lo mismo que todos los demás habían respetado la suya; pero el niño seguía insistiendo en faltar y atacar a la fe cristiana y a Cristo. El chico se dio cuenta que el niño no hablaba por sí mismo, sino que repetía lo que había oído en casa, y le dijo que, si fuera mayor, le respondería, pero, como era un niño, no era conveniente responderle por respeto. Entonces, otro marroquí de 12 años dijo: ‘Si nosotros fuéramos mayores, ¿qué nos responderías?’ Y ya el chico les dijo: ‘Si fuerais mayores os diría que, si yo estoy dando clase a todos estos niños y a vosotros mismos, se debe a ese profeta débil, escupido, azotado, asesinado y que no se ha podido ni querido defender a sí mismo. Si yo os doy clase, es porque ese profeta de burla me pide que perdone y que ame a mis enemigos y a los que no piensan como yo’. Entonces, los niños marroquíes se callaron y la clase pudo seguir sin más problemas.

            2) En una novela de José Luis Martín Descalzo sobre la Guerra civil española, se contiene un diálogo entre un teniente del ejército nacional y un sacerdote recién ordenado, que acaba de ser salvado de manos de los “ro­jos” por el teniente, cuando aquellos iban a matarlo. El sacerdote trata ahora de salvar a los “rojos” que lo querían asesinar a él, que fueron hechos prisioneros por el teniente y sus soldados y que ahora estos quieren fusilar por ser “rojos” y enemigos. En la tensa conversación que mantienen el teniente y el cura, aquel le dice a este: “Usted parece creer que todas las ideologías son como la cristiana, en la que tú puedes creer en Dios y vivir como si no creyeras (pg. 226, de la novela Lobos, perros y corderos, Ediciones Destino, Colección áncora y delfín, volumen 529, Barcelona 1978).

            ¿A qué vienen estas dos historias, y qué tienen que ver con el evangelio que acabamos de escuchar? En el evangelio leímos: “Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad”. En efecto, los niños marroquíes y bastantes musulmanes tienen la convicción de que la fe cristiana es una religión de personas débiles, pues “nuestro profeta” se ha dejado pegar y asesinar sin oponer resistencia y, además, nos manda a sus discípulos poner la otra mejilla. Pero también es cierto que otros muchos cristianos, incluso ‘practicantes’ igualmente pueden tener esta visión de Jesús y de nuestro Dios. Consideran que Dios, en la práctica, es más un Abuelo que un Padre, que va a perdonar todo, que da lo mismo hacer poco mal/bien que mucho mal/bien, pues mientras ‘no robemos ni matemos’[1] no hay problema. Asimismo consideran, como el teniente de la novela, que en la ‘ideología’ cristiana se puede creer en Dios y vivir en la práctica como si no se creyera, es decir, se puede decir que se cree en Dios, pero echarse a la espalda sus mandamientos.

En la Edad Media se representaba un Jesús terrible. Era el juez que veía todo lo malo y nos condenaba al infierno por menos de un pecado venial y ahora, sin embargo, nada es pecado, nadie hace nada malo, y Dios es medio tonto y medio ciego y, además, es el culpable de todos los males del mundo: de todos los robos, de todos los asesinatos, de todas las violaciones, de todas las muertes, de todas las hambres, de todos los terremotos, de todas las guerras…, porque, pudiendo evitarlas, no hace nada por ello. Pero el evangelio es bien claro: al final de los tiempos, Jesús volverá a la tierra y vendrá “con gran poder y majestad.

            Pero ¿a qué va a venir Jesús? También nos lo dice el evangelio de hoy: Jesús “enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte”. Y en la primera lectura dice: “Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro”. Sí, Jesús va a venir con poder. Jesús va a venir a buscar a los suyos, a quienes le permanecieron fieles en medio de las dudas, de los miedos, de las debilidades, de las tentaciones, de los pecados, de los triunfos y de los fracasos terrenos…

En definitiva, nuestro ‘profeta’ puede parecer débil a otros o a nosotros mismos, pero no lo es. Es un Dios fuerte, grande, misericordioso, paciente, amoroso, justo, ante quien nada se le puede esconder ni nada le permanece oculto. Vamos a ver un ejemplo de este ‘poder’, de esta fortaleza, de esta grandeza de nuestro Dios:

El 4 de noviembre de 2021 sucedió en Madrid un atropello. Tres niñas fueron atropelladas de modo fortuito por una madre, que también tenía a sus hijos en el colegio. Una niña de 5 años falleció. Los padres de la niña fallecida han mandado este mensaje para su distribución: “Os queremos. Estamos abrumados por tantísimas muestras de cariño, pero, como por el momento estamos metidos en nuestra cueva intentando curarnos unos a otros, no sabemos ni la centésima parte de lo que estáis rezando. No nos vemos capaces de leer tantos mensajes de cariño, porque estaríamos todo el día llorando y no nos lo podemos permitir, ya que tenemos otros cinco pequeños de los que hacernos cargo, además de que vuestros mensajes son cada cual más cariñosos y repletos de amor y Fe. Os aseguramos que vuestras oraciones nos sostienen.

Sé que lo estáis haciendo, pero os ruego muchas oraciones por las otras dos familias y por María, la madre que le ha tocado, a nuestro parecer, el peor trago del accidente (fue la que provocó el atropello) y una vez más le repetimos que se abandone en el Señor para darse cuenta que no tiene culpa alguna y que, aunque sea incomprensible, Nuestro Dios lo ha permitido para sacar bienes mayores. En el tanatorio nos han contado varios testimonios de personas que estaban lejos de la Fe y que, gracias a nuestra pequeña María, han ido a rezar el Rosario a las iglesias y han salido muy reconfortados. Les invitamos a que no lo dejen y continúen buscando al Señor para que le lleguen a conocer, amarle y dejarse amar por Él. El amor humano es finito, pero el AMOR de Dios es infinito, por lo que les invitamos a beber de la fuente del amor que nos puede dar una verdadera vida en plenitud y, más adelante, la vida eterna.

Tenemos que agradecer también el despliegue del Samur, policía y bomberos del ayuntamiento de Madrid, que nos atendieron con tanto cariño y profesionalidad. De verdad que me hace estar muy orgulloso de mi patria, de nuestra España querida. Qué decir de nuestros colegios de Fomento: Montealto y El Prado, y muchos otros que han demostrado con obras los valores cristianos que fomentan. Por supuesto, a nuestra Madre la Iglesia que en nuestra diócesis de Madrid y muchas otras no han cesado en sus oraciones y muestras de apoyo.

Damos gracias a Dios por todos nuestros amigos y nuestra gran familia. Qué importante es cuidar de los amigos y de la familia, y también nos permitimos pediros oraciones por ella, que parece que algunos quieren hacerla desaparecer.

Mirar: María y yo, para poder dormir, compartimos a Dumbo, el elefante de peluche de nuestra bebé, pero con la certeza de que Mariquilla está gozando más que nunca en el cielo, porque era una disfrutona de la vida y yo creo que ella sabía que solo allí podía estar mejor con su verdadero Padre y su verdadera Madre. A nosotros nos queda el consuelo de pensar que hemos dado todo para que nuestra Mariquilla haya estado muy bien cuidada y achuchada. Y damos gracias a Dios por estos cinco maravillosos años que nos ha regalado con ella.

Os queremos.

María y Àlex”


[1] En estas mentalidades robar en la empresa, o en Mercadona, o en el prado del vecino, o a Hacienda, a los hermanos en la herencia… no es robar. Asesinar con el odio, el rencor que se siente hacia otras personas, el aborto… no es asesinar.