jueves, 29 de octubre de 2020

Todos los Santos (A) - Difuntos

1-11-2020                               TODOS LOS SANTOS (C)

Ap. 7, 2-4.9-14; Slm. 23; 1 Jn 3,1-3; Mt. 5, 1-12

Homilía en audio

Homilía de audio.

Queridos hermanos:

            A pesar de celebrar hoy el día de “Todos los Santos” y mañana el día de “Todos los Difuntos”, sin embargo, es en la jornada de hoy cuando se suele visitar los cementerios, y celebrar Misas y responsos por nuestros difuntos. Por ello, hoy voy a hablar sobre los difuntos y nuestra relación con ellos.

            - Voy a partir de una anécdota que me ha contado una madre de familia hace ya unos años. “Solo te mando estas letras para comentarte la conversación que tuvimos Pablo (su hijo, de unos 8 años y a punto de hacer la 1ª Comunión) y yo después de cenar. Me quedé gratamente sorprendida. No sabemos las conversaciones que pueden tener entre sí los niños. Pablo, me pregunta que por qué es ‘San Pedro y San Pablo’ y no al revés. Yo le cuento que San Pedro estuvo con Jesús y San Pablo vino después, pero que fue muy importante, pues hizo muchos amigos para Jesús. Él me dice: ‘Yo también hago amigos para Jesús’. Le pregunto: ‘Ah sí, ¿a quién?’ Y me cuenta que le dice a su amigo Enol que si es bueno y se hace amigo de Jesús, no morirá y vivirá para siempre. El amigo le dice que si van a ser zombis, y Pablo le dice que no, que vivirán en el cielo con Jesús y con los amigos que ya murieron y los podemos volver a ver”.

            Este niño, Enol, seguramente nunca había hablar a sus padres o familiares, ni tampoco en la escuela, de la vida que puede existir después de la muerte de un hombre. Lo que más le sonaba a ‘después de la muerte’ era lo que había visto en la televisión o en los videojuegos: los zombis. Los zombis, según las películas y los videojuegos, son personas muertas que tienen un aspecto terrorífico, que caminan, que solo buscan morder y comer a los vivos, y que, si logran morder a un hombre vivo, entonces este se convierte a su vez en un zombi. Sin embargo, Pablo, que conoce también, como niño que es, las películas de la televisión y los videojuegos sobre los zombis, sabe distinguir perfectamente, por lo que escuchó a sus padres y en la catecismo, entre un ‘zombi’ y un resucitado. Este es el que, después de muerto, vive con Jesús en el cielo y puede ver a los amigos y familiares que han muerto antes que él. En efecto, Pablo ha dicho “a su amigo Enol que si es bueno y se hace amigo de Jesús, no morirá y vivirá para siempre”. Como veis Pablo ha definido muy bien la fe de los cristianos para después de la muerte.

            Después de haber escuchado este episodio nos quedan tres opciones: 1) Después de la muerte hay zombis. 2) Después de la muerte hay resucitados. 3) Después de la muerte no hay nada. ¿Con cuál nos quedamos?

            - Desde los primeros tiempos de los hombres sobre la tierra, estos han creído en un más allá. Por eso, los primeros hombres: neandertales y cromañones, han sepultado a sus muertos, no los han dejado tirados en cualquier lado. ¿Qué quiere decir que han SEPULTADO a sus muertos?: Pues que los han enterrado con vestidos, con sus atuendos preferidos, con sus armas e incluso los han pintado de rojo (ocre), ya que la sangre era fuente de vida y, al pintarlos de rojo, era una forma de desear que volvieran a la vida y de ‘darles’ esa sangre necesaria para revivir. En algunos casos de enterramiento de los hombres primitivos aparecen también trepanaciones en los cráneos de los difuntos. Dicen los estudiosos que eso puede ser indicio de que le abrían un agujero en la cabeza y les comían el cerebro para que su sabiduría, su experiencia y su espíritu permaneciera con los vivos. Esta trepanación, que a nosotros nos parece una barbaridad, sin embargo, es igualmente una señal de la creencia en la pervivencia de los ya difuntos.

            - Nosotros, que somos hombres y vivimos en pleno siglo XXI, que vemos morir a nuestros seres queridos y que del mismo modo un día moriremos nosotros, pensamos (y deseamos) que la vida no se acaba aquí. Pensamos que los cuerpos muertos de nuestros seres queridos no son despojos o carne enferma, envejecida y podrida para tirar a un lado del camino. Queremos cuidar esos cuerpos que un día contuvieron a las personas que amamos y que seguimos amando y añorando. Ahora no les metemos en su tumba o en su ataúd sus pertenencias, no les pintamos de rojo… como hacían los hombres primitivos, pero sí que les ponemos un rosario, un crucifijo… Sí que rezamos el rosario el día antes de su funeral (así lo hacen en el concejo de Tapia de Casariego). Sí que los llevamos a la iglesia para celebrar la Misa. Sí que los llevamos luego en procesión al cementerio y allí tenemos una oración de despedida. Sí que venimos diversos momentos a lo largo del año a poner unas flores, a limpiar un poco sus tumbas, a rezarles o a comentarles cómo van las cosas. Sí que venimos en el día de hoy, una vez al año, a rezar por ellos o simplemente a recordarles.

            - Pero esto no nos basta ni nos debe bastar. Porque si nos bastase con esto, inmediatamente sacaríamos unas conclusiones muy simplistas: 1) Ahora hacemos lo mismo que hace 65.000 años cuando existió el hombre neandertal. 2) O también nosotros hacemos unos ritos o tenemos unas costumbres y otros hombres en otros lugares y tiempos tienen otras costumbres (por ejemplo, en la India queman los cuerpos de los muertos en una pira, o los echan directamente al Ganges, su río sagrado).

            Por lo que Jesús nos ha dicho, nosotros no nos quedamos como los hombres primitivos: neandertales y cromañones, u otros hombres de nuestro tiempo solo en darles tierra o en quemarlos, en hacerles unos ritos funerarios, en hacer un poco de oración, en recordarles… Nosotros, los cristianos, hacemos algo más.

¿Qué nos aporta de más nuestra fe en Jesucristo sobre los difuntos? (Tampoco trato de dar ahora aquí un tratado de alta teología).

* En muchas ocasiones se nos dice que no se sabe si hay algo después de la muerte, porque nadie volvió de allí para contárnoslo. Pues esto no es cierto, porque el mismo Jesús vino de lo que hay después de la muerte, tras su fallecimiento en la cruz.

* Jesús nos dice claramente en varias ocasiones que, después de nuestra muerte, sigue habiendo vida. No como la que conocemos ahora, pero sí que viviremos.

* Jesús nos dice que esa nueva vida será bella, sin dolores, sin envejecimientos, sin más muertes, sin injusticias…

* Jesús nos dice que, para acceder a esa VIDA, como nos cuenta Pablo el niño del principio de la homilía, hemos de ser buenos y hacernos amigos de Jesús durante nuestra vida en la tierra.

* Jesús nos dice, como nos cuenta Pablo, que esa VIDA será para siempre y nunca se acabará. Nunca más tendremos que separarnos de nuestros seres queridos.

* Jesús nos dice, como nos cuenta Pablo, que no importa tanto dónde vamos a estar, sino CON QUIÉN VAMOS A ESTAR. Pues vamos a estar con Jesús, con Dios, con nuestros amigos ya difuntos, con nuestros familiares ya difuntos, con tantos hombres y mujeres que vivieron antes que nosotros y que fueron amigos de Jesús y ahora lo serán nuestros, y esto será PARA SIEMPRE.

* Jesús nos dice que, desde donde Él está, nos está ayudando ahora mismo junto con sus amigos, es decir, junto con los santos.

* Jesús nos dice que, desde donde nosotros estamos, podemos ayudar a los que murieron ya y no murieron como amigos de Jesús. Y esta ayuda la hacemos con  la Misa por ellos y cuando pedimos a Dios que les perdone sus pecados y que los lleve al cielo. Por eso, esta celebración, más que del RECUERDO de nuestros difuntos, tiene que ser la celebración DE LA COMUNICACIÓN CON NUESTROS DIFUNTOS.

miércoles, 21 de octubre de 2020

Domingo XXX del Tiempo Ordinario (A)

25-10-20                     DOMINGO XXX TIEMPO ORDINARIO (A)

Ex. 22, 20-26; Slm. 17; 1 Tes. 1,5c-10; Mt. 22, 34-40

Homilía en vídeo

Homilía en audio

Queridos hermanos:

            - En el evangelio de hoy se dice: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Este mandamiento es el principal y primero.

En otras homilías ya me he detenido en analizar el amor a Dios, y en el día de hoy voy a fijarme en la segunda parte de la afirmación del evangelio: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

Para los santos, el amor al prójimo procede únicamente del amor a Dios. Solo Dios es la fuente del amor, solo Él puede darnos el verdadero amor, solo Él puede enseñarnos a amar. Y este amor al prójimo debe ser algo concreto: obras son amores, y no buenas razones, dice un refrán.

* En la primera lectura de hoy se nos dicen cuatro modos concretos de amor al prójimo: “No oprimirás ni vejarás al emigrante [...] No explotarás a viudas ni a huérfanos […] Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo”.

El primer modo está aún vigente hoy día. Ciertamente hay inmigrantes que engañan o roban en España, pero también es cierto que hay inmigrantes que son engañados, robados y estafados en España (como el caso que se destapó hace poco en Sevilla y en Córdoba, donde latinoamericanos explotaron a latinoamericanos con condiciones de semiesclavitud). Nosotros no podemos hacer esto. Pero no solamente no podemos hacerles daño ni explotarles, sino que Cristo Jesús nos pide que les amemos.

El segundo modo se refiere a los más desvalidos. En tiempos de Jesús eran las personas que no tenían pensiones de orfandad o de viudez; ahora se puede referir a cualquier persona que tenga cualquier tipo de necesidad o que esté en inferioridad. En estos días me están diciendo en el equipo de Caritas parroquial que cada vez viene más gente a pedir ayuda y que piden comida. Antes esto no era tan común en nuestras parroquias. Además, el martes pasado estuve en el colegio de la Sagrada Familia de la parroquia de san Lázaro y me decía la directora que muchos niños del colegio comen solamente lo que se les da en el centro. Es decir, su desayuno y su comida es lo único que ingieren en todo el día. De este modo, me contaba la directora surgió la urgencia de preparar comida para ellos durante el fin de semana, pues de otro modo se quedarían sin comer. Así, el colegio cocina menús para unas 40 familias cada fin de semana. Los maestros imparten las clases, las preparan y, además, los fines de semana, de modo totalmente altruista, dedican parte de su tiempo a volver al colegio y cocinar para estas familias. También me decía la directora que antes diversas instituciones les daban alimentos, pero ahora les llegan en menor cantidad. Por eso, he pensado en solicitar a los feligreses de la Unidad Pastoral que traigan alimentos a las parroquias para distribuir entre las necesidades que atendemos desde la Caritas parroquial y poder igualmente compartir con el colegio de la Sagrada Familia. Esto es amor al prójimo concreto y en cosas concretas.

* Pero el amor concreto no es simplemente dar una limosna o hacer una caridad. También es amor educar a nuestros niños. Y para explicar esto tomaré un decálogo de Emilio Calatayud, un juez famoso en España por sus sentencias con los jóvenes, que más que castigar, busca ayudarlos. Y hacer esto que indica el juez (educar) es más difícil que dar un cachete o que consentir a los niños. El decálogo está redactado de modo sarcástico, pero se entiende perfectamente lo que se quiere decir, o sea, que se actúe al revés de cómo aquí se dice:

“1) Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pide. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.

2) No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.

3) Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas.

4) No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad.

5) Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatillas, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.

6) Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura.

7) Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño. Así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por culpa del propio niño, quede destrozada para siempre.

8) Déle todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar.

9) Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustración.

10) Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarle. Y cuando su hijo sea ya un delincuente, proclamad que nunca pudisteis hacer nada por él”.

Cuando transcribía todo esto me vinieron a la memoria tres jóvenes que, hace unos años, en Cataluña fueron juzgados por asesinar a una mujer en un cajero prendiéndole fuego. Vi al padre de uno de ellos en televisión diciendo que estaba destrozado. Por todo esto pienso que educar a los niños, adolescentes y jóvenes es una forma sublime hoy día (y siempre) de amar a nuestro prójimo más próximo: a nuestros hijos.

* Asimismo se ha de realizar el amor concreto en la vida matrimonial. La vida conyugal ha de ser un lugar privilegiado para la expresión máxima del amor humano y… del divino:

1) En el matrimonio ha de existir respeto: respeto a las ideas del otro, a la manera de ver la vida del otro. Un marido no puede pretender imponer sus ideas a su mujer, ni viceversa. El fin del matrimonio no es que el otro se convierte en una fotocopia o en un clon del uno.

2) En el matrimonio debe de existir libertad en el diálogo. Se puede y se debe hablar de todo, y no hay porqué estar de acuerdo en todo. No puede haber temas tabú en el matrimonio de tal manera que no puedan ser tratados, porque hay discusión o riña segura.

3) En el matrimonio debe de existir abundantes expresiones de cariño, tanto de palabra como en los gestos. Cada uno tiene su personalidad y su forma de ser, pero el cariño debe ser expresado. Lo necesita el propio cónyuge y lo necesita el otro cónyuge.

* Existen otras muchas formas de hacer visible y real ese amor al prójimo, pero vamos a comenzar por alguna concreta. Cada uno podemos elegir la o las que queramos o nos sean más factibles. Pueden ser de las que he apuntado más arriba u otras distintas, pero, por favor, que no queden en ‘nuestros bolsillos’.

miércoles, 14 de octubre de 2020

Domingo XXIX del Tiempo Ordinario (A)

 18-10-20                     DOMINGO XXIX TIEMPO ORDINARIO (A)

Is. 45, 1.4-6; Slm. 95; 1 Tes. 1, 1-5b; Mt. 22, 15-21

DOMUND

Homilía en vídeo

Homilía de audio.

Queridos hermanos:

            - Un año más celebramos el Domund. El lema de este año es: ‘Aquí estoy, envíame’.

            Ya sabéis que en la homilía siempre quiero transmitir pocas ideas, pero que sean claras, concisas y precisas, y que nos lleguen a todos. A ver si en esta ocasión también se logra este objetivo.

            * La primera idea para el día de hoy me la hizo ver claramente Pablo Seco, que está de misionero en Japón desde 2002. Pablo nos da su testimonio de este modo: “Japón es diferente en muchos aspectos. El sustrato filosófico no es griego; a la hora de razonar no se mueven con las categorías de abstracción, la lógica y el pensamiento que tenemos nosotros. La moral no tiene sustrato cristiano. Todo eso hace interesante y a la vez complicado el acercamiento a la cultura. Supone muchos retos, y te invita y fuerza a plantearte la misión y tarea evangelizadora desde otra perspectiva. Lo que uno tiene que plantearse es: «¿Qué quiero trasmitir, qué he venido a comunicar a Japón?» Entonces, el Evangelio se vuelve sencillo y directo. No trae una moral; ellos ya tienen la suya, y les va bien. Tampoco trae una filosofía; ellos tienen una filosofía milenaria. El cristianismo viene a traer una persona, y esa persona es Jesús. Y eso solo lo trae el cristianismo. Ahí empieza una tarea de evangelización muy interesante. No venimos a competir con el budismo ni las tradiciones asiáticas. Nosotros queremos presentarles a Jesús, porque Jesús es especial, único, es alguien digno de ser conocido. Los misioneros nos planteamos que todas las personas tenemos el derecho de conocer a Jesús, y hay que darles la oportunidad de conocerlo. Si nadie les anuncia el Evangelio es difícil que lo puedan llegar a conocer”.

            En efecto, en Japón, en África, en América, en Europa… nosotros no predicamos liturgias, ni morales o modos de comportarse, ni filosofías… Predicamos y anunciamos a una persona: a Jesús, el Hijo de Dios, el Salvador de todos y de cada persona. Quien te quiere, te acepta, te escucha, te abraza… a ti, y a todos.

            * La segunda idea trataré de explicarla desde el cartel que el Domund nos ha regalado este año.


           En este cartel se ve a una religiosa española que lleva muchos años en Angola. La misionera está situada entre dos mundos: el mundo rico y europeo, y el mundo más pobre y africano. Arriba hay unas palabras que todo misionero dice en un momento de su vida, cuando siente la llamada de Jesús: “Aquí estoy, envíame”. Estas palabras nos recuerdan a las mismas palabras que el profeta Isaías dijo al Señor (Is. 6, 8). Este cartel puede tener varios significados:

1) Vivimos en Europa y tenemos grandes casas, avenidas, coches, comodidades y los misioneros sienten la llamada de Dios para ser enviados a anunciar el evangelio de Jesús, a quien no les conocen. A donde son llamados y enviados está representado por un mundo distinto: sin calzado, sin asfalto, sino con polvo y barro…, pero también un mundo donde la gente no conoce a Jesús. No se trata, por lo tanto, de un cartel estático, sino dinámico. Hay movimiento desde la izquierda: el mundo rico y que ‘conoce’ a Jesús, hacia la derecha: un mundo más pobre y que no conoce a Jesús.

2) Sin embargo, también este cartel puede tener otro significado distinto, no excluyente. En efecto, el misionero, el llamado y enviado por Dios, tiene como lugar de misión los dos mundos, pues cada uno de ellos, el rico y el pobre, el de la izquierda y el de la derecha necesita de Dios, necesitamos a Dios. El misionero, el instrumento de Dios, está en medio de los dos mundos, está en los dos mundos y anuncia a Jesús a todos.

3) Asimismo, este cartel tiene otro significado, que puede no ser tan evidente a primera vista, pero que la realidad nos lo va imponiendo. Veréis: estamos acostumbrados a que el movimiento va desde la izquierda hacia la derecha, desde los países ricos hacia los países pobres y, sin embargo, lo vemos en muchas partes de Europa, en España y en Asturias, igualmente hay un movimiento desde la derecha hacia la izquierda, desde los países pobres hacia los ricos para enviarnos a sus misioneros. Gentes nacida en los países de la derecha que han conocido a Jesús, que se han bautizado, que se han consagrado al Señor, que ven que en nuestro mundo, de los países de la izquierda, estamos vacíos de fe y quieren volver a predicarnos a ese Jesús que es nuestro Salvador y que nos ama.

            * Ya, para ir terminando, quisiera reseñar aquí algunas convicciones fuertes que debemos grabar en nuestros espíritus. Hoy, como siempre, Dios sigue llamando a muchas cristianos para que sean instrumentos suyos en el anuncio de Jesús y de su evangelio. Hoy, como muchas veces antes, esta llamada no encuentra eco en tantos cristianos que no la escuchan o no la quieren escuchar, o, aunque la oigan, no dan el paso para decir: “Aquí estoy, envíame”.

            Pero hemos de saber que hay muchas formas de ser enviado, hay muchas formas de ‘ir’ a la misión de Dios, y algunas de ellas nos son recordadas en esta jornada del Domund: la oración, la reflexión y la ayuda material son oportunidades que se nos dan para participar activamente en la misión de Jesús en su Iglesia, es decir, para responder a esa llamada de Dios y decir, a través de la oración, de la reflexión y de la ayuda material, “Aquí estoy, envíame”. La caridad, que se expresa en la colecta de este día, tiene como objetivo apoyar la tarea misionera realizada en mi nombre por tantos cristianos que han dejado sus casas y sus familias para ir a otros lugares a anunciar a Jesús. Así, nuestras ayudas sirven para hacer frente a las necesidades espirituales y materiales de los pueblos y las Iglesias del mundo entero y para salvación de todos.

En este tiempo en que estamos de pandemia por el Covid-19 hemos experimentado la imposibilidad de reunirnos como Iglesia para celebrar la Eucaristía y compartir la fe con nuestros hermanos. Y ello nos ha hecho compartir igualmente la condición de muchas comunidades cristianas que no pueden celebrar la Misa cada domingo. Esto sucedía en tantos lugares ya antes, cuando no había pandemia. Vamos a ayudar a esos hermanos nuestros en la fe, a compartir lo que somos y lo que tenemos, para que ellos, como nosotros, vivan su fe y su amor a Jesús en esta Iglesia que Dios nos ha dado a todos.

viernes, 9 de octubre de 2020

Homilías semanales EN AUDIO: semana XXVII del Tiempo Ordinario

Deuteronomio 8, 7-18; 1º Crónicas 29, 10-12;2ª Corintios 5, 17-21; Mateo 7, 7-11

Homilía de Témporas de acción de gracias ypetición

 

 

 

Gálatas 1, 13-24; Salmo 138; Lucas 10, 38-42

Homilía del martes XXVII Ordinario

 

 

 

 

Gálatas 2, 1-2. 7-14; Salmo 116; Lucas 11,1-4

Homilía del miércoles XXVII Ordinario

 

 

 

Gálatas 3, 1-5; Lucas 1, 69-75; Lucas 11, 5-13

Homilía del jueves XXVII Ordinario

 

 

 

Gálatas 3, 7-14; Salmo 110; Lucas 11, 15-26

Homilía del viernes XXVII Ordinario

"Lo único necesario para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada".
(Edmund Burke –1729-1797–, escritor, filósofo, político irlandés, padre del liberalismo conservador británico)

Ese breve axioma tiene un profundo sentido universal: las terribles consecuencias de la indiferencia humana.

Dante Alighieri, en el tercer canto de la Divina comedia, le pregunta a Virgilio, su guía hacia el Infierno, "¿Qué son esos suspiros, gritos y llantos que retumban el en aire sin estrellas?", y éste le responde que "vienen del Antiinfierno, donde son castigadas las tristes almas que vivieron sin infamia y sin honor. Son los ignavos, almas que en vida no hicieron ni el bien ni el mal, por su elección de cobardía".

En el Museo Memorial del Holocausto de los Estados Unidos está grabado este poema:

"Primero vinieron por los socialistas,
y yo no dije nada, porque yo no era socialista.

Luego vinieron por los sindicalistas,
y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista.

Luego vinieron por los judíos,
y yo no dije nada, porque yo no era judío.

Luego vinieron por mí,
y no quedó nadie para hablar por mí"

El autor fue el pastor luterano alemán Martin Niemöller (1892-1984), y fue dirigido como una flecha al corazón de los intelectuales alemanes, cuya cobardía –entre otros factores– permitió la llegada de los nazis al poder y sus pavorosas consecuencias.

Pero Niemöller no se limitó a esas únicas palabras: con la misma cadencia sumó a los comunistas, a los pacientes incurables, a los Testigos de Jehová, y a los civiles de los países ocupados por el nazismo que nada hicieron por impedirlo, salvo el honroso y sacrificado rol de los movimientos de resistencia.

Niemöller, en 1937, fuera arrestado y confinado a los campos de Schsenhausen y Dachau hasta 1945, cuando lo liberaron las tropas aliadas.

miércoles, 7 de octubre de 2020

Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario (A)

 11-10-20                     DOMINGO XXVIII TIEMPO ORDINARIO (A)

Is. 25,6-10a; Slm. 22; Flp. 4, 12-14.19-20; Mt. 22, 1-14

Homilía en vídeo

Homilía de audio

Queridos hermanos:

- Algunos de vosotros ya sabéis que una idea mía es haceros saborear y profundizar más en la Biblia. La Biblia tiene una gran riqueza, pero que pasa desapercibida para muchos de nosotros. Habitualmente no la leemos, habitualmente no la oramos, habitualmente no la reflexionamos. 

Además, me gusta en muchas ocasiones comentar en las charlas que doy o en las homilías textos del Antiguo Testamento, porque si desconocemos, o solo lo conocemos muy por alto, el Nuevo Testamento, el Antiguo es mucho peor. Pues bien, en la homilía de hoy quiero detenerme en el salmo 23. Quiero que esta homilía de hoy sea para vosotros como un regalo; no mío, sino de Dios para todos vosotros, y también para mí.

El Salmo 23 es uno de los más comentados y orados a lo largo de los siglos, tanto por la tradición judía como por la cristiana. Es un texto hermoso y poético, que nos habla de la ternura de Dios y de los sentimientos que experimenta quien se encuentra con Él: alegría, paz, seguridad, confianza, plenitud de vida.

            Este salmo podemos utilizarlo en muchos momentos de nuestra vida: cuando tenemos una experiencia gozosa de Dios, pero también cuando existe un gran peligro o un gran dolor para nosotros. Recuerdo que hace años, en Alemania, vi una película en la televisión. Era una película policiaca de un asesino en serie. Violaba a las chicas y luego las mataba. En la película apareció una escena de estas y me sorprendió porque, mientras sucedía la violación, la chica no dejaba de repetir este salmo invocando a Dios: “El Señor es mi pastor, nada me falta…”

Una traducción del salmo en prosa puede ser esta: En medio del desierto hay un oasis con una gran fuente de agua. Fuera, la arena abrasa, pero a la sombra de las palmeras crece la hierba. Las ovejas comen alimento tierno, beben agua en abundancia y sestean al fresco. Más tarde se ponen en camino por las sendas que el pastor conoce bien, porque las ha recorrido muchas veces. Tienen que atravesar un desfiladero entre las montañas y se hace de noche. Las ovejas avanzan seguras, porque pueden escuchar el sonido del bastón del pastor, que golpea rítmicamente el suelo al andar. Si una de ellas se desvía, el pastor acude solícito en su búsqueda, y con unos toques del cayado sobre los lomos, la devuelve al camino justo. Si acuden lobos u otras alimañas para atacar el ganado, el pastor defiende su rebaño a bastonazos.

- Vamos, pues, a decir algunas palabras sobre la primera parte del salmo:

1) “El Señor es mi pastor”. En la antigüedad, los israelitas eran pastores seminómadas con un número pequeño de animales: camellos, burros, gallinas y ovejas. No vivían en casas, sino en tiendas realizadas con pieles de animales. Hombres y animales dormían bajo el mismo techo. No es extraño que conocieran a cada una de sus ovejas, incluso por su nombre. También las ovejas reconocían la voz y el olor de su pastor. El salmo quiere evocar esa atmósfera de afecto, esa experiencia de confianza, de tranquilidad, porque se sabe que hay alguien que se interesa por ti, que se preocupa por tu vida. Dios conoce nuestro nombre, a cada uno de nosotros. Dios nos acoge bajo su techo. Nosotros, debido a este trato cercano y constante, conocemos el olor y la voz de Dios.

2) Nada me falta”. Tanto en Israel como en todo el Medio Oriente no abundan ni el agua ni los pastos. Pasar hambre y sed es una experiencia ordinaria cuando se atraviesan los amplios espacios desérticos. Quien ve los rebaños de los beduinos se extraña de lo extremadamente flacos que están los animales. En este contexto se comprende lo grande que es poder hablar de abundancia, afirmar que no se carece de nada. En efecto, si Dios está a nuestro lado, nada nos falta.

3) En verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas”. Conseguir hierba en el desierto es ya suficiente para sobrevivir, pero si, además, la hierba es fresca, el hallazgo se convierte en una fiesta. Después de un camino árido y polvoriento, la sola vista de un prado invita al descanso. Las ovejas pueden reposar después de haber comido, en las horas en que el excesivo calor no permite desplazarse.

Además, el agua no sólo quita la sed, también limpia del polvo del camino y refresca. El mismo sonido de la fuente relaja y hace olvidar las fatigas. Pero las fuentes son los lugares más peligrosos para los rebaños. Tanto los lobos como los salteadores saben que allí terminan acudiendo a beber y se esconden esperando a sus presas. El salmo subraya que las fuentes a las que nos conduce nuestro pastor son «tranquilas», seguras. La comida y la bebida que nos da el Señor nos robustecen, sanan, ayudan a madurar, a crecer, a desarrollar nuestras capacidades, pero también a conocer nuestra dependencia de Dios. Y esta dependencia nos hace más libres. Parece contradictorio, pero no lo es en modo alguno.

4) “Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo”. El pastor nos da tanta seguridad, que hasta podríamos atravesar con Él el valle tenebroso. Este salmo, para decir «tinieblas», utiliza una palabra rara, que no se usa casi nunca: «salmawet» y que podríamos traducir por «oscuro como la muerte». De hecho, la Biblia griega traduce «aún si camino por el valle de la muerte, no temo, porque Tú me acompañas». Una imagen de gran fuerza para recordarnos nuestra condición de mortales en un contexto de gran dulzura.

5) Porque tú vas conmigo”. Hemos llegado al centro del salmo y a su momento más intenso. La verdadera razón de que yo me sienta seguro, de que no tenga miedo, de que me atreva a pasar el valle de la oscuridad y de la muerte es que “Tú estás conmigo”. Los prados frescos, el agua abundante, la protección frente a los enemigos... todo es bueno, pero saber que Tú caminas a mi lado es lo más importante. “Si te tengo a Ti, ya no necesito nada de la tierra” (Salmo 73, 25). “Si el Señor está conmigo, no tengo miedo. ¿Qué podrá hacerme el hombre?” (Salmo 118, 6).

6) Tu vara y tu cayado me sosiegan”. Palestina es una tierra cálida. Los viajes con el ganado se hacen temprano, antes de que caliente el sol, o al atardecer, cuando se oculta. Las ovejas no tienen miedo de extraviarse en la oscuridad, porque se siguen unas a otras y, a lo largo del camino, oyen el sonido de la vara del pastor que camina con ellas. El cayado, arma con la que defender a las ovejas de las alimañas, es al mismo tiempo el signo tierno de la presencia del pastor junto al rebaño, que toca con su punta los lomos de la que se desvía para reconducirla al redil y, con el ruido que hace al apoyarlo en el suelo, guía su caminar. Con el sonido del bastón de Dios en nuestras vidas, no tenemos miedo ni de la muerte.