jueves, 24 de febrero de 2022

Domingo VIII del Tiempo Ordinario (C)

27-2-2022                              DOMINGO VIII TIEMPO ORDINARIO (C)

Eclo. 27, 4-7; Slm. 91; 1ª Cor. 15, 54-58; Lc. 6, 39-45

Homilía en vídeo

Homilía de audio

Queridos hermanos:

            Termina Jesús el evangelio de hoy diciendo esto: de lo que rebosa el corazón habla la boca. Y termina la primera lectura con esta frase: No elogies a nadie antes de oírlo hablar, porque ahí es donde se prueba una persona.

            Vamos a aprovechar la Palabra de Dios que cada domingo nos dirige el Señor por medio de su Santa Iglesia para profundizar en nuestro interior y, sobre todo, para mejorar en nuestro caminar hacia Dios y hacia su Reino.

            Es bueno que reflexionemos sobre esta parte de nuestra vida: sobre nuestra boca, sobre nuestro corazón. Esto es la oración personal: aprovechar la Palabra de Dios para pensar, para preguntar a Dios, para que nos dé luz, para que tomemos conciencia de nuestra situación, para suplicar ayuda, ya que nosotros solos no podemos…

            Bien, pues vamos allá: ¿Qué palabras salen habitualmente de nuestra boca? ¿De qué hablamos con los demás… y con nosotros mismos? ¿Cuáles son nuestros pensamientos?

            Si de nuestra boca salen palabras de ira, de agresividad, frases hirientes… contra alguien de nuestra familia, de nuestro ambiente de trabajo, sobre nuestros vecinos, sobre los políticos…, entonces, siguiendo lo que dice Jesús en el evangelio de hoy: de lo que rebosa el corazón habla la boca, tendremos que concluir que nuestro corazón rebosa agresividad, ira, impaciencia, incomprensión, dureza

            Si de nuestra boca salen palabras sobre las cosas materiales: ropa, comidas, casas, dinero, muebles, teléfonos móviles…, entonces es que nuestro corazón rebosa codicia, materialismo, querer tener y poseer. Así hacemos buena la frase de san Pablo: “comamos y bebamos, que mañana moriremos” (1ª Cor. 15, 32). Estamos preocupados por el aquí y ahora, por nuestro cuerpo material, pero descuidamos nuestra alma, descuidamos nuestro destino con Dios.

            Si de nuestra boca salen palabras de grandeza o deseos de grandeza (‘yo soy’, ‘yo tengo’, ‘yo sé’, ‘yo puedo’, ‘yo hago’…), de menospreciar los logros y virtudes de los otros…, entonces es que nuestro corazón rebosa soberbia, prepotencia, orgullo, envidia. Queremos construir nuestra vida sobre nosotros mismos, sobre nuestro EGO y a esto supeditamos amistades, matrimonio, familia, trabajo… Los demás se convierten en nuestros vasallos, palmeros, o enemigos. Son enemigos si pueden quitarme lo que yo me merezco o pueden hacer sombra a mi EGO, o son vasallos y palmeros si pueden aumentar mi EGO, cuando me alaban y me aplauden.

            También es verdad que en ocasiones de nuestra boca salen disculpas, palabras de paz, de comprensión, de ponerse en el lugar del otro, de ánimo…, entonces es que nuestro corazón rebosa paciencia, cariño, confianza, aceptación.

            Si de nuestra boca salen palabras de ánimo, de tranquilidad, positivas, cariñosas…, entonces es que nuestro corazón rebosa alegría, optimismo, esperanza.

            Si de nuestra boca salen palabras de Dios, de la Virgen María, de los santos, de arrepentimiento, de humildad…, entonces es que nuestro corazón rebosa fe, experiencia de Dios, presencia de Dios, necesidad de una vida espiritual.

            OS HE DADO ALGUNAS INDICACIONES DE CÓMO DESCUBRIR LO QUE HAY EN NUESTRO CORAZÓN A TRAVÉS DE LO QUE SALE DE NUESTRA BOCA. ASÍ PODREMOS DESCUBRIR EN NOSOTROS… Y EN LOS DEMÁS LO QUE HAY EN EL INTERIOR DE LOS CORAZONES.

            Termino con un cuento que tiene mucha enjundia y que viene muy bien en todo esto que nos quiere enseñar hoy Jesús. Espero que os guste.

            “El maestro preguntó a sus discípulos: ‘¿Por qué la gente se grita cuando está enojada?’

Pensaron un momento y uno de ellos contestó: ‘Porque perdemos la calma, por eso gritamos’.

‘Pero, ¿por qué gritar tanto cuando la otra persona está a tu lado?’ –preguntó el maestro-. ‘¿No es posible hablarle en voz baja? ¿Por qué gritas a una persona cuando estás enojado?’

Los discípulos dieron algunas respuestas, pero ninguna de ellas satisfizo al maestro.

Finalmente, el maestro explicó: ‘Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho. Para cubrir esa distancia deben gritar, para poder escucharse. Mientras más enojados están, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia’.

Luego el maestro preguntó: ‘¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran? Ellos no se gritan, sino que hablan suavemente. ¿Por qué? Pues porque sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña’. El maestro continuó: ‘Cuando se enamoran más aún, ¿qué sucede? No hablan, solo susurran y se encuentran aún más cerca en su amor. Finalmente, no necesitan siquiera susurrar, solo se miran y eso es todo. ¡Cuán cerca están dos personas cuando se aman!’

Luego el maestro dijo. ‘Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más, pues llegará un día en que la distancia sea tanta que no podrán encontrar el camino de regreso’.

No hay comentarios:

Publicar un comentario