viernes, 17 de diciembre de 2010

Domingo IV de Adviento (A)

19-12-2010 DOMINGO IV ADVIENTO (A)

Is. 7, 10-14; Slm. 23; Rm. 1, 1-7; Mt. 1, 18-24



Queridos hermanos:

- Existe un texto de la primera carta de San Pedro que es muy utilizado y hoy quiero comenzar con él al inicio de esta homilía. El texto dice así: “Estad siempre dispuestos a dar razón de vuestra esperanza a todo el que os pida explicaciones. Hacedlo, sin embargo, con dulzura y respeto” (1 Pe. 3, 15-16). Imaginaros que se acerca a nosotros un musulmán, o un ateo, o una persona bautizada, pero no creyente, y nos pregunta: ‘¿Qué es lo que celebráis los católicos en este tiempo o en estos días, que vosotros llamáis de “Adviento”?’ ¿Qué contestaríamos? No, no se trata de dar una simple respuesta teórica, sino que se trata de una respuesta de evangelio y de vida. Entre otras cosas, podemos decir lo siguiente:

1) Los católicos celebramos en estos días de Adviento el amor de Dios Padre, que no has creado. Él nos ama más que nuestros propios padres y tiene una paciencia infinita con todos nosotros.

2) Los católicos celebramos en estos días de Adviento que, a pesar del amor infinito que Dios nos tiene, nosotros hemos pecado y no le hemos sido fieles. Dios todo lo ha creado bueno, incluso los hombres, pero nosotros, con nuestra libertad, hemos dado la espalda a Dios (y lo seguimos haciendo a día de hoy).

3) Los católicos celebramos en estos días de Adviento que Dios no nos ha abandonado a nuestra suerte ni nos guarda rencor perpetuo por nuestros pecados. Por eso, como se dice en la profecía de Isaías que acabamos de escuchar, “el Señor, por su cuenta, os dará una señal. Mirad: la virgen está encinta y da a luz a un hijo, y le pone por nombre Enmanuel (que significa: ‘Dios-con-nosotros’)”. Esta señal ha sido anunciada por los profetas ya varios cientos de años antes de que sucediera y con una precisión tremenda. Esta precisión sólo pudo provenir de una revelación de Dios mismo. En efecto, a los profetas se les anunció que Dios iba a darnos una señal de perdón para nuestros pecados. Esa señal sería una doncella, una virgen que, sin conocer varón, estaría, sin embargo, encinta de un niño. Esa señal sería igualmente que ese niño no sería un niño cualquiera, sino que sería el mismo Dios en medio de todos los hombres y de toda la creación.

4) Los católicos celebramos en estos días de Adviento que esperamos el nacimiento de ese Niño maravilloso. En ese Niño se encontrarán el hombre y Dios. Así lo dice San Pablo en la segunda lectura: “se refiere a su Hijo, nacido, según lo humano, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios”. En estas palabras se encierra el dogma, aunque yo prefiero decir hoy el misterio de la Encarnación: Dios mismo en su Segunda Persona, o sea, el Hijo viene a salvarnos a los hombres y lo hace hecho hombre. Es un hombre verdadero, de carne y hueso. Es un hombre verdadero sujeto al frío y al calor, al hambre y a la sed, a la alegría y al sufrimiento, a la vida y a la muerte. Es semejante en todo a nosotros, menos en el pecado. En este Niño que viene no hay pecado: no hay pecado original, no habrá pecado personal, pues es Dios mismo; el Santo entre los santos.

5) Los católicos celebramos en estos días de Adviento que, si Dios se hizo hombre, también nosotros, los hombres, podemos ser alzados y convertidos en dioses. Sí, nosotros estamos llamados a convertirnos en el dios con minúscula del Dios con mayúscula. Y todo esto gracias a este Niño que esperamos ahora en el Adviento y que nacerá en la próxima Navidad.

Por todo esto y para todo esto los católicos nos preparamos en este tiempo de Adviento. Ya en el siglo VI los católicos en este mes de diciembre ayunaban algunos días, o acudían diariamente al templo para la oración litúrgica. Y hoy día existen católicos que hacen un plan personal para las cuatros semanas que dura el Adviento. Este plan personal debe tener dos facetas: por una parte, librarnos de todo aquello que nos aparta de Dios y de los hermanos, es decir, quitar malas o inútiles costumbres, pecados, egoísmos…; por otra parte, llenar nuestro ser de todo lo que procede de Dios, como la oración, el perdón de los pecados, la lectura de la Palabra de Dios, la reconciliación con nuestros enemigos, etc.

¿Por qué y para qué hacer todo esto? Si realmente nuestra fe se alimenta de lo dicho más arriba, debemos preparar nuestro espíritu para recibir a ese Niño que viene a nosotros. San José lo hizo. Él recibió y acogió en su casa, no sólo al Niño, sino también a la Madre. Mirad cómo no es dicho esto en el evangelio de hoy: “José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados […] Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

- Ya para terminar, y como hago todos los años por estas fechas, voy a romper delante de vosotros un décimo de la lotería de Navidad. Es un décimo de este año, no del año pasado, y lo rompo porque siento que Dios me lo pide (a otros les pedirá Dios otras cosas); lo rompo porque no quiero que me toque; lo rompo porque quiero con este gesto denunciar todo el mundo del juego y de los males que el juego trae consigo a tantas familias; lo rompo porque quiero denunciar el afán de poner nuestras esperanzas en golpes de fortuna y no en el trabajo y en el ahorro personal y familiar; lo rompo porque quiero que mi tesoro sea el Niño Jesús y no el dinero que me pueda tocar el 22 de diciembre. Sé que muchos de vosotros no estáis de acuerdo con este gesto mío. Hay quien me dice: ‘dáselo a los pobres si te toca y no lo rompas’. A lo que yo replico: ‘lo que no quiero para mí, no lo quiero para los demás’. Hay quien me dice: ‘pero, si te toca y no lo cobras, se lo quedará Zapatero’. A lo que yo replico: ‘¡que se lo quede!’

Os deseo una santa preparación para el nacimiento del Niño en vuestros espíritus y en vuestras familias, y entre todos nosotros, los hombres, que bien que lo necesitamos.

7 comentarios:

  1. Querido don Andres como siento no estar de acuerdo con el final del cuarto domingo de adviento me refiero a romper un decimo de loteria, dice poner nuestra esperanza en golpes de fortuna, y no en el trabajo u el ahorro personal y familiar.Pobre familia como puede un padre decir a su hijo no hay comida hoy porque papa no tiene trabajo . Que se lo quede ZP. para que para hacer la pildora del dia despues o aumentar la ley del aborto.El dinero en manos de los politicos es peligroso, pero en lar manos de unos buenos padres da mucho de si . Claro en el caso de salir premiado. Andres siento mucho no estar de acuerdo poro veo muchas cosas y me pueden

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  2. No rompas el décimo, pide perdon a los ludópotas, y si no estoy en lo acertado, perdóname, sabes que mi intención es buena.

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  3. "Estad siempre dispuestos a dar razón de vuestra fe" Creo que para un cristiano es fundamental el ser testigo ante el mundo, de aquello en lo que creemos y esperamos; es algo que no podemos guardar para nosotros mismos; aquellos que nos rodean deben saber, la razón de nuestro comportamiento y de nuestra fe.
    Creo que D. Andrés, ha explicado claramente, los motivos evidentes por los cuales en este tiempo de adviento, permanecemos espectantes, ante la llegada de un niño, un Niño que no es uno mas, es Dios con nosotros. Dios, el Santo, el grande, el todopoderoso, tiene el "detalle" de encarnarse, hacerse uno como nosotros, pasar nuestras mismas fatigas y sufrimientos, y esto ¿para que? para demostrarnos hasta donde llega su amor por nosotros, para que pudiéramos verle, tocarle, escucharle. Escuchar de sus labios, todo lo que el Padre tiene preparado para su hijos queridos y lo que desea, y las pautas para ser felices.
    Me fijo hoy en la figura de José, el gran olvidado en esta historia, hasta ese punto llegaba su humildad y obediencia a Dios. Sin embargo su misión es de suma importancia, ejercer de padre del hijo de Dios; y todo en el silencio de su trabajo y su hogar; acoger a María con amor y delicadeza; sin peros ni preguntas, fiándose de lo que le dice el ángel en sueños. Otro sí, otro "fíat" que habría de ser transcendental para la humanidad.
    Yo quiero pedirle a ese niño, que me conceda la humildad y obediencia a Dios, que han tenido sus padres; y que en estos pocos días que faltan, me ayude a prepararle el mejor lugar para reposar, la mas hermosa cuna, hecha de amor y entrega, y las mas bonitas ropas que le proporcionen el calor con mi sincero agradecimiento.
    ¡¡De cuantas cosas me ha salvado, y cuanta misericordia ha derrochado conmigo!! Por eso estoy alegre.
    En cuanto a la última parte de la homilía, solo quiero decir que, yo no gasto ni cinco céntimos en lotería; las razones que nos da D. Andrés para romper el décimo, me parecen muy respetables, especialmente, que lo hace porque el Señor se lo pide. Y es que la verdad, yo pienso que poner nuestra ilusión en que nos toque la lotería, es lo mas opuesto a lo que nos dice ese niño recostado sobre unas pajas.
    Andrés, muchas gracias, y que el Niño Dios te conceda el ciento por uno.
    Queridos hermanos, os deseo a todos una feliz y santa Navidad.
    BENDITO SEA DIOS.

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  4. Con el respeto y la admiración que siento por Vd., me permito expresarle mi desacuerdo con el fin que ha dado al décimo de loteria que le habían regalado.
    Pienso que:
    1º: Podría haberlo rehusado, alegando que no juega a la lotería.
    2º:Si saliera premiado, podría haber donado el importe a cualquiera de las Asociaciones religiosas.
    3º: Antes del día 22, entregarlo en la Cocina Económica, Cáritas, Manos Unidas, etc, etc.
    Lo que, a mi entender, no sirve para nada es romperlo sin más.

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  5. Quiero felicitarte por haber roto el cupón de lotería. ¿Sabes? Mis jefes se juntaron para jugar mil euros en lotería y, sin embargo, no fueron capaces de juntar 750 euros para darme la paga extraordinaria que me correspondía.
    CAda día que pasa veo que tú y yo buscamos a Jesucristo sin tantos cuentos.

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  6. Me encantó cuando rompiste el décimo.

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  7. He venido a ver esta homilía porque mis suegros me lo recomendaron, y la verdad, cuando rompiste el décimo me has respondido a muchas cosas.

    El otro día hablaba con mi padre, ex-empleado de banca, y él no entendía cuando yo le decía que el dinero que uno gana sin hacer nada (en este caso hablábamos de acciones) no me parecía honrado. Que yo le preste mi dinero al Banco Santander para que haga con él lo que quiera sin preguntarme es algo muy gordo, por mucho interés que quiera darme.

    A ver cómo le digo yo ahora a mi esposa que quiero vender las acciones que tanto beneficio nos están dando ;)

    Un abrazo desde Santander

    David

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