20-12-2009 DOMINGO IV DE ADVIENTO (C)
Miq. 5, 2-5a; Slm. 79; Heb. 10, 5-10; Lc. 1, 39-45
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Queridos hermanos:
- Le dice Isabel a su prima María en el evangelio: “¡Dichosa tú que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. ¿A qué se refería Isabel? Pues se refería al episodio narrado por san Lucas unos versículos antes sobre cómo el arcángel Gabriel se acercó a María y le dijo que Dios se había fijado en ella, que iba a tener un Hijo de Dios, que no hacía falta que se acostara con un hombre para quedar encinta, que el Espíritu Santo la fecundaría con esperma divino… Si viene una hija vuestra o una vecina o una conocida con esta “historia”. ¿Cómo reaccionarías vosotros? María sí que discernió que realmente aquello era cierto, que aquello era de Dios, y creyó y aceptó aquel embarazo. María fue recibiendo enseguida varias pruebas de la veracidad de lo anunciado por el arcángel: 1) se quedó realmente embarazada sin intervención de un hombre; 2) una prima suya, Isabel, nada más verla, cuando María fue a visitarla, le dijo: “¡Dichosa tú que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. Pero seguramente en nuestro caso, en nuestra vida ordinaria no tengamos tanta suerte como tuvo María en esa ocasión, es decir, probablemente no recibamos tantas pruebas de que es Dios quien está con nosotros o quien nos habla.
Sigamos profundizando en este tema y para ello vamos a fijarnos ahora en la primera lectura. Es un trozo de la profecía de Miqueas, el cual fue un profeta que vivió unos 700 años antes de Jesucristo. Miqueas recibió una Palabra de Dios y se la creyó. Y, como se la creyó y creyó que venía de Dios, no se la guardó para sí, sino que la proclamó a sus contemporáneos. En aquellos momentos el pueblo de Israel estaba en una guerra civil entre el reino del norte y el del sur. En esta guerra hubo unos 120.000 muertos en el reino del sur. Y, más o menos, los mismos habría en el reino hermano. Pero es que, además, poco después el reino de Asiria aplastó al reino del norte y cogió a todos sus habitantes y los desterró para siempre por otros territorios conquistados, y el lugar vacío que dejaron los habitantes del reino del norte fue ocupado por otros desterrados por Asiria: los samaritanos. De aquí viene el origen de ellos y su mención en el evangelio. Pues bien, en medio de tanto odio y tanta devastación Miqueas recibe una Palabra de Dios, la que hoy acabamos de escuchar y que dice así: “Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel [...] Los entrega hasta el tiempo en que la madre dé a luz, y el resto de sus hermanos retornará a los hijos de Israel […] Habitarán tranquilos, porque se mostrará grande hasta los confines de la tierra, y éste será nuestra paz”. ¿Creerían a Miqueas las madres, esposas e hijos de los muertos en la guerra civil? ¿Creerían a Miqueas los parientes y conocidos de los que habían sido llevados por Asiria como desterrados? ¿Creerían a Miqueas todos aquellos que sólo veían guerra, destrucción, hambre cuando el profeta les anunciaba que Dios traería la paz? Esta profecía de Miqueas se cumplió 700 años después de haber sido procamada. De hecho, cuando los reyes magos se acercaron al rey Herodes para preguntarle dónde habría de nacer el futuro rey de los judíos, Herodes consultó a los sabios y le citaron este pasaje del profeta, pues sí hubo hombres y mujeres que habían creído a Miqueas y habían escrito sus palabras, y esperaban que el liberador de Israel viniera un día y naciera en un pequeña aldea: Belén.
Y ahora nos toca hacer presente la Palabra de Dios en nosotros. Hoy, 2709 años después de predicada esta profecía por Miqueas, Dios nos vuelve a decir que una mujer da a luz a un Niño, que ese Niño será el pastor de todos los hombres de la tierra, que ese Niño hará que todos los hombres retornen a Dios para siempre, que ese Niño nos traerá la paz. ¿Creemos esto? ¿Creemos esto cuando los templos están vacíos y casi todos somos gente mayor? ¿Creemos esto cuando los musulmanes avanzan más y más, y la fe cristiana retrocede? ¿Creemos esto cuando nos vemos débiles, frágiles, pecadores y más viejos cada día? Y es que el tiempo de Navidad puede ser tomado como un aniversario de un hecho cosa que ocurrió hace muchos años, o más bien como algo cierto que está ocurriendo aquí y ahora, y en nuestra vida concreta. Si hoy estuviera Isabel, la prima de la Virgen María, delante de nosotros, ¿nos podría decir como a ella: “¡Dichosa tú que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”?
- En la segunda lectura se nos dice que Jesús vino a este mundo para cumplir la voluntad de Dios Padre: “Aquí estoy yo para hacer tu voluntad”. ¿Estoy yo cumpliendo la voluntad de Dios en mi vida, o se está cumpliendo su voluntad en mi vida? Hace poco una persona comentaba que estaba asustada de lo ingrata que era para con Dios. Decía que se había dado cuenta de esa ingratitud un día que reflexionó un poco en su relación con Dios. Se dio cuenta que, en tantas ocasiones Dios le había pedido en su vida ordinaria un poco de tiempo para hablar con Él, pero esta persona le había contestado tantas veces que estaba muy ocupada, que en ese momento no podía, que ya hablaría con El dentro de un rato, o por la tarde, o por la noche, pero al final del día nunca encontró ese momento o ese rato para hablar con Dios. Al mismo tiempo esta persona se había dado cuenta que, tantas veces estando ella haciendo alguna cosa en casa, vino alguien y le pidió un favor, y al momento dejó de lado la tarea que estaba realizando entonces para hacer ese favor. Y en otras ocasiones estando ocupada en casa alguien llegaba a su casa a pasar un rato de conversación, y ella paraba de hacer las cosas que estaba haciendo y se ponía a hablar con la visita. Con lo cual se daba cuenta que en su vida Dios era el “último mono”. Para los demás estaba siempre dispuesta, pero para Dios casi siempre sacaba disculpas y lo dejaba para después...
Estoy preocupado con estas Navidades que están a la vuelta de la esquina y como sacerdote de mi Señor Jesucristo no quisiera que nos pasaran desapercibidas; no quisiera que las viviéramos como paganos. Por eso, voy a daros algunas pautas:
* En estos días procurar no faltar a los cultos cristianos. El viernes 25, día de Navidad. El domingo 27, día de la Sagrada Familia. El viernes 1, día Santa María, Madre de Dios. El día 6, miércoles, fiesta de la Epifanía (manifestación) del Señor a los Reyes y a todos los hombres. El domingo 10, día del Bautismo del Señor y último día de las celebraciones navideñas. Asimismo podemos proponernos acudir a alguna Misa entre semana o, al menos, hacer alguna visita al Santísimo deteniéndonos unos minutos con el Señor, Jesús.
* María se puso en camino para atender a su prima Isabel en las labores de casa y en el parto. Ella se preocupó por los demás. También en este tiempo debemos preocuparnos de otras personas. Dios nos guiará hacia ellas.
Procuremos que no nos pase a nosotros como a esa persona de la que hablaba más arriba, cuando se dio cuenta que Dios para ella era el “último mono”.
Sacerdote de la Archidiócesis de Oviedo (España) Párroco de la UP de san Lázaro del Camino (Oviedo)
viernes, 18 de diciembre de 2009
Domingo IV de Adviento (C)
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Queridos D. Andrés y demás hermanos:
ResponderEliminarEsta mañana en casa antes de asistir a misa, como todos los Domingos y Fiestas de Guardar he leído la Santa Biblia y habiendo comenzado el libro de Job en la introdución que lo analiza, ha pasado por mi cabeza el temor de ser probado, pues así lo espresaba claramente el inicio. Hoy casualmente el sermón sin saberlo trataba de algo muy parecido.
Si Dios nos pide algo similar a lo que le pide a la Virgen María ¿Cual habría sido nuestra respuesta? Nuestro diálogo con Dios es casi siempre un monologo, pocas veces nos paramos a escucharle, siempre pidiendo, para los demás y o para nosotros, porque tenemos miedo de Dios de lo que nos puede llegar a pedir como a la Virgen, como a Abraham, como a tantos prfetas y santos.
Quizás lo máximo que podamos llegar a decir hágase tu voluntad en todo, pero intentar escucharle para luego aceptar eso es algo que nos da pavor.
Así es mi fe llena de miedos.
Padre: perdona nuestra cobardía y nuestro egoísmo, bien poco somos, pero para ti cuanto valemos inmerecidamente.
¡Bendito sea Dios!
Hola Andres y demas hermanos ¡¡¡ que hermosa homilia ¡¡ha llegado a mi corazon .. y hoy al ver a la gente apuarda .. como si se terminara el mundo ..con bolsas en sus mannos .. me puse a pensar .. o me mejor me pregunte ¿ se daran cuanta lo que significa la Navidad ? se daran cuanta que no es solo el hecho de saludar por saludar .. de desear por desear .. de regalar por obligacion ? creo que el mundo se ha vuelto todo de una rapidez que no permite que la gente actue con el corazon ... que sienta ...
ResponderEliminarParemos un poco y digamos a los que corren ..para hermano¡ esta por llegar la Navidad .. reflexiona lo que significa .. piensa en los demas ... y en lo que Dios dice en un tu alma .. y piensa como vas a renacer despues de este 25 de Diciembre ¡¡¡¡
Un abrazo amigos .. y no nos olvedemos que mañan es el dia que tenemos que preparar la casa y mas nuestro corazon pues lega el angel de la navidad a los hogares ¡¡¡¡¡
Que Dios los bendiga
Me ha parecido muy hermosa la homilía.
ResponderEliminarEste pasaje del evangelio siempre me ha hecho pensar y reflexionar mucho, en primer lugar tantas veces he tratado de meterme en la piel de María, cuando el anuncio del ángel; ¡cuantas cosas pasarían por su cabeza en aquellos momentos, tras semejante anuncio! no se cuanto tiempo pudo transcurrir antes de dar su SI rotundo y confiado, pero pienso que no debió de tardar mucho, ya que vemos la total entrega a la voluntad del Padre, y si Él había dispuesto que fuese la madre de su Hijo, todo estaba bien.
Si soy sincera, casi tanto me ha llamado la atención el saludo de su prima Isabel : Dichosa tu que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá. Me parece extraordinaria esta profecía, la seguridad que muestra Isabel, y la alegría que supondría para María, el ser recibida con semejantes palabras, por alguien que aún no sabía nada de su situación, y que de algún modo viene a ayudarla a no dudar ni temer; aunque me aventuro a pensar que la Virgen se sintió segura en todo momento y nos lo muestra al marchar hacia la casa de su prima para ayudarla.
Esto me hace reflexionar a mi sobre mi actitud, ¿podría hoy decirme a mi Isabel, dichosa tu que has creído? esta frase resuena una y otra vez en mi corazón, y viene a mi memoria que ya hace bastantes años a mi se me hizo este anuncio a través de la iglesia, "en ti se puede gestar Jesucristo" me pareció una locura, porque en aquel momento no entendí lo que se me anunciaba, pero si deseé que esto pudiese ocurrir; han pasado muchos años y hoy tengo que dar testimonio de que era cierto lo que se me anunció. Es decir, lo que me prometieron en el nombre de Jesús en cierto modo se ha cumplido; digamos que ha sido un
"embarazo largo y complicado", y con amenaza constante de aborto, pero el Señor se iba desarrollando en mi corazón. Esto es un milagro visto bajo mi punto de vista, pero hoy Él es mi dueño, y mi verdadera esperanza; "lo que te ha dicho el Señor se cumplirá". Cuantas gracias le tengo que dar. Es por eso que cuando obsevo que, estas fechas tan santas e importantes para todo hombre, se van convirtiendo en algo completamente pagano, que la gente ya no sabe lo que celebra etc. etc. siento tristeza, pero me queda la esperanza que nos trae el Salvador.
Os deseo a todos una Santa Navidad, y que todos podamos escuchar esta preciosa frase: Dichosa tu que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
Andrés, gracias de todo corazón, son muchos los regalos que nos haces a través de tu predicación. ¡Que Dios te bendiga! que el día de Navidad podamos decirle a ese Pequeño, "aquí estoy para hacer tu voluntad". y podamos darle el lugar que se merece, que sea lo primero en nuestras vidas.
BENDITO SEA DIOS.
chony
Ha sido la Fe de María la que “la puso en camino, y con prisas a la montaña”; fue ese Espíritu Santo del que estaba llena, que continuaba en ella Su obra. Fe a lo grande, no esa Fe que se queda simplemente en “creer lo que no vemos” sino que da un paso más como una respuesta al Amor de un Dios por quien se sabe y se siente amaba y que la lleva al servicio, a la caridad. Con qué facilidad podemos reconocer en este pasaje evangélico esos frutos del Espíritu Santo que de niños aprendimos en el catecismo: caridad, gozo, paz, humildad, bondad, fidelidad…y así seguiríamos. Ambas mujeres rebosan a un Dios que se les muestra en gestos, actitudes, sentimientos…es Alguien tan grande que ¡no se puede ocultar!, ni siquiera a un no nacido aún, cuya primera oración es la alabanza.
ResponderEliminarLas palabras de Isabel saben y huelen a profecía y lo son: “Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.” y ahí no terminará, sino que acompañará a la Virgen y a los seguidores de Jesús durante su vida pública: “Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen”. Y es que escuchar y cumplir ó vivir la Palabra, que es Jesús mismo, hace crecer, profundizar y testimoniar nuestra Fe. ¡Cuántas veces el Señor me ha dicho: No temas y el miedo se ha ido; o bien ese: Yo estaré con vosotros…y ¡cómo nos tranquilizan y dan confianza estas palabras!; y aquella humilde oración: “con sólo tocar su manto y quedaré sana”, que me estremecía y me curaba;..y ese diálogo maravilloso del Amado, que nos dirigía en las lecturas de hoy: “¡Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí!!.”, ¿no es un sueño loco, que todo un Dios, me eleve hacia Él, me vea hermosa, me haga su amada…? Soy dichosa Señor, me siento dichosa porque creo firmemente que lo que me has dicho se seguirá cumpliendo en mi, porque Tu no dejas sin terminar una obra Tuya. ¡VEN, SEÑOR JESÚS!
La fe para mi no ha sido un descubrimiento temprano en mi vida, ha sido el camino duro a lo largo de los años, muchas veces desalentador, con experiencias amargas, también con grandes momentos de alegría y de esperanza, lo que me fue preparando para abrir mi corazón, para que se esponjase lo suficiente, como para percibir que detrás de cada experiencia buena o mala, estaba Dios, al principio me resistía a admitirlo, ahora tengo el convencimiento de que TODO me sirvió para mejorar interiormente, para sanar heridas del alma, aunque comprendo que sigo caminando y tropezando, y creo que la fe como tesoro y regalo de Dios, hay que cuidarla.
ResponderEliminar¿Será la falta de coherencia entre la fe y el testimonio de nuestros actos, la causa de que las Iglesias estén vaciándose a pasos agigantados? Pienso que los católicos tenemos una gran responsabilidad en esta situación, subsidiaria de una tibieza en el testimonio de nuestra fe. El Mensaje de Jesús, es actual, incomparable, sublime, excelso, único, atractivo, y sin embargo..., ¿qué está sucediendo ?... simplemente falla el mensajero.
Maravillosa homilía D. Andrés, me hace rebuscar en mi vida personal, y encontrar muchas vías de agua en el frágil barco de mi existencia.
Un abrazo a los hermanos del blog.