18-1-2009 DOMINGO II TIEMPO ORDINARIO (B)
Sam. 3, 3b-10.19; Sal. 39; 1 Co. 6, 13c-15a.17-20; Jn. 1, 35-42
Homilía de audio en MP3
Homilía de audio en WAV
Queridos hermanos:
Ya estamos en el tiempo Ordinario. Por eso la casulla es verde. Este tiempo se interrumpirá hacia finales de febrero en que, con el Miércoles de Ceniza, comenzará la Cuaresma.
- Tanto en la primera lectura como en el evangelio se nos habla de la vocación, es decir, de la llamada que Dios hace al hombre. En el primer caso se trata de la vocación del profeta Samuel y en el segundo de la vocación de los apóstoles Andrés, su hermano Pedro y de otro.
Sin embargo, antes de seguir adelante quisiera que desapareciera la idea que, cuando se habla de vocación, estamos pensando en un chico o una chica que quieren “meterse a cura, a monja o a fraile”. Hablar así sería reducir muchísimo el significado de la vocación de Dios. La vocación es sobre todo una llamada de Dios a su criatura. Y si Dios llama a su criatura es porque es algo más que criatura: es hijo. La vocación o llamada de Dios indica que El se ha fijado en el hijo con cierta predilección, porque tiene algo importante que decirle o pedirle.
Vemos en la primera lectura que es Dios quien toma la iniciativa de dirigirse a un niño, Samuel. Dios lo llama por el nombre. Dios lo llama de noche, cuando hay silencio, cuando callan otros ruidos. Dios lo llama hasta cuatro veces, hasta que Samuel acierta a contestar al que le habla. En tres ocasiones Samuel se dirige a otro hombre y en una dirección equivocada. Por suerte para Samuel, hay alguien que sabe interpretar correctamente lo que le está sucediendo, y le indica cómo y a quién tiene que responder: “Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: ‘Habla, Señor, que tu siervo te escucha’”.
En el caso que se nos cuenta en el evangelio también es muy importante la mediación de una persona, San Juan Bautista, en la vocación-llamada de los primeros discípulos de Jesús: “En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: ‘Éste es el Cordero de Dios’”. Si no llega a ser por San Juan Bautista, aquellos hombres: Andrés, su hermano Pedro… no hubieran conocido entonces a Jesús. Y es que tenemos que saber que Dios llama siempre de modo personal, pero puede hacerlo directa o indirectamente, o sea, a través de otras personas. Asimismo hemos de saber que, aunque Dios llame directamente, si alguien nos ayuda a interpretar la llamada o vocación de Dios, todo puede ser más fácil.
Pero las llamadas de Dios no son cosas del pasado, ni tampoco son cosas de unos pocos o de unos privilegiados. Dios tiene una llamada o una vocación o una petición o un destino para todos y cada uno de nosotros. En efecto, también hoy Jesús sigue buscando discípulos suyos que quieran seguirle. ¿Habéis sentido en algún momento de vuestra vida la llamada de Dios? ¿Ha intervenido otra persona para ayudaros a interpretar, a escuchar y acoger dicha llamada-vocación de Dios? ¿Cuál ha sido vuestra respuesta a esa llamada de Dios?
- Sobre esta última pregunta voy a tratar de exponer algunas ideas acerca de la respuesta del hombre a la llamada de Dios. Dice la respuesta del salmo 39: "Aquí estoy, para hacer tu voluntad". Responde Samuel ante la llamada que oye: "Aquí estoy; vengo porque me has llamado". Sorprende en Samuel la rápida respuesta en mitad del sueño a las 4 llamadas del Señor. No se percibe fastidio, malos gestos, sino una rápida respuesta: "Aquí estoy; vengo porque me has llamado". No hay enfado al pensar en que Dios podría dejarlo descansar y pasar la llamada para cuando fuese de día.
En el caso de Andrés y el otro discípulo, en cuanto oyen a San Juan que Jesús es el Cordero de Dios, van tras él. En cuanto Jesús les invita a estar con él y quedarse todo el día, aceptan. Y Andrés, en cuanto regresa a su casa, le dice a su hermano Pedro a quién ha encontrado y lo lleva a Jesús para que lo conozca personalmente.
Vuelvo a repetir la pregunta final del apartado anterior: ¿Cuál ha sido nuestra respuesta a la llamada de Dios?
- Voy a entrar en el último punto de la homilía de hoy: Frutos de la relación entre Dios y el hombre. Nos dice la primera lectura que, tras seguir Samuel la llamada de Dios, éste siempre estuvo con él. Este fue el fruto de la vocación de Samuel. ¿Quién de nosotros no quisiera que, al final de nuestras vidas, se pudiera decir de nosotros que Dios siempre estuvo con nosotros y nosotros con Dios?
Voy a contaros dos casos de personas que procuran ser fieles a la vocación de Dios: el primero es el de una familia, en donde los esposos y los hijos procuran vivir fieles a la llamada de Dios, a la vocación de Dios. Y es que a estas alturas de la homilía ya tenemos claro que seguir la vocación o la llamada de Dios no es meterse a cura o a monja, sino que consiste en que la voluntad de Dios se cumpla siempre en todos nosotros. El marido es de una villa asturiana, vino hace años a estudiar a Oviedo y como cristiano se puso a trabajar en una parroquia; allí conoció a la que hoy es su mujer. Y se casaron. Cuando conocí hace años su caso, ellos tenían en aquel momento tres hijos: la mayor tenía entonces 10 años, el pequeño tuvo un accidente y casi no se puede mover. Está paralítico con pequeños movimientos. Viven esta situación según dijeron públicamente como una gracia, como un don de Dios. Ellos leen el evangelio, la doctrina de la Iglesia y trata de vivir de acuerdo con ella. Dicen: "Aquí estoy para hacer tu voluntad". Su casa es casa abierta a las necesidades, no hay gastos superfluos. Procuran que sus hijos no vean la TV por la semana. En la 1ª Comunión a todos los niños sus padres les regalaron una videoconsola de juegos, a su hija de 10 años no. Esto es una manera de vivir la fe cristiana en una familia. Lo bueno es que esposo y esposa van de acuerdo. Formas de seguir a Dios en la familia, hay tantas como familias. Lo fundamental es que cada uno de nosotros, en las circunstancias que nos ha tocado vivir, digamos: "Aquí estoy para hacer tu voluntad". El segundo caso es el de una mujer que vive sola. Estas Navidades me mandó un correo electrónico y, entre otras cosas, me decía: “Yo pasé las Navidades en Gijón en la Cocina Económica y, como ya soy de casa, cené con las monjas y dormí en comunidad. Ya es el tercer año que lo paso en el mismo sitio. Este año me emocioné mucho, pues repartí muchos besos y abrazos. ¡Qué baratos son y cuanta satisfacción dan!”.
Resumiendo: Para ser fieles a la vocación de Dios y discípulos de Jesús hacen falta unas cuantas condiciones: 1) Disponibilidad. Samuel no conocía la Palabra de Dios cuando era llamado o cuando la oía, pero la Palabra llegó a él porque estaba dispuesto a recibirla. O el caso de los discípulos de San Juan Bautista, que le dejan a él y se van con Jesús: Disponibilidad de San Juan para perder discípulos, disponibilidad de los discípulos para abandonar su vida cómoda y emprender nuevos caminos. 2) Fidelidad para seguir al auténtico maestro, sin cansarse. 3) Amor. Descubrir que Dios me ama, a pesar de mis pecados, y que yo también lo amo. 4) Anunciar este mensaje a los demás, llevarles a Jesús con amor y con respeto.
Sam. 3, 3b-10.19; Sal. 39; 1 Co. 6, 13c-15a.17-20; Jn. 1, 35-42
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Queridos hermanos:
Ya estamos en el tiempo Ordinario. Por eso la casulla es verde. Este tiempo se interrumpirá hacia finales de febrero en que, con el Miércoles de Ceniza, comenzará la Cuaresma.
- Tanto en la primera lectura como en el evangelio se nos habla de la vocación, es decir, de la llamada que Dios hace al hombre. En el primer caso se trata de la vocación del profeta Samuel y en el segundo de la vocación de los apóstoles Andrés, su hermano Pedro y de otro.
Sin embargo, antes de seguir adelante quisiera que desapareciera la idea que, cuando se habla de vocación, estamos pensando en un chico o una chica que quieren “meterse a cura, a monja o a fraile”. Hablar así sería reducir muchísimo el significado de la vocación de Dios. La vocación es sobre todo una llamada de Dios a su criatura. Y si Dios llama a su criatura es porque es algo más que criatura: es hijo. La vocación o llamada de Dios indica que El se ha fijado en el hijo con cierta predilección, porque tiene algo importante que decirle o pedirle.
Vemos en la primera lectura que es Dios quien toma la iniciativa de dirigirse a un niño, Samuel. Dios lo llama por el nombre. Dios lo llama de noche, cuando hay silencio, cuando callan otros ruidos. Dios lo llama hasta cuatro veces, hasta que Samuel acierta a contestar al que le habla. En tres ocasiones Samuel se dirige a otro hombre y en una dirección equivocada. Por suerte para Samuel, hay alguien que sabe interpretar correctamente lo que le está sucediendo, y le indica cómo y a quién tiene que responder: “Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: ‘Habla, Señor, que tu siervo te escucha’”.
En el caso que se nos cuenta en el evangelio también es muy importante la mediación de una persona, San Juan Bautista, en la vocación-llamada de los primeros discípulos de Jesús: “En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: ‘Éste es el Cordero de Dios’”. Si no llega a ser por San Juan Bautista, aquellos hombres: Andrés, su hermano Pedro… no hubieran conocido entonces a Jesús. Y es que tenemos que saber que Dios llama siempre de modo personal, pero puede hacerlo directa o indirectamente, o sea, a través de otras personas. Asimismo hemos de saber que, aunque Dios llame directamente, si alguien nos ayuda a interpretar la llamada o vocación de Dios, todo puede ser más fácil.
Pero las llamadas de Dios no son cosas del pasado, ni tampoco son cosas de unos pocos o de unos privilegiados. Dios tiene una llamada o una vocación o una petición o un destino para todos y cada uno de nosotros. En efecto, también hoy Jesús sigue buscando discípulos suyos que quieran seguirle. ¿Habéis sentido en algún momento de vuestra vida la llamada de Dios? ¿Ha intervenido otra persona para ayudaros a interpretar, a escuchar y acoger dicha llamada-vocación de Dios? ¿Cuál ha sido vuestra respuesta a esa llamada de Dios?
- Sobre esta última pregunta voy a tratar de exponer algunas ideas acerca de la respuesta del hombre a la llamada de Dios. Dice la respuesta del salmo 39: "Aquí estoy, para hacer tu voluntad". Responde Samuel ante la llamada que oye: "Aquí estoy; vengo porque me has llamado". Sorprende en Samuel la rápida respuesta en mitad del sueño a las 4 llamadas del Señor. No se percibe fastidio, malos gestos, sino una rápida respuesta: "Aquí estoy; vengo porque me has llamado". No hay enfado al pensar en que Dios podría dejarlo descansar y pasar la llamada para cuando fuese de día.
En el caso de Andrés y el otro discípulo, en cuanto oyen a San Juan que Jesús es el Cordero de Dios, van tras él. En cuanto Jesús les invita a estar con él y quedarse todo el día, aceptan. Y Andrés, en cuanto regresa a su casa, le dice a su hermano Pedro a quién ha encontrado y lo lleva a Jesús para que lo conozca personalmente.
Vuelvo a repetir la pregunta final del apartado anterior: ¿Cuál ha sido nuestra respuesta a la llamada de Dios?
- Voy a entrar en el último punto de la homilía de hoy: Frutos de la relación entre Dios y el hombre. Nos dice la primera lectura que, tras seguir Samuel la llamada de Dios, éste siempre estuvo con él. Este fue el fruto de la vocación de Samuel. ¿Quién de nosotros no quisiera que, al final de nuestras vidas, se pudiera decir de nosotros que Dios siempre estuvo con nosotros y nosotros con Dios?
Voy a contaros dos casos de personas que procuran ser fieles a la vocación de Dios: el primero es el de una familia, en donde los esposos y los hijos procuran vivir fieles a la llamada de Dios, a la vocación de Dios. Y es que a estas alturas de la homilía ya tenemos claro que seguir la vocación o la llamada de Dios no es meterse a cura o a monja, sino que consiste en que la voluntad de Dios se cumpla siempre en todos nosotros. El marido es de una villa asturiana, vino hace años a estudiar a Oviedo y como cristiano se puso a trabajar en una parroquia; allí conoció a la que hoy es su mujer. Y se casaron. Cuando conocí hace años su caso, ellos tenían en aquel momento tres hijos: la mayor tenía entonces 10 años, el pequeño tuvo un accidente y casi no se puede mover. Está paralítico con pequeños movimientos. Viven esta situación según dijeron públicamente como una gracia, como un don de Dios. Ellos leen el evangelio, la doctrina de la Iglesia y trata de vivir de acuerdo con ella. Dicen: "Aquí estoy para hacer tu voluntad". Su casa es casa abierta a las necesidades, no hay gastos superfluos. Procuran que sus hijos no vean la TV por la semana. En la 1ª Comunión a todos los niños sus padres les regalaron una videoconsola de juegos, a su hija de 10 años no. Esto es una manera de vivir la fe cristiana en una familia. Lo bueno es que esposo y esposa van de acuerdo. Formas de seguir a Dios en la familia, hay tantas como familias. Lo fundamental es que cada uno de nosotros, en las circunstancias que nos ha tocado vivir, digamos: "Aquí estoy para hacer tu voluntad". El segundo caso es el de una mujer que vive sola. Estas Navidades me mandó un correo electrónico y, entre otras cosas, me decía: “Yo pasé las Navidades en Gijón en la Cocina Económica y, como ya soy de casa, cené con las monjas y dormí en comunidad. Ya es el tercer año que lo paso en el mismo sitio. Este año me emocioné mucho, pues repartí muchos besos y abrazos. ¡Qué baratos son y cuanta satisfacción dan!”.
Resumiendo: Para ser fieles a la vocación de Dios y discípulos de Jesús hacen falta unas cuantas condiciones: 1) Disponibilidad. Samuel no conocía la Palabra de Dios cuando era llamado o cuando la oía, pero la Palabra llegó a él porque estaba dispuesto a recibirla. O el caso de los discípulos de San Juan Bautista, que le dejan a él y se van con Jesús: Disponibilidad de San Juan para perder discípulos, disponibilidad de los discípulos para abandonar su vida cómoda y emprender nuevos caminos. 2) Fidelidad para seguir al auténtico maestro, sin cansarse. 3) Amor. Descubrir que Dios me ama, a pesar de mis pecados, y que yo también lo amo. 4) Anunciar este mensaje a los demás, llevarles a Jesús con amor y con respeto.
Creo que he sentido esa llamada de Dios, pero de las condiciones que enumeras para seguirla siento que solo cumplo la mitad de una de ellas. Sé que Dios me ama a pesar de mis pecados y de mi escasa respuesta. Esta realidad siempre me hace dudar de la veracidad de la llamada Divina en mi existencia.
ResponderEliminarQuerido Andrés y simpatizantes del Blog:
ResponderEliminarAl leer las lecturas y la Homilía de hoy , en la breve meditación que hice sobre ellas, me surgieron estas ideas que quiero compartir con vosotros:
Jesús abre sus brazos y nos dice: “Venid y veréis dónde vivo”. Abre las puertas de sus casa, quiere compartir con nosotros su misma vida. Abre las puertas a quienes van buscándolo como Andrés, Juan , Pedro y muchos más…
Estos jóvenes quisieron salir de la cansina costumbre, para entregarse al Señor. Son un buen ejemplo de la búsqueda con sincero corazón, de cómo es necesario compartir con Jesús las horas en el diálogo de la oración, como esa tarde en Galilea.
El Señor sigue llamando… ¿Seremos capaces de escucharle, sea de noche, de día o cuando sea…?, Tendremos la valentía de responder: “Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad…?
Samuel se entrega a la voluntad de Dios, una entrega que pasa por el discernimiento, como el que tiene el profeta y que desemboca en un compromiso claro y rotundo. Samuel, escuchando la voz del Señor, bien aconsejado por Elí, ha logrado responder a Jesús. ¡Cuánta falta hace hoy un buen maestro que nos ayude al discernimiento entre tanta voz que oscurece la mente y embota el corazón!.
Yo, doy gracias al Señor porque he tenido la gran suerte de encontrar en el transcurso de mi vida personas que me han ayudado a discernir… Por todas ellas ruego diariamente y deseo para todos ellos y para nosotros que el Señor nos conceda las disposiciones necesarias para seguirle:
Disponibilidad – Fidelidad – Amor – y Ser capaces de Anunciar este mensaje a los demás.
Gracias Andrés, una vez más por tu entrega, porque siempre estás ahí donde la necesidad surge y por la luz que nos ofreces con tus reflexiones. Gracias
Leyendo la homilía de este domingo, muy buena por cierto, me doy cuenta de la falta que tengo de hacer un parón en el silencio. Mucho me cuesta. La verdad es que llevo una temporadina dando vueltas a este tema de la llamada. ¿Cómo sé que la respuesta que a Dios doy es la que espera de mí? Y parece que tengo los oídos "entaponados", porque ahora mismo no sé qué quiere Dios de mí.
ResponderEliminar" Habla, Señor, que tu siervo escucha". Vivimos en un mundo que presume de los mejores sistemas de comunicación de la historia, caminas por la calle y una inmensa mayoría de transeúntes están pegados a sus móviles, otros, llevan los cascos de su radio o DVD, en nuestras casas está de invitada permanente la TV, que no solo nos informa del tiempo y de las malas noticias, sino que nos muestra variopintos programas de debate, de cocina, de búsqueda de pareja, en los domicilios hay teléfonos inalámbricos por todas partes, etc., en fín que tenemos todos los medios para conectar con quien queramos, y dónde queramos..., y en cambio, curiosamente los estudios sociológicos nos informan que existe una tremenda " falta de comunicación entre los seres humanos ". Hay mucha soledad y falta de diálogo, aumentan los índices de suicidio, cada vez a edades más tempranas,etc.
ResponderEliminarHay en definitiva tanto ruido, que solo podemos oir, pero es imposible " escuchar ", y esa es la clave, hacer silencio en el alma, para poder escuhar la voz de Dios. El Señor, nos escucha siempre, se para en nuestra vida, sin agobios, con plenitud, para establecer el diálogo con nosotros, todos y cada uno, tenemos nuestra historia personal con Dios, nuestro Padre, pero sin el silencio, no podemos transmitírsela, ni El podrá hablar a nuestro corazón. Hoy después de leer esta magnífica homilía de D. Andrés, también deseo tener la humildad y la fe del joven Samuel, y decirle a Dios " Habla, Señor, que tu siervo escucha ".
Muchas gracias D. Andrés, por mostrarme los extraordinarios beneficios del silencio.
Un abrazo a los hermanos del blog.
Muchas gracias por esta espléndida homilía del 2º Domingo del Tiempo Ordinario. La verdad es que tienes el don de acercarnos las cosas de Dios de una forma tan familiar que parace imposible no engancharnos a su amistad y dejarnos envolver por su amor.
ResponderEliminarEstimado Don Andrés y demás hermanos:
ResponderEliminarDios nos llama todos los días para sacarnos de nuestros miedos y llevarnos a la confianza en El, a pesar de nuestra ignorancia e inconstancia.
Ojalá en nuestros últimos momentos sepamos pedirle perdón por haberle hablado más que escuchado, por pedir más que por preguntar ¿Que quieres de mi?
Un abrazo a todos.
Buenos dias hermanos ¡¡ muchas veces oimos la llamada del Señor pero es eso solo la oimos pero no escuchamos .. no prestamos atencion a ella pues es mas comodo hacer de cuenta que nada nos dice .. doy fe de ello ..pero creo.. yo pues ami me pasa que cdo estamos en silencio con nosotros mismos .. alli si la escuchamos .. y tenemos que tener muchas veces valor ¡¡ coraje para seguirle ¡¡¡pues no siempre es facil .. Yo amo estar en silencio ... pues creo que es la mejor manera de escuchar ¡¡no oir ¡¡ la palabra de Dios en mi corazon ... y luego pido me acompañe en su pedido ...
ResponderEliminarUn abrazo hermanos ¡¡
Hola Padre, que bonita homilía.
ResponderEliminarCada día estoy más seguro de que todo lo que ha dicho usted de la llamada de Dios es cierto, también tengo que reconocer que hasta hace muy poco no me he dado cuenta, y todo gracias a una persona que ha llegado a mi vida. Estoy totalmente de acuerdo en que es muy necesario, diría imprescindible que alguien te ayude a ver esa llamada, en mi caso no fue un cura ni una monja, sino que ha sido la persona que ahora esta a mi lado, estoy seguro que si esa persona no hubiese aparecido en mi vida, nunca abría escuchado la llamada de Dios porque antes de conocerla yo era uno de esos entupidos que creía que la vocación era para monjas y para curas, que todo eso de la iglesia no iba conmigo. Si alguien me dice hace un par de años que iba a estar rezando y leyendo el evangelio todos los días le diría ¡¡¡tu estas loco!!! .. pero…¡¡¡gracias señor por haberme puesto esa persona en mi vida, gracias porque me haya guiado hacia ti!!!.
Ojala todo el mundo tuviese una persona que le hiciese ver la llamada de Dios, ojala Padre…todo el mundo lo conociese a usted.
La paz con vosotros hermanos.
Sólo dos palabras de agradecimiento para D. Andrés pues gracias a su mediación, en tantas ocasiones como hoy, he visto luz en la oscuridad y he podido escuchar en un silencio angustioso, la voz de ese silencio y oscuridad de Dios traducidos en confianza.
ResponderEliminarCuán importante es tener personas cercanas que nos guien en el discernimiento.
Gracias D. Andrés
Bendigo a Dios que derrocha gracias y dones, sobre sus hijos; hoy de manera especial le doy gracias por la sabiduría que le ha concedido a D. Andrés, y porque él sabe descubrirnos todas estas cosas, que si duda alguna sin su intervención y esplicación, no sabríamos entender. He ahí la necesidad de de un intermediario que nos ayude a discernir; a mi al menos tantas veces no me resulta facil el hacerlo; sí, me doy cuenta de que el Señor me llama, pero quizás al igual que Samuel, no sé muy bién quién lo hace y que es lo que quiere de mi.
ResponderEliminarTambién es cierto que otras veces sí me permite el Señor saber escuchar, y comprender lo que quiere de mi.
Confieso con tristeza (porque es para estarlo) que no siempre acudo a su llamada con prontitud, y que ha de seguir haciéndolo una y otra vez; porque lo que sí tengo claro, es que mi Señor, no se cansa aunque yo remolonee.
Es cierto que cuando con la intervencion de otra persona voy en pos de Él, sí que me apetece quedarme todo el dia en su "casa" porque allí encuentro todo lo que necesito para sentirme feliz. Y lo mismo que Andrés, quiero llevar a toda mi familia y seres queridos a conocer a ese Jesús, El Cordero de Dios. El que Mas nos quiere, mejor nos entiende, y sabe darnos aquello que necesitamos para ser felices. No lo encontraremos en otro lugar, por eso Él nos llama una y otra vez, cuando tomamos el camino equivocado.
Para mi no resulta fácil el estar siempre dispuesta, el ser siempre fiel; ahora si veo su ayuda para llevar a mis seres mas cercanos, a ese Jesús; igual que hizo Andrés con su hermano Pedro.
También cada día estoy mas convencida del amor que Jesús me tiene, y del deseo que yo tengo de quererle sobre todas las cosas.
Sí que en mi vida han existido personas que me han ayudado a discernir, porque yo sabía que Alguien me llamaba, mas no entendía. D. Andrés es quién mas me ha ayudado.
Recuerdo hace muchos años, cuando yo le contaba cosas que me ocurrían, él me decía: eso es el E. S. yo me quedaba alucinada, no podía ni imaginar que Dios en persona se dignase actuar en mi, no me cabía en la cabeza; porque yo veo al Señor como Algo tan tan grande, que me parecía imposible se se fijase en mi, hasta tal punto.
Fué un GRAN descubrimiento, que me produjo una seguridad y alegría profundas.
Dios se fija en Chony, porque ahora también sé que me llama por mi nombre, la llama, y le pone cerca una persona que sabe discernir esa llamada.
Gracias, gracias Señor por tanto amor, y por no dejarme nunca aunque yo tantas veces me hago la sorda.
Gracias a D. Andrés, por su enorme ayuda, por su entrega y por tantos sacrificios en bien de los demas. ¡¡¡¡Que Dios te bendiga!!!!
Gracias hermanos por conoceros y por vuestras aportaciones.
BENDITO SEA DIOS.
Chony
Mi muy apreciado y querido Andrés y simpatizantes del blog:
ResponderEliminarQuería deciros,que el domingo,durante la homilía,he vuelto a sentir la llamada de Diós,o mejor dicho,he sentido a Diós muy cerca de mí,y como la vez anterior,ha sido cuando más lo necesitaba, y menos me lo esperaba,haciéndome dichoso por todo lo que tengo en la vida.Gracias Señor.
Hermosa homilía y gran reto para todos los cristianos: responder a la llamada de Dios y responder como sus hijos. Si no fuese por el Espíritu que Él nos dio, sentiria vértigo.
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