jueves, 7 de octubre de 2021

Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario (B)

10-10-2021                 DOMINGO XXVIII TIEMPO ORDINARIO (B)

Sb. 7, 7-11; Sal. 89; Hb.4,12-13; Mc. 10, 17-30

Homilía de vídeo

Homilía en audio

Queridos hermanos:

En el evangelio de hoy se articula todo él en torno a una sola palabra de Jesús: “SÍGUEME”. Se nos narra por parte de Marcos el encuentro de Jesús con el joven rico y con el mandato que Jesús le da: “SÍGUEME”. Cuando el joven rico rechaza esta palabra de Jesús, éste dice: “‘¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!’ Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: ‘Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero!’” El joven rico tuvo la FELICIDAD ETERNA en su mano y la despreció por una felicidad y una seguridad pasajeras. El joven rico tuvo la SABIDURÍA VERDADERA en su mano y la despreció por unas monedas de oro, que pueden ser robadas y/o que hay dejar aquí al morir. El joven rico tuvo a Dios a su lado y lo despreció por poner su confianza en el dinero.

El evangelio de hoy nos presenta al joven rico como el modelo de persona que pudo haber sido de Dios y para Dios, y desperdició su oportunidad, y despreció a Jesús, ya que, cuando tuvo que elegir entre Jesús y el dinero, eligió a este último.

Pues bien, en el día de hoy quiero hablaros de una persona que sí siguió (y sigue) el mandato de Jesús (“SÍGUEME”) en su vida. También se trata de una persona joven, muy joven. Concretamente quiero hablaros de una niña cristiana iraquí. La conocí a través de Internet. Os recomiendo ver el vídeo[1] de la entrevista que le hacen en un campo para refugiados. No tienen ningún desperdicio sus respuestas a las preguntas del periodista. La niña se llama Myriam. Myriam tenía 10 años cuando le hicieron esta entrevista y es de Qaraqosh. Se trata de una ciudad iraquí. Era la ciudad cristiana más grande de todo Irak (50.000 habitantes). Fue conquistada por los musulmanes del Estado Islámico en agosto de 2014, y los cristianos huyeron en masa para evitar ser ajusticiados y sus mujeres tomadas como esclavas sexuales de los soldados del IS (Estado Islámico).

Myriam llevaba ya 4 meses en el campo de refugiados cuando le hicieron la entrevista. Lo que más extraña Myriam en el campo de refugiados es que no tiene una casa para jugar como sí tenía en Qaraqosh, “pero gracias a Dios, Dios se preocupa de nosotros”. El periodista extrañado le pregunta que qué quiere decir eso de que Dios se preocupa de ellos, y Myriam contesta con toda naturalidad y sencillez: “Que Dios nos ama y no permitió que el IS nos matara”.

El periodista le pregunta: “¿Tú sabes cuánto te ama Dios, verdad?”

“Sí, Dios nos ama a todos. No solo a mí. Dios ama a todos”, contesta Myriam.

 Entonces el periodista le pregunta: “¿Tú crees que Dios ama también a aquellos que te han hecho mal?”

“Él los ama, pero no ama a Satanás”, dice Myriam.

Vuelve a preguntar el periodista: “¿Qué sientes hacia aquellos que te obligaron a dejar tu casa y te han causado tantas dificultades?”

Dice Myriam: “No quiero hacerles nada. Solo le pido a Dios que los perdone”.

Replica el periodista: “¿También tú puedes perdonarles?”

“Sí”, dice Myriam.

El periodista vuelve a la carga: “Pero es muy difícil perdonar a quien me ha hecho sufrir, Myriam, ¿o es fácil?”

“Yo no quiero matarlos. ¿Por qué matarlos? Solo estoy triste porque nos han expulsado de nuestras casas. ¿Por qué lo hicieron?”, contesta Myriam.

“¿Te gustaba tu escuela de Qaraqosh, verdad?”, pregunta el periodista.

“Sí, era la primera de la clase”, dice Myriam con naturalidad (no presumiendo de ello, sino constatando un hecho).

“¿Tenías amigos allí?”

“Sí”.

“¿Están aquí contigo o no hay ninguno?”

“Los hay, pero no sé dónde están”.

“Quizás alguno está viendo ahora la televisión. ¿Qué te gustaría decirles?”

“Tenía una amiga antes de venir aquí. Se llama Sandra. Estábamos juntas todo el día en la escuela. Aunque no viviéramos cerca (la una de la otra), nos queríamos mucho. Si una de nosotras le hacía daño a la otra, nos perdonábamos. A veces jugando nos hacíamos daño. Pero siempre nos perdonábamos. Nos queríamos mucho. Ahora me gustaría solo volverla a ver”.

“¿No sabes dónde está, cierto?”

“No, no sé dónde está”.

“Si Sandra nos estuviera viendo, estoy seguro que pensaría en ti, y estoy seguro que te quiere mucho”.

“Me quiere muchísimo y yo la quiero muchísimo a ella. Espero poder volver a verla algún día. Espero regresar a casa y que también ella regrese a casa, y así podremos volver a vernos”.

“Espero que regreses a una casa aún más bonita que tu primera casa”.

“Si Dios quiere. No aquello que queremos nosotros, sino aquello que quiere Dios, porque Él sabe”.

“¿No estás triste alguna vez? ¿No te parece que Jesús te haya olvidado?”

“No, algunas veces lloro porque hemos dejado nuestra casa y Qaraqosh, pero no estoy enojada con Dios porque hemos dejado Qaraqosh. Le doy las gracias porque se ocupa de nosotros. Aunque aquí estemos sufriendo, Él nos da aquello que necesitamos”.

“Tú me has enseñado muchas cosas, sí”, le dice el periodista.

Y Myriam le contesta: “Tú has compartido lo que yo siento. Yo quisiera que las personas supieran cómo me siento, cómo se sienten los niños aquí”.

“¿Sabes que Jesús no te abandona nunca?”

“Él no me olvida nunca. Si crees de verdad, Él no te abandona nunca”.

“¿Te acuerdas de alguna canción que te guste cantar cuando tú estás sola o para hablar con Jesús?” el periodista le pide que le cante una canción.

Así lo hace Myriam y la letra de la canción dice así: “¡Qué alegría el día en que he creído en Cristo! Mi alegría era completa al alba y mi voz cantaba de gratitud. Mi amor por mi glorioso Salvador crecerá día tras día. Una vida nueva, un día feliz cuando me reuniré con mi Amado. Por amor ha venido. ¡Oh, qué maravilloso amor! Me ha hecho justicia en nombre de una alianza santa. Mi amor por mi glorioso Salvador crecerá día tras día. Una vida nueva, un día feliz cuando me reuniré con mi Amado.

Sí, en esta niña de 10 años (ahora tendrá 17 años) se cumplía lo que nos dice la primera lectura: ella tiene la sabiduría de Dios. Y también se cumplía el mandato de Jesús, de seguirlo en su situación concreta de sufrimiento e incertidumbre.

¡Que Dios la bendiga por todo el bien que nos hace con su ejemplo y testimonio!


[1] https://www.youtube.com/watch?v=CeTytfj9UG8

No hay comentarios:

Publicar un comentario