jueves, 22 de julio de 2021

Santiago Apóstol (B)

25-7-2021                   SANTIAGO APOSTOL (B)

Hch. 4,33;5,12.27-33;12,2; Sal. 66; 2ª Co. 4,7-15; Mt. 20,20-28

VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS (I)

Homilía en vídeo

Homilía de audio.

Queridos hermanos:

            En el curso 1993-1994 estuve de formador del Seminario de Oviedo. Al inicio de mi tarea pensaba que esta consistía en hacer buenos seminaristas para que fueran buenos sacerdotes. Enseguida me di cuenta que no puede haber buenos seminaristas ni buenos sacerdotes si no hay primero buenos cristianos. Avanzado el curso descubrí otra cosa que, para mí, fue muy importante en lo sucesivo: Nadie puede ser buen cristiano si antes no es buena persona. Es decir, los pilares sacerdotales y cristianos se fundamentan en los pilares en los humanos. Pues bien, en varias homilías voy a intentar desgranar algunos valores humanos que sostendrán el evangelio que Jesús siembra en nosotros.

            Al predicar esto lo hago desde la experiencia de la Sagrada Escritura, desde la experiencia de tantos santos y santas, canonizados o no, desde lo que Dios muestra a otras personas, sean creyentes o no, desde lo que a mí me vale, desde lo que percibo que Dios me pide, desde… Lo que yo diré a continuación no es exhaustivo, no es completo. Faltan muchas cosas, pues también es verdad que Dios mismo nos irá diciendo en nuestra conciencia y a través de las circunstancias particulares por las que uno pasa, qué es lo que Él quiere en nosotros. Habrá cosas con las que no estaréis de acuerdo, pero es lo que yo vivo y, sobre todo, es lo que quiero vivir, y os lo propongo por si sirve de ayuda para alguien, aunque sea para una sola persona.

            1) Austeridad. El consumismo nos invade: anuncios en la TV, en los periódicos, en las paredes, en la radio, en las carreteras. Y esto, el hecho de que haya tanta publicidad, es signo de que funciona, de que vende, pues, si no fuera así, no se gastaría en ello:

+ Compramos y tenemos más ropa de la que necesitamos. Las modas se suceden año tras año y se venden las novedades que se producen.

+ Entramos en cafeterías y bares, y siempre tomamos algo, aunque no tengamos sed o hambre, pues de otro modo quedamos como los “raros”.

+ Se impone el día del padre, el día de la madre como días de regalos; los regalos de Santa Claus, de los Reyes Magos, de San Valentín, de fin de curso… Nos estrujamos el cerebro para ver qué regalamos: cosas que no se necesitan y/o que se amontonan en nuestras casas, en las repisas de nuestros armarios…

+ Hemos de probar, saborear, conocer comidas, restaurantes, bebidas…

+ En un anuncio comercial que leí hace tiempo se aludía a un informe de la OCU (organización de consumidores): “Planificar la compra nos puede ahorrar 634 € al año”. Se refería a la diferencia de precios en distintos supermercados. Sin embargo, yo entiendo que se puede ahorrar de tres maneras: 1) Comparando en los lugares más baratos y adquiriendo lo más barato. 2) Comprando cosas de calidad que duran más y nos hacen mejor servicio. 3) COMPRANDO SOLO LO QUE UNO NECESITA. Esto que parece tan obvio, sin embargo, es lo menos aplicado en tantos casos. Una vez escuché a una persona, que miraba unas hojas de propaganda, exclamar: “¡Dios mío, cuántas cosas no necesito!”

Por lo tanto, PROCLAMO que tenemos que comer y beber cuando tengamos hambre o sed, y no por mero convencionalismo social. PROCLAMO que no hay que hacer regalos, ningún tipo de regalo a no ser que se necesite realmente (muy pocos estaréis de acuerdo con esta aseveración). PROCLAMO QUE EL CRISTIANO HA DE VIVIR AUSTERAMENTE; solo con lo necesario. Dice S. Pablo: “Vivamos sobriamente” (1 Tes. 5, 6.8). “Teniendo qué comer y qué vestir, es suficiente” (1 Tim. 6, 8). Dice S. Pedro: “Vivid sobriamente” (1 Pe. 4, 7; 5, 8).

Recuerdo que una vez vino una niña de unos 8 años de Rusia a pasar un verano en España con una familia; los pañuelos de papel que usaba durante el día los lavaba por la noche y los tendía para que se secaran a fin de poder utilizarlos (¡los mismos!) al día siguiente. Tardó un tiempo en acostumbrarse a… que podía tirar los pañuelos de papel una vez usados. Recuerdo también que una familia lo estaba pasando mal económicamente hablando y tenía perspectivas de que su situación iba a mejorar, pues recibiría más dinero regularmente, y yo siempre les decía: “¡Atención! Debéis vivir siempre del mismo modo, tengáis más dinero o menos”; es decir, vivir en austeridad, que no es lo mismo que vivir en miseria.

            2) Ecología. Hace un tiempo el Papa Francisco ha publicado la encíclica “Laudato si”[1] sobre la ecología desde una perspectiva cristiana. Os recomiendo su lectura. Es obligación del cristiano proteger la Tierra y no desperdiciar sus recursos:

+ El cristiano reutiliza el papel y lo recicla. No compra mercancías que tengan demasiado papel innecesario (pienso en regalos de niños bien presentados con mucho plástico y papel que hay que tirar inmediatamente; pienso en la Telepizza que hay que tirar el envase; pienso en tantos ejemplos).

+ El cristiano procura gastar solo el agua que necesita, no dejando correr innecesariamente el agua del grifo mientras se enjabona al ducharse, o mientras enjabona los cacharros que friega.

+ El cristiano procura coger vehículos de motor cuando lo necesita, porque a veces cogemos el coche hasta para ir a la calle de enfrente.

+ El cristiano joven y/o que puede, físicamente hablando, procura no coger el ascensor y hacer pierna para no gastar luz innecesariamente.

+ El cristiano procura no dejar las luces encendidas innecesariamente, o la TV si no la ve, o la radio si no la oye, o el ordenador si no lo utiliza.

            + El cristiano procura no ensuciar el suelo con papeles, botellas, colillas…, en las calles de su pueblo o ciudad, o en las carreteras arrojando objetos, o en los prados y montes, cuando hace excursión. Recuerdo que hacia 1986 un emigrante de Taramundi que trabajaba en Suiza me contó el siguiente caso: estaba él en un parque de allá y compró un paquete de cigarrillos. Desenvolvió el paquete para coger un cigarrillo y tiró al suelo el plástico que lo envolvía y el trozo de papel plata que cubre los cigarrillos por dentro de la cajetilla. A dos metros de él estaba una señora con su hijo. El hijo tendría unos 4 ó 5 años. Al ver aquello que hizo el español, el niño, sin que la madre le dijera nada, se desprendió de la mano de su madre, se acercó al emigrante, se agachó y cogió lo que había tirado este y fue hasta una papelera, que estaba distante como unos cuatro metros, y allí depositó los desechos volviéndose después para con su madre. Me decía el emigrante que nunca más tiró nada al suelo, ni en Suiza ni en España… Os invito a pasear por Oviedo antiguo las mañanas (hacia las 7 u 8) de los sábados y de los domingos para que veáis la pocilga en que convertimos todos esto… Recuerdo también  que el último año que vino el Papa Juan Pablo II a España para encontrarse con los jóvenes, se reunieron unos 700.000 en Madrid y tenían miedo los servicios de seguridad de lo que pudiera pasar ante tanta avalancha de gente. Todo el mundo reconoció después que no había habido alteraciones del orden público, ni basura, sino que todo se desarrolló con mucho respeto y orden. Los vecinos y los policías y los barrenderos se hacían lenguas de los jóvenes cristianos. Al fin de semana siguiente hubo un concierto de música rock en Madrid y asistieron unos 70.000 jóvenes. Hubo muchos altercados, destrozos, basura, ruidos. Notemos la diferencia entre unos jóvenes y otros.

            PROSEGUIRÁ... 

[1] http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario