Hch. 10, 25-26.34-35.44-48; Sal. 97; 1 Jn. 4, 7-10; Jn. 15, 9-17
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Queridos hermanos:
El evangelio de hoy y también la segunda lectura nos hablan del amor. Además, el evangelio menciona en tres ocasiones la palabra “amigos”. Pues bien, hoy quisiera reflexionar en la homilía sobre una de las formas de amor entre los seres humanos: la AMISTAD.
¿Tenéis vosotros amigos? No hablo simplemente conocidos, sino personas a las que consideráis amigos de verdad. ¿Cuántos amigos tenéis? Hagamos ahora la pregunta desde la perspectiva del otro. ¿Alguien os considera realmente amigo suyo?
En el libro del Eclesiástico hay unos cuantos capítulos que tratan sobre la amistad. Fijaros lo que dicen: “Amigo fiel refugio seguro, el que lo encuentra, encuentra un tesoro; un amigo fiel no tiene precio ni se puede pagar su valor” (Eclo. 6, 14s). Realmente esto es así y lo saben quienes lo experimentan o lo han experimentado. En efecto, “aunque hayas empuñado la espada contra el amigo, no pierdas la esperanza, que aún hay remedio; aunque hayas abierto la boca contra el amigo, no temas, puedes reconciliarte [...] No me avergüenzo de saludar a un amigo ni me escondo de su vista” (Eclo. 22, 21-22.25). Sin embargo, la amistad hay que cuidarla y no podemos maltratarla o herirla, pues “el que descubre secretos destruye la confianza y no encontrará amigo íntimo [...] se puede vendar una herida, se puede remediar un insulto; el que revela un secreto no tiene esperanza” (Eclo. 27, 16-21). Asimismo el libro sagrado nos advierte contra las falsas amistades: “Hay amigos de un momento que no duran en tiempo de peligro; hay amigos que se vuelven enemigos y descubren tu pleito vergonzoso; hay amigos que acompañan en la mesa y no aparecen a la hora de la desgracia; cuando te va bien, están contigo; cuando te va mal, huyen de ti” (Eclo. 6, 8-11).
En el Antiguo Testamento se nos narra la historia de dos amigos: Jonatan y David. Jonatan, el hijo de Saúl (primer rey de Israel), quería a David como a sí mismo. Se nos dice en una ocasión que aquél se quitó el manto, la espada, la ropa, el arco, el cinturón y se lo dio a David (1 Sam. 18, 4). Jonatan quería a David con toda su alma (1 Sam. 20, 18). Saúl, que tenía miedo que David le quitara el reino, quiere meter cizaña en el corazón de su hijo Jonatan: lo insulta, lo quiere avergonzar y le dice que, mientras David esté vivo, ni él ni su reino estarán a salvo. Saúl le habla a Jonatan de la posibilidad de perder su vida, su riqueza y el poder, si continúa su relación con David. ¿Quién no hubiera temblado y dudado? Pero Jonatan sigue defendiendo a su amigo David, incluso ante su padre Saúl. Cuando se separan David y Jonatan lo hacen llorando. Este sabe que Dios ha elegido a David para ser rey y Jonatan está dispuesto a renunciar a todo, porque quiere ser fiel a Dios y a su amistad con David. Os aconsejo que leáis el capítulo 20 del libro primero de Samuel, en el Antiguo Testamento, y veréis cómo es una amistad auténtica, la cual no puede ser deshecha ni por la ira, ni por la riqueza, ni por la cizaña, ni por la intervención de las familias.
De igual modo contamos con el bello texto del amor de S. Pablo en la primera carta a los corintios y que se lee mucho en las bodas, pero que, por supuesto, también vale para ilustrar cómo debe de ser el amor y la relación entre los amigos. El verdadero amigo es paciente con los errores y defectos de su amigo; es amable con él y no se muestra grosero o irónico; no busca lo suyo y su interés, sino que busca el del amigo (como hacía Jonatan con David); no se irrita, ni lleva cuenta del mal, ni de los agravios, ni se los restriega por la cara una y otra vez; el verdadero amigo disculpa siempre, confía siempre, espera siempre, aguanta siempre.
De la misma manera Jesús nos habla de la amistad y nos muestra cómo debe de ser ésta. De hecho, San Pablo llama a Jesús “amigo de los hombres” (Tit. 3,4). En efecto, Jesús aparece en el evangelio como un verdadero amigo: con Lázaro y sus hermanas (Jn. 11) a los que quiere, por los que llora cuando mueren, a los que llama la atención como a Marta; con los apóstoles cuando dice que no les llama siervos, sino amigos ; cuando comparte con ellos sus secretos, como en el monte Tabor, o cuando los lleva consigo en Getsemaní, o cuando confía a su madre a uno de sus amigos.
Después de este breve repaso a algunos datos aportados por la Palabra de Dios, me atrevo a apuntar algunas características que ha de tener la verdadera amistad:
- La amistad es un tesoro, es un don y regalo de Dios y del otro.
- La amistad significa estar dispuesto a perder la vida por el otro, pues “amistad” viene de AMOR. Permitidme que os narre una historia que ilustra esta afirmación: “-Mi amigo no ha regresado del campo de batalla, señor. Solicito permiso para salir a buscarlo. -Permiso denegado, replicó el oficial.- No quiero que arriesgue usted su vida por un hombre que probablemente ha muerto. El soldado, haciendo caso omiso de la prohibición, salió y una hora más tarde regresó mortalmente herido, transportando el cadáver de su amigo. El oficial estaba furioso: ‘¡Ya le dije yo que había muerto¡ Ahora he perdido a dos hombres. Dígame, ¿merecía la pena salir allá para traer un cadáver?’ Y el soldado, moribundo, respondió: ‘¡Claro que sí, señor¡ Cuando lo encontré, todavía estaba vivo y pudo decirme: Jack... estaba seguro de que vendrías.’”
- El amigo respeta al otro y no trata de dominarlo, ni de imponerle sus ideas.
- Y es que la verdadera amistad se basa en la libertad. El amor es siempre en libertad: Libertad para decir las cosas, para escuchar, para callar…
- La verdadera amistad es fiel ante todo y ante todos. El amigo lo es para todas las ocasiones (para lo bueno y para lo malo) y ante todas las personas, por eso nunca se avergüenza del amigo, ni éste se avergüenza del otro. Existe una confianza total y este sentimiento es recíproco.
- Los amigos conocen todo lo del otro, pues no hay secretos entre ellos. En efecto, sus ilusiones, temores, dudas, anhelos, esperanzas, sucesos pasados y presentes…, todo es conocido por el amigo y esto de un modo mutuo.
- La amistad verdadera está a salvo de cizañas, y pasa por encima de la propia vida, de la riqueza, pues la amistad está entre lo más valioso que posee el hombre.
- La amistad debe ser cuidada y hemos de procurar no herirla. No obstante, somos humanos y fallamos, por eso el perdón tiene que estar siempre presente en toda amistad. Siempre herimos o somos heridos, y el perdón es bálsamo para renovar el amor entre los amigos.
Lo que digo sobre la amistad vale, con sus distinciones y peculiaridades propias, para cualquier tipo de relación humana: esposo-esposa, novio-novia, compañeros de trabajo, jefe-subordinado, párroco-feligrés, etc.
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Queridos hermanos:
El evangelio de hoy y también la segunda lectura nos hablan del amor. Además, el evangelio menciona en tres ocasiones la palabra “amigos”. Pues bien, hoy quisiera reflexionar en la homilía sobre una de las formas de amor entre los seres humanos: la AMISTAD.
¿Tenéis vosotros amigos? No hablo simplemente conocidos, sino personas a las que consideráis amigos de verdad. ¿Cuántos amigos tenéis? Hagamos ahora la pregunta desde la perspectiva del otro. ¿Alguien os considera realmente amigo suyo?
En el libro del Eclesiástico hay unos cuantos capítulos que tratan sobre la amistad. Fijaros lo que dicen: “Amigo fiel refugio seguro, el que lo encuentra, encuentra un tesoro; un amigo fiel no tiene precio ni se puede pagar su valor” (Eclo. 6, 14s). Realmente esto es así y lo saben quienes lo experimentan o lo han experimentado. En efecto, “aunque hayas empuñado la espada contra el amigo, no pierdas la esperanza, que aún hay remedio; aunque hayas abierto la boca contra el amigo, no temas, puedes reconciliarte [...] No me avergüenzo de saludar a un amigo ni me escondo de su vista” (Eclo. 22, 21-22.25). Sin embargo, la amistad hay que cuidarla y no podemos maltratarla o herirla, pues “el que descubre secretos destruye la confianza y no encontrará amigo íntimo [...] se puede vendar una herida, se puede remediar un insulto; el que revela un secreto no tiene esperanza” (Eclo. 27, 16-21). Asimismo el libro sagrado nos advierte contra las falsas amistades: “Hay amigos de un momento que no duran en tiempo de peligro; hay amigos que se vuelven enemigos y descubren tu pleito vergonzoso; hay amigos que acompañan en la mesa y no aparecen a la hora de la desgracia; cuando te va bien, están contigo; cuando te va mal, huyen de ti” (Eclo. 6, 8-11).
En el Antiguo Testamento se nos narra la historia de dos amigos: Jonatan y David. Jonatan, el hijo de Saúl (primer rey de Israel), quería a David como a sí mismo. Se nos dice en una ocasión que aquél se quitó el manto, la espada, la ropa, el arco, el cinturón y se lo dio a David (1 Sam. 18, 4). Jonatan quería a David con toda su alma (1 Sam. 20, 18). Saúl, que tenía miedo que David le quitara el reino, quiere meter cizaña en el corazón de su hijo Jonatan: lo insulta, lo quiere avergonzar y le dice que, mientras David esté vivo, ni él ni su reino estarán a salvo. Saúl le habla a Jonatan de la posibilidad de perder su vida, su riqueza y el poder, si continúa su relación con David. ¿Quién no hubiera temblado y dudado? Pero Jonatan sigue defendiendo a su amigo David, incluso ante su padre Saúl. Cuando se separan David y Jonatan lo hacen llorando. Este sabe que Dios ha elegido a David para ser rey y Jonatan está dispuesto a renunciar a todo, porque quiere ser fiel a Dios y a su amistad con David. Os aconsejo que leáis el capítulo 20 del libro primero de Samuel, en el Antiguo Testamento, y veréis cómo es una amistad auténtica, la cual no puede ser deshecha ni por la ira, ni por la riqueza, ni por la cizaña, ni por la intervención de las familias.
De igual modo contamos con el bello texto del amor de S. Pablo en la primera carta a los corintios y que se lee mucho en las bodas, pero que, por supuesto, también vale para ilustrar cómo debe de ser el amor y la relación entre los amigos. El verdadero amigo es paciente con los errores y defectos de su amigo; es amable con él y no se muestra grosero o irónico; no busca lo suyo y su interés, sino que busca el del amigo (como hacía Jonatan con David); no se irrita, ni lleva cuenta del mal, ni de los agravios, ni se los restriega por la cara una y otra vez; el verdadero amigo disculpa siempre, confía siempre, espera siempre, aguanta siempre.
De la misma manera Jesús nos habla de la amistad y nos muestra cómo debe de ser ésta. De hecho, San Pablo llama a Jesús “amigo de los hombres” (Tit. 3,4). En efecto, Jesús aparece en el evangelio como un verdadero amigo: con Lázaro y sus hermanas (Jn. 11) a los que quiere, por los que llora cuando mueren, a los que llama la atención como a Marta; con los apóstoles cuando dice que no les llama siervos, sino amigos ; cuando comparte con ellos sus secretos, como en el monte Tabor, o cuando los lleva consigo en Getsemaní, o cuando confía a su madre a uno de sus amigos.
Después de este breve repaso a algunos datos aportados por la Palabra de Dios, me atrevo a apuntar algunas características que ha de tener la verdadera amistad:
- La amistad es un tesoro, es un don y regalo de Dios y del otro.
- La amistad significa estar dispuesto a perder la vida por el otro, pues “amistad” viene de AMOR. Permitidme que os narre una historia que ilustra esta afirmación: “-Mi amigo no ha regresado del campo de batalla, señor. Solicito permiso para salir a buscarlo. -Permiso denegado, replicó el oficial.- No quiero que arriesgue usted su vida por un hombre que probablemente ha muerto. El soldado, haciendo caso omiso de la prohibición, salió y una hora más tarde regresó mortalmente herido, transportando el cadáver de su amigo. El oficial estaba furioso: ‘¡Ya le dije yo que había muerto¡ Ahora he perdido a dos hombres. Dígame, ¿merecía la pena salir allá para traer un cadáver?’ Y el soldado, moribundo, respondió: ‘¡Claro que sí, señor¡ Cuando lo encontré, todavía estaba vivo y pudo decirme: Jack... estaba seguro de que vendrías.’”
- El amigo respeta al otro y no trata de dominarlo, ni de imponerle sus ideas.
- Y es que la verdadera amistad se basa en la libertad. El amor es siempre en libertad: Libertad para decir las cosas, para escuchar, para callar…
- La verdadera amistad es fiel ante todo y ante todos. El amigo lo es para todas las ocasiones (para lo bueno y para lo malo) y ante todas las personas, por eso nunca se avergüenza del amigo, ni éste se avergüenza del otro. Existe una confianza total y este sentimiento es recíproco.
- Los amigos conocen todo lo del otro, pues no hay secretos entre ellos. En efecto, sus ilusiones, temores, dudas, anhelos, esperanzas, sucesos pasados y presentes…, todo es conocido por el amigo y esto de un modo mutuo.
- La amistad verdadera está a salvo de cizañas, y pasa por encima de la propia vida, de la riqueza, pues la amistad está entre lo más valioso que posee el hombre.
- La amistad debe ser cuidada y hemos de procurar no herirla. No obstante, somos humanos y fallamos, por eso el perdón tiene que estar siempre presente en toda amistad. Siempre herimos o somos heridos, y el perdón es bálsamo para renovar el amor entre los amigos.
Lo que digo sobre la amistad vale, con sus distinciones y peculiaridades propias, para cualquier tipo de relación humana: esposo-esposa, novio-novia, compañeros de trabajo, jefe-subordinado, párroco-feligrés, etc.
Querido Andrés y hermanos del blog¡¡¡
ResponderEliminarLa homilía de hoy sobre el verdadero significado de la amistad me ha recordado al descubrimiento que hice en su dia leyendo un libro de un santo varón llamado Maximiliano Kolbe.
Sí, el Padre Maximiliano es hijo de la Iglesia universal:
Otro gran franciscano que obedece al mandato de Jesus:" Id por todo el mundo y proclamad la Buen Nueva a toda la creación"(Mc 16-15).
Amaba a la Inmaculada, amaba a los hermanos y, por consiguiente, al mismo tiempo se sentía abrasado de ardor apostólico, por eso obediente al mandato de su Fundador, se esfuerza en anunciar el Evangelio a todos los hombres, a fin de que la palabra de Dios se difunda y glorifique (2 Tes 3,1) y el reino de Dios sea anunciado en toda la tierra.
Él que en el campo de concentración de Oswiecim fue señalado con el nº 16.670, no trató jamás a ningún hombre como a un nº anónimo. Joven religioso aún, postrado en el lecho por la tuberculosis en Zapkopane,se inclina con amor sobre un estudiante israelí para bautizarle; lo vemos inclinarse ante el carcelero de Oswiecim implorando la gracia de dar su vida por un hermano prisionero. Éste mártir moderno, ha dado su vida no sólo por Francisco Gajownizek, sino de modo muy particular por su familia.
"Soy sacerdote católico polaco- afirmó delante del esbirro- y quiero morir po aquél, pues tiene mujer e hijos..."
"Si con la ayuda de la Inmaculada pudiese socorrer a tal hermano y ayudarle a santificarse,daría con gusto mi vida por él".(conferencia,22-2-1938).
"En ésto hemos conocido la caridad: en que Él dió su vida por nosotros; y nosotros debemos dar nuestra vida por nuestros hermanos".
"Nadie tiene amor más grande que el que dá la vida por sus amigos"(Jn 15,13).
Ojalá como el P. Kolbe seamos capaces de dar no poniendo el liston tan alto como él, dando la vida misma por el otro,no.Sinó siendo capaces de dar aunque sea un poquito de nuestro tiempo por el otro...
Tenemos ejemplos de Santos, de nuestro querido Andrés, que nos dedica todos los fines de semana preparando las homilias para nosotros...
Todos podemos, si queremos..
Podemos escuchar un momento a la plasta de la vecina que nos llama a la puerta cuando estamos relajados en el sofá después de hacer nuestra faena porque hace dos años que se quedó viuda no tiene hijos, se siente sola y necesita desahogarse con alguien..
O tan sencillo como recoger la bolsa de la compra desparramada por suelo de una señora mayor que pasaba por la calle a nuestro lado...
En fin, tenemos que empezar a dar pequeños pasos si pretendemos, como Jesús quiere de todos nosotros,que corramos algún dia la maratón junto con el P. Kolbe y otros santos y como Nuestro Señor.
Ojalá así Dios quiera que sea.
Otra vez QUE BUENA homilía y que importante la amistad.Si siguiéramos las palabras de Jesús que bien andaría el mundo. Y a medida que pasan los años se acrecienta su importancia aún más. Saludos desde Argentina y que Dios te bendiga.
ResponderEliminarQue linda la homilia del dia de hoy .. me ha hecho pensar mucho .. y a la vez ponerme un poco triste ...Pues el año pasado creo que es la primera vez que senti el peso de una amistad que yo creia verdadera .. y solo era de mi parte .. Pues tube un año crudo .. y el dia que enterre a mi padre ¡¡ mis amigas o las que yo creia lo eran .. no se acercaron a darme u abrazo .. me senti tan sola .... por mas que estaba mi esposo... mis hijos .. yo creia que ellas con las cuales comparti tantas cosas estarian conmigo ..pero no fue asi y me dolio .. entonces entristeci .. y luego la calma llego a mi alma .. y me dije ¡¡¡ quizas ellas no sientan lo mismo que tu por ellas ... pues no es la primera vez que te fallan .. o mienten .. o esconden cosas .. entonces .. tomalas o dejalas .. pero no sufras mas por ello .... Creo que fue Dios quien hablo a mi corazon herido .. y aqui sigo con ellas en mi vida ..... se que cdo me necesiten alli estare .. como todos los dias ... lo triste es que se que cdo yo las necesite no estaran .... pero asi es la vida ..
ResponderEliminarUna verdadera amistad en esta epoca es difil ..pues el ritmo de vida que se lleva ha puesto a la gente indiferente ..... creo que el mundo avanzo en la Soledad ¡¡¡ y sobre todo en la soledad de espiritu... ya no se es capaz de dar un minuto del tiempo por otro ...
Es mi deseo que esto cambie .. y tomemos de ejemplo ... al soldado que tu Andres contabas .. o el del Padre Maximiliano ¡¡¡ Jesus estaria mas que feliz con ello y el alma de las personas llenas de gozo
Feliz semana amigos ¡¡¡
Si, efectivamente el que tiene un amigo de verdad tiene un tesoro. También se nos dice que amigos de verdad hay muy pocos.
ResponderEliminarPara mí la amistad es algo tan serio, como no fallar, como estar a total disposición, estar ahí simplemente, al otro lado, pero ESTAR; no es fácil muchas veces, también los amigos, nos pueden hacer sufrir o decepcionar, aunque la amistad verdadera es una perla preciosa, hay que cuidarla con esmero para que brille siempre.
Hay una frase que me hace mucho bien, dónde hay AMOR éstá Dios. Hoy ante esta preciosa homilía, me acuerdo de los enemigos, y esa frase me ayuda a olvidarme de las " faenas ", que me hayan podido hacer.
Gracias D. Andrés por hablarnos de la amistad, en toda su amplitud. Me hace mucho bien, aunque me cuesta entender algunos matices todavía.
Un abrazo para todos los hermanos del blog.
¡¡Dificil de encontrar este maravilloso Amor-amistad que nos describe el evangelio y la homilía de hoy!
ResponderEliminarSiempre me gustó este texto tan bonito sobre la amistad entre David y Jonatán; al releer hace un momento el capítulo 20, me he quedado con el último versículo de éste, cuando ambos amigos han de separarse con gran pena:"que el Señor esté siempre entre Tu y Yo.", se desean. Esa amistad será eterna, aunque no se vean fisicamente. Creo que ésta es la única razón que puede mantener esa amistad que la Palabra de Dios nos plantea hoy. De otra forma veo tan dificil ese amor-amistad..Cuántas veces he compartido, que hay mas unión entre personas del mismo credo ó Fe, que incluso con lazos de sangre ó familiares.
Muchas veces acudo en busca de definiciones a la página www.ideasrapidas.org en internet (de los Claretianos) y en lo referente al Amor encuentro:
"¿Cómo se reconoce el amor mayor?
En primer lugar ama más quien desea un bien mayor al otro.
También hay mayor amor cuando se busca un bien al otro a costa de mayor esfuerzo personal. ("Nadie tiene más amor que quien da la vida por sus amigos").
El mayor sacrificio es dar la propia vida, y el mayor bien es el cielo. Por tanto nos ama más quien nos consigue el cielo ofreciendo su vida a cambio. Muriendo en la Cruz."
Como dice Yolanda también creo que hay muchas formas de "dar la vida",..los padres en el transcurso de una vida sacrificada, inculcando una Fe - sin saber siquiera en qué medida prenderá en los hijos- que es el mayor bien hacia el que podamos guiarles. Sin dudar que dar nuestro tiempo físico a otro es una forma generosa de darnos, también mediante nuestras palabras, cuando éstas son Voz, que permite que la Palabra(de Dios) sea escuchada por el otro y actue en él. Al darle el mayor bien que tenemos le demostramos una amistad verdadera. Y en la misma línea está ese "hablarle a Dios de alguien", por quien tenemos cariño ó quien tiene dificultades. ¿No es acaso nuestro mayor bien esa oración por un amigo? ¿no es decirle que le amamos ante quien todo lo puede?
Gracia a esta profunda homilía podremos esta semana revisar despacio el Himno del Amor, de San Pablo a los Corintios, que solemos escuchar en bodas y...ahí se queda.Cuánto matices nos presenta el Padre Andrés hoy: el respeto, la libertad,la fidelidad, la confianza plena, el perdón, los cuidados que requiere el Amor en todas sus dimensiones..
Gracias, Amigos del Blog, porque entre todos hacemos posible:"que el Señor esté siempre entre nosotros.", y es Él quien nos une en Amistad.
Querido padre Andrés y demás amigos del Bloc. Hoy escuchando la Homilía me doy cuenta de que gracias a Dios tengo amigos, los tengo porque El me los ha puesto en el camino, el carecer de amistad sé lo que es, por eso se que ahora los tengo, porque sé que están enamorados de mí y yo de ellos, y desde el Bloc le quiero dar gracias a Dios, y a mis Amigos, y que el Señor nos permita seguir siempre unidos como si fuéramos una misma persona.
ResponderEliminarSaludos, José
¡DE COLORES!
Francamente hermosa la homilía sobre la amistad.
ResponderEliminarLo cierto es poco se puede añadir, porque ya lo has dicho todo, y muy
bién expresado, por cierto.
Yo también opino que el tener un "amigo de verdad" es el mayor
tesoro que el señor nos ha podido regalar. Por eso considero que no es fácil encontrarlo, mas bién te llega cuando menos te lo esperas, o
cuando el Señor considera que realmente lo necesitas.
Desde luego, yo tengo la certeza de que mi mejor amigo, es
Jesucristo. Él siempre está a mi lado en lo bueno y en lo malo, cuando me acerco y cuando me alejo. Él no lleva cuenta de mis pecados, sino que siempre encuentra el bálsamo, para curar mis "heridas". Creo que ademas soy francamente afortunada, porque Él ha querido ponerme o regalarme amigos, que son imagen suya, en su actuar conmigo. Sinceramente yo no los merezco, pero ahí están, desde luego son poquitos, porque lo bueno no abunda, pero si tengo, ¿cuántos? acaso sean tres, si tres, parecen muy pocos verdad? es que ya digo la auténtica amistad escasea.
Puedo contaros un ejemplo de una de estas amigas. Ella conoció en su momento, que yo tengo problemas psiquicos, que me hacen pasarlo muy
mal en ocasiones, su reación fué la siguiente: Si te encuentras mal,
sea la hora que sea, aunque ocurra en medio de la noche, por favor,
prométeme que me llamas, yo acudiré rapidamente, me sentaré sobre tu cama, hablaré depacito contigo cogeré tu mano y esperaré hasta que te duermas, y te vea totalmente tranquila.
Cada dia me llama para interesarse por mi estado, siempre dispuesta a
hacer lo que sea por facilitarme las cosas, nunca pide nada, ni impone nada, solo se interesa por lo que a mi me pueda agradar.
Otra verdadera amistad, también siempre cercana, que también conoce
todas mis circustancias, lo bueno y malo que hay en mi, teniendo en
cuenta que hay mas de esto último que de bondad; jamás he oído un
reproche, solo palabras de ánimo; como decirme mucho has sufrido en la vida, y has estado sola. Fué en lo único que se fijó.
Son detalles maravillosos que me demuestran que debo de estar muy
agradecida, pués yo no creo que merezca esto. Así que desde luego rezo cada dia a ese Amigo especial, que pone tanto amor entre las personas.
Muchas gracias una vez mas Andrés, porque cada día iluminas nuestra vida, y nos haces valorar todo aquello que el Señor nos regala.
Queridos hermanos, que Él haga crecer la verdadera amistad basada en el amor, entre nosotros. "En esto conoceran todos que sois discípulos mios, en que os amais unos a otros"
BENDITO SEA DIOS
chony
Querida Any:Yo he tenido experiencias parecidas a la tuyas sobre la amistad; lo que nos cuenta Chony, es un grandísimo regalo como ella misma reconoce y ciertamente es Dios el único que,cómo sólo Él sabe hacerlo, actua como un bálsamo sobre nuestras heridas. Unas veces somos nosotros los que no hemos sabido honrar la amistad y otras el otro/a quien no ha acertado. El tiempo ayuda y luego esa otra oportunidad que nos da siempre el Señor, de poner a nuestro lado un angel, ó un Blog ó aquello que Él sabe lo mejor para nosotros, que quizás sea tenerle Sólo a Él. Estemos atentos a ese amigo que nos envíe..es Don de nuestro Dios y Él actuara.
ResponderEliminar¡Ah!, de momento seguimos dándole la "vara" a nuestro querido Padre Andrés, ¿no te parece? Él nos va orientando a la voluntad de Dios, que es lo que realmente nos importa.
un abrazo,
Pepitina