miércoles, 17 de marzo de 2021

Domingo V de Cuaresma (B)

21-3-2021                              DOMINGO V CUARESMA (B)

Jr. 31, 31-34; Sal. 50; Hb. 5,7-9; Jn. 12, 20-33

Homilía de vídeo

Homilía de audio

Queridos hermanos:

La homilía de hoy la titularé “de la vida y de la muerte”.

Estamos ya cerca de la Semana Santa. Se acerca la hora de la muerte de Jesús. Él mismo nos lo dice en el Evangelio que acabamos de escuchar: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto”. Por lo tanto, para que el grano de trigo dé fruto, dé vida, tiene que morir. Porque, si no muere, no puede dar fruto. Jesucristo murió en la cruz, y, muriendo, nos dio vida, porque nos dio el perdón de nuestros pecados. Además, Jesús no murió solamente cuando lo hizo en la cruz. No. Desde que nació Jesús fue muriendo al irse entregando cada día a los hombres, sus hermanos. Cuando comenzó a anunciar el evangelio de su Padre Dios, dejó a su madre en manos de sus tíos y primos. Este abandonar a su madre fue muerte para Él. Así, al morir a lo que más quería, a sus comodidades, a sus seguridades…, iba muriendo a sí mismo, y de este modo su muerte producía vida en nosotros: con sus milagros, con sus curaciones, con sus palabras llenas de Dios. Y esta es la idea central que quiero predicaros en el día de hoy: HAY VIVOS QUE DAN MUERTE Y HAY MUERTOS QUE DAN VIDA.

* Primera parte: HAY VIVOS QUE DAN MUERTE.

Hace unos años en Túnez unos terroristas entraron en un museo y mataron a 18 turistas. Entre estos turistas estaban un matrimonio de españoles que acababan de celebrar el 50 aniversario de sus bodas. A mí se me ocurrió pensar que hacía pocos días que, seguramente, habían celebrado en una parroquia una Misa de agradecimiento, habían renovado las promesas matrimoniales, habían ido después con sus hijos, y nietos, y hermanos, y sobrinos… a un restaurante a comer, habían, a los postres, recibido algunos regalos. Y seguramente a uno de los hijos de este matrimonio se le ocurrió regalarles un viaje en un crucero por el Mediterráneo, ya que sus padres habrían salido poco de casa; además, ellos siempre se habían sacrificado por sus hijos, y nunca habrían tenido esta experiencia de un crucero. Pues ahora merecían disfrutar un poco. Ahora, por causa de ese viaje, este matrimonio está muerto y ese hijo lleno de remordimientos por su maldita idea de regalarles ese estúpido viaje. ‘Por mi mala cabeza, por mi mala ocurrencia, ahora papá y mamá están muertos. Y es culpa mía’.  Por lo tanto, estos  terroristas han logrado matar a este matrimonio, pero también han logrado que ese hijo esté lleno de remordimiento todo lo que le quede de vida. Es verdad que le dirán: ‘Pero quién lo iba a saber’. Es verdad que le dirán: ‘Pero si tú lo hacías con buena intención’. Pero eso no consolará a este hijo. Por lo tanto, hay vivos que dan muerte. Hay vivos que dan muerte, pero no solo con metralletas o cuchillos, sino que también hay vivos que dan muerte de otros modos y maneras.

Asimismo supe hace un tiempo que en Linares (Jaén) la policía arrestó a dos chicas, de unos quince años. A estas chicas se les ocurrió que, para divertirse, era una buena idea meterse con una compañera de su clase: la pegaron, la insultaron. Aquella cría cayó en una depresión tremenda; no quería volver al colegio. Los padres cambiaron a su hija de colegio, pero las dos chicas la volvieron a localizar por las redes sociales y empezaron a acosarla. Finalmente, los padres de la cría acosada denunciaron la situación a la policía. Y esta detuvo a las dos chicas. Al investigar, la policía descubrió que este acoso no lo habían hecho solamente con la cría, sino con otras chicas del colegio. La cría acosada necesitó ayuda psicológica, y esta herida que le han causado le quedará para toda la vida[1]. Sí, podemos matar con metralletas, pero también podemos matar con la lengua, con nuestros actos.

Lo mismo sucede en tantos matrimonios, en los que él o ella machacan a su cónyuge cuando le dicen repetidamente: “Tú no vales, tú no sabes…”. Eso es matar sin metralleta, pero matar… Por eso, hay vivos que, cuando mueren, la gente queda a gusto, cuando desaparecen, la gente queda en paz. Es terrible esto.

* Pero también, como decía al principio, HAY MUERTOS QUE DAN VIDA.

Por ejemplo, Jesucristo. Tantas personas me han dicho que tienen tantos problemas, y que se los cuentan a Jesús y salen confortados y fortalecidos. Jesús, que está muerto (eso dicen algunos) da vida.

O también un policía en Pakistán. En una iglesia católica había amenazas de bomba y por eso pusieron a un policía a la entrada para evitar los atentados islamistas. Pues día este policía vio, mientras se desarrollaba una Misa, que un hombre quería entrar y tenía un abrigo un poco ancho. El policía le paró y el hombre del abrigo, al verse descubierto, accionó la bomba que llevaba adosada al cuerpo. Logró matar a 14 personas, entre ella al policía. Si este, viéndolo venir, se hubiera echado un poco para atrás, a él no lo hubiera matado y se hubiera librado. El terrorista hubiera matado a muchos más dentro del templo, pero a él no. Se hubiera librado de la muerte. Por lo tanto, la muerte de este policía fue vida para otras personas, para muchas personas. Sí, hay gente que da su vida y salva a otros.

Otro ejemplo, ahora mismo en Oviedo hay una mujer que fue diagnosticada con fibromialgia. El médico le ha dicho que tiene que tomar una determinada medicación y que tiene que guarda reposo absoluto. Por ir, no podría ir ni al servicio. Tendría que hacer sus necesidades en la misma cama. Pero es que esta mujer tiene una hija de siete años y esta madre tiene que levantarse todos los días, de lunes a viernes, a las 7 de la mañana para levantar a su hija, asear a su hija, vestir a su hija, dar el desayuno a su hija y llevarla hasta el colegio. Me dice ella que, cuando vuelve del colegio para su casa, tiene que ir sujetándose en las paredes porque ya casi ni se puede sostener de pie. ‘La gente piensa que estoy borracha, y llego como puedo a casa. Las escaleras a veces las subo a gatas y me meto en la cama y estoy allí el resto de la mañana. Cuando un día el médico lo supo, me echó una bronca. ¿Pero qué voy a hacer? ¿Estar metida en casa y que me hija pierda un curso tras otro? No tengo familia aquí en Oviedo, no tengo conocidos. Mi marido sale muy temprano a trabajar’. Esta mujer está perdiendo su salud y su vida por su hija.

 Por eso digo que HAY VIVOS QUE DAN MUERTE Y HAY MUERTOS QUE DAN VIDA. 

- Termino: Los que estamos ahora mismo aquí, en esta iglesia de san Lázaro del Camino, ¿somos de los que damos muerte a los que nos rodean con nuestras vidas? O. ¿somos de los que damos vida a los que nos rodean con nuestro morir diario? O, por decirlo con las palabras de Jesús ¿somos de los que caemos en tierra y quedamos infecundos? O, ¿somos de los que caemos en tierra, morimos y damos fruto? A mí no tenéis que contestarme. Contestad a Ese de ahí, a Jesús, que ha muerto por nosotros y ha dado su vida por nosotros.

Si somos de estos últimos, es decir, si seguimos el ejemplo de Jesús, entonces se cumplirá en nosotros el evangelio de hoy: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto”.


[1] Hace poco leía que Paula Usero, actriz de mucho éxito en la actualidad, está recibiendo muchas cartas de mucha gente. Incluso de compañeras de su colegio que buscan ahora un acercamiento, y son aquellas que la acosaron cuando iba a la escuela.  https://www.elconfidencial.com/espana/2021-02-27/entrevista-actriz-paula-usero-acoso-colegio_2970336/: “Imagina entrar en una clase, que todo el mundo se gire para mirarte y luego se rían… pero en segundo de la ESO noté que se superaban los límites, me rayaron la mochila para joderme. Puede parecer absurdo, pero para mí ese detalle fue pura agresividad. Ese día llegué a casa hecha una mierda y le pedí a mi madre no volver, pero me obligó a hacerlo y con la misma mochila. Mis padres no eran conscientes de lo que estaba pasando. Recuerdo a una compañera acercarse a mí con gesto amable y decirme en voz baja: “A las cinco te estarán esperando veinte gitanas para pegarte en la puerta”. Y se iba. ¿Cómo te quedas? Yo bajaba a la portería y no podía llamar a mis padres a que vinieran a por mí porque no tenía dinero. En este entorno crecí”.

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