miércoles, 3 de abril de 2019

Domingo V de Cuaresma (C)


7-4-2019                                 DOMINGO V CUARESMA (C)
Queridos hermanos:
            Estamos hoy en el último domingo de cuaresma, pues el próximo domingo será ya el de Ramos. Tenemos que aprovechar este tiempo que nos queda de cuaresma para profundizar en su significado. Este tiempo nos recuerda, entre otras cosas, los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto para prepararse a predicar. Este tiempo nos debe de servir para prepararnos para vivir la Semana Santa que se acerca.
            ¿Qué vamos a hacer en Semana Santa? (Descansar, ir al pueblo, vacaciones de la escuela, ver la tele, viajar...). Y desde el punto de vista religioso, ¿qué cosas podemos hacer? Podemos elegir ir a alguna de las procesiones de Tapia de Casariego y del contorno. Pero, ¿sería bastante para que Jesús estuviera contento con nosotros? NO. Porque eso puede ser simplemente como ver un espectáculo. Podemos asistir a las celebraciones en donde nos encontremos por la Semana Santa. Pero tampoco nos podemos conformar con ir a procesiones o con ir también (mucho mejor) a los cultos de la Semana Santa. Hace falta algo más. Tenemos que hacer algo que nos afecte a nuestro interior. Jesús en las lecturas de hoy nos muestra alguna de estas cosas que podemos hacer:
- Dice san Pablo en la 2ª lectura: “Todo lo estimo pérdida, comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él”. Esto quiere decir que las cosas que nos dé la vida pueden ser muy importantes y buenas, pero al lado de Jesús se quedan muy pequeñas.
Hay unas palabras muy fuertes de Jesús que dicen: “¿De qué te sirve ganar el mundo entero si pierdes tu alma?” Pablo perdió amigos, trabajo, fama, salud y, finalmente, la vida por Jesús. Solo quien encuentra realmente a Jesús se da cuenta de que todo lo demás queda muy corto ante Él.
Un poco más adelante dice san Pablo: “No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo”. A veces podemos tener la tentación de pensar que ya hemos hecho todo lo que debíamos en el camino de Jesús. Yo soy cura, no me hace falta más. Yo vengo a Misa, no me hace falta más. Yo no robo ni mato, ya no me hace falta más. No basta con esto: Hay que seguir corriendo como Pablo, siempre hay que seguir esforzándose. Porque uno se matricule en la escuela, en el instituto o en la universidad y compre los libros y vaya a clase, no quiere decir que ya ha sacado el curso o la carrera. Porque uno se case, no quiere decir que ya está todo hecho. Porque uno haya aprobado las oposiciones, no está todo hecho… Hay que seguir esforzándose.
- ¿Preferimos ser juzgados ante un tribunal humano o ante Dios? Tribunal humano: Fijaros en el evangelio de hoy: los fariseos no hacían más que echar en cara y escupir los pecados de la adúltera. Dicen que la sorprendieron en adulterio. Pero, ¿cómo en adulterio? ¿No había nadie más con ella? Para decir que estaba en adulterio, debía de estar con un hombre ¿Por qué no cogieron al hombre y lo acusaron? Acusan a la adúltera y la condenan a morir apedreada. El tribunal humano condena de mala manera y con odio a la mujer, autora de adulterio, y absuelve y deja marchar sin acusación al hombre, autor también de adulterio.
Veamos ahora el tribunal de Dios. Sin embargo, Jesús hace que las personas, en este caso los fariseos, dejen de mirar únicamente a la mujer y se miren también a sí mismos: “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”. Y desde los más viejos, todos se fueron escabullendo. ¿Por qué empezando por los más viejos? Porque… “cuanto más viejo, más pellejo”. Todo el mundo que reflexiona seriamente se da cuenta de que bastante tiene con ver lo suyo. Recuerdo una mujer que criticaba por todo el pueblo, porque a la hija de la vecina la dejaron embarazada de soltera, y luego sus hijas salieron peor aún.
Dice Jesús a la mujer: “Tampoco yo te condeno, mujer. Vete y no peques más.” Ante nuestros pecados, Jesús no adopta una actitud de condena, de mandarnos al infierno. Pero eso no quiere decir que no se entera de lo malo que hacemos; ni tampoco quiere decir que lo malo que hacemos no sea importante. Cristo distingue entre el pecado y el pecador. Cristo ama al pecador y rechaza el pecado. Cristo quiere la conversión del pecador y eso buscó y procuró en aquella mujer.

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