jueves, 6 de febrero de 2014

Domingo V del Tiempo Ordinario (A)



9-2-14                            DOMINGO V TIEMPO ORDINARIO (A)

Homilía en vídeo. HAY QUE PINCHAR EN EL ENLACE ANTERIOR PARA VER EL VIDEO. Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
            En la homilía de hoy quisiera hablar sobre dos puntos o ideas:
            1) Al terminar el evangelio de hoy, dice Jesús: Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo (Mt. 5, 16). Sin embargo, esta frase parece estar en contradicción con otras que poco más adelante dice el mismo Jesús: “Tened cuidado de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibiréis ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Os aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mt. 6, 1-4).
            Estos dos mensajes de Jesús parecen ser contradictorios entre sí. ¿En qué quedamos: en que nuestras buenas obras las tienen que ver los hombres o en que no debe saber nuestra mano izquierda lo que hace la derecha, y en que no debemos practicar las obras buenas para que las vean los demás? Repito que parece opuesta una afirmación a la otra, pero esta contradicción pienso que se puede resolver con aquel dicho del profeta Jeremías, que copió San Pablo y que dice así: “El que se gloríe, que se gloríe en el Señor (1 Co. 1, 31). A ver si logro explicarlo:
- En efecto, en la primera frase del evangelio de hoy se dice muy claramente que nuestras buenas obras tienen que servir para que los hombres den gloria a Dios y no a nosotros. ¿Por qué si las obras buenas las hacemos nosotros tienen que servir para que los hombres den gloria a Dios), Pues porque esas buenas obras no proceden originariamente de nosotros, sino de Dios en nosotros. El miércoles recibí un correo electrónico de unos amigos de Gijón y al despedirse decían así: Un abrazo muy fuerte y siempre, siempre unidos por la Fe que nos ha regalado El Señor. Sí, la fe que hay en nosotros, la compasión que hay en nosotros, la solidaridad que hay en nosotros, el perdón que hay en nosotros, el amor que hay en nosotros…, está en nosotros, pero NOS LO HA REGALADO DIOS. Son dones de Dios, regalos de Dios, carismas de Dios. Nunca me cansaré de decir esto. Por eso, la gloria de las buenas obras que hacemos hay que dársela a Dios y no podemos reclamarla para nosotros.
- Desde esta perspectiva podemos y debemos entender lo que Jesús dice en el capítulo sexto de San Mateo: no podemos permitirnos apropiarnos ni buscar recompensa por lo bueno que hagamos. Hemos de hacer del bien, y ello con una doble finalidad: para beneficio de los hombres y para que los hombres que reciben esas buenas obras alaben a Dios, que es de quien procede todo bien.
- Además, también el hombre que obra el bien debe alabar a Dios, pues sabe que eso bueno que está haciendo procede primeramente y sobre todo de Dios que le da esa noble intención de tener misericordia de sus hermanos. Por eso, el profeta Jeremías y San Pablo dicen al que obra el bien y a los que reciben ese bien: a todos: “El que se gloríe, que se gloríe en el Señor; o sea, alabemos todos a Dios y no le robemos su gloria[1].
            2) Celebramos este fin de semana la Campaña contra el Hambre. El lema de este año es el siguiente: “Un mundo nuevo, proyecto común”.
En la campaña del Domund os leía la experiencia de Alejandro, un diácono asturiano que estuvo unos meses en Benín, un país africano. Dice él que recibió allí mucho más de lo que entregó. Y esto es lo que nos propone esta Campaña contra el Hambre: no es simplemente que nos pidan dinero y que nosotros lo demos; es que nos ofrecen la posibilidad de que recibamos mucho más de lo que queramos dar. La persona que da, que comparte y que se solidariza con otros hombres y mujeres, con ancianos y niños, con africanos, asiáticos, americanos…, esa persona se hace mejor: se hace más humano, se hace mejor cristiano, se hace mejor persona, se hace menos egoísta, se hace más comprensivo, su corazón se le vuelve más blando y sensible… Ya lo dice la primera lectura del profeta Isaías que acabamos de escuchar: Cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía. ¿Queremos ser mejores personas? Demos. ¿Queremos ser mejores cristianos? Compartamos. ¿Queremos tener un corazón de carne en vez de un corazón de piedra? Suframos con los que sufren, riamos con los que ríen y ayudemos con nuestros bienes materiales a quienes lo necesitan.
Se nos dice desde la organización de mujeres católicas de Manos Unidas, que es responsable de esta campaña, que toda aportación, por muy pequeña que sea, cuenta. En efecto, con 1 € se paga el tratamiento contra la malaria de un niño; con 3 € se paga una prueba de detección de SIDA en la India; con 12 € se paga la alimentación de un niño durante un mes; con 30 € se paga la escuela de un niño durante un año entero; con 67 € se compra una máquina de coser en la India y así un grupo de mujeres pueden mantener a sus familias; con 500 € se paga una cisterna de agua, que abastece a una población pequeña; con 2.500 € se construye un aula para 50 niños en diversos países de África; con 3.800 € se construye un molino de maíz para una cooperativa de 20 mujeres, y así pueden trabajar y sostener a sus familias y ayudan a alimentar a muchas familias de su entorno.
Pero desde hace años, Manos Unidas ya no trabaja poniendo todos los donativos en un montón, sino que Manos Unidas recibe peticiones o proyectos de todas las partes del mundo. Manos Unidas los estudia y los adjudica a grupos para que los financien. De hecho, en este año 2014 se nos propone a los arciprestazgos del Acebo, del Eo y de Villaoril, es decir, desde Vegadeo hasta poco más allá de Luarca y desde de Castropol a Cerredo y Degaña pasando por Tineo, Cangas del Narcea e Ibias, digo que se nos propone que financiemos un proyecto en el norte de la India: una unidad de cuidados intensivos de un hospital diocesano. Se comprarían camas, desfibriladores, monitores de vigilancia, ventiladores, bombas de infusión… Todo ello cuesta 117.948 €. ¡A ver si somos capaces entre todas las parroquias de los tres arciprestazgos de sacar ese dinero![2] En la zona en donde está el hospital la inmensa mayoría pertenece a las castas más bajas de la India, los que trabajan ganan 0,48 € al día y eso obliga a que los niños también trabajen. Hay grandes inundaciones que arrasan sus cosechas. La gente vive del campo. Hay muchas muertes infantiles: el 15 %. Sí, un gran número de niños muere en la primera semana de vida debido a la malnutrición de las madres.
En el hospital diocesano se atienden a unos 350 pacientes diariamente, la mayoría de las castas más bajas y sin recursos. Al no tener cuidados intensivos, miles de pacientes no pueden ser atendidos a lo largo del año y tienen que desplazarse a otras ciudades para ello. Muchos mueren por el camino, otros ni siquiera pueden costearse el transporte. La UCI que se pretende construir contaría con 15 camas y se podía atender a unas 6.000 personas al año. El responsable del proyecto es un sacerdote diocesano, el cual escribe así: “Estamos muy agradecidos a Manos Unidas y a las personas del occidente de Asturias, ya que sin su ayuda no podríamos llevar a cabo el proyecto. Ustedes han demostrado que somos UNO en el Señor, que trabajamos juntos y que preservamos el orgullo y la dignidad de todos los hombres. Con su generoso apoyo podremos ayudar a muchas de las personas y familias de esta zona, no solamente en lo que se refiere a la atención médica, sino también para que lleven una vida digna. Les agradecemos su aportación, ya que se está promoviendo la conversión de nuestros sueños en realidad. Su generosa ayuda ha llegado al corazón de muchos pobres y necesitados, y nos anima a seguir trabajando en la construcción de un mundo mejor donde vivir”.

[1] Un caso clarísimo en la Biblia de un hombre que quería apropiarse de cualquier modo de la gloria de Dios y que quería hacer obras grandes, pero no para que la gente alabara a Dios, sino a sí mismo, es el caso de Simeón: “Desde hacía un tiempo, vivía en esa ciudad un hombre llamado Simón, el cual con sus artes mágicas tenía deslumbrados a los samaritanos y pretendía ser un gran personaje. Todos, desde el más pequeño al más grande, lo seguían y decían: ‘Este hombre es la Fuerza de Dios, esa que es llamada Grande’. Y lo seguían, porque desde hacía tiempo los tenía seducidos con su magia. Pero cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba la Buena Noticia del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo, todos, hombres y mujeres, se hicieron bautizar. Simón también creyó y, una vez bautizado, no se separaba de Felipe. Al ver los signos y los grandes prodigios que se realizaban, él no salía de su asombro. Cuando los Apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que los samaritanos habían recibido la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos, al llegar, oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo. Porque todavía no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente estaban bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo. Al ver que por la imposición de las manos de los Apóstoles se confería el Espíritu Santo, Simón les ofreció dinero, diciéndoles: ‘Les ruego que me den ese poder a mí también, para que aquel a quien yo imponga las manos reciba el Espíritu Santo’. Pedro le contestó: ‘Maldito sea tu dinero y tú mismo, Porque has creído que el don de Dios se compra con dinero. Tú no tendrás ninguna participación en ese poder, porque tu corazón no es recto a los ojos de Dios. Arrepiéntete de tu maldad y ora al Señor: quizá él te perdone este mal deseo de tu corazón, porque veo que estás sumido en la amargura de la hiel y envuelto en los lazos de la iniquidad’” (Hch. 8, 9-23).
[2] El año pasado el proyecto de los tres arciprestazgos fue la construcción de un albergue rural en Mali (África) para dar educación a 80 chicas, entregarles un futuro y sacarlas de los peligros a que estaban sometidas. El costo de este proyecto era de 101.917 € y… se lograron con la ayuda de todos.

4 comentarios:

  1. Buenos días ! ... Al terminar de leer homilia ... Más la nterior ... Sólo me queda ponerme en manos de Dios o sea del prójimo ... Salir de abajo de la cama y dar ..... Dar ....ese es el sentimiento qu más has generado ..dar en silencio pero con el corazón ..porque es El Señor actúa o en mi .. Eso lo sentí cuando cuidaba a una prima que tenía cáncer .... Así murieron este jueves 9bomberos en argentina dando la vida por los demás ...mTengo pido una oración por ellos y sus familias ....
    Gracias Andrés ...... Me pones una vez más en funcionamiento ..... Pido al Señor los ayude a recaudar lo necesario .... Un abrazo

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  2. Se dice también en el Kempis: “El que tiene verdadera y perfecta caridad en ninguna cosa se busca a sí mismo, sino que busca que Dios sea glorificado en todas”. La compasión, la solidaridad, el amor, el perdón.., son dones que recibimos de Dios. Cuando los sentimos en nosotros es Jesús quien nos mueve. Estemos atentos, no los dejemos pasar y compartamos con los demás. Recibimos mucho más: luz y mediodía en medio de oscuridad y tinieblas, beneficio para los hombres, alabanza a Dios; cuando realizamos estas cosas se alejan los miedos, los pensamientos oscuros. D. Andrés nos acerca a las misiones como si estuviésemos allí mismo en esta campaña admirable organizada por las mujeres católicas de Manos Unidas.

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  3. Es mi propia vivencia y experiencia. Al dar me he sentido libre, contento. Yo pensaba que la libertad consistía en hacer lo que quería, pero es sentirte liberado, antes, sin darme cuenta, era esclavo del dinero, del sentirme importante. Al dar te sientes libre, y tu tendencia es ayudar al prójimo, y así te sientes más cercano al Dios que te ama. Esa es la verdadera felicidad. El mundo y el demonio nos está engañando continuamente, y nos esclaviza. Repito, esa es mi experiencia. El desprenderse de cosas materiales es costoso, pero si confiamos en el Señor, y damos el paso, la recompensa es grande, al recibir el ciento por uno.
    Gracias Andrés por hacerme presente estas cosas, que tengo guardadas en mi corazón.

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  4. El cuento de la vieja cebollera, nos enseña claramente lo que el Señor desea de nosotros.
    Posiblemente muchos tengamos experiencias de Dios en nuestra vida fantásticas, y también puede suceder que busquemos la intimidad con El Señor, para que siga dándonos y hablándonos, de tal manera que nuestro corazón se ensanche mas y mas; pero podemos caer en la tentación de pensar que todo eso es una riqueza para nuestro goce, para ir guardándola y tener ese tesoro únicamente para nosotros; para recrearnos en ellos, y llegar a pensar que somos mas afortunados porque mas hemos recibido.
    Pues bien, todo esto no es posible si no tenemos también esa intimidad con nuestros semejantes, y compartimos con ellos todo lo que el Señor nos ha regalado. Nuestro tiempo, nuestros bienes, nuestro cariño, nuestra ayuda, etc. etc.
    No se puede decir que amo a Dios, si no nos preocupamos del resto de sus hijos, ya que todos somos hermanos.
    Si así podemos actuar, con la ayuda del E. S. entonces sí se podrá cumplir la palabra que hoy se ha proclamado: "Vosotros sois la sal de la tierra" y "Vosotros sois la luz del mundo". Todos sabemos que unos granitos de sal, hacen mucho mas sabrosa una comida, al igual que, en medio de la oscuridad, una pequeña luz, nos ayuda a encontrar el camino.
    Que el Señor nos conceda ser generosos con los dones que recibimos, y no nos quepa la menor duda de que recibiremos mucho mas.
    Que el Señor nos conceda el no decir nunca, esto es mío, y no lo reparto con nadie, no vaya a ser que lleguemos a aislarnos con nuestras "riquezas", y estas nos lleven a perder lo mas valioso.
    Gracias Andrés, tu si recibirás el ciento por uno, porque bien sabes repartir todo aquello que el Señor te ha dado. Que El te bendiga.
    Que gran alegría el poder dar, cuando el Señor te cura de tu egoísmo, y te lleva a pensar en tantísimos hermanos que no tienen absolutamente nada, y sientes en tu interior una fuerza especial que te empuja al desprendimiento, a paliar un poquito, tanta miseria e injusticia.
    BENDITO SEA DIOS.

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