jueves, 16 de mayo de 2013

Domingo de Pentecostés (C)



19-5-2013                               PENTECOSTES (C)

Homilía del Domingo de Pentecostés (C) from gerardoperezdiaz on GodTube.

Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:
            Cuando rezamos el Credo decimos que creemos en Dios Padre, en el Hijo (Jesucristo) y en el Espíritu Santo. En el día de hoy: domingo de Pentecostés, celebramos la venida del Espíritu Santo a los apóstoles y, a través de ellos, a toda la Iglesia.
            Es muy poco lo que se habla del Espíritu Santo y ¡tanto lo que se puede decir de Él! Hoy profundizaremos un poco en este misterio del que depende nuestra vida de fe. En la segunda lectura nos dice San Pablo que “nadie puede decir ‘Jesús es Señor’, si no es bajo la acción del Espíritu Santo”. Parece una tontería, pues todos podemos decir: ‘Jesús es Señor’, pero San Pablo no se refiere únicamente a mencionarlo o expresarlo con nuestros labios, sino sobre todo a decirlo con todo nuestro ser. O sea, lo que quiere decir San Pablo es que nadie puede creer en Jesús como Dios y como Señor, sino es porque el Espíritu Santo nos da la fe para decirlo, para creerlo y para vivirlo.
            Supongo que habréis oído hablar de los dones que uno recibe con el Espíritu Santo. Cuando los apóstoles estaban reunidos en el día de Pentecostés, varias lenguas de fuego se posaron sobre ellos. En esas lenguas de fuego recibían el Espíritu Santo y sus dones. Estos permiten a los cristianos secundar con facilidad las mociones del propio Espíritu Santo al modo divino. Por lo tanto, los dones del Espíritu son infundidos por Dios. El creyente no podría adquirir los dones por sus propias fuerzas, ya que estos transcienden infinitamente todo el orden puramente natural. Los dones los poseen en algún grado todas las almas en gracia, y son incompatibles con el pecado mortal. Con estos dones el Espíritu Santo rige y gobierna inmediatamente nuestra vida sobrenatural. Ya no es la razón humana la que manda y gobierna; es el Espíritu Santo mismo, quien actúa como motor y causa principal única de nuestros actos virtuosos, poniendo en movimiento todo el organismo de nuestra vida sobrenatural hasta llevarlo a su pleno desarrollo.
Y ahora vamos a hablar de los dones que el Espíritu nos otorga. Ya sabéis que son siete:
- Don de sabiduría. La sabiduría es la luz que se recibe de lo alto: es una participación especial en ese conocimiento misterioso, que es propio de Dios. Este conocimiento está impregnado por la caridad, gracias al cual el alma adquiere familiaridad con las cosas divinas y gusta ya en la tierra de ellas. Con este don se es capaz de juzgar las cosas, los acontecimientos y las personas según la medida de Dios. Por otra parte, con esta sabiduría se sabe en cada momento lo que se tiene que hacer para agradar a Dios,
- Don de entendimiento o de inteligencia. Es una gracia del Espíritu Santo para comprender la Palabra de Dios y profundizar las verdades reveladas. La palabra "inteligencia" deriva del latín intus legere, que significa "leer dentro", penetrar, comprender a fondo. Esta inteligencia sobrenatural se da, no sólo a cada uno, sino también a la comunidad: a los Pastores y a los fieles, que de este modo poseen el sentido de la fe.
- Don de consejo. Ilumina la conciencia en las opciones que la vida diaria le impone, sugiriéndole lo que es lícito, lo que conviene más al alma. El Espíritu de Dios enriquece y perfecciona la virtud de la prudencia y guía al alma desde dentro, iluminándola sobre lo que debe hacer, especialmente cuando se trata de opciones importantes (por ejemplo, de dar respuesta a la vocación), o de un camino que recorrer entre dificultades y obstáculos.
- Don de fortaleza. Es la fuerza sobrenatural que Dios nos otorga para obrar valerosamente lo que Dios quiere de nosotros, y sobrellevar las contrariedades de la vida. Para resistir las instigaciones de las pasiones internas y las presiones del ambiente, y nos ayuda a superar los miedos, la cobardía, la rutina y el cansancio.
En nuestro tiempo muchos ensalzan la fuerza física, llegando incluso a aprobar las manifestaciones extremas de la violencia. Este don de la fortaleza encuentra poco espacio en una sociedad en la que está difundida la práctica, tanto del ceder y del acomodarse como la del atropello y la dureza en las relaciones económicas, sociales y políticas. La timidez y la agresividad son dos formas de falta de fortaleza que, a menudo, se encuentran en el comportamiento humano, con la consiguiente repetición del entristecedor espectáculo de quien es débil y servil con los poderosos, pero prepotente con los indefensos. El don de la fortaleza es un impulso sobrenatural, que da vigor al alma no solo en momentos dramáticos como el del martirio, sino también en las habituales condiciones de dificultad: en la lucha por permanecer coherentes con los propios principios; en el soportar ofensas y ataques injustos; en la perseverancia valiente, incluso entre incomprensiones y hostilidades, en el camino de la verdad y de la honradez.
- Don de ciencia. Nos da a conocer el verdadero valor de las criaturas en su relación con el Creador. El hombre contemporáneo, en virtud del desarrollo de las ciencias, corre el riesgo de absolutizar las cosas de este mundo y casi de divinizarlas hasta hacer de ellas el fin supremo de su misma vida. Esto ocurre sobre todo cuando se trata de las riquezas, del placer, del poder que precisamente se pueden derivar de las cosas materiales. Estos son los ídolos principales, ante los que el mundo se postra demasiado a menudo. Gracias al don de ciencia, el hombre no estima las criaturas más de lo que valen y no pone en ellas, sino en Dios, el fin de su propia vida. Así logra ver las cosas como manifestaciones verdaderas y reales, aunque limitadas, de la verdad, de la belleza, del amor infinito que es Dios, y como consecuencia, se siente impulsado a traducir este descubrimiento en alabanza, cantos, oración, acción de gracias. Además, el hombre con este don descubre la infinita distancia que separa a las cosas del Creador, su intrínseca limitación.
- Don de piedad. Este don sana nuestro corazón de todo tipo de dureza y lo abre a la ternura para con Dios como Padre y para con los hermanos como hijos del mismo Padre. La ternura, como actitud sinceramente filial para con Dios, se expresa en la oración y nos da una profunda confianza en Dios. La ternura, como apertura auténticamente fraterna hacia el prójimo, se manifiesta en la mansedumbre. Así se da en el creyente una nueva capacidad de amor hacia los hermanos, haciendo su corazón de alguna manera participe de la misma mansedumbre del Corazón de Cristo. Por esto el cristiano se siente impulsado a tratar a los demás con la amabilidad propia de una relación fraterna. El don de la piedad, además, extingue en el corazón aquellos focos de tensión y de división como son la amargura, la cólera, la impaciencia, y lo alimenta con sentimientos de comprensión, de tolerancia, de perdón.
- Don de temor de Dios. Se trata del temor a ofender a Dios y humildemente reconociendo nuestra debilidad. El creyente se preocupa de no disgustar a Dios, de "permanecer" y de crecer en la caridad. El creyente se presenta y se pone ante Dios con el «espíritu contrito» y con el «corazón humillado». Este temor no excluye el miedo que nace de la conciencia de las culpas cometidas y de la perspectiva del castigo divino, pero la suaviza con la fe en la misericordia divina y con la certeza de la solicitud paterna de Dios que quiere la salvación eterna de todos.
¡Ven, oh Santo Espíritu, y concédenos tus siete dones, ahora y por siempre! AMEN

7 comentarios:

  1. Ciertamente estas palabras de San Pablo:“nadie puede decir ‘Jesús es Señor’, si no es bajo la acción del Espíritu Santo”, se hacen realidad en mi en muchas ocasiones, siendo motivo de un gran gozo. Hemos escuchado también decir al P. Andrés, que "es el Espíritu Santo el que ora en nosotros", no nosotros con nuestro esfuerzo- este sólo colabora en docilidad para recibirle- y lo tengo vivido, comprobado, cuando en cualquier actividad que esté durante el día, de pronto surge de mi corazón un "¡cuánto te amo, Señor!" o un " te amo, Jesús" o alguna frase parecida, que yo no he preparado, ni siquiera buscado e incluso a mi me sorprende. También cuando al despertar sale de mi corazón, ese: "Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores"; probablemente porque me quedé dormida con la misma oración. Es la presencia del Espíritu que ora en mi, es un saber que Jesús está cumpliendo sus promesas y nos ha enviado su Santo Espíritu, es un volver a escuchar: Yo estoy contigo hoy y siempre. Es un gozo, fruto del Espíritu y que no tiene nada que ver con la alegría que me ofrece el mundo.
    La Ascensión de Jesús,nos dejó un misión:continuar la Misión de Jesús;y para poder dar pequeños pasitos en ésta necesitamos estos Dones del Espíritu. Por sus Frutos -frutos de Su Santo Espíritu- conoceremos si es el Espíritu quien actua en nosotros...
    Buena semana amigos.

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  2. Estimado P. Andrés

    El Evangelio está lleno de personas que piden y reciben, buscan y encuentran, llaman y se las abre la puerta.
    Pido, la presencia de Dios en mi vida. Que el Espirítu Santo me conceda sus dones, que sea una gran luz que hace al alma verse delante de Dios y darse cuenta de todos sus movimientos interiores.
    Dios nos pide ser sencillos en nuestra fe. Debemos ser pobres que dependen totalmente del Espíritu Santo.

    Un abrazo fraterno.

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  3. Como siempre nos tienes acostumbrados ....tu homilía es estupenda ....gracias ! Sólo me queda decir ....!Ven Espíritu Santo ven .....
    Buena semana .......

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  4. Estimado P. Andrés

    El Evangelio está lleno de personas que piden y reciben, buscan y encuentran, llaman y se las abre la puerta.
    Pido, la presencia de Dios en mi vida. Que el Espirítu Santo me conceda sus dones, que sea una gran luz que hace al alma verse delante de Dios y darse cuenta de todos sus movimientos interiores.
    Dios nos pide ser sencillos en nuestra fe. Debemos ser pobres que dependen totalmente del Espíritu Santo.

    Un abrazo fraterno.

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  5. El Espíritu Santo, tercera persona de la Santísima Trinidad; Dios igual que el Padre y el Hijo, y en verdad parece que no se le menciona con demasiada frecuencia, cuando es El en realidad quien actúa en la iglesia y en cada uno de nosotros, tras subir Jesús al Cielo.
    El es quien sostiene la iglesia y la defiende contra tantos ataques del maligno, El es quién está en cada uno de nosotros, ayudándonos en nuestras pequeñas y grandes cosas de la vida cotidiana; porque no olvidemos que, cuando estamos en nuestras tareas y trabajos, el Espíritu no se queda en casa, sigue a nuestro lado, y siempre siempre protegiéndonos, aconsejándonos, llevándonos de la mano, y susurrandonos al oído, cual ha de ser nuestra forma de actuar. Está siempre en las cosas pequeñas, en los pequeños detalles, como nos dice Pepitina, y yo sostengo. Además es cierto que te das cuenta de que es El quién pone en tu corazón, buenos deseos, amor al prójimo, palabras de cariño hacia El, etc.
    Voy a contaros una pequeña experiencia que me ocurrió ayer. Andaba yo un tanto indecisa entre dos posturas que se me presentaban, y no sabía muy bien cual sería la mejor, o la que el Señor prefería; sumida en estos pensamientos de pronto suena el teléfono, estaba en casa de casualidad, era una buena amiga, muy mayor, que se encontraba angustiada porque había salido de casa, y olvidó las llaves dentro.
    Pienso que el Espíritu resolvió mi dilema, y contesto a mis dudas. Tengo un juego de llaves de casa de esta señora, así que, aunque distante de mi domicilio, el Espíritu me llevó hasta la iglesia en que se encontraba, esperé a que terminara la misa, y la acompañé a su casa; afortunadamente, no estaban puestas en la cerradura sus llaves, y pudimos entrar con normalidad.
    Bien podeis pensar que ha sido una casualidad, pero ocurre que infinidad de veces, llamamos casualidades a la intervención del Espíritu Santo.
    Yo lo vi claro; por eso de mis labios y de mi corazón salió un, gracias Espíritu Santo, ya se lo que querías.
    Siempre me hago el propósito de ser breve, pero me pongo a escribir, y parece que los dedos van solos, y tantas cosas acuden a mi mente, que me gustaría exponer.
    Ahora se que, esta persona de la Santísima Trinidad, está muy presente en mi vida, y acudo a ella con frecuencia; tambien cuando hago estos comentarios; que si os soy sincera, cuando los leo, no me parece posible que hayan salido de mi, Alguien me dicta las palabras.
    Quiero felicitar a Pepitina en estos momentos en que, el Señor le está concediendo tantas alegrías. Enhorabuena amiga, disfruta de esa familia que el Señor te regaló.
    Andrés muchas gracias.
    Que el Espíritu descienda sobre todos vosotros, o mejor nosotros; ya que como dice la escritura, el Espíritu llegó cuando estaban juntos en oración, junto con la Virgen María.
    BENDITO SEA DIOS

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  6. Estimado P. Andrés


    Ayer, después de asistir a la Eucaristia y celebrar con todos vosotros la fiesta de Pentecostés en la Peña, por cierto, preciosa la homilía que el Pater nos detallo con tanta ternura. Sin el Espititu Santo nada somos, sin Él no podemos hacer ningún acto de Amor.
    Paso a explicaros como actuó el Espíritu Santo en mi, tenia tres actos importantes a los que acudir no sabia por cual decidirme, decidí ir al hospital, tengo una tia ingresada, cuándo llegue me quede de piedra, vi , la muerte en su cara, después de estar un rato a su lado y llorar a escondidas, pase a la acción, llamar al Capellán. Estaba clara mi decisión, pasarme la tarde en el hospital a su lado, sin poder hacer nada, acariciarla y rezar.
    Perdonar, por está exposición del día de ayer. Que el Espíritu Santo nos regale sus luces y su fuerza y, sobre todo, nos haga fieles testigos de Jesucristo, nuestro Señor.

    Un abrazo fraterno y mi cariño

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  7. ¿Quién de nosotros no se a visto alguna vez ante un conflicto de conciencia,esa clase de dilema en el que nos vemos precipitados a dejarnos llevar por el criterio del mejor camino?Personalmente en los últimos años he tenido que enfrentar sola a este conflicto por cuestiones de fe y siempre los he resuelto de la misma forma_invocando al Espíritu Santo.Escojo un lugar de recogimiento y hago oración de la manera más humilde y sincera de la que puedo ser capaz,no me guardo nada(ni de lo bueno ,ni de lo malo)simplemente oro con toda la verdad que siento dentro y le pido discernimiento para escoger el mejor un camino y no combertirme por miedo en un ser ni frió ni caliente,si no que ya a hecho su elección ,de la manera que no sea aquella que yo prefiera,si no la que él me muestre que es la más correcta,con signos tangibles, y que me de a su vez una verdadera apertura de corazón para poder verlos y no ser confundida_¡y Dios mio,funciona!Siempre lo hace, siempre me pone en el mejor camino,aunque ello signifique desagradar a unos por defender a otros,pero me siento libre y con la conciencia limpia,por que en mi interior se que esas certezas no vienen de mi,ni de mi entendimiento modelado por mis circunstancias y mi entorno,si no de una verdad más pura que actúa en nuestro interior,solo tenemos que llamarla y confiar.
    Eso es todo hermanos,pidamos y se nos dará,confiemos y no seremos cegados,Dios os bendiga a todos.Un fuerte abrazo.C.

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