10-3-2013 DOMINGO IV CUARESMA (C)
Homilía Domingo IV Cuaresma (C) from gerardoperezdiaz on GodTube.
Homilía de audio en MP3
Queridos
hermanos:
Hace unos años un sacerdote de una
parroquia rural asturiana, pero cercana a Galicia (se habla por allí una lengua
parecida al gallego), explicaba a los niños del catecismo la parábola del hijo
pródigo. Después de la explicación pertinente, el sacerdote ya mandó recoger y
dio la indicación de que podían marcharse todos para casa. En ese momento uno
de los niños más pequeños levantó la mano y preguntó. ‘¿Pero qué fue de los
‘gochinos’? (que significa cerdos). La carcajada fue general.
Aprovechando esta pregunta del niño
quisiera fijarme hoy, al comentar este evangelio, en los personajes de segunda
fila del texto leído. Es decir, en la inmensa mayoría de las ocasiones que se
habla de esta parábola se explican cosas sobre el hijo pródigo, y/o sobre el
padre, y/o sobre el hermano mayor, pero no se habla de los ‘actores
secundarios’. Por eso, pregunto y me pregunto: ¿Qué fue de los ‘amigotes’ con
los que el hijo pródigo derrochó su fortuna? ¿Qué fue de las ‘malas mujeres’
con las que el hijo pródigo estuvo cuando derrochaba su fortuna? ¿Qué fue del
habitante de aquel país que dio trabajo al hijo pródigo? ¿Qué fue de los
cerdos? ¿Qué fue de los jornaleros del padre que tenían pan en abundancia? ¿Qué
fue de los criados del padre que vistieron al hijo pródigo? ¿Qué fue del
ternero cebado? ¿Qué fue de los que tocaban y bailaban en la fiesta organizada
por el padre? ¿Qué fue del mozo que explicó al hermano mayor la causa de la
fiesta? ¿Qué fue de los amigos del hermano mayor?
1) ¿Qué fue de los ‘amigotes’ y de las ‘malas mujeres’ con los que el hijo
pródigo derrochó su fortuna? Muy fácil: Compartieron las juergas con el
hijo pequeño hasta que se acabó el dinero, después de desplumar a éste y de
dejarlo tirado, se fueron a buscar a otro incauto. Ya lo decía el Antiguo
Testamento en su libro del Eclesiástico: “Hay amigos que acompañan en la
mesa y no aparecen a la hora de la desgracia; cuando te va bien, están contigo;
cuando te va mal, huyen de ti” (Eclo. 6, 10-11).
En tantas ocasiones nos hemos rodeado o, en la actualidad,
nos rodeamos de estas personas: ellos halagan nuestros oídos, nos cizañan
contra los que nos quieren bien, no nos dicen la verdad y, cuando las cosas van
mal, ‘si te vi, no me acuerdo’. Pero, en otras ocasiones, nosotros mismos hemos
podido ser como esas personas que hemos acompañado a otros sólo en la mesa y en
las fiestas, y nos hemos ‘evaporado’ en las desgracias y en las pruebas. Sí, en
muchas ocasiones hemos podido fallar y, de hecho, fallamos a personas que
confiaban en nosotros.
2) ¿Qué fue de los amigos del hermano mayor? Los amigos del hermano
mayor acompañaron a éste y le sirvieron en tantas ocasiones para desahogar.
Este hermano mayor era cumplidor y obediente con su padre, mientras que,
seguramente, el otro hermano era vago, impertinente con su padre y estaba
siempre exigiendo que sus caprichos fuesen satisfechos. Los amigos del hermano
mayor le escucharon, cuando éste se quejaba del comportamiento de su hermano
pequeño, e igualmente lo oyeron cuando se marchó. Sí, el hermano mayor desahogó
su rabia y frustración con estos amigos, cuando su hermano pequeño se llevó la
mitad de la hacienda: una hacienda que él no había ayudado a acrecentar.
También estos amigos escucharon al hermano mayor, cuando estaba con su padre,
ya los dos solos, y murmuraba contra su progenitor. Estos amigos le escucharon,
y le permitieron que se desahogara. Quizás en sus palabras estos amigos ahondaron
esa herida y le dieron más razones para estar en contra de su padre: echaron
más sal a la herida. Estos amigos quizás no trataron de reconciliar al padre y
a este hijo mayor, y no le aconsejaron que se sincerara con su padre para que
éste le diera todas las explicaciones o simplemente para que dialogaran. Por
eso, el hijo mayor le espetó a su padre aquel veneno que llevaba dentro desde
hacía tanto tiempo: “Mira: en tantos años
como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un
cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo
que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”.
En ocasiones, podemos estar rodeados
de amigos que no nos hacen ningún bien, pues cizañan nuestra relación con
nuestras familias, o con nuestros entornos laborales, o con nuestras amistades.
En otras ocasiones, podemos ser uno de esos ‘amigos’ que sólo envenenamos las
relaciones de los que nos rodean y parecemos unos ‘profetas de desgracias’.
3) ¿Qué fue del habitante de aquel país que dio trabajo al hijo pródigo y
que no le permitió comer de las algarrobas de los cerdos? Este hombre,
probablemente, siguió con sus negocios. Este hombre fue ajeno al drama que se
estaba desarrollando ante sus narices y en sus propiedades. Este hombre sólo
buscaba la productividad y el crecimiento de sus ganancias. Lo demás no le
interesaba. Dio trabajo al hijo pródigo y procuró exprimirle al máximo. Cuando
este chico se marchó de regreso a la casa de su padre, no lo sintió, pues ‘a
rey muerto, rey puesto’. Otro incauto, otro infeliz ocupó el puesto para ser
exprimido.
En tantas ocasiones, tantos dramas
se desarrollan a nuestro lado: entre nuestros familiares, entre nuestros
vecinos, entre nuestros compañeros de trabajo… y nosotros podemos estar
completamente ajenos a ello. Nosotros estamos a lo nuestro. Eso no nos afecta.
Ése no es nuestro problema. En otras ocasiones, podemos ser nosotros mismos los
actores principales de ese drama y experimentamos la indiferencia de los que
pasan a nuestro lado, de los que están con nosotros. Y vivimos esos dramas en
medio de la soledad más espantosa. Sólo Dios nos acompaña y sólo Dios es
testigo de ello.
4) ¿Qué fue de los jornaleros y de los criados del padre? Ellos
siguieron trabajando, viviendo y comiendo en la hacienda. Siguió sin faltarles
pan que llevarse a la boca. Nadie iba a negarles, mientras viviera el padre, el
alimento, ni el jornal o sueldo, ni la justa dignidad que todo hombre merece.
Ellos siguieron sin comprender el por qué de la actuación de un padre que
reparte su herencia con un hijo vago, inmaduro, caprichoso y egoísta. Siguieron
sin comprender el por qué de un padre que acoge otra vez a su hijo pequeño y lo
trata como tal…, en vez de echarlo a palos o de ponerle a trabajar como un mozo
más de la hacienda. Siguieron sin comprender el por qué de un hijo mayor que
escupe toda su rabia contra un padre tan bueno. Y quizás unos tomaron partido
por el hijo pequeño (decían: era muy jovial y simpático) y en contra del
hermano mayor (decían: era un cascarrabias). Otros quizás tomaron partido por
el hermano mayor (decían: era un hombre serio, cumplidor y responsable) en
contra del hijo pequeño (decían: era un irresponsable y un egoísta).
Finalmente, otros envidiaron no tener un padre como éste: atento a los dos
hijos: a uno de una manera y a otro de otra.
¿En cuál de estas posturas nos vemos
nosotros más reflejados?
5) El qué fue de los cerdos (como preguntaba el niño) y de los otros actores secundarios de la
parábola ya os lo dejo para vosotros: para vuestra oración y para vuestra
reflexión.
Eso no vale!! El Pater, nos deja la pregunta mas dificil a nosotros. Porque no nos cabe duda de que todos tenemos un papel que representar en el mundo y Dios cuenta con que desde ese lugar como actores,demos fruto abundante y lo hagamos lo mejor posible. Hasta los cerdos, tienen su lugar....
ResponderEliminarBuena semana amigos y muy reflexiva...
La historia me parece muy bonita ya que el hermano menor gasta todo el dinero, pero, al final se arrepiente y el padre le perdona. Esto me parece muy tierno. Aunque el hermano mayor siente envidia porque a su hermano le organizaron una fiesta y al tener envidia, eso a mí, me parece que está mal. En resumen, me ha gustado mucho la parábola. Un beso de José Ángel.
ResponderEliminar¡¡¡SAVIA NUEVA CON JOSÉ ÁNGEL!! BIENVENIDO A NUESTRO BLOG AMIGO, JOSÉ ÁNGEL.
ResponderEliminar¡Qué suerte para ti, poder tener este medio para hacer crecer tu fe compartiéndola con este Grupo!! y cuánto ganamos nosotros con tu comentario joven e ilusionado. Ojalá te animes a seguir cada semana compartiendo con nosotros. Seguro que Andrés está emocionado por tu beso de despedida.
Buena semana amigos.
Hace unas semanas que por disponer de poco tiempo no comparto con vosotros el comentario, pero hoy me animó hacerlo, con su precioso e inesperado comentario José Ángel. Dices que te gustó mucho la historia, a mi también me encantó la tuya, ¡bien venido a nuestros hogares! nos ha alegrado tu presencia y buen hacer, muchas gracias y adelante.
ResponderEliminarEn cuanto a la homilía de hoy Andrés, me ha sorprendido muy gratamente la manera de enfocarla y desarrollarla, nunca la había visto esta parábola desde ese punto de vista, me encanta. Es muy enriquecedora, una catequesis muy completa , para hacer una reflexión con calma en todos y cada uno de los puntos que expones, nos puede aportar mucha luz en nuestro caminar por la vida.
En la celebración dominical nosotros tenemos la oportunidad de ponernos humanamente ante Dios y esperar su abrazo de padre bueno y misericordioso. Es fácil avanzar por el comino de la Cuaresma cuando se tiene la convicción de que tenemos un Dios “lento a la cólera, rico en piedad”. “Contempladlo y quedaréis radiantes”, nos ha dicho el salmo.
Un abrazo para todos y os deseo una buena semana.
Me has dejado en ascuas .. como dice Pepitina pues no vale ¡¡¡ que buena tu homilia .. me has hecho pensar y mucho todos somos actores en este baile de la vida .. con nuestras responsabilidades y nuestra libertad para actuar.... esta historia del hijo prodigo de niña no la entendia .. la empece a comprobar mejor al ser madre..... enseñándoles que la envidia y celos entre hermanos no debe existir .. y que el hijo que va o sigue el mal camino al volver ... es el que va ser recibido con bombos y platillos pues la alegria es enrome y el perodn infinito ...Buena semana hermanos ¡¡¡¡¡ Que Dios los bendiga
ResponderEliminarBonita homilía, que me está haciendo pensar mucho sobre la amistad.
ResponderEliminarA veces llamamos amigo a cualquiera.
Otras veces, somos nosotros los que no estamos a la altura.
Desde hoy, me esforzaré por mejorar como persona y como amiga. No quiero pertenecer al grupo de los "amigotes", las "malas mujeres", y los "gochinos".
Un abrazo.
ResponderEliminarQuiero dar la bienvenida a José Ángel porque gracias a la pregunta de un niño -¿qué fue de los gochinos? -salió esta homilía que a mí me ha venido fenomenal.
Así que, ¡bienvenido José Ángel.
La parábola del hijo pródigo siempre me ha producido bastante resquemor pues siempre vi desproporcionado el trato que le da el padre al hijo “travieso” al que recibe el hijo “obediente”, pero, como dice José Ángel, no es bueno tener envidia y algo de eso debía de ver yo en relación a los hermanos. Debo confesar que, tantas veces como oí este Evangelio tantas veces como salí de la Iglesia diciendo “vale, vale, pero….”.
Siempre había un pero.
Pasados los años conseguí reconciliarme con el hijo pródigo una vez que me hicieron ver que el fondo del asunto era, no tanto la vuelta del hijo al redil, como la misericordia del padre que no había tenido nada de aquello en cuenta y sólo valora que ese hijo, perdido para siempre, había vuelto a casa. Sin más. Sin pedirle cuentas del por qué.
Confieso que por fin he llegado a aceptar todo el texto sin excepciones, ahora sí me veo integrada en el argumento, sí me reconozco y no en uno de los personajes sino que puedo ser muchos de ellos, puedo ser esa amiga que quita hierro a las cosas o, por el contrario, puedo ser la que enciende la chispa y llega a enconar mucho más la situación.
Así que, gracias Andrés por darme luz y explicar el Evangelio con alegría y viendo a Dios, también, entre los gochinos.
Un abrazo para cada un@
Comparto con vosotros dos puntos de esta Parábola: uno de ellos sobre "el novillo cebado" que escuché por primera vez en un Grupo parroquial en el que compartimos las Lecturas de los Domingos y el otro unas palabras del Papa Emérito Benedicto.
ResponderEliminar"Traed al novillo cebado, matadlo y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío había muerte y ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado. Y comenzaron la fiesta". En la imagen del padre que ordena un banquete de fiesta por el hijo que ha vuelto a la vida, reconozcamos a Dios Padre que nos ha amado tanto"hasta dar a Su Hijo, para que todo aquel ue crea en Él no muera, sino que tenga vida eterna" (Jn 3,16). En el "novillo cebado" inmolado, podemos reconocer a Cristo, el Cordero de Dios que sufre como víctima de expiación para rescatarnos del pecado. ¿Participo en el banquete eucarístico con sentimientos de gratitud por este amor infinito de Dios que se nos da en su amado hijo, crucificado y resucitado?"
(Benedicto XVI 14 marzo 2010)
"En la parábola, los dos hijos se comportan de manera opuesta: el menor se va y cae siempre cada vez mas bajo, mientras que el mayor se ueda en casa, epro él también tiene una relación inmadura con el Padre; es más, se enfada y no uiere volver a casa. Los dos hijos representan los dos modos inmaduros de relacionarse con Dios: la rebelión y una obediencia infantil. Ambas forma se superan a través de la experiencia de la Misericordia. Sólo experimentando el perdón, reconociendo que somos amados con un amor gratuito, más grande que nuestsra miseria y que nuestra justicia, entramos en una relación verdaderamente filial y libre con Dios."
Son distintas aportaciones que pueden ayudarnos en la reflexión.
Si encuentro algo sobre los cerdos lo compartiría...
En primer lugar quiero darle la bienvenida a este muchachito, Jose Angel, que bien que se una a este grupo, sin duda nos aportará a enriquecernos.
ResponderEliminarDesde luego nunca me había planteado este enfoque del evangelio que hoy se proclama. Puedo verme reflejada en el hijo pequeño, así como en su hermano mayor, incluso el Señor me ha permitido "hacer" el personaje del padre bueno, pero el resto del reparto siempre me pasó desapercibido.
Yo hoy, voy a fijarme en el papel de los cerditos, ¿que misión tienen en esta representación? se me viene a la cabeza la idea de que, han sido los encargados de hacerle ver al muchacho, la porquería de su vida, y que gracias a que ellos están allí, ha encontrado una pequeña forma de ganarse la vida, aunque bastante desagradable, así que es precisamente mientras les cuida, cuando decide regresar a la casa de su padre, arrepentido y humillado.
Es una pedagogía que el Señor ha de emplear muchas veces, para hacer que nos paremos y pensemos en nuestra situación, y en el lugar en que nos encontraríamos felices; recibiendo amor, y todo lo necesario.
Andrés, muchas gracias, tu si que sabes exprimir hasta la última gota, la Palabra de Dios. Hay que ver cuantos matices puede llegar a tener.
Queridos hermanos, seguimos caminando hacia la Pascua, que el Señor nos permita prepararnos y estar dispuestos a resucitar con El.
BENDITO SEA DIOS
El Evangelio del hijo pródigo, del padre generoso y del hermano envidioso, es uno de los que más me gustan.- Yo también pienso "nos gochíos", como aquellos a los que abandona el pastor, o se escapan a su cuidado.- Estoy leyendo a Isaías y ¡ cuánto gochín abandona o abandonamos la casa del Padre!
ResponderEliminarEstoy con Pepita,nos deja la parte más dificil.Y al igual que Chony,tambien me veo reflejada en los distintos personaje;tanto principales como secundarios,queriendo y sin querer,inconscientemente o a sabiendas,Y aunque no me siento orgullosa de ninguna de mis faltas, mentiría si dijera que me arrepiento de todas.No soy perfecta;y lo digo sin humildad ninguna,pues soy consciente de que tampoco es que me esfuerce mucho por lo contrario,más bien mis esfuerzos suelen ir encaminados aceptarme tal como soy,(con mis defectos y virtudes )y aceptar a los demás de igual manera.Pero hay una pregunta pronunciada por usted en la homilia, que me retumba en la cabeza desde entonces_¿Valoro yo al padre?_Y cada vez que me la cuestiono,solo soy capaz de exclamar la misma plegaria_¡¡Padre perdóname!!.
ResponderEliminarLa verdad es que ha hecho que me sienta muy pequeña,la coja por donde la coja la respuesta se convierte en una necesidad de pedir perdon.
Un abrazo para todxs y feliz semana_Bienvenido Jose Angel
Acabo de escuchar la homilía, y he de decir que me ha gustado mas aún.
ResponderEliminarSiempre me pareció muy hermosa esta parábola, pero soy tan torpe que no iba mas allá que, ver la grandeza del amor en el Padre. El, que sale cada día a escudriñar el horizonte, a ver si su hijo regresa, El, que le espera con los brazos abiertos, y el corazón anhelante y deseoso de abrazarle, y tenerle en casa de nuevo.
También disculpaba la actitud del hijo mayor, pues visto desde nosotros, la actitud del Padre parecía no ser justa. Incluso parece que el Padre se equivoca al darle al pequeño lo que le pide, ya que conociéndole, sabía muy bien lo que haría con su herencia. Este es un razonamiento humano que , parece muy sensato; pero Dios nos mira de forma muy distinta, y lo único que busca es, nuestra felicidad, y nuestra salvación; para eso, en primer lugar nos enseña el camino, y luego nos deja libres para escoger, permitiendo que nos equivoquemos tantas veces, incluso que caigamos en el fango; para que de esa forma, cuando nos encontremos hundidos, sin esperanza, miremos hacia esa mano que se nos tiende para ayudarnos a salir del pozo, y retomar el camino que nos lleva a la alegría, la paz el amor, y tener un lugar seguro donde cobijarnos.
¡¡Que gran sabiduría de Dios, para corregirnos!! Con cuanto cariño y respeto nos trata.
Yo le pido hoy al Padre que, me conceda la gracia de poder mirar todo con sus mismos ojos.
Cuanto te agradezco tus reflexiones, que me ayudan a profundizar en la palabra de Dios.
Feliz semana hermanos.
BENDITO SEA DIOS.
Seguro que los jornaleros no valoraron el Amo tan bueno que tenían.Siempre fue bueno con ellos. No tenían contra qué compararlo.
ResponderEliminarEl hijo mayor tampoco lo valoró. Llevaba tantos años a su lado "cumpliendo" con su obligación, que seguro que se sentía ya tan importante como su Padre. Cada vez se fue llenando más y más de soberbia. Si el Padre hubiera matado el ternero y dado la fiesta por él,no lo hubiera agradecido. Le hubiera parecido que era lo que le correspondía. Aunque físicamente estaba junto a su Padre, cuanto más crecía su soberbia, su egoísmo,su envidia y su rencor, más lejos estaba en realidad de Él.
El hijo pequeño fue un inconsciente, que tampoco valoró el Padre que tenía. Pero después de caer lo más bajo que pudo, cuando ya no le quedaba soberbia; desde la humillación, y la lejanía, tuvo la perspectiva suficiente para valorar a su Padre, y querer volver a Él. Arrepentido, con espíritu humilde, sin pedir nada, sólo quería el perdón.
De estos personajes, prefiero al hijo pequeño, porque se aleja del Padre, pero abiertamente, todo el mundo lo ve marchar. Mientras que el hijo mayor se aleja de su Padre a escondidas, va de virtuoso, pero por dentro está más alejado que su hermano pequeño, y su soberbia no le permite arrepentirse y volver a Él.
Esta parábola nos dice que el Amor del Padre es tan grande, que no importa cuánto hayamos pecado, porque Él siempre nos va a perdonar. Y que a veces no es tan malo caer, puesto que ésto nos hace arrepentirnos, y volver a nuestro Padre Dios.
Un abrazo.
Hola Andrés, escuché ahora la homilía.
ResponderEliminarGracias porque me has hecho ver las cosas desde otras perspectivas.
Siempre he sacado en conclusión de esta parábola, la misericordia de Dios hacia nosotros, pues ese padre representa a Dios. Pero lo dejaba ahí.
Tú, con tus reflexiones, has exprimido más como te ha dicho Chony.
¡Qué bien hace todo lo que dices!
Hay que ser realista y saber que hoy podemos estar de bonanza y mañana con un revés de fortuna.
Pero es bueno estar en las dos lados y mirar las cosas como dices desde los dos lados, cómo me comporto con los demás y cómo se comportan los demás conmigo.
Dios sabe como educarnos y lo que nos conviene, sin duda. Como dice el lema del seminario este año: "Sabemos de quién nos hemos fiado".
Me encanta este lema y es muy acertado, trasmite la presencia de Dios entre nosotros y su amor. Tienen mucha fuerza esas palabras.
Estimado P. Andrés :
ResponderEliminarLa parábola del hijo pródigo es una de las más bellas y conmovedoras que brotaron de los labios de Jesús.
Señor, ayúdame a volver a Tí cada día, como lo hizo el hijo pródigo. Permiteme que sepa acogerla y aprovecharla para poder crecer en el amor. Él nos espera siempre con los brazos abiertos dispuesto a perdonarnos.
El autor espiritual contemporáneo " Henri Nouwen " que ha escrito en el año 1994 un libro estupendo, titulado " El regreso del hijo pródigo. " Vale la pena leerlo.
Gracias Señor, por tu amor tan presente y cercano
Un abrazo
A lo largo de mi vida, he sido casi siempre el hijo pródigo, que se aleja del Padre, una y otra vez, y que pasado el tiempo, vuelve a Él arrepentido. Implorando y agradeciendo su perdón.
ResponderEliminarEn estos momentos, intento estar más cerca del Señor: ser fiel, constante en la oración, cuidar mis actos... Pero me preocupa convertirme en el hijo mayor. Dar por hecho que estoy en el buen camino, que soy obediente, llenarme de soberbia, y no ver con tanta claridad mis pecados como los veía desde la perspectiva del hijo pródigo.
En mi interior hay un lado que es igual a “el hijo pródigo” y otro que es como “el hijo mayor”.
ResponderEliminarMe he dado cuenta que tengo que aprender es a ser como "el Padre de la parábola": Esperar con los brazos abiertos, saber perdonar y no reprochar las malas acciones a ninguno de sus dos hijos.
Como ya habéis observado, tenemos un nuevo colaborador en los comentarios: José Ángel. Y lo ha hecho muy bien. Creo que quiere seguir colaborando con nosotros y le damos la bienvenida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Todos contigo:Siiiiiiiiii
ResponderEliminarGracias a todos por darme la bienvenida,sobre todo a Andrés.
ResponderEliminarEstoy muy contento y me hace ilusión poder compartir con vosotros mis comentarios.Me animo a seguir escribiendo en el blog.
Me despido con un fuerte abrazo para todos y un beso para Andrés.
“Habemus Papam”
ResponderEliminarNuevamente Dios nos sorprende...un Papa inesperado. Algo mayor ¿?, pero es el Espíritu Santo quien sabe como dirigir a Su Iglesia y a quien poner al frente.
La Iglesia siente el gozo de la Pascua que se adelanta en la figura del nuevo Papa.
Jesucristo, no deja por mucho tiempo sin su pastoreo visible en Pedro a Su Iglesia peregrina. El mundo entero se alegra..la Sede vacante nos dejaba con un sentimiento de orfandad que muchos no podíamos evitar a la vez que comprobámos, que la Iglesia la guía Su Pastor, Jesucristo, siempre presente, como nos dijo Benedicto XVI. Hoy al contemplar en la Plaza de San Pedro, tantos creyentes que "Esperan...",no podia sino sentirme Iglesia; esa Iglesia Viva de la que nos habló el emérito Papa Benedicto XVI. Allí estaba presente una multitud representando a todo el mundo católico de forma especialmente recogida y esperanzada.
Francisco I, abre un camino para la iglesia de fraternidad, fidelidad, austeridad y confianza; un Camino que comienza de rodillas y en oración...solo puede continuar en el servicio a los demás y sobretodo a los más necesitados.
"¡EL SEÑOR HA ESTADO GRANDE CON NOSOTROS Y ESTAMOS ALEGRES! GLORIA AL SEÑOR!!
Muchas gracias, José Ángel, y también por el beso dedicado a mí. Yo también beso tu frente y bendigo tu ser en el nombre de Dios, que tanto te quiere.
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