9-12-2012 DOMINGO
II DE ADVIENTO (C)
Queridos hermanos:
Como
os decía el otro domingo, nos encontramos en el tiempo de Adviento: tiempo de
preparación para acoger la venida de Jesús. En esta etapa Dios nos pide una cosa y Él nos ofrece dos cosas: nos
pide, como leemos en el evangelio de hoy, la conversión y nos ofrece el perdón de los pecados y la salvación.
Vamos a profundizar un poco en ello.
1)
La conversión la vamos trabajando
con el PLAN de Adviento que ya hemos diseñado y empezado a realizar el domingo
anterior. Cada uno ha hecho el PLAN a su medida y ya lo está llevando a cabo o,
al menos, eso espero.
2)
El perdón de los pecados. Cuenta una
leyenda que Buda cogió en cierta ocasión un arco y una flecha; lanzó ésta en
una determinada dirección y la flecha recorrió muchos, muchos kilómetros hasta
caer en un sitio e hizo brotar allí una fuente. Todo el que encuentra la fuente
y se baña en ella, le son perdonados sus pecados. Por eso, muchos discípulos de
Buda hacen grandes peregrinaciones para buscar esa fuente. Hasta ahora no se
sabe de nadie que la haya encontrado, se haya bañado en ella, le hayan sido
perdonados sus pecados y haya vuelto para contarlo.
Nuestra fe cristiana proclama también
el perdón de los pecados como narra la leyenda de Buda, pero, no a partir de
una fuente que no se sabe dónde está, no a partir de un lugar que hay que ir a
buscar y que es muy difícil encontrar. Nuestro Dios nos ofrece el perdón Él
mismo. Él envía primero a su mensajero, Juan el Bautista, para darnos ese perdón.
Es Dios mismo quien nos busca y nos
suplica que aceptemos su perdón por todos nuestros pecados. No es el hombre
quien tiene que buscar a Dios, sino que es Dios mismo quien nos busca a
nosotros durante muchos, muchos kilómetros.
Si me permitís voy a leeros un trozo de la vida de
Michela, una chica italiana de algo más de 40 años de edad. Ella es un ejemplo
vivo del perdón de Dios que nos busca en todo momento: “Mi papá y mi mamá me abandonaron en un hospital
recién nacida. Viví mis primeros seis años de vida en un orfanato. Dos meses
después de que saliese de allí, el instituto fue clausurado por maltrato a
menores. Yo había conocido todo menos el amor, y cuando un niño no conoce el
amor, es difícil que de adulto sepa dar amor. Crecí rebelde. En la escuela era
instrumento de santificación para los profesores.
A los 18
años ya eres mayor de edad en Italia, así que me fui de la casa en que vivía.
Pude hacerlo porque tenía un trabajo, una ocupación. Yo era chef de cocina
internacional, muy reconocida. Comencé a trabajar en Italia y el resto de
Europa y el dinero empezó a ser el dios de mi vida. Cuanto más tenía, mas
quería tener, pero a fin de mes no me quedaba nada.
En lo referente a
todo lo que pertenece al mundo de la afectividad, era un desastre. Tenía novios
según la estación del año. Uno para el invierno, otro para el verano…. Y me
decía: «Yo el corazón no lo meto en esto». Eran novios de usar y tirar, pero
cada historia que pasaba, era una herida más que dejaba mi corazón muy
lastimado. Finalmente me enamoré de una persona que todas las madres de familia
soñarían para su propia hija. Era inteligente, bueno, perfecto. Pero tenía un
pequeño defecto: era un chico católico, un católico convencido. Esto, para mí,
solo suponía un defecto por una razón, porque cuando yo le preguntaba cuando
nos íbamos a ir a la cama, él me respondía: «Después del matrimonio». Él empezó
a hablarme de Dios, pero yo le dije: «Escucha Luca, las relaciones de tres no
funcionan. Somos tú y yo. Punto. Dios debe quedar fuera». Él fingió seguirme la
corriente. Cuando ya llevábamos dos años saliendo, vino sin avisar una noche a
mi casa. Era la primera vez en ese tiempo que vino a mi casa, por lo que pensé:
«Hoy lo hacemos». Pero él tenía otras razones muy diferentes en su cabeza y me
dijo: «Escucha, Michela, hablé con mi padre espiritual, porque tengo intención
de casarme contigo». Y me dijo: «Para mí es importante el sacramento del matrimonio.
Nos dan la posibilidad de efectuar un matrimonio mixto donde tu declares ser no
creyente, pero yo pueda casarme contigo dentro de la Iglesia». Sólo le puse una
condición: «Organiza tú la boda». Pusimos una fecha y él comenzó a organizar
todo. Era bonito, porque de verdad es que Luca era un chico fantástico. Pero
nunca me llegué a casar con él. Falleció cuatro días antes de la fecha
escogida. Poco después de comenzar los preparativos, contrajo el VIH por culpa
de una transfusión de sangre contaminada. Ahí entré en contacto con la primera
verdad de mí vida. Porque yo, con el dinero, hasta ese día había comprado todo
y a todos. Pero descubrí que había una cosa que no podía comprar: la vida de mi
novio. Eso para mí fue una derrota. Luca partió para el paraíso cuatro días
antes de nuestra boda y ahí se me derrumbó el mundo.
Me enfadé con Dios por haberme quitado a mis
padres. Me enfadé con Dios por haber sufrido tanta violencia desde pequeñita.
Me enfadé con Dios por la muerte de Luca. La noche de su funeral, me marché a
la playa y allí mismo hice un juramento: «Dios, si tú no existes, pasaré toda
mi vida diciéndoselo a todo el mundo. Pero si existes de verdad, empeñaré mi
vida en destruirte».
Ahí empezó mi guerra con Dios. Para buscar a
Dios y saber si existía, me acerqué a varias filosofías. Todo lo que era la New Age y el Reiki. Pero
ahí no encontré nada de la presencia de Dios. A todo esto, mi vida era triste y
angustiosa. Hasta que un día me propusieron comenzar psicoterapia. Yo pensé que
si había probado ya tantas cosas, podía probar eso también. Así que comencé a
ir un día a la semana. Poco a poco me iba sintiendo mejor en la consulta de
aquella doctora. Empecé a ir en vez de un día a la semana, dos días, luego
tres, y acabé teniendo cuatro sesiones semanales con ella. La psicoterapia se
convirtió en mi droga. El problema fue que esta doctora era en realidad una
sacerdotisa de una de las sectas satánicas más importantes de Italia. Y yo
entré a formar parte de ella, de la mano de mi doctora. Pasé ahí dos años de mi
vida. Dos años que me llevaron a perder mi dignidad de mujer, mi dignidad de
ser humano. Allí he visto muerte y violencia. Llegué a alcanzar la muerte del
alma. Me convertí en una auténtica marioneta manejada por manos satánicas.
La noche de Navidad de 1996, durante un
rito, me dijeron que existía la posibilidad de ser la sacerdotisa de una secta,
en una ciudad de Italia. En ese mundo solo importa el poder, el tener, por lo
que yo acepté, pero para ser la sacerdotisa tenía que afrontar una prueba de
filiación, de pertenencia. Me dijeron: «En Roma hay una joven, de nombre
Chiara, que ha fundado hace poco tiempo una comunidad. Está muy protegida por la Iglesia y para nosotros es
un obstáculo, porque acerca a muchos jóvenes a Dios. Si tú verdaderamente
quieres pertenecer a nosotros y tener el poder, debes hacer una cosa: mata a
Chiara». Y acepté. La noche del 5 de enero de 1997 partí hacia Roma. Me habían
dado toda la información de donde encontrar a Chiara y yo me dirigí a su casa,
a la sede de la comunidad. A las 20.00 horas llegué hasta la puerta y sin
dudar, convencida de lo que iba hacer, toqué el timbre. Lo que ocurrió entonces
lo tengo que contar desde el testimonio de Chiara, quien no me conocía
absolutamente de nada, como es obvio. Chiara cuenta siempre que, en ese
momento, en su corazón escuchó una voz, la voz de la Virgen María que le
decía: «Abre tú la puerta, que es una hija mía que tiene una gran necesidad».
Chiara se levantó, caminó apresurada hasta la puerta a cuyo otro lado la esperaba
yo, y cuando abrió la puerta hizo una sola cosa. Me abrazo y me dijo:
«Bienvenida, hija mía. Por fin has llegado a tu casa». Ese abrazo cambió mi
vida. Fue un abrazo indeleble que llegó a mi corazón. Fue más allá de mi
cuerpo, de mis brazos. Yo no pude reaccionar, no pude moverme, no pude hacer
nada. Chiara me desarmó absolutamente con ese abrazo, con su mirada. Me llevó
dentro, a su pequeña habitación y comenzamos a hablar. Ella me preguntó cómo
estaba, y yo sin decir ninguna palabra le entregué el arma con el que la iba a
matar. Se lo conté y le dije: «Chiara, para mí ya no hay esperanza». Ella me
respondió: «¡Sí, sí que hay esperanza, porque el amor ha vencido a la muerte!
¡Hay esperanza para ti, porque hubo quien dio la vida por ti! ¡Y Jesús te ama!».
Yo le contesté: «Chiara, yo les conozco. Sé como son. Tengo poco tiempo. Me
matarán y te matarán a ti también». «No, Michela –respondió Chiara muy firme-.
No lo harán, porque María te quiso en esta casa». Y en aquella casa me quedé”.
3) “Y todos verán la salvación de
Dios”. Sí, con el perdón de Dios, Michela obtuvo la conversión y con
ellos ha visto la salvación de Dios. Otros, con la conversión de su vida,
obtienen el perdón de Dios y con ellos han visto la salvación de Dios. El orden
de factores no altera el producto, el cual siempre es el mismo: LA SALVACION DE
DIOS.
¡QUE ASÍ
SEA!
Que bella Homilia .. me ha dejado un nudo en la garganta y los ojos llenos de lagrimas .. el solo imaginar el abrazo de Chiara me da escalofrió .. de emoción .. de amor ... tan grande de nuestra Madre ¡¡¡,, me dejo sin palabras ¡¡¡¡solo gracias Andres ¡¡ tu palabra nutre mi vida ¡¡¡
ResponderEliminarLa homilía de II domingo de Adviento es primordial, para todo cristiano que ansia seguir los pasos de Jesús. Sí, en este domingo “Dios nos pide una cosa, la CONVERSIÓN, y Él nos ofrece dos cosas, el PERDÓN y la SALVACIÓN”.
ResponderEliminarNos dices Andrés, que la conversión la vamos trabajando cada momento con el PLAN que nos has invitado hacer para este Adviento, efectivamente, la conversión es un proceso que hemos de trabajar, siempre con la ayuda de nuestro Dios.
Dios nos pide la ‘conversión’; no se si he llegado a entender, si soy consciente del todo, lo que significa convertirme; recuerdo haberle escuchado varias veces a ‘nuestro director’ ¡¡que de esto sabe un rato!! Que hay que buscar la raíz de nuestro pecado, de lo contrario a la hora de hacer el examen voy a encontrarme con lo mismo, siempre tropezando en la misma piedra, os lo digo por experiencia.
Conversión; es CAMBIAR DE CAMINO, convertirse; es mirar en OTRA DIRECCIÓN. ¡Claro! por muchas confesiones que haga, si luego sigo por el mismo camino ¿qué puedo esperar? Y de lo que estoy segura, es que a Dios, no se le puede ir con cuentos...
Pienso que siempre que se reza y se le pide algo a Dios, quiere decir que nosotros vamos a entrar en su estilo. Eso que le digo a Él, debo hacerlo en el sentido de que me vaya cambiando interiormente. Hay un montón de cosas que aparentemente no se notan, pero que nos van despojando de ‘nuestro yo’ y dejándole sitio a Él.
El relato que nos describes de la vida de Michela, es impresionante, podemos ver, que lo que Dios tiene reservado para cada persona es inimaginable, las cosas de Dios siempre son sorprendentes, y ¡¡cuanto nos cuesta descubrirle en aquello que nos hace sufrir!! Él siempre está nunca nos deja solos y al final, si confiamos, llegará la recompensa.
Un arazo para tod@ y cada un@ y que tengáis una buena semana.
LO QUE MAS ME IMPRESIONA ES PENSAR QUE PARA CONSEGUIR EL PERDON NI SIQUIERA TENEMOS QUE IR A BUSCARLO SINO QUE ES JESUS QUIEN VIENE A DARNOSLO. PARECE DEMASIADO FACIL NO SE SI NOS LO MERECEMOS.
ResponderEliminarCREO QUE HAY QUE PENSAR EN ELLO DETENIDAMENTE Y DARNOS CUENTA DE LO AFORTUNADOS QUE SOMOS Y DE LO POCO QUE SEGUREMENTE QUEREMOS A JESUS.
ESTA SEMANA MURIO UNA NIÑA DEL COLE DE MI HIJO Y SU MADRE EN EL FUNERAL DABA GRACIAS A DIOS POR HABERLA PODIDO CUIDAR,POR HABERLA TENIDO ESO AMOR. REZAR POR ELLA Y POR SUS PADRES Y HERMANA. GRACIAS.
¡¡Fantástica homilía!!
ResponderEliminarEsta es la verdadera razón de la Navidad. Jesucristo que se acerca a mi, me ama, me perdona, y enciende la luz de la esperanza en mi interior. Da sentido a mi vida, a mis sufrimientos, a toda mi historia, en la cual tantas veces yo no entendía nada. Jesús me buscaba, me tendía su mano, y me ofrecía su perdón; en tantas ocasiones no supe escucharle, ni "verle" ni creer que me quería, y tuvo que apañárselas para que yo reparara en Él. Es que lo que el Señor quiere para cada uno de nosotros, es poder llevarnos a vivir con El para siempre, pero no puede obligarnos porque respeta nuestra libertad, que en tantas ocasiones no coincide con el plan de Dios.
A mi me sobrepasa este AMOR tan inimaginable, porque El en su empeño de salvarnos, en lugar de rechazarnos por nuestras infidelidades, parece que se sirve de ellas para salir a nuestro encuentro, y darnos ese abrazo lleno de ternura que nos desarma.
Esta historia tan fuerte que hoy nos narras, es motivo de esperanza y certeza de que Dios nos ama por encima de todo, y hará siempre lo imposible por encontrarse con nosotros, perdonarnos y convertirnos a El.
Gracias Dios mio, por tanta paciencia.
Muchas gracias D. Andrés, has conseguido conmoverme y alegrarme con tus palabras. ¡Que El Señor te bendiga!
Un fuerte abrazo para todos, y buena semana.
BENDITO SEA DIOS.
Todavía no he conseguido hacer el PLAN de adviento “a mi medida” lo estoy haciendo a trompicones, quiero hacer tantas cosas que al final quien mucho abarca poco aprieta, soy un desastre, pero me quedan dos semanas y se que con un poco de ayuda lo voy a conseguir.
ResponderEliminar¡Es cierto!! qué fuerza tan grande la del Amor y la de todas sus manifestaciones.
ResponderEliminarPor la noche al hacer la oración suelo recorrer el día que termina y lo hago generalmente desde el amor que he entregado a otros o bien desde el que he recibido..dando gracias y alabando al Señor por ello; pues todo ello es reflejo de Su Amor. Y aunque haya tenido momentos tristes, son mas los buenos y desde ellos - unos y otros- el Señor se hace muy presente. En unos u otros siento en el corazón, que el Amor -Su Amor que triunfa en mí- es el que siempre gana; así como, es Su Perdón- que me ha perdonado tantas veces- el que corre a perdonar a otros. No importa lo duros que sean los caminos que vayamos recorriendo en la vida, el Señor es paciente con nosotros y no dejará la obra de Sus manos, que somos nosotros sin terminar.
¡Y todos veremos la salvación de Dios!
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ResponderEliminar¡Enhorabuena D. Andrés! Sus Homilías llegan a infinidad de personas, mucho más allá de las Parroquias al uso, de hecho, este blog es como una gran Parroquia universal, que nos une a gentes de diferentes continentes, que nos hace sentir, emocionarnos, y compartir sus impresionantes historias, todas ellas siempre fundamentadas en las enseñanzas que Jesús nos ha dejado en su Palabra, van unidas al Evangelio con el fino hilo de su trabajo, impercetible a simple vista, pero firme y seguro como la mejor seda, para que nada se pierda, para que podamos aprender de las enseñanzas de la vida, de los hechos cotidianos, porque el Señor está siempre cerca, a nuestro lado, reflejado en todos los seres humanos, y para todos y cada uno de nosotros, en aquellos que se cruzan en nuestra vida.
¿Cuantos Templos cristianos de nuestro País, desearían ser visitados por la mitad de los hermanos de este blog en tan poco tiempo?
Muchas gracias D. Andrés por sus Homilías, y un fuerte abrazo, extensivo a los hermanos del blog, a la comunidad de las 11 y a los feligreses de la Parroquia La Peña.
Aloya.
La historia de Michela y de Luca es `preciosa, aunque muy dura: Michela tuvo que caer hasta el fondo antes de que la Virgen la ayudara.
ResponderEliminarYo sentí muchas veces que la Virgen me ayudaba. Mucho más que lo que yo merecía. Mucho más que a otros.Y nunca me dejó caer tan abajo.
Ahora sé que las personas que me quisieron. y ya no están aquí, interceden ante Ella por mi: Yo rezo por ellos. y ellos rezan por mi. Creo que ésto es la Comunión de los Santos.
Gracias María por tu ayuda.
Gracias Andrés por enseñarme a ver estas cosas.
Un abrazo.