viernes, 9 de septiembre de 2011

Domingo XXIV del Tiempo Ordinario (A)

11-IX-2011 XXIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO (A)

Eclo. 27, 33-28,9; Sal. 102; Rm. 14, 7-9; Mt. 18, 21-35



Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:

La primera lectura y el evangelio de hoy nos hablan de perdón: de perdonar nosotros a los que nos han hecho o dicho algo malo, y así Dios podrá también perdonarnos a nosotros lo que hemos dicho o hecho mal. Le pregunta Pedro a Jesús: “Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?” A lo que Jesús le contesta: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”. Y en la primera lectura leemos: “Perdona la ofensa a tu prójimo, y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas. ¿Cómo puede un hombre guardar rencor a otro y pedir la salud al Señor? No tiene compasión de su semejante, ¿y pide perdón de sus pecados?”

Hace un tiempo leí un libro que os recomiendo. Se titula: “El arte de bendecir” y lo escribió un suizo, Pierre Pradervand. Está publicado en la editorial Sal Terrae. Narra este autor el siguiente hecho: Un joven norteamericano acababa de ser formado en artes marciales en Japón. De regreso a su país y viajando en el metro, en un momento dado subió en el vagón un hombre muy grande, totalmente borracho y sucio, que chillaba desaforadamente. Empezó a golpear a varios viajeros, entre ellos una mujer, a la que hizo rodar por el suelo. El joven sintió una ira y quiso dar una lección a aquel energúmeno con lo que había aprendido de karate. Le daría una buena lección, pues, además, el borracho estaba empezando a insultarle a él. De pronto, en el momento en que iba a iniciarse la pelea, un viejecito arrugado, sentado en un rincón con su esposa, lanzó un grito penetrante. El borracho, asombrado, se volvió. El anciano hizo una señal para que fuera a sentarse a su lado. El viejecito empezó a hablar con el “hombrón” de cuánto le gustaba el whisky. Había encontrado un punto de encuentro con el “hombrón”. Al cabo de unos instantes hablaban como viejos camaradas. El borracho empezó a llorar. Había desaparecido toda su agresividad. Era como un niño. Entonces el joven karateka comprendió la lección maravillosa que le había dado el anciano: que la cima del karate consiste en no servirse nunca de él; que la verdadera victoria la obtiene uno sobre sí mismo, sobre su miedo, sobre su cólera. Y la última escena que contempló al dejar el vagón del metro fue la del borracho, desplomado sobre las rodillas del anciano que le acariciaba con cariño los cabellos sucios. Aquello era simplemente amor.

¿Cómo empezó Pierre a escribir este libro de “El arte de bendecir”? Pues resulta que un día en su trabajo fue despedido. Oigamos la narración de Pierre: “Durante las semanas y meses que siguieron, empecé a experimentar un rencor violento, y aparentemente imposible de desarraigar, contra las personas que me había puesto en aquella situación imposible. Al despertarme por la mañana, mi primer pensamiento era para aquellas gentes. Mientras me duchaba, al comer, al andar por la calle, al dormirme por la noche, me atenazaba aquel pensamiento obsesivo. El resentimiento me roía las entrañas y me envenenaba. Sabía que me estaba haciendo daño a mí mismo, y a pesar de mis oraciones, aquella obsesión me chupaba la sangre como una sanguijuela. Pero un día, una frase de Jesús se me clavó en el ser: ‘Bendecid a los que os persiguen’ (Mt 5, 44). De repente, todo se me hizo claro. Así, comencé a bendecir a los que me había hecho daño: los bendije en su salud, en su alegría, en su abundancia, en su trabajo, en sus relaciones familiares y en su paz, en sus negocios, etc. La bendición consiste en querer todo el bien posible para una persona o personas, su pleno desarrollo, su dicha profunda, y quererlo desde el fondo del corazón con total sinceridad. Esta bendición transforma, cura, eleva, regenera, centra espiritualmente, y desembaraza nuestro ser de pensamientos negativos, condenatorios o críticos. Al comienzo bendecía sólo con mi voluntad, pero con una sincera intención espiritual. Poco a poco las bendiciones se desplazaron de la voluntad al corazón. Bendecía a las personas a lo largo de todo el día: mientras me limpiaba los dientes, mientras hacía footing, cuando iba a correos o al supermercado, mientras lavaba los platos o me iba durmiendo. Los bendecía uno a uno, en silencio, mencionando su nombre. Seguí esta disciplina y a los tres o cuatro meses me encontré bendiciendo a las personas por la calle, en el autobús, en las aglomeraciones. Bendecir se fue convirtiendo en uno de los mayores gozos de mi vida. No he recibido ningún ramo de rosas de mi antiguo empresario ni la más mínima expresión de afecto ni la menor excusa por su parte. Pero he recibido rosas de la vida, a manos llenas”. El odio hiere sobre todo al que lo genera. En tantas ocasiones, la persona odiada, o no se entera, o no le da importancia… Pero el que odia siente cómo si una alimaña le fuera destrozando por dentro y no deja en paz ni de día ni de noche. El que odia se vuelve un amargado, un murmurador constante, pues siempre tiene algo que hablar en contra de los demás. El que odia se aísla a sí mismo y genera más ira a su alrededor y en los que están a su lado. Por el contrario, el que perdona revive y siente como si una losa muy pesada es arrojada fuera de él.

Os propongo que ahora, según salgamos de la iglesia y de regreso a nuestras casas (o en otro momento), vayamos bendiciendo en silencio y en nuestro interior a todas personas con las que nos encontremos: “Que Dios Padre bueno te colme de su amor, de su ternura, que te perdone, que te dé la paz, la fe, la salud, la alegría...”

9 comentarios:

  1. La primera lectura nos habla de que el hombre, por naturaleza, es vengativo. Cuando es ofendido, siente la necesidad de aumentar la ofensa a quien le ha hecho mal. Por tanto, hemos de esforzarnos por cortar nosotros este sentimiento que tanto daño puede hacer a la persona vengativa.

    Jesús, en el Evangelio, nos recuerda que hemos de perdonar “setenta veces siete”. Quiere decir siempre, sin poner ningún límite.

    Hemos de tomar como ejemplo a seguir a nuestro Padre Dios, que es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en piedad.

    La Homilía de hoy es preciosa. En la primera narración vemos lo que es capaz de hacer el amor, el sentirse apoyado y querido. Mucha falta hay de amor hoy en nuestro mundo, y ello a pesar de decirse tanto la palabra ‘amor’, llegando a ser cualquier cosa menos verdadero amor.

    En la segunda narración se ejemplifica el cambio en el modo de vida de una persona tras interiorizar y llevar a la práctica las palabras de Jesús. Si viviéramos de verdad el Evangelio cuantos sufrimientos nos ahorraríamos. Pero nunca es tarde para empezar.

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  2. Es más pecado vivir en CONCUBINATO y fornicar sin el fin de tener hijos, que no ser creyente.
    ¿Está de acuerdo conmigo?... Recuerde que por la boca muere el pez...
    Los principios y las virtudes humanas se ven, se valoran por las obras de cada persona, día a día.
    Mucho sepulcro blanqueado, dicen estar contra el aborto, contra el divorcio y contra un montón de cosas más y sus obras, sus comportamientos de vida siguen los derroteros contrarios. Así es y así se lo recuerdo. Nunca confunda lo divino con lo humano. Lo Civil con lo religioso, sea prudente y recuerde que muchos presumen, precisamente de lo que carecen.
    Se debe cumplir la voluntad de Dios, pero también hay que saber respetar la voluntad de los que hoy y ahora no nos acompañan.

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  3. Señor dame un corazón semejante al tuyo, que sepa siempre perdonar y acojer a mi hermano

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  4. “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia..."

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  5. Querido D. Andrés y demás hermanos:


    Dice el dicho que dos no discuten si uno quiere. Esta es una forma de perdonar, responder a una provocación es lo fácil, difícil es perdonar y para ser cristiano está lo dificil, coger la cruz todos los días y seguir a Jesucristo.

    Un abrazo a todos.

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  6. La homilía de hoy me encanta, me llena, me ayuda mucho, me emociona sentir la presencia de Dios entre nosotros, así lo siento.
    "El arte de bendecir". ¡Qué bonito! Yo tengo experiencia en ello por medio de la gracia de Dios, pues es Él quién lo hace todo. Puedo corroborar el bienestar y paz que se siente cuando bendices a los que no te quieren y a todos en general.

    Me quedo con:
    "Bendecid a los que os persiguen"
    La bendición consiste en querer todo el bien posible para una persona o personas, su pleno desarrollo, su dicha profunda, y quererlo desde el fondo del corazón con total sinceridad. Esta bendición transforma, cura, eleva, regenera, centra espiritualmente, y desembaraza nuestro ser de pensamientos negativos, condenatorios o críticos. Al comienzo bendecía solo con mi voluntad, pero con una sincera intención espiritual. Poco a poco las bendiciones se desplazaron de la voluntad al corazón. "El que perdona revive y siente como si una losa muy pesada es arrojada fuera de él."
    La homilía no tiene desperdicio, tiene un mensaje espiritual muy profundo y pido a Dios que sepamos seguirlo.
    Bendigo a todos los hermanos del blog siempre. No entiendo por qué te dicen que seas prudente y no confundas lo Divino de lo humano y que muchos presumen de lo que carecen. En fin, bendiciones para todos.

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  7. ¡¡Cuánto bien nos hace perdonar!!Creo que efectivamente el que perdona es el que mas recibe siempre...Hace años, ante una situación de desunión familiar, experimenté cómo pude dar un primer paso de cercanía hacia el otro, perdonándole un comportamiento injusto, que causaba muchísimo dolor a varias familias...Pero lo realmente maravilloso y que sigo día a día agradeciendo es que, el Señor, me hizo consciente de que era con Su Perdón para conmigo con el que yo había logrado perdonar a aquella persona y que mi corazón estaba libre de toda inquina contra ella.Fue una hermosa experiencia de Su Misericordia y un recordatorio perenne de que cuánto recibo de Dios es para darlo, entregarlo a los demás y de que "Sin Él nada puedo".
    He leído el libro que nos recomiendas Pater y me gustó; recuerdo que mientras lo leía, mi vida se convirtió en un Bendición continuada....Me hizo gran bien.
    En mi tierra, Puerto Rico, se acostumbra el que los padres den la "bendición " a sus hijos y desde que nos casamos y comenzamos a tener hijos, como a mi marido le gustaba mucho esa costumbre que veía en mi casa- de dar la bendición, o bien pedirla nosotros los hijos a nuestros padres- la introducimos entre las costumbres de nuestra familia. Hoy, nuestros hijos, la reciben con gran naturalidad y con esa misma normalidad la piden.
    Bonita homilía Pater, gracias.

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  8. Quizás sea un poco tarde para hacer un comentario a tu homilía, pero lo cierto es que el tema del perdón me parece importantísimo, ya que lo que yo observo a mi alrededor es que, hay mucha gente amargada, precisamente porque guarda rencor en su corazón, y parece que están siempre al acecho a ver si cogen al prójimo en algún renuncio, para poder escupírselo a la cara, y alegrarse con el mal ajeno.
    El rencor es una ponzoña que te va destruyendo por dentro a ti, que siempre estás incómodo, maldiciendo, y quemándo tu interior cuando a tus semejantes les va bien.
    "Bendecid a vuestros enemigos, bendecid, no maldigáis" Son palabras de Jesús en el evangelio, y no se pueden cambiar a nuestro antojo o conveniencia, son clarísimas; "perdonad y seréis perdonados"
    Es cierto que no es fácil para nosotros el olvidar, pero también es cierto que el E,. S. viene en nuestra ayuda, y está dispuesto a concedernos esta gracia, si se lo pedimos y deseamos.
    La palabra de Dios está dirigida a cada uno en particular, es lo que el Señor me dice a mi concretamente, en nosotros está el acogerla como algo bueno, o rechazarla, y utilizarla como arma arrojadiza contra los demás.
    Por la gracia de Dios, tengo la preciosa experiencia de que esto es posible, el perdonar, y que el fruto de esto es, una gran paz y sosiego, así como poder bendecir a Dios y a mis semejantes.
    Muchas gracias Andrés, por tu homilía que siempre viene a avivar nuestra fe.
    Un abrazo para todos los hermanos.
    BENDITO SEA DIOS.

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  9. Me repito....lo siento, pero no deseo que pase otro domingo sin comentar la riqueza del consejo que hemos recibido- en notas- el día de la Fiesta de la Santina, en la homilía:
    "Os aconsejo que leáis despacio y meditando los capítulos 2 y 3 del Apocalipsis. Creo que os encantarán."
    Lo hice y me alegró pues, volví a encontrarme con las palabras de S. Juán a las 7 iglesias en las cuáles me veo reflejada en muchas cosas..Me quedaré con esas referidas a la Iglesia de Efeso:..."Pero, tengo contra ti que has abandonado tu amor primero." Al consultar la nota, al pie de página en la BCE (Biblia de la Conferencia Episcopal, que ha salido hace poco), encontré mas luz hacia el texto. Dice así:2,4 "Este amor es "primero" no en el tiempo, sino en su exigente calidad y en entrega absoluta del corazón."
    También en capítulo primero del Apocalipsis en 1,3 (acudiendo nuevamente a las Notas) he encontrado una serie de 7 Bienaventuranzas conocidas y que están ubicadas en este Libro precisamente. Es interesante saber,desde donde se nos dicen como Palabra de Dios ,pues a todos nos "sonarán" creo.
    Buena semana amigos.

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