viernes, 29 de octubre de 2010

Domingo XXXI del Tiempo Ordinario (C)

31-10-2010 DOMINGO XXXI TIEMPO ORDINARIO (C)

Sb. 11, 22-12, 2; Slm. 144; 2 Ts. 1, 11-2, 2; Lc. 19, 1-10



Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:

Como ya sabéis al llegar estas fechas, la celebración de Todos los Santos, suelo presentaros la figura de un cristiano que ha vivido el evangelio de Jesús y en santidad de vida. El fin de estas homilías es presentarnos seres de carne y hueso, como nosotros, y que fueron capaces de vivir el evangelio con la gracia de Dios, pues sin Él nada podemos. En el día de hoy quisiera hablaros del P. Julio Figar, O.P. Fue un fraile dominico asturiano. Yo oí hablar de él poco después de mi ordenación sacerdotal, hacia 1985 ó 1986. Cada vez que leo cosas de Julio u oigo sus charlas noto que el Espíritu Santo corre por todo mi ser y noto que Dios está más presente en mí. Deseo que esto mismo pase con vosotros en las homilías que haré sobre Julio Figar. Ante todo os diré que él no está canonizado, ni tengo noticias de que se haya iniciado el proceso de canonización, pero sí creo que él es un santo.

- Julio era agresivo y no tenía experiencia de Dios. Veamos un poco de los inicios de Julio. Nadie nace santo sin más. Hay un proceso en él… y en todos. En la década de 1970 hubo una gran cantidad de sacerdotes que se secularizaron y de seminaristas y novicios que abandonaron los centros vocacionales. En la misma tesitura estaba Julio. Él era un novicio de los dominicos y eio de Jes del Tribunal Eclesimanera que lo hizo. l Señor se valió de un retiro de la Renovación Carismática para salvar su vocación como dominico y como sacerdote. Él estaba en el 2º Curso de Filosofía. Julio era en aquel momento un joven al estilo de la época: agresivo, de gran dureza, todo le parecía mal y protestaba por todo. Junto a otros cinco compañeros de curso hacía continuas huelgas por parecerles clases y profesores anticuados y abstractos. Todos los detalles de la vida del convento de Alcobendas eran inaguantables para ellos. Se decidieron entonces a pedir permiso para vivir algunos años fuera del convento. Con este motivo alquilaron un piso donde querían ellos fundar una comunidad alternativa para demostrar a todos cómo se podía y se debía vivir en auténtica comunidad de fraternidad y trabajo.

- Dios sale al encuentro de Julio y lo cura. Pocos días antes de pasarse al piso otro compañero, llamado Julio Recio, le invitó a un retiro carismático. Recio era un diácono que estaba igualmente a punto de perder su vocación. Iban por la calle haciendo una “oración” que era también un desafío: “Señor, ésta es la última oportunidad que te damos”. En una carta de 1976 lo contaba Julio de la siguiente manera: “…te puedo decir que los dos íbamos a la desesperada y que puse toda mi esperanza en aquel Dios que tantas maravillas hacía en los demás. Desde lo hondo solamente tenía una palabra para ese Dios desconocido: ¡Ayúdame, Señor! Y el Señor me escuchó. El viernes por la noche me acerqué con la humildad de que era capaz a que un grupo de hermanos oraran por mí. En pocas palabras les resumí mi problema y puse en las manos del Señor mi angustia. Lo que luego sucedió no se podrá nunca escribir, porque no hay palabras para explicar el amor de Dios; sólo decirte que sentí que el Señor se acercaba a mí suavemente llenándome de amor. De algún modo me parecía estar tocando a Dios. Luego una paz profunda que nunca jamás había experimentado. Cuando vi a Recio le dije: ‘¡El Señor me ha liberado!’ y comencé a saltar de gozo por las calles… Al día siguiente en la efusión del Espíritu volví a sentir con fuerza la mano poderosa del Señor”.

“Y ahí empezó todo, con la marca y el sello del Señor. En el convento se tornó todo diferente. La gracia y el Amor de Dios hacen libres; y me hicieron libre, completamente libre, para decidir. Sólo estaba condicionado por una experiencia: la del Amor de Dios; pero esto me daba seguridad para tomar cualquier decisión. Me puse completamente en las manos del Señor para que se cumpliera su voluntad plenamente. Es curioso que constataba los problemas que antes me habían influenciado, pero de una manera diferente. Eran los mismos, pero diferentes, pues los contemplaba desde la paz profunda. El Señor me hizo ver muy pronto y muy claro que ya no había razón para irme. Yo estaba curado. Había encontrado la estabilidad interior. Sólo quedaba comunicar mi decisión al “resto de Israel” (los otros cinco compañeros). Aunque en ningún momento perdí la paz, fue para mí triste y para ellos doloroso. Escuché de todo: que si estaba loco, que qué iba a hacer yo solo, que si me daba miedo el mundo, etc. Para ellos era ya insoportable el quedarse. Para mí comenzaba una etapa de gozo. Y se fueron al piso los cinco con intención de crear algo...”

Tiempo después de su experiencia de conversión escribía: “Hoy puedo decir que quiero a esta comunidad (Alcobendas) con toda el alma, y a cada una de las personas como algo muy sagrado, como hijos de Dios para los que hay un plan como en mí, maravilloso: el plan de Dios. Por esta experiencia puedo relativizar tantas cosas, perdonar otras y comprender todas”.

Muchas veces se le he oyó a Julio decir que esta experiencia ahondada por los años es lo que ha predicado siempre en sus charlas y homilías. Experimentó que el Señor vive, que actúa, que ama, que salva. Entonces descubrió la fuerza y la presencia del Espíritu de Jesús. Y el Señor le hizo su testigo, su predicador, su apóstol, proclamando en adelante con una fuerza enorme y una convicción absoluta la resurrección de Jesucristo. Al actuar el Señor dentro de él ha dado paz y consuelo a un número incalculable de gente. “Consolad, consolad a mi pueblo” (Is. 40, 1). Estas palabras del profeta, que él vivía y pronunciaba con mucha frecuencia, definen muy bien la actuación de Julio: El Señor no le eligió para reñir a su pueblo ni para denunciar a nadie. De esto quedó curado para siempre. Es clara esta constatación: si hubiera seguido en la protesta y en la denuncia agresiva no hubiera hecho otra cosa que aumentar un poquito más el odio entre los hombres, sin haber salvado nada ni a nadie.

Así siguió su vida de estudio con gran ilusión por la Teología con la meta puesta en el sacerdocio. Poco antes de ordenarse sacerdote escribía a una persona cercana a la muerte: “Cuando vea a Dios dígale esto: que yo le amo y que no puedo vivir sin Él; -que no me abandone nunca; - que tenga misericordia de mis pecados; - dígale también que deseo ser instrumento dócil para ejercer el sacerdocio entre mis hermanos; - que puede hacer de mí lo que quiera, pero que no me quite nunca su Santo Espíritu; - dígale que a veces siento miedo y que me creo abandonado; - pero sobre todo dígale que quiero ser santo y que deseo amarle con todo mi corazón, mi mente, mi ser; - y al final me queda lo más importante: ‘Gracias por el don del Sacerdocio’”.

Julio fue ordenado sacerdote el 31 de marzo de 1979.

11 comentarios:

  1. Buenos días Andrés,he leído y meditado un poco la homilía,me ha gustado y me ayuda y me anima a profundizar más en Dios.
    Cuando dices: Nadie nace Santo sin más, hay un proceso en todos.
    Estamos llamados a ser Santos me ha dicho mi tía muchas veces,yo al escucharlo sentía como una especie de rechazo o miedo, sin duda por ignorancia, el miedo consistía en creerme soberbia por aspirar a tan alto nivel.Pero ahora me doy cuenta que se trataba de una tentación para no dejarme avanzar hacia Dios.Si te pones de verdad en las manos de Dios, un abandono absoluto,ese miedo no procede porque Dios te llevará a donde Él quiera y con humildad, sencillez,importándote solo Dios.Desde pequeña me he sentido llamada muy especialmente por Dios,cuando estaba en el colegio de monjas y hablaban de Jesús, me quedaba espectante,con una atención y una paz maravillosa,lo mismo me pasaba con los libros religiosos que había en la clase y que yo cogía a menudo para leerlos porque encontraba paz, me sentía muy atraída por esos libros.Te hablo de segundo curso de E.G.B, con 8 años.Asistía con mucha ilusión a las catequesis, viví mi primera comunión más o menos con ilisión, pues siempre hay algo que te perturba.Pero lo mejor fue cuando me confirmé,lo hice con una emoción y una presencia de Dios que sin duda fue un regalo de Dios.Había una unión tal entre Dios y yo que todo lo que pensaba y me hacía ilusión me lo concedía.Por ejemplo: En la ceremonia había unas monjitas que al verlas sentí grandes ganas de besarlas y en cierto modo compartir con elllas la emoción que sentía, pero había tanta gente en la iglesia, que no pudo ser, además de no atreverme, pues no tenía relación con ellas.Pues fíjate que al salir de la iglesia cual es mi sorpresa, que al pasar junto a ellas me vienen a besar y a felicitarme.Me llenó el gesto de cariño pero lo que más me llenó, fue la intervención de Jesús condeciéndome el pensamiento que había tenido durante la ceremonia.Me he sentido muy mimada por ÉL en muchas ocasiones de mi vida y me doy cuenta que el estar con Él conlleva un proceso que consiste en abandonarse en Él, solo Él importa, no hay felicidad,paz interior que se pueda igualar a la que te da el Señor si estás con Él.El proceso por mi parte, es ponerme en sus manos y creerme abandonada como dice Julio Figar, pero no desistir,y dejar que Él haga.Solo sé que no puedo ni quiero vivir sin la presencia más sentida o más ausente, pero sabiendo que está, según Dios quiera darme.
    ¡Qué emotiva la carta que escribió Juilio Figar para la persona cercana a la muerte.
    Todo lo que pide a Dios se lo pido yo también,pero en el párrafo que dice "Puede hacer de mí lo que quiera!, ahí siento un poco de miedo ante la enfermadad, todo lo que se puede sufrir, pero entiendo que si es la voluntad de Dios hay que pasarlo y Él dará todo lo que haga falta para llevarlo con dignidad y amor.¡Pero siento miedo!Voy a ponerme en oración y pedirle que me quite todos los miedos,porque además se llevan mi paz.
    Gracias por estas homilías que llenan tanto.

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  2. Buenos dias ¡¡¡que hermosa la historia de Juklio que nos has acercado .. es como que llena el espiritu para comenzar el dia ¡¡¡¡ Gracias Andres .. sabes mi abuela decia cdo estes confundida .. o no sepas que camino tomar ... apaciguate .. no desdesperes y ponlo en manos de Dios .. que El sabra indicarte el camino ... por ello mi niña estate siempre atenta a sus señales ¡¡¡ Buen fin de semana...para ti y a todos los hermanos del blog ¡¡¡

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  3. Leo con estupor un comentario de la pasada semana, referido a la homilía del domingo 24 de octubre, y no puedo menos que puntualizar al autor algunos “detalles”, en los que un cristiano no debería caer jamás. No es mi intención enmendar la plana a nadie, pero dada mi condición de apóstol (cristiano = apóstol), no puedo esperar ni un segundo más, no fuera a ser que esos tremendos errores de base se instalen en la (de)formación de mí querido/a hermano/a.
    El comentario no hubiera despertado tanto interés en mí (lo he leído varias veces) si no fuera porque empecé a sentir en el oído la respiración, cada vez más agitada, del autor o autora del citado texto. Muchas personas que van de auténticas no lo son tanto en el cara a cara y, eso sí, revestidas de un falsísimo “savoir faire”, son, por orgullo, incapaces de contrastar los hechos con la otra persona para llegar, sinceramente, al por qué de las acciones. Eso hubiera sido la forma honrada de actuar.
    En el “ranking” de errores, lo escrito anteriormente podría ocupar el primer lugar, pero entiendo que es opinable, así que pasemos a analizar los errores que nos ocupan y me permitiré nominarlos para así ayudar a verlos más claros:

    1.- Vanidad – Petulancia.
    Ella/él se define públicamente como perteneciente a un “determinado nivel social”. Todos sabemos que cuando se utiliza ese término se quiere subrayar que no se es un paria, más bien lo contrario, pero vamos a lo nuestro. ¿Acaso no sabes que no estás valorando ningún tratado sociológico, sino que analizas una homilía cristiana?. Deberías instalar en tí la idea de que entre los cristianos no hay niveles sociales, aquí somos todos hermanos, hijos de un mismo Padre…

    2.- Orgullo
    Craso error, pensar que Dios, Nuestro Señor, coloca según en qué sitios a sus hijos para socorrerlos o no; pero más que error, es un horror pensar que donde está una/o es el lugar de los elegidos y, todavía más horror, si cabe, si quien escribe se cree merecedor de tribuna de honor; y esto, por no hacerte saber “a lo que se va a la Santa Misa”.

    3.- Presunción
    Se adjudica al contrario lo que no se sabe con certeza. Conjeturas.
    En alguna ocasión se me preguntó por qué el catolicismo no atrae a más juventud, y respondí lo mismo que ahora: por la falta de coherencia de los católicos. En la carta que nos ocupa: ¿dónde quedó la limpieza de corazón y el acercarse al hermano con la mirada limpia…?
    Atrás, no se sientan los perdedores de la batalla de las vanidades. Para hacerse acreedor a ese título hay que despojarse, primero, de la vanidad interior y social que nos hace pensar que somos superiores a los otros o que pertenecemos a “otro nivel”. Eso nos pondrá más fácil el aceptar no ser siempre la/el “prota”, y que se nos rindan allá donde estemos.

    ¿No fue Clarín el que denominó a Vetusta como una ciudad de sociedad cerrada, donde la apariencia y la “falsa clase” habían sentado sus reales…?

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  4. Yo también me he sentido siempre amada y mimada por Dios. Él ha sido siempre una constante en mi vida, me ha acompañado en los mejores momentos y los peores ha estado siempre a mi lado. También lo he experimentado desde mi más tierna infancia, como la amiga anónima del comentario anterior; sin embargo en los últimos años en los que he perseverado más en la oración, me he ido sintiendo cada vez más libre y más capaz, se me han ido diluyendo los miedos y ahora vivo con más paz. Mi vida sigue siendo la misma, pero siento que Dios me concede esa gracia. ¡Bendito sea!

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  5. Con relación a anónimo del estupor...

    Lamento que mi comentario de la semana pasada, sobre el papel de "osu" haya sido mal interpretado, quizás no me supe expresar con la claridad suficiente. La verdad es así de cruda, a veces todos nos vemos reflejados en hechos parecidos, muy a nuestro pesar. Agradezco su comentario, es muy aleccionador.

    Me identifico, y quiero a las personas que se expresan en este blog, al que le tengo un gran respeto, son para mi como una familia maravillosa, de la que aprendo constantemente. Sigo las Homilías de D. Andrés,como un regalo del Señor, y siempre me sentí libre para opinar y comunicar mis sentimientos, y desde esa libertad, he procurado, no herir jamás a nadie, o al menos esa ha sido mi intención. Una persona puede estar equivocada o no, y hay cauces para el diálogo. En mi caso relaté un hecho doloroso para mí, pero solo para mí. Hoy me despido de todos ustedes, un poco triste por esta situación que me sobrepasa después de leer su comentario, pues parece más la respuesta de alguien que se identifica como "el converso" del hecho acaecido...,aunque esto es solo una conjetura, que de un querido hermano del blog. En cualquier caso, le deseo lo mejor en su vida, y que la Misericordia del Señor, nos ampare a todos.
    Muchas gracias D. Andrés por haberme concedido la posibilidad de expresarme en libertad durante estos años. He aprendido muchas cosas, y veo que me faltan todavía muchas más por aprender, pero seguiré ahí, leyendo y escuchando sus homilías, con la esperanza de convertirme en mejor persona, y que la Caridad del Señor haga el resto.
    Un fuerte abrazo a los hermanos del blog. ¡hasta siempre!

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  6. Sin ánimo de polémica, me dirijo al anónimo que lee “con estupor” el comentario que hizo una persona a la homilía de la semana pasada. Yo,- porque esto es una opinión- ante este comentario vi simplemente la mala experiencia que ha tenido alguien en un “grupo social ó religioso”, que puede tener ambas connotaciones; percibí tras este comentario un sufrimiento de rechazo, en quien lo había vivido y de buscar desde Dios, cual había de ser su respuesta. Creo que cualquier otra conjetura que pueda hacer me llevaría a un juicio sobre una situación que no conozco lo suficiente o a una falta de caridad…pues aunque algo de verdad pudiese tener este “comentario al comentario”, citando unas palabras que he escuchado a D. Andrés en muchas ocasiones y me han enseñado mucho y siguen haciéndolo: “ La Verdad si falta a la Caridad, no es la verdad de Jesucristo”. Yo- sigue siendo mi opinión- me haría este planteamiento. Ante esta frase de D. Andrés, amigo anónimo, prefiero no sacar tan duras conclusiones ante quien se dispone a participar en un Blog contando una experiencia vivida; tampoco es mi deseo hacer un juicio de tu escrito sobre la vanidad, orgullo y presunción que otros podamos ver en él. Sí creo que a todos nos falta mucha experiencia del Amor de Dios, que Él nos vaya purificando en aquello que necesitemos.. ¡que creo que es bastante! Pero viviéndolo desde la Esperanza de que “Dios sale al encuentro de -cada uno de nosotros- y lo cura.” Y esto una y otra vez. Y este Dios que nos sale al encuentro también lo percibo a través de este querido Blog.
    Buena semana amigos

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  7. Cuando no hay caridad, ni discenimiento, ni se es cristiano, ni se es apóstol. He leido el comentario del blog sobre el estupor producido en un lector, de un hecho sucedido a una persona y que me parece casi ingénuo. El comentario del estupor, se basa en un cristianismo que desconozco y nuevo para mí, pero muy lejos de la evangelización de las Homilías de D. Andrés, que son todo caridad y amor, y el amor, nos ampara a todos, porque viene de Dios.
    La Homílía del día de hoy es una muestra extraordinaria de amor, y de cómo el Señor llama a todos y cada uno de nosotros sin ponernos etiquetas.
    Siempre leo y escucho este blog serio y enriquecedor, soy una chica joven, pero no me animé núnca a participar, hoy lo hago por el cariño y el respeto que le profeso a D. Andrés, y que comparto con todos ustedes.
    Para el querido hermano del blog al que me dirijo, decirle que todos debemos aprender de nuestros errores, pero viéndolos desde el amor y la caridad, sin olvidar, que muchas veces con nuestros actos nos lastimamos, y las heridas necesitan curarse con el bálsamo de la comprensión.
    Feliz y Santa semana para todos.

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  8. No soy asiduo a las misas dominicales de la Catedral de Oviedo, pero sí, alguna vez, asisto a la de las 11 de la mañana. Sí entro con relativa frecuencia a leer el blog de este sacerdote, pero soy anónimo en sentido estricto, es decir, no tengo relación con la inmensa mayoría de quienes asisten habitualmente a esta misa, ni pertenezco a grupo alguno de la Iglesia.
    Hecha la antecedente declaración, he de decir que me ha sorprendido la polémica surgida en este foro virtual, iniciada por un partícipe anónimo, que la semana pasada se presentaba como dannificado de la acción o comportamiento de quien él denomina converso (llega, incluso, a titular a algunos de quienes, supongo, son sus hermanos en Cristo, de “conversos de turno”). Pues bien, me sorprendió que en los comentarios de esa misma semana nadie le hubiese respondido de manera contundente, pues la terminología empleada denota una soberbia personal y un desprecio hacia el hermano (?) impropia de un cristiano. Dice en su escrito refiriéndose al Señor, cito textualmente, “Él es capaz de desposeernos de cualquier máscara”; es cierto, pero, a menudo, nosotros solos nos la quitamos cuando, como es el caso, no tenemos pudor en manifestar la importancia que damos a los aspectos formales más vacuos y más alejados del mensaje de Cristo -el anónimo habla de su aspecto e, incluso, de su pertenencia a un “determinado nivel social”(?)-.
    También, además de utilizar un tono despectivo hacia el “converso” (la propia manera de utilizar el término connota, repito, un tufo de auténtica soberbia), habla el anónimo de invasiones y territorialidades, términos que me suenan a luchas intestinas en ámbitos sociales que nada tienen que ver con la Iglesia de Cristo. Tal parece que el partícipe anónimo se mueva bien, porque le resulten conocidos, en esos escenarios; los cristianos que yo conozco huyen de ellos.
    Por ello, la respuesta de esta semana, de otro anónimo al primitivo, me parece adecuada y coincido con muchas de sus apreciaciones al respecto.
    Por otro lado, leo la opinión que, sobre este escrito de contestación, vierte otro partícipe (firma como Pepitina), cuando dice: “tampoco es mi deseo hacer un juicio de tu escrito sobre la vanidad, orgullo y presunción que otros podamos ver en él”, y me deja perplejo; primero, porque con dicha expresión está haciéndolo implícitamente, y, segundo, porque, no sólo emitir juicios de valor es la práctica que le he observado algunas veces, sino que la he leído pontificar en no pocas ocasiones con cierta arrogancia.
    Que paséis buena semana

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  9. Aloya dijo...

    El comentario puntual y semanal de Pepitina en este blog, es siempre de esperanza en el Amor de Dios. De sus textos aprendemos que el Amor del Padre, y las enseñanzas de D. Andrés, van formando a personas muy capacitadas para ser testigos del Señor, y transmitir la fe a los que estamos cerca de ellos. Saben evangelizar desde la caridad, con paciencia, sin acritud, sin dobles lecturas, pero con firmeza de convicción en que solo desde el bien, y la buena disposición de ayuda a los hermanos, se consigue avanzar."Aut facite arborem bonam, eta fructum ejus bonum: Aut facite arborem malam et fructus ejus malum: Siquidem ex fructu arbor agnosticur", San Mateo, Capítulo XII, Versículo 33,
    "Por sus frutos les conoceréis..."

    Pepitina, estás haciendo un gran trabajo espiritual, y tus comentarios nos ayudan a muchas personas a mejorar, entre ellas a mí.
    Aloya

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  10. Me alegra escuchar la vida de este sacerdote dominico; porque una vez mas constato que , cada uno tenemos ese momento de encuentro con el Señor, a partir de ese instante algo se remueve en nuestro interior, es el inicio de un cambio de vida, y comienzo a recorrer el camino de la santidad.
    Esto nos lo recuerda también el evangelio de hoy, en la persona de Zaqueo; un hombre pecador que se encuentra con Jesús, y enseguida es consciente de todo el mal que ha hecho, y su reacción es un cambio total en su actuar.
    A mi me ayuda mucho el ver como todos los santos, canonizados o no, han tenido esta experiencia; y esto despierta en mi ese deseo de amar a Jesús por encima de todo, y que Él sea el centro de mi vida.
    Me llama la atención en el relato de Julio, cuando dice: que iban hacia aquel encuentro casi casi retando a Dios, pero no obstante añade, puse toda mi esperanza en Dios, porque veía las maravillas que hacia en los demás; y repetía "Ayúdame Señor"
    Ya vemos como su lamento fue escuchado; esto me recuerda hace muchos años, que yo me encontraba en una situación complicada, y cada noche antes de acostarme mi oración era esta: Ayúdame Señor, ten piedad de mi; y puedo decir que, también fui escuchada; nuestro Dios no cierra el oído ante nuestras súplicas.
    Hace un rato cuando abrí el blog para escuchar nuevamente la homilía y ver los comentarios, me sorprendí gratamente al ver que ya aparecían ocho, mas cuando los leí, cosa que no suelo hacer antes de escribir el mio, me entristeció el observar la polémica que se ha despertado ante el comentario de un hermano; yo no voy a entrar en esta dinámica, porque a mi no me corresponde el juzgar a nadie, nuestro Señor es el único que puede hacerlo, si es que hay algo que juzgar; solo quiero decir que, voy a rezar por cada uno de los que aquí ponen su granito de arena, compartiendo sus experiencias, por si les sirven a otros, y para contribuir al esfuerzo de D. Andrés, que trata de empujarnos Hacia Dios.
    Un día mas, gracias Andrés.
    La Paz hermanos.
    BENDITO SEA DIOS.
    chony

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  11. Leo con sorpresa la profusión de respuestas que ha suscitado mi comentario (soy la persona estupefacta).
    ¿Cuál es mi conclusión de todo esto? Intentaré explicarlo. Alguien me dijo en cierta ocasión: “la persona sincera es aquella que es fiel a la verdad, a la vez que sabe aceptar la que, hacia ella, vierte otro con sinceridad”.
    Siento mucho que un fiel colaborador de este blog renuncie a su participación en él, por no haber sabido encajar un comentario, en modo alguno personal dada su anónima identidad, pero sigue “in crescendo” mi estupor cuando se conjetura que, quien le responde, pudiera ser “el converso” y no “un querido hermano del blog” (manifiestación absolutamente maniquea, pues contrapone al “converso”, el malo, frente al “querido hermano del blog”, el bueno, aún sin saber quien es este último y sin conocer, me parece, tampoco al primero).
    Quiero agradecer a D. Andrés el haber publicado tanto el anterior comentario como este último.
    Un saludo.

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