miércoles, 7 de febrero de 2024

Domingo VI del Tiempo Ordinario

11-2-2024                              DOMINGO VI TIEMPO ORDINARIO (B)

Lv.13, 1-2.44-46; Sal. 31; 1 Co. 10, 31 - 11, 1; Mc. 1, 40-45

Homilía en vídeo

Homilía de audio

Queridos hermanos:

            En este domingo vamos a celebrar la Campaña contra el hambre, que hacemos todos los años por estas fechas. La presidente de Manos Unidas de Asturias nos ha comunicado que el año anterior se han recaudado en toda Asturias 1.300.000 € y se han financiado 15 proyectos.

            Este  año se nos pide a los arciprestazgos de El Fresno, Oviedo y Siero que ayudemos a financiar un proyecto de acceso a agua para tres localidades en Ruanda (África). El importe del proyecto es de 125.504 €. Este país tiene unas regiones montañosas, a las que es difícil acceder  al agua. El 55 % de la población ha de recorrer 1,5 km para tener agua, y el 60 % tiene acceso a agua, pero en fuentes de mala calidad, lo que hace que muchos de ellos padezcan serias enfermedades parasitarias o infecciosas. El trabajo de traer el agua recae en las mujeres y los niños, que han de atravesar zonas peligras. La diócesis de Ruhengeri nos pide ayuda para este proyecto hídrico. Se quieren instalar 26 fuentes con traídas desde 9 km., 4 km., 2 km. y 1,5 km. Se podría abastecer a 11.652 beneficiarios directos. Ellos aportarían el 15 % del coste del proyecto, es decir, con materiales de construcción disponibles en la zona, con la adquisición de los terrenos por donde han de pasar las tuberías, y por la mano de obra a la hora de hacer las zanjas y la colocación de las tuberías, etc. Se espera poder realizar toda la obra en el plazo de 2 años. También se van a ocupar del mantenimiento de toda la obra, para ello se crearían 26 comités de la gestión de cada una de las fuentes con los vecinos de cada lugar.

            Además de este proyecto, Manos Unidas colabora en otros proyectos a lo largo del mundo:

            - La India. Los servicios sociales de la diócesis de Khandwa (al norte de la India), trabaja con estas comunidades desde hace ya 30 años y se ha ganado su confianza. Sabe lo importante que es conocer sus necesidades, sus arraigos culturales y tradiciones para poder concretar una acción de cambio. Su labor social se centra en los colectivos más vulnerables: mujeres, niños, personas con discapacidades y ancianos. En esta zona no hay desarrollo económico porque no ha habido desarrollo industrial y esto se traduce en falta de empleo. El medio de vida de la mayoría es la agricultura, pero las continuas sequías y la falta de recursos y formación se convierten en cosechas pobres y hambre durante gran parte del año. Quienes más sufren estas consecuencias son los niños y adolescentes desnutridos e indefensos ante tanta enfermedad. Esta falta de medios de vida sostenibles provoca migraciones hacia los estados vecinos, y el analfabetismo les conduce a ser explotados laboralmente. La población sobrevive de la agricultura durante cuatro o cinco meses. No existen infraestructuras sanitarias y alrededor de un 70 % de la población no tiene acceso a los servicios básicos de salud primaria. Solo cuentan con escuelas del gobierno en algunas aldeas; no tienen medio de transporte para movilizarse; no disponen de instalaciones adecuadas y algunos profesores no imparten clases de forma regular, por lo que el nivel educativo es muy bajo. Además, la mayoría de las niñas abandonan el sistema educativo por razones sociales, económicas y por la falta de escuelas secundarias.

El proyecto con el que colaboramos ahora es una segunda fase de uno inicial que duró dos años. Está enfocado en el desarrollo de las técnicas agrícolas sostenibles y la protección medioambiental. Se forma a los agricultores (en su mayoría mujeres) para poder gestionar comercialmente sus cosechas, competir con los precios del mercado, solicitar ayudas gubernamentales y empoderar a sus comunidades. Hemos sido testigos del cambio que se ha producido en el seno de estas poblaciones, no solo a nivel del desarrollo agrícola y social, sino también respecto a su actitud hacia el futuro, al que miran con esperanza. Hoy, más de dos mil mujeres han establecido sus pequeños huertos domésticos, donde cultivan verduras, legumbres y frutas para alimentar a sus familias, además de para venderlas y tener así un sustento económico. En nuestras visitas nos muestran con alegría y mucho orgullo cómo hacen sus pesticidas y abonos orgánicos y nos invitan a sus casas a tomar un «chai» y admirar sus huertos. Irradian alegría y confianza en sí mismas, nos presentan a sus hijos y nos hablan de todos sus planes. Son historias reales de superación, de alegría y de agradecimiento que suponen un regalo para todas las personas que las hacen posibles: desde el colaborador más anónimo hasta el último miembro del equipo local. Antes del proyecto, muchas de estas mujeres no salían prácticamente de casa y se ocupaban de los niños y las tareas domésticas. Ahora se sienten agricultoras, les hablan a sus hijos de la importancia de ir a la escuela, ahorran dinero en sus grupos comunitarios y piden microcréditos para cubrir gastos que van desde la compra de aperos de labranza, la educación de sus hijos. A través de los grupos comunitarios se crea una hermandad entre las mujeres. Aúnan sus voces para participar en las decisiones políticas de sus comunidades. En uno de los poblados que visitamos, Upla, han conseguido que llegue el suministro eléctrico o que se construyan carreteras de acceso.

- Togo. En uno de los barrios de la capital de Togo (Lomé) atraviesa el mercado un tren de vía estrecha que transporta carbón y llena el ambiente de polvo negro y humo. La mayoría de la gente que vende en este lugar también vive en él, hacinada entre los puestos, la basura y los raíles del ferrocarril. En este barrio, donde se encuentra este gran ‘bazar’ de frutas, verduras y carbón, encontramos el ejemplo perfecto de la situación que viven las niñas y las mujeres en Togo. Tradicionalmente se da el matrimonio forzoso de niñas para ser segunda, tercera o cuarta esposa, lo que se traduce en una explotación por parte de las otras mujeres. Asimismo, las familias del norte envían a sus hijas a casa de familiares o amigos y, en muchos casos, estas niñas acaban siendo violadas o víctimas de trata. Algunas huyen y deambulan por el mercado robando, haciendo algún trabajo esporádico o durmiendo en el suelo. Muchas acaban prostituyéndose. También encontramos a mujeres jóvenes con hijos cuyos maridos las han abandonado y tienen que apañarse para poder alimentar a sus hijos, pagar la escolaridad, medicinas, etc.

En el año 2000, la congregación de Carmelitas Vedrunas se instaló en el barrio y, con nuestro apoyo, construyó un edificio en medio del mercado que sirve de escuela y centro de reunión donde se realizan trabajos de sensibilización, animación y formación entre los adultos, y de acompañamiento, tratamiento psicológico y educativo entre los niños. También tiene un albergue para las niñas embarazadas o que han huido de sus casas por obligación. En este hogar permanecen hasta que se les encuentra un nuevo hogar o un medio de vida. Ahora mismo acogen a seis chicas, una de ellas con un bebé recién nacido. En el último piso de la casa de esta congregación se ha construido un espacio de recreo para los niños del barrio. Allí se organizan sesiones de teatro, juegos, apoyo escolar y proyección de películas. Acuden muchísimos niños, ya que es la única diversión a su alcance. Esto, además, proporciona a los monitores la posibilidad de identificar otros problemas existentes y ayudar así en caso de ser necesario. A lo largo de 20 años de permanencia en ese ambiente y de la realización de muchas actividades, se ha identificado la necesidad de apoyar a las mujeres adultas con falta de formación a través de actividades generadoras de ingresos. Y a las chicas jóvenes, víctimas de violencia y malos tratos, reinsertarlas en la sociedad a través de la educación, tanto escolar como profesional.

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