sábado, 23 de diciembre de 2023

Natividad del Señor (B)

25-12-2023                                        NAVIDAD (B)

Is. 52, 7-10; Slm. 97; Hb. 1, 1-6; Jn. 1, 1-18

Homilía en vídeo

Homilía de audio. 

Queridos hermanos:

            Nos hemos reunido la comunidad cristiana para celebrar el nacimiento del Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo. ¡Sed bienvenidos! El Niño Jesús nos acoge a todos (a los que estamos aquí y a los que no están, a los que han querido venir y a los que no han querido venir, a los que han podido venir y a los que no han podido venir) con los brazos abiertos. Como homilía de Navidad, hoy quisiera dirigir una carta al Niño Jesús.

“Querido Niño Jesús:

Hace ya casi cuatro años y medio que me has traído a esta Unidad Pastoral de san Lázaro. Para mí ha sido una suerte muy grande y estoy encantado de estar aquí. Quiero darte las gracias por ello.

Te doy las gracias, Niño Jesús, porque me permites seguir siendo tu sacerdote. Sacerdote de esta Iglesia tuya. Iglesia que fundaste y formaste. Iglesia que construiste con tus Palabras de la Biblia y del Evangelio. Iglesia que has creado a base de tus lágrimas, dolores, sangre y muerte. Iglesia viva, porque tú has vuelto a la vida desde la muerte.

Te doy las gracias, Niño Jesús, porque aquí he aprendido muchas cosas de ti y de los cristianos de estas parroquias:

- He aprendido una vez más que tu verdadera Iglesia son, no sólo los Papas, obispos y sacerdotes, sino y sobre todo cada persona sencilla que te busca y que quiere seguir tu pasos. La verdadera riqueza de la Iglesia son tus hijos: niños y mayores, con estudios y sin ellos…, que en medio de su vida de cada día tratan de ser fieles a esa llama de fe que un día Tú has puesto en nuestros espíritus y en nuestros corazones.

- He aprendido que mucha gente no quiere saber nada de tu Iglesia, que quieren saber poco de Ti, pero también he aprendido que, cuando perciben realmente que Tú estás cerca, entonces su corazón vibra de paz, de alegría, de profundidad… y te buscan, porque te necesitan.

- He aprendido a conocer y a amar tantos hijos tuyos que antes no sabía que existían. Siempre lo he dicho, si yo me hubiera casado, tenido una mujer y unos hijos, y un trabajo manual, mi grupo de conocidos sería muy reducido, pero Tú, al hacerme sacerdote, me has dado a tantos hijos tuyos como amigos y como hermanos, que juntos caminamos hacia Ti.

- He aprendido a sufrir con niños que mueren, con gente joven que muere, con gente adulta que muere, con niños y mayores que están enfermos, muy enfermos. He aprendido a verme (vernos) impotentes ante la muerte y la enfermedad.

- He aprendido a sufrir con tantos matrimonios rotos, y esposos e hijos destrozados por ello.

- He aprendido de la fe sencilla y sincera de estos hijos tuyos ante tu Madre, la Virgen María, y ante su Hijo Jesús. En muchas ocasiones me han enseñado mucho más ellos a mí de lo que yo pude haberles enseñado a ellos.

Te pido perdón, Niño Jesús, por no amarte de verdad, de todo corazón y en todos los instantes de mi vida.

Te pido perdón por haber hecho daño con mis palabras, mis gestos, mis omisiones y ausencias a estos hijos tuyos.

Te pido perdón por ser un pecador y un sacerdote mediocre, egoísta y soberbio.

Te pido perdón, en nombre de mis feligreses, por el mal que han hecho y que siguen haciendo, y por el bien que dejan de hacer. No les tengas en cuenta sus pecados, sus palabras. Perdónales. Niño Jesús, mira más las cosas buenas que dicen, que hacen, que piensan, que viven. Te quieren y quieren ser tuyos. Pienso que es mucho más lo bueno que tienen que lo malo. Sí, pienso que tienen mucho más de bueno que de malo.

Querido Niño Jesús. Vas a nacer y quedarte entre nosotros. En este tiempo de Adviento hemos intentado hacerte en estas parroquias un pequeño colchón en la cuna de nuestro corazón para que te recuestes. Ven a nosotros, nace en nosotros y no nos dejes nunca.

¡Feliz y santa Natividad de nuestro Señor Jesús!”

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