jueves, 19 de octubre de 2023

Domingo XXIX del Tiempo Ordinario (A)

22-10-23                     DOMINGO XXIX TIEMPO ORDINARIO (A)

Is. 45, 1.4-6;Slm. 95; 1 Tes. 1, 1-5b; Mt. 22, 15-21

DOMUND

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Queridos hermanos:

- Un año más celebramos el Domund. El LEMA de este año es: ‘Corazones ardientes. Pies en camino’.

¿Por  qué ‘corazones ardientes’? Solo el encuentro con el Resucitado ilumina nuestra vida y hace arder nuestro corazón. Es lo que han experimentado los misioneros y misioneras, quienes, con su corazón ardiente, nos muestran el camino hacia los hermanos más pobres y necesitados, y la presencia del Señor vivo en medio de ellos.

            ¿Por qué ‘pies en camino’? Ese encuentro personal con Cristo provoca un cambio en las personas: hace que sus ojos se abran y mueve a la acción.

            Voy a traer aquí el testimonio de un sacerdote. Nos narra con su vida cómo llevó a cabo este lema: “Fui nombrado para  una parroquia rural de 2.800 habitantes de la cual ya habían salido dos sacerdotes amenazados por un grupo subversivo; Los  primeros meses se  me hacía  difícil aceptarlos, era para mí un JESUS CRUCIFICADO Y ABANDONADO y sentía en mi corazón un rechazo, porque sembraban el miedo, el terror, la corrupción moral, la extorsión del campesinado exigiéndoles cuotas en dinero en medio de la pobreza de nuestros agricultores, la violación de los derechos humanos, el asesinato, desplazamientos, el control total con sus maldades sobre la población, situaciones estas que a la comunidad y a mí nos afectaban profundamente, llenándonos de angustia, dolor, temor, miedo, pobreza….

Al mismo tiempo que esto pasaba, yo predicaba sobre el respeto y amor por la vida, y los seres humanos, los valores morales y espirituales, la vivencia de la Palabra de Vida, que yo personalmente llevaba permanentemente casa por casa, en el caserío y en las montañas, en agotadoras jornadas, a la vez que trabajaba mi espíritu. Hasta que una vocecita interior me dijo: que estos muchachos subversivos también eran hijos de Dios, equivocados y descarriados por quienes tenía que orar, y comencé, al menos, a saludarlos cuando me daban la cara, de pronto una que otra palabra, y luego el respeto en las predicaciones y comentarios que yo hacía, sin maldiciones o frases hirientes sino con todo el amor que me daba Dios Padre para con estos hijos extraviados.

Muchas veces cuando iba a las escuelas de la montaña ellos estaban por allí y me decían  a veces: ‘¿podemos escuchar?’, y entraban y se sentaban en el piso a poner atención. Otras veces yo estaba en la Eucaristía en otro lugar y ellos con mucho respeto estaban por ahí cerca; una vez dos subversivos iban a bautizar cada uno a su hijo. Yo les exigí lo normal para estos casos, a lo cual ellos se sometieron. Luego el Domingo,  durante el Bautismo con Misa, ellos respondían y cantaban; la gente los miraba asombrada. Observaba yo en estos subversivos una alegría radiante, una sonrisa que jamás habían tenido, pues siempre estaban haciendo mala cara, y yo pensaba son las semillas del Reino o sea el germen de la verdadera fe, aún en esta situación subversiva.

Después cuando los Domingos se celebraba la Eucaristía en el centro de la parroquia, los dueños de bares y cantinas colocaban la música a muy alto volumen, en el parque donde quedaba el templo; y ellos les exigieron apagar los equipos de sonido mientras se celebraba la Misa y cuando obligaban a la gente a reunirse para exigirles algo decían los jefes de ellos: ‘nosotros admiramos mucho al párroco y ordenamos para él, todo el respeto porque es la máxima autoridad de la Iglesia aquí’”.

- ¿Quiénes son los misioneros? Son esos paisanos que han abandonado su tierra, su familia, sus seguridades, sus comodidades para ser lo que son–, no podemos olvidar que no se trata de aventureros –aunque algo de ello sí tienen– ni de expatriados –enviados por sus organizaciones a trabajar fuera de España– ni de románticos altruistas. Se trata de hombres y mujeres enamorados. Hombres y mujeres que, como aquellos dos de Emaús, han estado escuchando a Jesús cuando les hablaba a través de la Sagrada Escritura y han quedado transformados.

Los misioneros son personas que se han alimentado con la Palabra de Dios y, como la Virgen María, la han “rumiado” en su corazón (cf. Lc 2,19), llegando a identificarse con ella. Son cristianos...; son hombres de oración y de contemplación, que han dejado que el Espíritu Santo les ilumine con su fuerza y su amor para transformarles en apóstoles, no de una causa, no de una teoría, no de una ideología, no de una doctrina, sino de una Persona, de Jesús de Nazaret, verdadero Dios y verdadero hombre.

            - Gracias a lo que se recauda en el Domund, la Jornada Mundial de las Misiones, el Papa puede apoyar el crecimiento de todas y cada una de las Iglesias que están brotando en todo el mundo. La ayuda del Domund se convierte así en un riego por goteo constante, que apoya a las diócesis misioneras en sus gastos ordinarios y que permite que el Evangelio siga siendo proclamado en los confines de la tierra. Los territorios de misión son así acompañados por todos los católicos del mundo, que, con su colaboración a través del Domund, han podido participar en la misión que la Iglesia realiza en esos lugares.

Veamos algunos ejemplos de primera evangelización: 1) Aunque hubo misioneros en Mongolia en la Edad Media, no fue hasta 1992, a la caída del régimen comunista, cuando la Iglesia pudo nacer allí. Con solo 30 años de historia, su gran reto es la primera evangelización. Sus esfuerzos están dando los primeros frutos: ya hay 1.400 católicos y se acaba de ordenar su segunda vocación nativa. Al frente de la prefectura de Ulán Bator, que ocupa todo el país –con una extensión de tres veces España–, está monseñor Giorgio Marengo. Tras 17 años como misionero allí, fue nombrado obispo en 2020. En el mes de agosto de 2022 fue elegido cardenal, el más joven del mundo.

2) En el norte de Kenia hay una tribu seminómada de pastores que viven en zonas muy áridas: los samburu. No hay agua ni luz, ni siquiera una radio para informarse. Sin embargo, la Iglesia está presente anunciando el Evangelio y defendiendo el valor de la vida ante tradiciones ancestrales como la mutilación femenina o el matrimonio infantil.

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