jueves, 2 de febrero de 2023

Domingo V del Tiempo Ordinario

5-2-23                            DOMINGO V TIEMPO ORDINARIO (A)

 

Is. 58, 7-10; Slm. 111; 1 Cor. 2, 1-5; Mt. 5,13-16

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Homilía de audio

Queridos hermanos:

            El evangelio de hoy nos dice que tenemos que ser sal en la tierra. ¿Qué significa esto, cuándo soy sal en la tierra y con los que me rodean?

            Haced un tiempo, cuando estaba en la parroquia de Tapia de Casariego, un sábado, bajé a abrir la iglesia hacia las 7 de la mañana, como siempre hacía. Encontré al final del templo una bolsa vacía de patatas fritas o de gusanitos. Supuse que algún crío del instituto u otra persona la habían dejado el día anterior. También descubrí que las puertas de los confesionarios estaban abiertas, como de alguien que hubiera estado haciendo alguna pequeña trastada. Cogí la bolsa vacía y pensé, en un primer momento, en tirarla sin más fuera de la iglesia, a la plaza, a la calle, a modo de protesta contra quien había tenido poco respeto por el lugar sagrado. También sentí cómo mi corazón se enfurecía algo contra esa persona o personas, pero, al instante, como una voz interior me decía: ‘Coge la bolsa y llévala hasta el contenedor de los plásticos. No te cuesta nada y no dejes que la ira se cobije en tu ser’. Así lo hice y de camino al contenedor percibía cómo mi ira se iba desvaneciendo. Luego recé por esa persona o personas. Era lo que Dios quería de mí. Después ya no quedó nada de resentimiento ni juicio en mi interior contra esa persona o personas.

            Luego, a las 10,30 horas de ese mismo sábado, tuve clase de moral católica en Navia con unos seglares y dando la clase, viniendo a cuento, les narré este episodio. Una de las alumnas me dijo: ‘Si nosotros hacemos como tú, los otros van a pensar que somos tontos e imbéciles, y van a abusar de nosotros dejando más basura en las iglesias para que las limpiemos nosotros’. Y esta alumna TIENE TODA LA RAZON… en la lógica y en la dinámica del mundo, pero ¿EN LA LÓGICA Y EN LA DINÁMICA DEL EVANGELIO? ¿TIENE RAZÓN, O NO?

            En este mundo el que estamos es tan fácil y corriente ir de listillo y aprovecharse de los otros (dueño de un bar que tenía contratados a camareros a tiempo parcial y les hacía trabajar 13 y 14 horas diarias por un sueldo bajísimo, empleados u obreros que no cumplen sus horarios laborales y zanganean todo lo que pueden). Es tan fácil entrar en la ira, en el rencor, en los insultos, en el machacar a los otros, en el murmurar…

Hace un tiempo (en 2017) se hizo muy famosa una carta[1] de Eva María Romero, profesora de un instituto en Marchena (Sevilla). Decía así la carta: “Yo no estoy aquí (en el instituto) para aguantar, y utilizo las palabras textuales que un padre me dijo por teléfono cuando lo llamé para que corrigiera la actitud de su hija, que no me dejaba hacer mi trabajo. A mí, que yo sepa, me pagan para enseñar, no por aguantar. Estoy harta de la sociedad, que encumbra a seres que presumen de su ignorancia, que valora a un futbolista o a un ‘nini’ más que a una persona con estudios, respetuosa y educada. De los programas de televisión, que presentan como modélicos a aquellos que sin estudios y sin sacrificio alguno se han colocado ganando un sueldazo por criticar, acostarse con, comprar en… Estoy harta de aguantar la mala educación con la que llegan, cada vez en mayor porcentaje, los niños al Instituto. Estoy harta del proteccionismo de los padres, que quieren que sus hijos aprueben sin esfuerzo y sin sufrir, sin traumas… De la falta de valoración del esfuerzo que sí hacemos nosotros. Estoy harta de la Administración, que cambia las leyes y la normativa que rige en mi trabajo sin preguntarme qué opino y sin darme formación para hacer bien mi nuevo trabajo […] ¿Qué vamos a hacer cuando a un alumno no lo podamos expulsar unos días por mal comportamiento? Además, tampoco está bien visto que lo pongamos a barrer o hacer tareas para la comunidad… El padre no quiere que humillemos a su hijo […] Yo así no aguanto más, vosotros haced lo que queráis. Llevo 19 años en la docencia, tengo 45, a lo mejor es mi crisis de la mediana edad..., pero, si algo me han dado los años es valor; no tengo miedo, y, como me aprieten más el tornillo, saltaré como un resorte. Solo quiero avisar: de aquí en adelante no pienso quedarme callada ‘por educación’. Contestaré en el mismo tono y con la misma contundencia que se me trate. A mí me gusta enseñar y transmitir. Me gusta el trato con los alumnos, los quiero y animo. Me considero un motor social de cambio, una fuerza generatriz. No soy un burro de carga dispuesto a aguantar hasta que reviente.

            ¿Cómo hemos de reaccionar ante unos chicos que ensucian y no respetan las propiedades ajenas, o los lugares sagrados? ¿Cómo hemos de reaccionar ante los comportamientos de falta de educación de los demás?

            - En la lógica y en la dinámica del mundo debo cabrearme, llenarme de ira, protestar, murmurar y, si puedo, castigarlos.

            - En la lógica y en la dinámica de una persona más preparada y con la razón queriendo gobernar su vida, la carta de la profesora es un ejemplo de cómo se puede uno comportar ante los comportamientos molestos e inadecuados, por ejemplo, de los alumnos del instituto y de sus padres.

- Pero, ¿qué debo hacer en la lógica y en la dinámica del evangelio? Veamos que nos dice el profeta Isaías en la primera lectura de hoy: Cuando alejes de ti la opresión, el dedo acusador y la calumnia […], brillará tu luz en las tinieblas. Veamos también lo que nos dice el salmo 111, que acabamos de escuchar: En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Y Jesús en el evangelio de hoy nos dice: Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? […] Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos.

            Por supuesto que, según el modelo del evangelio, la primera reacción aquí recogida no encaja. No pertenece al evangelio de Jesucristo la murmuración, el rencor, la ira, la maledicencia… Tendremos ‘razones’ para comportarnos así, pero no es la voluntad de Dios que lo hagamos así.

            La segunda reacción, la de Eva, la profesora, es muy razonable y se ve a una persona vocacionada, preocupada por su labor y queriendo hacer las cosas bien, no conformándose con las medias tintas, pero falta un algo. Falta esa sal de Dios de que nos habla el evangelio de hoy, falta la luz de Dios o, al menos, a mí me lo parece.

            Hace un tiempo leía un pequeño folleto de Práxedes Fernández, una mujer de Mieres, que murió con fama de santa, y el Papa ha declarado Venerable[2] en 2015. En ella sí que se cumplió perfectamente la Palabra de Dios que hemos escuchado hoy. Ella nos enseña a vivir según el evangelio y no según la rabia, e incluso nos dice con su vida que vivir sólo con la razón se queda muy corto para un cristiano. Ahí van dos ejemplos de su vida, y de cómo ella fue sal y luz para tanta gente, en vida y después de muerta: 1) Ante la violencia desatada contra clérigos y católicos ya en la Revolución de Asturias de 1934, “todos en el pueblo coinciden en que Práxedes nunca se definió políticamente ni la escucharon hablar mal de nadie. Una vez, cuando los revolucionarios quemaron la iglesia de Seana (Mieres), su hijo Gabriel, el menor, le preguntó si eran malos, y ella contestó que era gente como la demás, como sus vecinos, pero que no sabían bien lo que hacían. 2) Famoso, sin quererlo, fue el caso de la llamada ‘tuberculosa de Rimeses’: Teresa; una mujer que había sido agraciada en su juventud, habiendo trabajado en los lavaderos de carbón. Casada en 1913 tuvo cuatro hijos que se sumaron a los tres de soltera, lo que hizo que viviese míseramente en su pueblo. Su situación hizo que pronto despertara las atenciones de Práxedes porque, tras la muerte de su marido, había quedado sin recursos, sufriendo posteriormente los achaques de una enfermedad: la tuberculosis. Práxedes le prodigó los mayores cuidados con visitas diarias, subiendo hasta el caserío, a veces en condiciones extremas de frío y nieve durante el invierno. Una sobrina de Teresa declaró en el proceso de canonización: “Mi tía me decía que Práxedes le llevaba alimentos, le curaba las llagas supurantes de las piernas, la aseaba, y hablaba con ella alentándola y consolándola, y ella y los niños le estaban muy agradecidos”. Esta entrega encontró la oposición de la familia de Práxedes, que temían el contagio de la enfermedad. Pero Práxedes superó este obstáculo gracias a su fuerza y tesón, viéndose obligada a emplear las más rigurosas cautelas para prevenir todo riesgo de contagio, para ella y para los suyos.


[1] http://www.cope.es/detalle/en-la-tarde-me-pagan-para-ensenar-no-por-aguantar-marchena-profesora-eva-maria-romero.html?id=2017012621080001

[2] Esto quiere decir que ha vivido en grado heroico las virtudes cristianas.

1 comentario:

  1. Es un placer asistir cada domingo a sus misas. Es tan humano y generoso. Gracias Don Andrés.

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