jueves, 7 de enero de 2021

Bautismo del Señor (B)

10-1-2021                              BAUTISMO DEL SEÑOR (B)

Is. 42, 1-4.6-7; Sal. 28; Hch.10, 34-38; Mc. 1, 7-11

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Queridos hermanos:

            El miércoles pasado, 6 de enero, celebrábamos la fiesta de la Epifanía del Señor, es decir, la fiesta de la Adoración de los Reyes Magos. Hoy domingo, 10 de enero, celebramos ya el Bautismo del Señor. Es decir, Jesús acaba de nacer y ya Dios Padre lo envía a cumplir la misión para la que lo había mandado a la tierra. ¿Cuál es la misión de Jesús en la tierra? Nos lo dice la primera lectura: “yo te he llamado para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas”.

            Voy a desarrollar el mensaje de hoy en cuatro ideas:

            1) Hace años un vendedor fue al Polo Norte a vender bañadores y biquinis. Hace años un vendedor fue al desierto a vender trajes de esquiar. Hace años un vendedor fue al medio del Amazonas a vender aspiradores eléctricos en donde no había ni para enchufar un solo cable. Ninguno de esos vendedores pudo vender nada. Nadie quería sus mercancías, pues no eran ni útiles ni necesarias.

            Pero si es terrible para los vendedores que nadie quiera sus mercancías, porque no las necesitan, más terrible es aun cuando la gente no quiere las ‘mercancías’ que Jesús nos ofrece y que la gente dice no necesitar.

            Cuando Jesús predicó hace casi 2.000 años, cuando Jesús habló a la gente de parte de Dios, una inmensa mayoría no quiso escucharle, no quiso ‘comprarle sus mercancías’. Unos le siguieron por la novedad, otros (como los hermanos Juan y Santiago) para estar en los puestos de honor, otros solo para curarse, otros para ver milagros…, pero muy pocos quisieron y aceptaron enteramente el mensaje de Jesús. Por eso, a la hora de su muerte, en el Calvario, quedaban muy pocos de sus seguidores.

            2) ¿Queremos nosotros las ‘mercancías’ que Jesús nos ofrece? ¿Necesitamos nosotros las ‘mercancías’ que Jesús nos ofrece?

Jesús quiere hoy bautizarnos con agua y con Espíritu Santo a todos nosotros. Nuestra respuesta es: ¡YA ESTAMOS BAUTIZADOS!

            Jesús quiere hoy abrirnos los ojos, que están ciegos a tantas cosas y verdades de la fe y de la vida. Nuestra respuesta es: ¡NO ES NECESARIO! ¡YA VEMOS!

            Jesús quiere hoy sacarnos de las prisiones en las que estamos encerrados. Nuestra respuesta es: ¡NO HACE FALTA! ¡SOMOS LIBRES Y VAMOS A DONDE QUEREMOS! ¡NO ESTAMOS EN NINGUNA CARCEL!

            Jesús quiere hoy darnos luz para que salgamos de las tinieblas que nos rodean. Nuestra respuesta es: ¡GRACIAS, NO HACE FALTA! ¡TENEMOS LA LUZ DEL SOL O LA LUZ DE LAS BOMBILLAS Y FAROLAS DE NUESTRAS CASAS Y DE LAS CALLES!

            Cada vez menos gente quiere las ‘mercancías’ de Jesús.

            3) ¿Qué vamos a hacer, entonces, aquellos que seguimos el encargo que Dios Padre dio a su Hijo Jesucristo? ¿Rendirnos? ¿Acobardarnos? ¿Acomplejarnos? ¿Abandonar? ¿Escondernos? ¿Encerrarnos dentro de la parroquia o de nuestras casas?

            ¿Qué significa rendirnos, acobardarnos, acomplejarnos, escondernos…? Con un ejemplo quedará más claro: En cierta ocasión san Francisco de Asís iban de un sitio a otro anunciando el Evangelio, la Buena Noticia de Jesús. Le acompañaba un franciscano sencillo y entusiasta: Egidio, y sucedió lo siguiente: “A cuantos se le cruzaban en el camino, el hermano Egidio se abría en una ancha sonrisa, levantaba la voz y decía: ‘El Señor te dé la paz’. Cuando veía campesinos cortando pasto o escardando maíz, desde la vereda o aproximándose a ellos, les gritaba jubilosamente: ‘El Señor te dé su paz’. Los aldeanos se quedaban sin saber qué responder. Por primera vez oían semejante saludo. Varias veces repitió Egidio la misma escena. ‘Este está chiflado’ –dijeron por fin unos segadores, y sintiéndose burlados, comenzaron a replicarle con palabras gruesas. Egidio se asustó al principio. Después le dio vergüenza. Más tarde sintió desfallecer momentáneamente su entusiasmo por este género de vida. Se aproximó atemorizado a Francisco y le dijo: ‘Hermano Francisco, no entienden el saludo. Creen que estoy burlándome de ellos. ¿Por qué no me permites saludar como todo el mundo?’”. Seríamos capaces nosotros de saludar por el teléfono, por las calles a la gente, no con el ‘buenos días’ o con el ‘buenas tardes’, sino con las palabras de san Francisco de Asís: “El Señor te dé la paz”. Muchas gente diría que NO. Decimos que NO por miedo al ridículo, y preferimos hacer el ridículo ante Dios antes que hacer el ridículo ante los hombres. Preferimos seguir al mundo antes que a Dios.

            4) Quisiera que el día de hoy fuera:

a) el día de la fidelidad al Señor,

b) el día del recuerdo de nuestro Bautismo,

c) el día de levantarnos una vez más de nuestras cobardías, de nuestras miserias y de nuestros pecados,

d) el día en que le prometamos al Señor coger la antorcha que Jesús nos dejó,

e) el día en que llevemos la luz de Dios a todos los hombres,

f) el día en que sigamos abriendo los ojos a los ciegos,

g) el día en que sigamos dando libertad a los encarcelados de sus propios miedos y desgracias,

h) y el día en que sigamos sacando de las tinieblas a los que anhelan la luz.

            Por eso, para renovar nuestro Bautismo y la misión que Dios nos encomendó, os propongo que repitamos ahora nosotros el Credo. Por nosotros lo hicieron hace ya años nuestros padres y padrinos. Ahora ya podemos hablar nosotros por nosotros mismos y lo hacemos así (de pie):

“- ¿Creéis en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra?
R: Sí, creo.

- ¿Creéis en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos y está sentado a la derecha del Padre?

R: Sí, creo.

- ¿Creéis en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los Santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la Vida eterna?

R: Sí, creo.

- Esta es nuestra fe. Esta es la fe de la Iglesia, que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús, Señor nuestro.

R: Amén”.

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