30-11-2014 1º DOMINGO ADVIENTO (B)
Queridos hermanos:
Comenzamos hoy el año litúrgico. Y
empezamos con el tiempo de Adviento. En este año litúrgico nuevo y en este
tiempo de Adviento ha cambiado alguna cosa, por ejemplo, durante este año y
hasta el 22 de noviembre de 2015 (festividad de Cristo Rey) vamos a leer el
leccionario del ciclo B, siguiendo el evangelio de San Marcos. Además, los
sacerdotes en este tiempo de Adviento vestiremos la casulla morada y no verde
de estos domingos de atrás. El color
morado en Adviento quiere expresar una preparación espiritual; también el color morado es signo de vigilancia
y de deseos de conversión.
Con el Adviento nos preparamos para
celebrar y vivir algunos de los ejes fundamentales de la fe cristiana: la Encarnación del Hijo
de Dios en un ser humano y el nacimiento de Jesús, el Dios Niño. Jesús viene a
este mundo como Dios y como hombre. Por eso hemos de prepararnos: ¡Cristo va a
venir a nosotros!
Si va a venir alguien importante a
nuestra casa, la preparamos bien: hacemos limpieza general, vamos a la tienda
a comprar alimentos o bebidas con que agasajar a la persona que va a venir. Nos
ponemos ropa de fiesta. Advertimos a los niños que no digan impertinencias y
que no molesten demasiado. Los pasamos por la ducha. Recuerdo que hace unos 20
años el rey Juan Carlos I visitó un poblado gitano y todos los gitanos se
vistieron sus mejores galas, pero lo que más me llamó la atención fue ver una
imagen en televisión de un niño de año y medio de edad y vestido con un traje
hecho a la medida; tenía chaleco y todo, y entonces ya pensé que había sido una
tontería hacer un traje para ese niño, y que sólo vestiría en ese día, pues
rápidamente le iba a quedar pequeño. Fijaros también la que se armó en Boal al
ser nombrado pueblo ejemplar en Asturias este año y ser visitado por los reyes
de España. Pues bien, si para recibir a altas personalidades humanas hacemos
estas cosas, ¡cuánto más tendríamos que prepararnos para recibir a Jesús!
Todo esto es lo que nos pide Dios a
nosotros para recibirlo. Que ‘aseemos’ nuestro espíritu y que toda la parroquia
se prepare para recibirlo. Supongo que algunos de vosotros ya conocéis una
antigua historia de los indios americanos que nos puede ilustrar en esta idea:
LOS DOS
LOBOS
“Una
mañana un viejo Cherokee le contó a su nieto acerca de una batalla que ocurre
en el interior de las personas. El dijo: ‘Hijo mío, la batalla es entre dos
lobos dentro de todos nosotros. Uno es Malvado;
es el lobo de la ira, de la envidia, de los celos, de la tristeza, del pesar,
de la avaricia, de la arrogancia, de la autocompasión, de la culpa, del
resentimiento, de la inferioridad, de las mentiras, del falso orgullo, de la
superioridad y del ego. El otro es Bueno;
es el lobo de la alegría, de la paz, del amor, de la esperanza, de la
serenidad, de la humildad, de la bondad, de la benevolencia, de la empatía, de
la generosidad, de la verdad, de la compasión y de la fe’.
El
nieto lo meditó por un minuto y luego preguntó a su abuelo: ‘¿Qué lobo gana?’
El viejo
Cherokee respondió: ‘Aquél al que tú alimentes’”.
Es
decir, el tiempo de Adviento ha de ser para nosotros una espera activa, y no
una espera pasiva de estación de tren o de autobús o de avión. Allí sentados
sin hacer nada para adelantar o preparar la llegada de Jesús.
Cuando
Jesús nos dice en el evangelio que vigilemos, lo que no está diciendo es que
alimentemos ese Lobo Bueno que hay en cada uno de nosotros. Por eso, como
siempre, es conveniente que hagamos un plan para el Adviento que empezamos en
el día de hoy: alimentamos al Lobo Bueno cuando perdonamos, cuando ‘no sacamos
la lengua a pacer’, cuando reaccionamos con humildad y amabilidad ante los
demás (sobre todo en casa), cuando frecuentamos las visitas al Santísimo en el
sagrario, cuando vemos menos tele y leemos más la Biblia u otros libros
religiosos, cuando nos privamos de comidas superfluas y compartimos nuestros
bienes con otras personas necesitadas, cuando visitamos enfermos, ancianos o
personas en soledad, cuando ponemos a producir nuestros talentos, cuando
hacemos nuestro el evangelio del otro domingo: dar de comer al hambriento, de
beber al sediento, vestir al desnudo.
La espera del Señor no
nos quita la incertidumbre de cuándo vendrá, pero sí que tenemos la certeza de
que vendrá (“¡ojalá rasgases el cielo y
bajases, derritiendo los montes con tu presencia! Bajaste y los montes se derritieron con tu presencia”). Por
eso, nuestro esperar no es angustioso,
sino confiado, pues esperamos lo que ya poseemos de alguna manera por la fe.
Buenos días ! Por aquí ya se empieza a senti el aroma a Navidad pues están todos los jazmines florecidos ..... Y a partir e este primer domingo ... Empezaremos a prepararnos dia a día para esta Nochebuena ...esperar que llegue Jesus y se aferre en nuestro corazón ......tendremos que comenzar por sacar el lobo bueno y ponerlo a trabajar ..... Para dar amor .. Compañía .... Alegría .... A quien lo necesite ..... Pidiendo a Jesus ser cada día mejor persona ....
ResponderEliminarUna época de ilusión y esperanzas comienza... Vamos aprovecharla y hagamos el bien .
Gracias Andrés por esta bella homilia
En primer lugar tengo que decir, que me encanta la Navidad,digo esto,porqué hay gente que no la soporta.
ResponderEliminarEn segundo lugar me voy a proponer,tener unas fiestas más modestas,en comidas ,regalos etc,
En tercer lugar ,ir a visitar,a alguna persona,que lo necesite.
Y en cuarto lugar,recibir a Jesús y comentarle ,quieto parao,tienes que fijarte más en mí,y ayudarme a ser más buena,jo es que es muy difícil.Y como voy a estar con el corazón abierto,por lo menos lo voy a intentar.Debemos compartir ,para que todos podamos tener una Navidad,por lo menos digna.
En estas fechas repito mas a menudo aún esa oración que me da fuerzas para permanecer en Su Amor: Ven, Señor Jesús.Él siempre está viniendo, que me encuentre dispuesta y dócil a Su presencia.
ResponderEliminar¡qué gráfica la anécdota de los Lobos! es una preciosa catequesis, que sigo utilizando con mis nietos, a medida que van entendiendo.Les encanta.
Buenos propósitos de Adviento para todos.
ResponderEliminarHoy celebramos a San Andrés, apóstol cercano a Jesús, aunque al caer en Domingo se nos pueda despistar. Los amigos del Blog, tenemos razones sobradas para recordarle especialmente.
He leído:
“Andrés, el que acercaba a otros a Cristo.
Es el instrumento de encuentro de los hombres con Cristo y que llena de gozo el Corazón del mismo Jesús”. Así nos lo muestra el evangelio.
Para,cuántos de nosotros has sido, querido Pater, ese instrumento de encuentro con Cristo. ¡Cuánto agradecimiento a Dios y a ti también por tu docilidad al Espíritu que te conduce! San Andrés, tu patrono, te siga protegiendo.
¡Dios te bendiga!! Qué pases un Feliz Día.
Todo mi cariño, Pepitina
Muchas gracias, Pepitina.
ResponderEliminarFelicidades don Andrés, por su santo, se nos había pasado al caer en domingo, pero como bien dice Pepitina todos tenemos sobradas razones para acordarnos de usted y felicitarle, aunque sea al finalizar el día. Un abrazo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la historia de los dos lobos de los indios americanos y lo he guardado para revisar de vez en cuando aquellas cualidades o sentimientos que hemos de tener y los que no; también para esperar y prepararse para la Navidad. No había reparado en que, por ejemplo, la tristeza, la culpa, la inferioridad o la autocompasión son sentimientos negativos, no sólo para el hombre, sino que tampoco agradan a Dios. Pero, a veces, cuando se llega a esta situación de buenas actitudes de: serenidad, armonía, paz…, más o menos lo que se menciona en esta historia tan bonita de los dos lobos, alrededor pueden estar sucediendo cosas que van en la dirección contraria, tan “reales como la vida misma”, y entonces se pueden tener sentimientos, creo que humanos, que se encuentran en “el lobo malvado”, para reaccionar, ponerse las pilas…, no sé, creo que los más santos lo hacen mejor.
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