jueves, 3 de mayo de 2012

Domingo V Pascua (B)


6-5-2012                                 DOMINGO V DE PASCUA (B)
                                               Hch. 9, 26-31; Sal. 21; 1 Jn. 3, 18-24; Jn. 15, 1-8

Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
            Dice el evangelio de hoy: “A todo sarmiento mío que no da fruto (mi Padre Dios) lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto”. En esta frase Jesús utiliza principalmente dos verbos: arrancar y podar.
- Estuve la semana pasada en la Casa Diocesana de Espiritualidad de Meres dando una tanda de ejercicios espirituales. Estuve bastante liado, pero procuré sacar todos los días unos 40 minutos después de comer para dar dos vueltas alrededor del pueblo y mover así algo las piernas. Iba por aquellos caminos y veía casas de campo, sobre todo, y alguna urbanización. En las casas de campo veía árboles frutales y en varias ocasiones los vi con demasiadas ramas. Yo no entiendo demasiado de ello, pero creo que los árboles deben de ser podados si queremos que den fruto más abundante. En una casa de campo que mis padres tienen cerca de la Virgen del Camino (León) hay varios árboles y a mí me toca habitualmente podar los avellanos. Mi padre me ha dado instrucciones para ello:
1) Arrancar. He de quitar las ramas que salen en la base del tronco, pues ellas quitan savia a otras ramas que sí producen fruto y que se desea que sigan produciéndolo. Las ramas que no sirven o que chupan savia al árbol las corto de raíz, y luego las amontono en un lugar de la finca para quemarlas en la chimenea, cuando llega el frío. Además, se quiere que el árbol tenga el tronco limpio y tire para arriba. Por otra parte, el corte también sirve para airear la copa del árbol, de manera que los rayos del sol accedan a su interior y den vida a las ramas y hojas de esta zona. El sol ayuda a eliminar ciertos insectos y otras plagas que se afincan en lugares oscuros y húmedos.
2) Podar. Aquellas otras ramas que están mejor situadas y que interesa que den fruto se cortan un poco, es decir, se podan y así dan fruto abundante y mejor. Al podar, el ‘instinto de supervivencia’ del árbol hace que cuando éste se siente atacado (esto ocurre cuando se poda) ‘tema’ por su vida y florezca antes y en gran cantidad.
            Esta comparación tan sencilla de entender para la gente del campo también hoy es perfectamente comprensible para nosotros.
            ¿Qué tipo de rama o de sarmiento somos nosotros en nuestra familia, en la sociedad, en el lugar de trabajo, de estudio, en la Iglesia, en la fe? ¿Somos de las ramas o sarmientos que no dan frutos, que roban la savia al tronco, es decir, a la familia, a la sociedad, a la Iglesia, en el trabajo, en la relación con Dios? ¿Somos de las ramas o sarmientos que aprovechan la savia del tronco (de la familia, de la sociedad, del trabajo, de la Iglesia, de Dios) para crecer y dar fruto, según nuestras capacidades y fuerzas?
            - La acción de podar es dolorosa para el sarmiento:
1) Podar significar ‘cortar’. A quien le podan le cortan un trozo de sí; a veces el corte es casi total y le deja sin una parte muy importante de su ser y de lo que fue su vida. Dios ‘podó’ al misionero italiano de la historia que conté el domingo pasado. Le cortó la relación con su familia, con su cultura, con su salud, con su comodidad, con sus seguridades…, pero ese misionero se dejó podar por Dios y dio fruto abundante… antes de morir y al morir. Cuando Dios le ‘cortaba’, seguramente no le gustaría, pero sirvió para que diera fruto.
2) Podar significa corregir. Dios poda y corrige a quienes ama. Así nos lo dice el libro del Apocalipsis: “A los que yo amo los reprendo y los corrijo; sé ferviente y enmiéndate” (Ap. 3, 19). O también en aquel otro texto precioso de la carta a los Hebreos: “Por lo demás, si a nuestros padres de la tierra los respetábamos cuando nos corregían, ¡cuánto más hemos de someternos al Padre del cielo para tener vida! Nuestros padres nos educaban para esta vida, que es breve, según sus criterios; Dios, en cambio, nos educa para algo mejor, para que participemos de su santidad. Es cierto que la corrección, en el momento en que se recibe, es más un motivo de pena que de alegría; pero después aporta a los que la han sufrido frutos de paz y salvación” (Hb. 12, 9-11). En estos días que estuve en cama por el catarro vi un programa de televisión en que un padre en Florida enseñaba a su hijo como ganarse la vida cazando caimanes. El padre le aconsejaba que les disparara con una escopeta, pero el hijo decía que no, que era mejor con su pistola. El padre decía a la cámara: ‘Estos chicos de ahora quieren aprender, pero no se dejan enseñar por quien tiene más experiencia’. Se vio enseguida cómo un caimán había caído en una trampa (una cuerda con un cebo) y había que subirlo a la barca tirando de la cuerda con una mano mientras  con la otra se le disparaba. Así lo hizo el hijo, pero el disparo de pistola no fue lo suficientemente fuerte, pues no mató al caimán y éste casi cercenó un brazo del chico. Menos mal que el padre estaba atento y mató al reptil con un disparo de escopeta. A partir de aquí se vio al chico con una escopeta en la mano cada vez que iba a subir a la barca a otro caimán.
3) La poda-corrección, si es bien recibida, produce entre otros estos frutos: -capacidad de escucha; -capacidad de introspección o de examinarse uno ante lo que se le dice;  -humildad para aceptar lo que a uno se le dice, aunque no guste al principio; -una gran ganancia en las virtudes y una disminución de los vicios, errores y pecados; -un gran amor hacia quien poda-corrige, pues se ve que lo hace por amor y se reconoce en él la valentía de corregir y educar.

Oración
            ¡Señor, corta en nosotros lo que está podrido o lleno de pecados!
            ¡Señor, corta en nosotros lo que nos impide ver la luz de tu Hijo, Jesucristo!
            ¡Señor, corta en nosotros, aunque nos duela, pues es necesario para dar frutos de santidad y de bondad!

            ¡Señor, corrígenos siempre, aunque creamos saberlo todo y conocerlo todo! ¡Corrígenos una y otra vez, aunque no te hagamos caso por nuestra terquedad y por nuestra soberbia! Sí, ¡corrígenos y no nos dejes de tu mano!

            ¡Señor, pódanos, aunque ahora estemos dando muy pocos frutos! Queremos dar más frutos para ti y para tus hijos, los hombres,… ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

9 comentarios:

  1. Con el repaso que me has dado el domingo pasado, y hoy me dices que he de ‘arrancar y podar’ con lo duele todo eso, es que no nos dejas tiempo a reponernos, que Dios nos proteja y nos eche una mano.

    Hoy, para explicarnos el evangelio del domingo, empiezas tu homilía con una mirada a la naturaleza, mucho tenemos que aprender de la creación, ella es el gran libro abierto por el que Dios nos esta hablando constantemente, y he de confesar que tantas veces ando despistada pensando cosas bacías y sin sentido, y no sé aprovechar esa riqueza inmensa que esta continuamente a mi alcance.

    Bueno, ahora después de dar un paseo por la naturaleza oxigenarme y recuperarme un poco, sigo con la homilía, me parece muy importante, necesario y doloroso, todo lo que nos dices.
    Nos presentas un examen que no hay manera de librarse de él. Sí, hay que estar en disposición, pues, de dejarse podar y limpiar de todo que no sea fruto perenne, y esto a veces puede llegar a ser doloroso e incluso incomprensible. En estos momentos es cuando hay que recordar con fuerza que “al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca”, y no da fruto.

    ‘Concientes de esto hay que mantener una relación viva y constate con la vid en la que hemos sido injertados y de la cual recibimos vida. Hay que hacerle llagar las ansias y angustias de nuestra vida para que él nos haga hacer comprender cuál es el fruto, cuál es su voluntad para con nosotros. Es el camino de la oración, dialogo vivo entre personas vivas. La oración –“si permanecéis en mí” – nos permite abrir nuestro corazón para vaciarlo de lo nuestro y llenarlo de lo suyo – “y mis palabras permanecen en vosotros” -. Entonces “pedid lo que deseáis, y se realizará”, porque solo desearemos cumplir su voluntad’.

    Terminas la homilía con una hermosa oración, te pido Señor que sea coherente mi modo de vivir con lo que digan mis labios y sienta mi corazón, cuando ore sobre ella.

    Un abrazo y buena semana.

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  2. Ya he leído tu homilía, y déjame que te diga que, pareces una enciclopedia, no se te resiste ningún tema, jaja.
    Nos hablas de Dios, de Taramundi, de Alemania, de Ana Rosa Quintana, ja ja; y hoy toca clase de jardinería, de naturaleza, tema precioso por cierto; ya nos has dejado claro el porque han de podarse los árboles y las plantas, y el como debe de hacerse; y es que mi querido amigo tienes toda la razón, ya que en realidad todo está relacionado, y todo procede del mismo lugar, o de la misma persona, por tanto todo lo que ocurre en la naturaleza, es un fiel reflejo de toda nuestra vida. Desde luego no cabe duda que cuando podas una planta, retoña con mucha mas fuerza, y con un verdor mas intenso, regalándonos sus mas hermosas flores que exalan su mas fina fragancia.
    Muchas gracias por todas tus enseñanzas

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  3. Ya la he leido dos o tres veces ¡¡¡¡ esta fantástica pues me haces reflexionar y mucho ..es como un examen de conciencia ¡¡ me guardo la oración ¡¡ es muy linda...... y llega al corazon
    Buena semana¡¡

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  4. La homilía de ayer muy buena, ya me había gustado la escrita, pero al escuchártela mucho mejor, no te imaginas como las disfruto, pienso lo mismo que mi amiga de Lugo, estás haciendo muchísimo bien a través de ellas, ánimo y adelante, la gente tiene hambre de Dios.

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  5. Después de varios días dándole vueltas a mi poda,asumo la oración. ¡Señor, corta en nosotros, aunque nos duela! ¡Señor, corrígenos siempre, aunque no te hagamos caso por nuestra terquedad y por nuestra soberbia!
    Muchas Gracias.

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  6. Arrancar, podar.
    Estos dos verbos hacen que uno se ponga en guardia, porque me anuncian dolor, y aunque se que es necesario, la cruz, la corrección a veces me aplasta.
    Es importante reflexionar sobre esto, para que yo misma descubra que clase de sarmiento soy; espero descubrir que , no sea de los que hay que arrancar, pero de lo que si estoy segura es de que, sí necesito una "poda", porque pienso que el Señor se ha esmerado en cuidarme y proporcionarme todo lo necesario para que de fruto abundante, y sin embargo creo que no es el apetecido.
    Es precioso este evangelio mediante el cual el Señor nos indica la única forma de dar fruto; " Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mi y yo en el, ese da fruto abundante; porque sin mi no podéis hacer nada" Esta es la clave, por eso creo que ,yo al menos, tantas veces necesito que el Señor me pode, para recordarme una y otra vez donde puedo encontrar la Vida. Sin mi no podéis hacer nada.
    Permanecer unida a la vid, ¿Como? la oración; es ese rato en que le dedicas tiempo a Jesús, le cuentas como te encuentras, tus penas y alegrías, tu incapacidad para hacer aquello que a Él le gusta; tienes el oído abierto para escuchar todo lo que Él quiera decirte, y día a día va naciendo una comunión preciosa entre ambos; y acabas pidiéndole que te ´conceda su gracia para poder hacer siempre su voluntad; porque cuanto mas le conoces, mas le amas, y deseas agradarle.
    Todos estos días el Señor a través de su palabra nos está invitando a pedir, a ser humildes y pedir lo que necesitamos para poder dar el fruto apetecido.
    Sin duda Señor, yo necesito entre otras cosas que me podes; y mira ya se quiere colar el demonio, haciéndome temer la corrección; pero yo sé Señor, que puedo confiar en ti, y que lo harás con todo el amor del mundo, como ya lo estás haciendo durante todo este tiempo, y tengo la certeza de que saldré muy fortalecida.
    Andrés, que Dios te bendiga.
    A todos los hermanos les deseo que, sigan injertados en la Vid, y su savia hará posible que, el fruto sea abundante.
    BENDITO SEA DIOS

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  7. La oración con la que finaliza la homilía me suena a…..Santidad. ¿no os parece? Es algo que siempre el Señor pone ante nosotros, valiéndose de su buen pastor Andrés.
    Tiene una frase Jesús, a continuación del evangelio de este domingo, es decir el versículo 9, que desde hace años acuden a menudo a mi mente, a mi alma: Permanece(d) en mi amor. Es como un recordatorio, que lleva consigo todo un plan de vida cristiana y la homilía de hoy nuevamente me la ha recordado. Cortar y podar es algo que El mismo Señor, ha ido haciendo en mi vida, con dolor por mi parte, pero también con asombro por los frutos que se iban produciendo, sin hacer yo otra cosa, que intentar “no estorbarLe”, ni quejarme –mas difícil aún que lo primero. Así me ha ido mostrando mi fragilidad y mi dependencia de Él en todo y para todo; y que Sin Él nada puedo. Son palabras suyas vivas en mi vida. Tras momentos de dura poda, he experimentado esas palabras de la homilía: ”… se quiere que el árbol tenga el tronco limpio y tire para arriba. Por otra parte, el corte también sirve para airear la copa del árbol, de manera que los rayos del sol accedan a su interior y den vida a las ramas y hojas de esta zona.” Su luz, y el calor y el aire recibidos tras esas podas, son Vida y crecimiento en fe y confianza en Él, como mi Señor y mi Amado.
    Tuve el regalo de poder asistir a la última tanda de EE en Meres y he resumido esos cinco días en esta frase: LO MAS IMPORTANTE ES VIVIR DE LA FE Y EN LA FE; PERO LO MAS PERFECTO ES VIVIR EN LA VOLUNTAD DE DIOS.
    A esto último, a vivir en la Voluntad de Dios, nos lleva esta homilía y la hermosa oración final:
    ¡Señor, corta en nosotros lo que está podrido o lleno de pecados!
    ¡Señor, corta! ¡Señor,corrígenos! ¡Señor, pódanos! Queremos dar más frutos para ti y para tus hijos, los hombres,… Amén.
    Sólo el Señor puede realizar esta labor en nosotros y conducirnos hacia Él…; de nuestra parte tenemos Su Palabra: “Mi gracia te basta”. Y ese “Permaneced en mi amor”, ¿no es acaso “ Vivir en la Voluntad de Dios”?
    Santa semana de Pascua para todos.

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  8. PERMANECED EN MÍ, COMO YO EN VOSOTROS
    No es posible comprometerse en el apostolado directo si no se es un alma de oración. Seamos conscientes de ser uno con Cristo, tal como él era consciente de ser uno con su Padre; nuestra actividad no es verdaderamente apostólica sino en la medida en que le dejamos a él trabajar en nosotros y a través de nosotros con su propio poder, su deseo y su amor. Sólo cuando hayamos aprendido a buscar a Dios y su voluntad, nuestras relaciones con los pobres serán un camino de santificación para nosotros y para los demás.
    Amad la oración; a lo largo del día sentid la necesidad de orar y esforzaos en orar. La oración dilata el corazón hasta tener la capacidad de este don que Dios nos hace de sí mismo. Pedid y buscad, y vuestro corazón se ensanchará hasta poderle acoger y que esté con vosotros. Lleguemos a ser un verdadero sarmiento de la viña de Jesús, un sarmiento que dé fruto. Para ello, aceptemos a Jesús en nuestra vida tal como él desea llegar hasta nosotros:
    como VERDAD para ser dicha,
    como VIDA para ser vivida,
    como LUZ para ser encendida,
    como AMOR para ser amado,
    como CAMINO para ser seguido,
    como GOZO para ser dado,
    como PAZ para ser derramada,
    como SACRIFICIO para ser ofrecido,
    Entre nuestros familiares, nuestro prójimo, nuestros vecinos.

    TERESA DE CALCUTA
    Fundadora de las HNAS. DE LA CARIDAD

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  9. Repito las palabras de Pepitina .... Cortar y podar es algo que El mismo Señor, ha ido haciendo en mi vida, con dolor por mi parte, pero también con asombro por los frutos que se iban produciendo, sin hacer yo otra cosa, que intentar “no estorbarLe”, ni quejarme –mas difícil aún que lo primero. Así me ha ido mostrando mi fragilidad y mi dependencia de Él en todo y para todo; y que Sin Él nada puedo....para decirle al Señor que como me gustaría que salieran de mi boca, pues llevo toda una vida pidiendoLE que NO ME PIDA GRANDES COSAS, QUE NO CORTE Y QUE NO PODE, QUE ME DEJE DAR un poco de fruto pero sin cortar y podar. Pero al oir la homilia y los comentarios hoy me atrevo a pedirle al Señor que corte y pode (no mucho) que vaya despacito.
    C.

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