jueves, 23 de junio de 2011

Domingo del Corpus Christi (A)

26-6-11 CORPUS CHRISTI (A)

Dt. 8, 2-3.14b-16a; Slm. 147; 1 Co. 10, 16-17; Jn. 6, 51-59



Homilía de audio en MP3

Queridos hermanos:

En estos años pasados he hablado en el día de hoy de diferentes aspectos de la Eucaristía o de la Misa: por ejemplo, he hablado de la adoración, de la presencia de Cristo, el Hijo de Dios, bajo las especies del pan y del vino, del alimento para los cristianos, de la comunión entre Dios y los cristianos y entre los cristianos entre sí… En el día de hoy quisiera decir algunas palabras de otro aspecto o faceta de la Eucaristía: el sacrificio.

- Vivimos en un mundo que no siente ninguna atracción por el sacrificio. Se aprecia la vida, la felicidad, el placer, la comodidad, el disfrute de los bienes… Pero no se aprecia el sacrificio, el desprendimiento, el olvido de sí, el esfuerzo a favor de los demás, la renuncia a las propias apetencias o inclinaciones naturales… Se prefiere el optimismo de la salvación al pesimismo sacrificial.

Características del sacrificio: 1) Hay sacrificios que nos impone el propio peso de la vida, la propia condición humana, y que no tenemos más remedio que aceptar, sea de buen o de mal grado. Pero hay otros sacrificios que podemos imponernos nosotros mismos en la vida, porque dependen de nuestra voluntad. El sacrificio es una forma de encontrarse con uno mismo, ya que en él se descubre la propia limitación, se relativiza lo que es y lo que se tiene, se experimenta una nueva forma de disponer de sí, se aprende a valorar la capacidad personal para afrontar las situaciones difíciles de la vida. 2) Además, el sacrificio es una forma privilegiada de salir fuera de sí y de encontrarse con los demás. Por el sacrificio el otro comprende quién soy yo para él, y yo comprendo quién es el otro para mí. El sacrificio puede ser un encuentro con los demás, un aprendizaje del servicio, una forma de triunfar el amor sobre el egoísmo. Veamos un ejemplo sencillo: “Hace años vivía en un pueblo una familia. El niño tenía unos 5 años y, al ir por primera vez a la escuela, los niños le dijeron que su madre era muy fea y que asustaba. El niño, que nunca se había dado cuenta de eso, cayó en la cuenta de que su madre, efectivamente, tenía muchas arrugas por la cara: la tenía quemada. Por eso, un día el niño le dijo a su madre: ‘-Mamá, eres muy fea’. A lo que la madre replicó: ‘-Sí, hijo, soy muy fea y tengo la cara quemada. Y esto es así, porque siendo tú muy pequeño se incendió tu habitación y yo entré a salvarte y me quemé la cara y parte de mi cuerpo’. Y le enseñó el pecho, la espalda y los brazos con quemaduras, que el niño no había visto nunca, ya que ella lo solía tener cubierto. Al ver aquello y al conocer que su madre se había vuelto fea y se había quemado por salvarlo a él, le dijo: ‘-Mamá, para mí eres la más bella del mundo’”. 3) Asimismo, se ha de decir que el sacrificio no es tanto dar algo que le pertenece a uno cuanto darse a sí mismo.

- Una vez dicho esto sobre el significado general del sacrificio, pasaremos al sacrificio de Cristo, según nos es mostrado en la Sagrada Escritura. Jesús ha hecho un sacrificio total de su persona por los hombres: 1) Él ha asumido la misma naturaleza humana que nosotros al nacer, ha padecido en la cruz y ha muerto por nosotros y por nuestros pecados. Mi siervo salvará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos” (Is. 53, 11b). 2) Él ha hecho una donación total a todos los hombres. No nos ha dado cosas, sino que se ha dado Él mismo. 3) Con esta donación total, con este sacrificio que le ha hecho pasar por insultos, sentimientos de soledad y de traición, golpes, escupitajos, latigazos, horadación de pies y manos, sed y muerte en cruz…, Jesús nos ha manifestado el AMOR de Dios, la manera de luchar contra el pecado, el sentido del sufrimiento y de la muerte de los hombres y la esperanza a la que todos estamos llamados. Oigamos un testimonio de Julio Figar, O.P., que nos puede dar luz sobre el significado del sacrificio de Jesús: “Estaba andando solo y entré en una selva. Todo era muy oscuro. Iba solo y tenía miedo. Cada vez penetraba más adentro. Mi miedo y soledad iban aumentando. Al final de la selva vi una luz y encima de una montaña una cruz. Me acerqué y vi que Cristo estaba en la cruz. Junto a la cruz estaba María. María me dijo a la vez que me daba un papel: ‘Hijo, escribe en el papel las cosas que más te pesan y lo que más te hace sufrir’. Yo apunté allí mi miedo, mi soledad, mis pecados. Ella cogió el papel y lo puso al pie de la cruz. De Cristo cayeron unas gotas de sangre y cubrieron el papel. Hubo un terremoto, se abrió la tierra y se tragó el papel. María me miró y me dijo: ‘Ves hijo, mi Hijo ha muerto por esto. Ya no lo tienes que llevar’”.

- La Iglesia de Dios y los cristianos que la componemos estamos llamados a unirnos a este mismo sacrificio de Cristo. Unas veces este sacrificio será con nuestra propia sangre, como los mártires. Otras veces este sacrificio será espiritual. Así nos lo pedía San Pablo: “Os pido, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que os ofrezcáis como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios” (Rm. 12, 1). Este “sacrificio vivo, santo y agradable a Dios” debemos vivirlo en la vida ordinaria. Y en esta misma línea un texto muy antiguo exhortaba a los primeros cristianos a participar en la Misa habiendo confesado primero los pecados para que su sacrificio fuera puro; y todo aquel que estuviera peleado con algún hombre, debía primero reconciliarse con él y luego acudir a la Misa, “a fin de que no se profane vuestro sacrificio” (Didaché). ¿Os acordáis que hace unos domingos os hablaba de los “muertos vivientes” que todos tenemos? Pues, al terminar de celebrar la Misa de ese día y salir del templo, se me acercó una mujer y me dijo- “¡Qué razón tiene, señor cura, con eso de los “muertos vivientes”! Fíjese que yo tengo una vecina que no trago, porque me hizo una muy gorda… y no se la perdono. Nunca se la perdonaré”. ¡Qué trabajo nos cuesta morir a nosotros mismos y a nuestro amor propio! Éste es el sacrificio que Dios le pide a esta señora, para que su espíritu pueda ser santo, puro, agradable a Dios y tenga vida.

- El lugar por excelencia, donde los cristianos somos testigos privilegiados e incluso actores de este sacrificio de Cristo, está en la Eucaristía, en la Misa: 1) Cristo es el Cordero que va a ser sacrificado sobre el altar. Él no viene a la fuerza o con desconocimiento. Él sabe muy bien lo que le espera y a lo que viene. 2) Cristo es a la vez el sacerdote que ofrece ese Cordero a Dios para la salvación de todos los hombres, por el perdón de los pecados de todos los hombres. 3) Este sacrificio se hizo una sola vez, por eso hay una sola Eucaristía o Misa. Las Misas que ahora celebramos son re-presentación[1] de aquella única Misa, de aquel único sacrificio.


[1] Esto puede ser entendido en el sentido de que Cristo nos traslada a aquel Jueves Santo, a la Santa Cena.

4 comentarios:

  1. Que fiesta tan preciosa celebramos hoy, Jesús que se nos regala en la Eucaristía Bien nos los recuerda San Juan en su Evangelio cuando nos dice: “El que como mi carne y bebe mi sangre habita en mi y yo en él”. Que bien Andres que hoy nos has hablado de la Eucaristía como sacrificio y todo lo que esto significa en nuestra vida. Cuando siento la exigencia del Señor ante un sacrifico que me pide que cobarde y que corta me quedo olvidándome del “Gran Sacrificio de Cristo en la cruz por amor a mi y a mis hermanos”.
    Ayer cuando participe en la Eucaristía me ayudo y me motivo mucho el sacerdote al decir: “MIENTRAS HAYA UN CRISTIANO Y TENGA LA EUCARISTIA HACE CONTEMPORANEO A JESUS”.
    Dame Señor la gracia de vivir cada Eucaristía consciente de tu gran sacrifico y de tu gran amor por mi y mis hermanos, perdoname las veces que la vivo rutinariamente y dame la gracia de vivirla con alegría y gratitud ante tu gran amor.
    Andres gracias por las gotitas de perlas que el Señor pone en tus labios ante su Palabra.
    Para todos los de “La Comunidad de las Once y para los del Blog” mi recuerdo en el Señor.

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  2. Hoy para las almass con carisma eucarístico es la Fiesta de las Fiestas, porque Dios no se conforma en hacerse hombre, para divinizar nuestra condición caída, no sufre resignadamente todas las penurias de la vida ordinaria y nos enseña a vivir para Dios, no sólo acepta una muerte injuriosa llena de traiciones, cobardías, maldiciones y desprecios,hacéndose varon de dolores, ya que sufriendo redimirá todo hombre, porque el sufrimiento es el común denominador que tienen todos los mortales. Tampoco se conforma con hacernos participar de la alegría de Su Resurección, y con Él la nuestra propia, ni tampoco se queda estático en el cielo preparándonos sitio junto al Padre,...
    Que va, el Amor de Cristo se humilla más, se abaja más, quiere acompañarnos siempre y no mediante un signo, un recuerdo...sino Él mismo en Cuerpo,Sangre, Alma y Divinidad, por todos los siglos, para que cualquier hombre que vaya en su busca lo encuentre solícito a ayudarnos en todas nuestras miserias, problemas, cruces, miedos y soledades.

    Hoy a salido a nuestras ciudades y pueblos, irradiando bendiciones sobre nuestras calles, empresas,familias, jóvenes, niños, ancianos, deseperados, desempleados, enfermos...nunca cesa de regalarnos Su Amor.Por eso estamos tranquilos porque DIOS ESTÁ AQUI.

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  3. Es la primera vez que en una homilía oigo decir,claramente, que hay una sola Eucaristía:La ultima Cena, despues yo habré necesitado algún centenar de miles de Eucaristías, pero sólo Aquella, de modo que sin querer entras en eso tan dificil como es lo Infinito.Me encantó ver que la Iglesias adulta coincide con lo que el Señor, hace ya años, en una preparación me lo hizo ver.En cuanto al sacrificio mio va siempre parejo de la tentación de pensar que soy mejor porque el Señor tuvo la bondad de hacerme renunciar, a veces, a ese Yo que tanto me hace "rabiar"-Qué bueno ser católica!.Un abrazo-

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  4. Buenos días Andrés, el domingo fuimos a N, mi hijo fue de monaguillo aunque protestando. La procesión fue muy emotiva y con mucho respeto y devoción. El palio lo llevaban seis hombres y unos son adoradores y otros de mi cofradía. Como te indiqué en el anterior correo, quería estar con mi Señor, me puse a su lado en un lateral, siempre procuro estar a su lado, lo necesito. Durante la procesión, siempre tengo que tener luchas de pensamientos que si no debo de ir ahí, y más cosas que me impiden estar al cien por cien. Aún así no hice caso y Jesús ya sabe de todo ello y sabe mis intenciones. Me emocionó cuando veo a un matrimonio mayor que al pasar el Santísimo por la calle ellos se pusieron de rodillas. Me emocionó cuando llegamos a la iglesia y una señora que estuvo todo el tiempo detrás de mí me dijo: ¡Que de hoy en un año volvamos a estar, me he sentido muy bien, me he emocionado mucho! Le dije: ¡Que así sea! Esto lo interpreto como un detalle del Señor hacia mí, pues yo iba con las luchas que llevaba y a pesar de ello estuve con mi Señor lo mejor que pude y eso se transmite, sin duda, al igual que me lo transmiten a mí otras personas. En fin lo yo lo siento así. Fue un honor poder acompañarle todo el tiempo a su lado. ¡Bendito sea Dios!

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