13-3-11 DOMINGO I CUARESMA (A)
Gn. 2, 7-9; 3, 1-7; Slm. 50; Rm. 5, 12-19; Mt. 4, 1-11
Homilía de audio en MP3
Queridos hermanos:
- Comenzó el miércoles pasado el tiempo de Cuaresma y ésta se prolongará hasta la Pascua del Señor. Este tiempo de Cuaresma hace referencia a los cuarenta años que estuvieron los israelitas en el desierto del Sinaí, a los cuarenta días que estuvo Jesús en el desierto siendo tentado por Satanás. La Iglesia nos presenta estos cuarenta días como tiempo personal y comunitario de conversión, de purificación y de caminar hacia Dios. En este tiempo de Cuaresma Jesús nos pide que dejemos de lado todo lo que no es Dios o de Dios, y que volvamos nuestro rostro hacia Dios.
La Iglesia nos exhorta a los cristianos para que en este tiempo de Cuaresma recobremos la gracia del Bautismo. Esto se logra con nuestro esfuerzo personal y con la acción misericordiosa de Dios, que nos da su fuerza y su santidad. En cuanto al esfuerzo personal, la Iglesia nos pide que hagamos ayuno tan solo dos días: miércoles de ceniza y viernes santo. Además, nos pide que nos abstengamos de comer carne todos los viernes de la Cuaresma e igualmente el miércoles de ceniza. A través de las lecturas de la Biblia y de la predicación, la Iglesia igualmente nos anima a intensificar la oración personal, la confesión sacramental de nuestros pecados, la lectura de la Palabra de Dios, a compartir nuestros bienes por medio de la limosna… Y muchos fieles añaden ellos mismos otras exigencias o mortificaciones que duran todo el tiempo cuaresmal. Aquí “cada uno sabe dónde le aprieta el zapato” y hace un plan cuaresmal a su medida. Por ejemplo, una persona se ha propuesto lo siguiente: “- Esforzarme en la oración. - Ayunar un día cada semana, además del Miércoles de Ceniza y del Viernes Santo. - Rezar el Vía Crucis los martes y los jueves. - Acompañar más tiempo a mi tía. - Caminar 2 Km diarios. Esto es porque hay días que no salgo ni a la puerta de casa”.
- Propio de este tiempo de Cuaresma es el salmo 50. Hemos leído un trozo de dicho salmo hace un momento. Sería importante que en algún momento de estos cuarenta días oráramos sobre el salmo 50 completo. A este salmo se le conoce como el “Miserere”. Es la primera palabra que inicia la oración: “Misericordia…” Se dice que este salmo lo compuso el rey David tras la denuncia que le hizo el profeta Natán, de parte de Dios, por haber mandado asesinar a Urías, con cuya mujer, Betsabé, se había acostado David. Dios hizo ver a David toda la profundidad y la maldad de su pecado. Fruto de esta gracia de Dios y de su arrepentimiento David compuso este salmo.
Por la lectura de esta oración se ve que hay dos grandes pilares en los que David se apoya: 1) la culpa y responsabilidad del pecador; 2) la bondad de Dios, que perdona. A Él se le súplica, pues sólo de Él puede proceder la salvación y la transformación del hombre pecador en un hombre santo.
1) David, el pecador, no echa la culpa a otros de su maldad, ni se escuda en su propia debilidad e igualmente tampoco David se justifica diciendo que fue más grande la tentación que su fuerza. No. Dice y ora David: “Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. Contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces”. Aquí resalta David que fue él quien pecó y no otro. Es cierto que a Urías lo mataron los soldados enemigos y que fue su general Joab quien lo puso en primera línea, donde más peligro había, pero también es cierto que fue el rey David quien envió una carta por medio del mismo Urías para el general Joab. En esa carta, que era su sentencia de muerte, se daban órdenes precisas para que a Urías se le pusiera en lo peor del combate y muriera, y de este modo se taparía el embarazo adúltero de su mujer por la violación de David. Sólo David violó a una mujer casada. Sólo David engañó a Urías. Sólo David firmó su sentencia de muerte en la carta que le entregó. Sólo David puso a Urías a
2) David apela a la misericordia de Dios (Miserére mei, Deus…). “Misericordia, Dios mío, por tu bondad; por tu inmensa compasión borra mi culpa. Lava del todo mi delito, limpia mi pecado”. ¿Podrán ser lavados y arrancados para siempre del corazón de David todos los horribles pecados cometidos por él? El hombre pecador sabe en lo más íntimo de su ser que sólo Dios puede hacer esto. Por muy grande que sea el pecado del hombre, más grande es la misericordia y el perdón de Dios. Por eso, David se acerca humillado, con dolor de corazón, arrepentido y le muestra a Dios, sin disimulo alguno, sus pecados y le pide su perdón. La respuesta de Dios, como bien nos dice el profeta Isaías, no se hace esperar: “Aunque vuestros pecados sean como escarlata, blanquearán como la nieve; aunque sean rojos como púrpura, quedarán como lana” (Is. 1, 18). ¿Recordáis el caso que os conté hace unos meses de un jugador italiano? Os lo voy a repetir, porque ilumina muy bien todo esto: En el 2004 hubo un campeonato de fútbol europeo. En uno de los partidos jugaba Italia contra Dinamarca. En un momento del encuentro Francesco Totti, jugador italiano, escupió sobre el danés Poulsen. Por este hecho, Totti fue descalificado y se le prohibió jugar durante 3 partidos. Al llegar a Italia, a su casa, Totti cogió un papel y escribió: “Santísima Virgen del Divino Amor (nombre de la devoción de un santuario mariano muy famoso en Italia), te pido perdón y te ruego que nunca me abandones. Tu Francesco”. Este papel lo envolvió en su camisa de la selección y lo entregó al santuario a través de un sacerdote, al que conocía desde niño. Totti ha elegido el camino de la fe para borrar su feo gesto con otro jugador. Decía Totti: “El modo más hermoso para pedir perdón es dirigirse al único que sabe perdonar. Y por eso he sentido la exigencia de regalarle a
En efecto, sólo de Dios procede el perdón y la transformación del hombre pecador en santo. “¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme […] Devuélveme la alegría de tu salvación”. Si Dios únicamente nos perdonara, pero no nos transformara interiormente, volveríamos a la misma situación de antes. No basta el mero perdón, que es mucho. Es necesario que Cristo Jesús nos arranque el corazón de piedra y nos ponga uno de carne. Esta carne debe ser extraída del mismo corazón de Jesús: corazón puro, corazón que comprende y que espera pacientemente, corazón que perdona a los otros y a uno mismo…
El camino que aquí se ha trazado de la mano del salmo 50 es el siguiente: 1) existe un pecado del hombre que hiere y daña a otro hombre y a Dios mismo; 2) el hombre tiene luz para ver su pecado, pero únicamente puede verlo con los ojos de Dios; 3) ver el propio pecado así lleva a uno a un auténtico dolor de corazón y a un arrepentimiento total; 4) el hombre pecador y con luz para ver su pecado suplica a Dios su perdón; 5) el pecador humillado y suplicante es escuchado y perdonado por Dios; 6) Dios transforma a ese hombre y le da un corazón nuevo, un espíritu nuevo; 7) esta nueva situación produce en el hombre alegría. No cualquier alegría, sino
Este es el itinerario que la Iglesia nos marca para esta Cuaresma… y para toda la vida.
¡Que así sea!
¡Cuánto me apetecía la reflexión sobre este salmo! Ahora recordando la historia de David y Natán, veo mas claramente como se reflejan en este salmo pasos de nuestra vida de pecado,perdón y conversión, por los que vamos pasando a lo largo de los años.
ResponderEliminarQué difícil nos resulta en ocasiones, vernos y sabernos pecadores..echamos la culpa a otros, nos escudamos o justificamos con gran facilidad.Quizás nos ocurra porque no nos dejamos iluminar por la Luz que es Jesús, cuando nos hace vernos como realmente somos; tememos que nos muestre nuestra realidad, como somos y preferimos seguir esclavos de pecados o situaciones que no nos llenan para nada, y es que..no hemos conocido, quizás, su misericordia. Porque, cuando tras haber pecado nos toca el corazón Su Misericordia...nos damos cuenta que el temor no tiene razón de ser y vivimos "la alegría de Su salvación."
Me quedé pensando mucho el párrafo casi al final de la homilía:"Si Dios únicamente nos perdonara, pero no nos transformara interiormente, volveríamos a la misma situación de antes. No basta el mero perdón, que es mucho. Es necesario que Cristo Jesús nos arranque el corazón de piedra y nos ponga uno de carne." Y de repente...Su Luz, Sus ojos me hicieron ver; aquella fue una vivencia dura y hermosa. Entró el pecado y recibí el perdón-, lloré como pecadora perdonada, pero mi corazón aún después de la confesión siguió endurecido por unos días...-¡cuánto aprendí en ellos!-, el Señor fue transformando aquel corazón endurecido por un corazón de carne.Tras recordar emocionada cuántas gracias y dones me concede Jesús, me vino a la memoria la introducción que hace el P. Andrés a su examen de conciencia que muchos conocemos y utilizamos y que a mi me llena de serenidad y quita todo miedo ante cómo soy verdaderamente.
" EXAMEN DE CONCIENCIA
No quisiera que este examen de conciencia fuera una especie de losa sobre nosotros. No. La miseria humana, en cristiano, va siempre acompañada de la misericordia de Dios. Sólo a través de los ojos y del corazón de Dios el hombre puede y debe mirar sus propios pecados. El nos los descubre, y al mismo tiempo nos los perdona. Pero yo no puedo cambiar y caminar hacia Dios si no veo dónde estoy de verdad, y esto me lo hace ver Dios con su luz admirable y con la paz maravillosa que nos concede su perdón. "
Oh Dios, ¡devuélveme la alegría de tu salvación...!
Buena semana,amigos.
Escuchando la homilía, que estuvo muy bien, me he propuesto un plan cuaresmal para mí.
ResponderEliminarGracias por comentar el plan cuaresmal de esa persona; sin duda sirve de motivación para mí y pienso que para los demás.
Ha comenzado la Cuaresma, ese tiempo que nos pone la iglesia para prepararnos a la Pascua de nuestro Señor; Tiempo para meternos dentro de nosotros mismos, y buceando en nuestro interior, descubrir que es lo que hay en nuestro corazón, especialmente aquello que puede impedir nuestra conversión, y que Dios no sea lo mas importante en nuestra vida.
ResponderEliminarLas lecturas de este día nos ponen delante la tentación y el pecado, y la gran diferencia que existe entre caer en esa tentación, y en "saber rechazarla"
Vemos en la lectura del génesis, como Eva se deja seducir por satanás, y todos sabemos la consecuencia que ha tenido ese pecado, la muerte, para ellos y para toda la humanidad; también es llamativo el ver como Adán no reconoce su culpa, SU pecado, que trata de justificar echándole la culpa a su mujer.
El salmo 50, hermoso en verdad, yo cuando lo rezo siento que sale de lo mas profundo de mi ser, y lo hago con verdadera devoción; este salmo lo escribe un hombre que descubre el alcance de su pecado, del cual no había sido consciente hasta que el profeta se lo muestra, entonces sí reconoce todo el daño que ha ocasionado, las terribles consecuencias de haberse dejado llevar por la tentación que se le ponía delante en forma de mujer. "He pecado contra Yahveh" es lo que exclama el rey, reconoce SU pecado, y sin tardanza Natán le dice: "también Yahveh perdona tu pecado" Con el arrepentimiento llega el perdón de Dios, es grande la ofensa, pero es mucho mayor la misericordia.
Vemos en el Evangelio, las tentaciones que Jesús ha sufrido en el desierto, así como Él ha sabido rechazarlas y poner a satanás en su sitio, esta actitud también tiene unos "frutos" lo mejor que se nos puede ofrecer, la Vida eterna, la vuelta a la amistad con Dios; Él ha "pagado" toda la deuda de los hombres.
Gracias Andrés, muy bonita tu homilía, las pautas para vivir una cuaresma de conversión, resumida en esos siete puntos del final; siempre encuentras la forma de ayudarnos a vivir santamente nuestra fe, que Dios te bendiga.
Santa cuaresma a todos. Yo ya tengo mi plan cuaresmal, y cuento con la gracia de Dios para llevarlo a cabo.
BENDITO SEA DIOS.