miércoles, 3 de enero de 2024

Epifanía (B)

6-1-2024                                EPIFANÍA DEL SEÑOR (B)

Is.60, 1-6; Sal. 71; Ef. 3, 2-3a.5-6; Mt. 2, 1-12

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Homilía de audio.

Queridos hermanos:

            Celebramos hoy la fiesta de Reyes, también llamada Fiesta de la Epifanía o manifestación de Dios a todos los hombres.

            - Dios les cambió muchas cosas a los judíos en su forma de verlo. Una de ellas era el hecho de que pensaban que la salvación o el Mesías era nada más para los judíos. Y Dios les mostró cómo Él era para todos los hombres. Así se dio el caso de que un judío como Herodes no reconoció a Jesús como Dios y Rey, y unos extran­jeros, los Magos de Oriente, sí lo reconocieron.

            - Otra de las ideas centrales del día de hoy es el hecho de que Jesús viene presentado como Luz en medio de las tinieblas que rodean al mundo. Por ejemplo, los Magos fueron guiados hasta Belén por un estrella, que desapareció en cuanto se mostró el lugar donde yacía el niño Jesús. Desapareció porque todas las estrellas desaparecen cuando llega el sol y trae el día. Así el Sol-Jesús hizo desaparecer la Estrella del Oriente. En efecto, Isaías, en la primera lectura, profetiza en este sentido: "¡Levántate Jerusalén, que llega tu luz! Mira: las tinieblas cubren la tierra, las oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; y caminarán los pueblos a tu luz".

            Entonces, vemos cómo Cristo Jesús es Luz para todos noso­tros. Para todo el que cree en Él, Jesús es Luz en medio de las oscuridades y dudas de esta vida. El que no cree en Jesús camina en la oscuridad. En la oscuridad porque no ve más que lo que toca, que lo que palpa; en la oscuridad de su propio egoísmo y pecado.

            Hace unos años (2004) estuve en Cantabria celebrando las bodas de oro de los padres de un amigo mío. Había allí un hombre que tenía entonces 48 años y que ganaba 240.000 € al año, su empresa está en el Ibex-35 (esto es la 'repera') y facturaba entonces más de 300 millones de euros al año. Tenía una mujer muy buena, dos hijos encantadores, muchos amigos, salud... Sin embargo, no era feliz. Después de la Misa me andaba buscando continuamente y hasta que no se sentó a mi lado en la mesa a comer no paró para poder hablar conmigo. Enseguida me preguntó si yo tenía el poder de Dios para transmitirlo. No le importaba si yo era canónigo o juez de la Rota o doctor en derecho canónico, sino sólo si tenía el poder de transmitir a Dios. Al volver a Oviedo le escribí un correo en donde le decía:

“Estimado N: Después de haber tenido ayer nuestro encuentro-conversación, le he estado dando vueltas y creo que debo de manifestarte lo siguiente: Pienso que dentro de ti hay una serie de pensamientos y sentimientos encontrados acerca de Dios y del hecho religioso.

* Por una parte, te atrae, percibes que hay en ello una riqueza extraordinaria, algo que dará sentido a tu vida, ahora y para siempre. Sientes que Dios dará respuesta a tus preguntas más angustiosas y llenará todo tu ser como nunca nada ni nadie lo ha hecho. Colmará tus anhelos más profundos y te hará feliz, a ti y a los tuyos, a los que están a tu alrededor y a los de más lejos. Esto, sin embargo, es más una intuición que una certeza.

* Por otra parte, te gustaría ser como otras personas que están cerca de ti y que no se plantean todas estas cosas y viven "feliz y tranquilamente". Intuyes que abrirte a ese Dios significará, por primera vez en tu vida, no dominar, ni comprender, ni controlar nada. No saber a dónde te llevará eso ni por dónde. No saber lo que perderás de ti y de lo tuyo, y no saber lo que encontrarás y si te agradará. Intuyes que, si te abres a Dios y existe, tendrás que someterte a su voluntad, a su deseo (un deseo y una voluntad de vida y de felicidad para ti), pero no quieres y no estás dispuesto a perder tu autonomía, tu independencia, tu criterio. NO.

Y mientras te debates entre estas dos líneas, sientes que tu vida es mediocre, que le falta algo, que no te llena y corres y corres, y haces y cosechas triunfo tras triunfo (material y de reconocimiento de la sociedad), pero eso no te llena. Sabes que te falta algo. Intuyes que eso que te falta está por el lado de Dios y temes meterte por ahí, por todo lo que ello supone.

Como te decía ayer, pienso que Dios ha metido dentro de ti su sabia divina y eso te hace percibir que la vida tiene que ser algo más que lo que tienes o aparentemente te ofrece.

Hay muchas más cosas que vienen a mi espíritu para decirte, pero tengo que dejarlo aquí ahora. No obstante, te diré, para terminar, que si quieres dar el paso, Dios no te ofrece un seguro a todo riesgo ni te explicita paso por paso lo que va a pasar. O te fías o no te fías, o saltas al vacío sin paracaídas o no saltas, o te crees que Él está para recogerte o no te lo crees. Y es que creer es apostar por Dios sin condiciones. Otra cosa te he de decir: sabes que cuentas conmigo para lo que consideres oportuno y necesario, con libertad y sin obligaciones. Un abrazo de           Andrés

P.D.- No me importa que te moleste algo o todo de lo que te acabo de escribir. Sé que a Satanás le molestará que te lo haya mandado y tratará de envenenarte contra mí, contra lo que he escrito, pero no es más que una táctica para defender la parte que tiene bien agarrada en ti. También tú te defenderás, como con el compañero cristiano en el ejército, y darás mil argumentos en contra. No importa, si es de Dios lo que yo acabo de escribir, entonces dará fruto en ti ahora, o más adelante, cuando Él quiera”. No tuve ninguna respuesta ni lo volví a ver más.

            Este es mi Dios Jesucristo el que manifiesta su Luz a todos los hombres que creen, a todos independientemente de lo que hayan hecho a lo largo de su vida. Que su Luz nos ilumine a todos.

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