miércoles, 19 de julio de 2023

Domingo XVI del Tiempo Ordinario (A)

23-7-23                         DOMINGO XVI TIEMPO ORDINARIO (A)

Sab. 12, 13.16-19; Slm. 85; Rm. 8, 26-27; Mt. 13,24-43

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Homilía de audio

Queridos hermanos:

            Durante unos cuantos fines de semana, y de la mano del Papa Francisco, hablaré un poco de lo dicho por san Pablo a los corintios en el capítulo 13. Se trata del famoso himno de la caridad, que se lee en tantas bodas. Aprovecharé este verano para impartir algo de formación religiosa.

Vamos a profundizar un poco en este bello texto de la Palabra de Dios, que dice así: El amor es paciente, es servicial; el amor no tiene envidia, no hace alarde, no es arrogante, no obra con dureza, no busca su propio interés, no se irrita, no lleva cuentas del mal, no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1ª Co 13,4-7). Sí, aquí el Señor, por la pluma de san Pablo, nos habla de amor y los esposos lo utilizan en tantas ocasiones para acompañar su consentimiento matrimonial. En la Exhortación Postsinodal Amoris Laetitia (nn. 90-119) el Papa Francisco explica el significado de cada palabra de san Pablo. Vamos a escuchar lo que nos dice el Papa: En este himno se ven “algunas características del amor verdadero” (n. 90).

Hemos de escuchar todo lo que se dice hasta el final. No podemos formarnos ya una idea por una sola de las palabras. Esto es como un puzle, que sólo tiene sentido cuando se termina. Lo que percibimos ahora, lo que entendemos ahora… es cierto, pero es parcial. Esperemos hasta el final para tener una visión completa.

Descubramos con estas palabras cómo tenemos que amar y cómo no tenemos que amar, cómo nos aman bien y cómo nos aman mal. Tan importante es saber lo que debe de ser, como saber lo que NO debe de ser.

Amamos bien y amamos mal. La persona que te pega, no te quiere. La persona que te falta al respeto, no te quiere. La persona que te da todo, todo, todo, todo, todo, no te quiere. La persona que no te deja crecer y madurar, no te quiere. La persona que te hace sentir culpable, no te quiere. La persona que te manipula, no te quiere. La persona que no te deja en libertad, no te quiere. La persona que te toma en posesión, no te quiere. La persona que no te ve feliz con ella, y no te deja ser feliz con otros, no te quiere. La persona que te controla, no te quiere. Y si tú haces eso con los demás, tampoco los quieres. Por eso es muy importante que revisemos de qué forma queremos, de qué forma nos quieren, y descubriremos grandes sorpresas... Esto a mí me lo enseña mi Señor Jesucristo. Es Él el que me enseña a respetar, querer, aceptar, a no manipular, a no hacer sentir culpable, a dejar que la persona crezca y madure. Es Él el que nos enseña, y es eso el buen amor.

No tengamos miedo a lo que descubramos aquí. Estamos siempre escondiéndonos y mostrándonos de un modo u otro, según a quien, para ser aceptados y con miedo a ser rechazados. Podemos descubrir que nuestro matrimonio, amistad… no es verdadera según este relato del amor. No tengamos miedo. Vamos a partir de esta la realidad que descubrimos en julio de 2023, y desde ahí podemos cambiar, mejorar, transformar, avanzar...

            Durante varios domingos profundizaremos en este texto y haremos trece paradas para descubrir un poco más qué es y cómo es el amor.

1.- Paciencia

2.- Actitud de servicio

3.- Sanando la envidia

4.- No hace alarde ni es arrogante

5.- Amabilidad (no obra con dureza)

6.- No busca su propio interés

7.- No se irrita (sin violencia interior)

8.- No lleva cuentas del mal (perdón)

9.- Alegrarse con los demás

10.- Disculpa todo

11.- Confía

12.- Espera

13.- Soporta todo

1.- Paciencia.

La paciencia la tiene Dios, que es “lento a la ira” (Ex 34,6; Nm 14,18). Dios da tiempo al arrepentimiento. Por eso, la paciencia de Dios es signo de su misericordia con el pecador. A partir de la paciencia de Dios, el Papa saca una serie de indicaciones muy prácticas de cómo hemos de vivir la paciencia con los demás: La paciencia “se muestra cuando la persona no se deja llevar por los impulsos y evita agredir” (n. 91). “Tener paciencia no es dejar que nos maltraten continuamente, o tolerar agresiones físicas, o permitir que nos traten como objetos[1]. El problema es cuando exigimos que las relaciones sean celestiales o que las personas sean perfectas, o cuando nos colocamos en el centro y esperamos que sólo se cumpla la propia voluntad. Entonces todo nos impacienta, todo nos lleva a reaccionar con agresividad. Si no cultivamos la paciencia, siempre tendremos excusas para responder con ira, y finalmente nos convertiremos en personas que no saben convivir, antisociales, incapaces de postergar los impulsos, y la familia se volverá un campo de batalla […] Esta paciencia se afianza cuando reconozco que el otro también tiene derecho a vivir en esta tierra junto a mí, así como es. No importa si es un estorbo para mí, si altera mis planes, si me molesta con su modo de ser o con sus ideas, si no es todo lo que yo esperaba. El amor tiene siempre un sentido de profunda compasión que lleva a aceptar al otro como parte de este mundo, también cuando actúa de un modo diferente a lo que yo desearía” (n. 92).

2.- Actitud de servicio.

“Pablo quiere aclarar que la ‘paciencia’ nombrada en primer lugar no es una postura totalmente pasiva, sino que está acompañada por una actividad, por una reacción dinámica y creativa ante los demás. Indica que el amor beneficia y promueve a los demás. Por eso se traduce como ‘servicial’” (n. 93).  “Pablo quiere insistir en que el amor no es sólo un sentimiento, sino que se debe entender en el sentido que tiene el verbo ‘amar’ en hebreo: es ‘hacer el bien’” (n. 94).


[1] Un día en Covadonga: “Señora que de malos modos me dice: ¡coge eso!... ¡extiende esto!” Pensaba que estaba hablando con su marido.

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