martes, 7 de abril de 2020

Jueves Santo (A)


9-4-2020                                 JUEVES SANTO (A)

Homilía en vídeo
Homilía de audio.
Queridos hermanos:
- Existen muchos fieles católicos que no tienen acceso a la santa Misa durante su vida ordinaria, o, si quieren acudir a ella, tienen que hacer un gran esfuerzo: por kilómetros, por las burlas recibidas, por el peligro que representa para sus vidas y las de sus familias (como en Pakistán y otros lugares en que los cristianos son perseguidos por su fe)…
En el documento final del Sínodo de la Amazonia, en una de sus conclusiones se decía: “Muchas de las comunidades eclesiales del territorio amazónico tienen enormes dificultades para acceder a la Eucaristía. En ocasiones pasan no solo meses sino, incluso, varios años antes de que un sacerdote pueda regresar a una comunidad para celebrar la Eucaristía, ofrecer el sacramento de la reconciliación o ungir a los enfermos de la comunidad.
Por eso, el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica postsinodal sobre el Sínodo de la Amazonia dijo: “La pastoral de la Iglesia tiene en la Amazonia una presencia precaria, debida en parte a la inmensa extensión territorial con muchos lugares de difícil acceso, gran diversidad cultural, serios problemas sociales
[…] Se requiere lograr que la ministerialidad se configure de tal manera que esté al servicio de una mayor frecuencia de la celebración de la Eucaristía, aun en las comunidades más remotas y escondidas. En Aparecida (un santuario mariano en donde se celebró el Sínodo) se invitó a escuchar el lamento de tantas comunidades de la Amazonia «privadas de la Eucaristía dominical por largos períodos».
[…] En las circunstancias específicas de la Amazonia, de manera especial en sus selvas y lugares más remotos, hay que encontrar un modo de asegurar ese ministerio sacerdotal. Los laicos podrán anunciar la Palabra, enseñar, organizar sus comunidades, celebrar algunos sacramentos, buscar distintos cauces para la piedad popular y desarrollar la multitud de dones que el Espíritu derrama en ellos. Pero necesitan la celebración de la Eucaristía porque ella «hace la Iglesia», y llegamos a decir que «no se edifica ninguna comunidad cristiana si esta no tiene su raíz y centro en la celebración de la sagrada Eucaristía». Si de verdad creemos que esto es así, es urgente evitar que los pueblos amazónicos estén privados de ese alimento de vida nueva y del sacramento del perdón.
Tú, hoy, día del Jueves Santo en que Jesús instituyó la Eucaristía, tampoco puedes acudir a la Cena del Señor. Quizás por primera vez en tu vida, hoy te quedas ‘sin Misa’. Si te lo hubiesen jurado hace un mes, hubieras dicho que no era cierto, que quien lo decía estaba mal de la cabeza, etc. Sin embargo, es cierto. Hoy, día del Jueves Santo, no vas a poder acudir a celebrar presencialmente la Santa Misa del Jueves Santo, no vas a poder comulgar físicamente el Cuerpo de Jesucristo, no vas a poder adorarlo ante el Monumento…
Así, hoy puedes valorar más las oportunidades perdidas en el pasado: Aquellas veces en que podrías haber ido a Misa, y no fuiste, por pereza o por tener un plan mejor, o por... También hoy puedes ser más consciente de las veces en que fuiste a Misa, pero no lo aprovechaste ni le diste la debida importancia.
En efecto, hoy no puedes salir de casa, no puedes escuchar su Palabra proclamada desde el ambón del templo, no puedes estar acompañado de tus hermanos en la fe, no puedes recibir la explicación mediante la homilía del sacerdote del mensaje de Dios, no puedes recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo, no puedes permanecer un rato delante del Monumento adorando a Cristo que se queda para ti y para siempre dentro del pan y del vino consagrados, y dentro del sagrario…
- Bien, tenemos estas dos realidades:
1) Tantísimos fieles católicos que, queriendo acercarse de modo habitual a celebrar la Misa, no pueden hacerlo por miedo, por imposibilidad física, por ancianidad, por enfermedad, por persecución, por no tener cerca un sacerdote que les celebre la Misa…
2) Tantísimos fieles católicos que, también queriendo acercarse a la Misa, por este confinamiento a causa de coronavirus, no les va a ser posible. Tienen el templo cerca de casa, tienen un sacerdote en la parroquia, pero les está prohibido salir y reunirse varias personas juntas por el contagio que puede haber…
Sin embargo, que todo esto nos sirva, a los que estamos en el segundo grupo, para valorar más la Eucaristía. (Los del grupo primero creo que ya lo hacen desde antes de este confinamiento).
Que todo esto nos sirva para escuchar más y mejor el mandato del Señor, que se nos ofrece hoy en la segunda lectura, cuando san Pablo nos relata la institución de la Misa: Haced esto en memoria mía. Y, cuando podamos salir, vivamos con más calidad y entrega la participación en la Misa. Que nunca más, de ahora en adelante, escuchemos u oigamos la Misa, sino que CELEBREMOS la Misa.
Que todo esto nos sirva para encontrar un momento en el día de hoy para celebrar desde nuestra casa, a través de los medios técnicos que se nos ofrecen, la Misa del Jueves Santo. Así, aunque físicamente no estemos, sin embargo, que los frutos espirituales de esta celebración se den en nosotros con igual fuerza que si estuviéramos. Saquemos un tiempo para estar delante del Señor, como si estuviéramos en el Monumento para hacer una Hora Santa o un rato de santa oración y adoración ante Jesús, el cual hoy quiso quedarse con su Cuerpo y con su Sangre para siempre con nosotros.
Si con algo quiero quedarme en el día de hoy es con la palabra PRESENCIA. Cristo está siempre con nosotros. Cuando nadie está, está Él con nosotros. Cuando nadie puede acercarse a la santa Misa por lejanía, peligros, burlas…, está Él con nosotros. Cuando nadie quiere acercarse por egoísmo y pereza y comodidad, está Él con nosotros. Cuando nadie puede acercarse por la cuarentena, está Él con nosotros. Cuando podamos venir todos y celebrar la santa Misa, está Él con nosotros. ÉL SIEMPRE ESTÁ Y ESTARÁ CON NOSOTROS.
Es lo que celebramos en el día de hoy, cuando Jesús se quita el manto, se arrodilla ante nosotros y, haciendo un trabajo de esclavos (por eso Pedro rechazó este gesto), nos lava los pies. Es lo que celebramos en el día de hoy: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros […] Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre”.  

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