jueves, 29 de noviembre de 2018

Domingo I de Adviento (C)


2-12-2018                              DOMINGO I DE ADVIENTO (C)
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Queridos hermanos:
            * Iniciamos hoy el tiempo de Adviento. Tiempo de preparación para la venida de nuestro Señor, Jesucristo. En estos días los cantos que aluden a la venida de Jesús o que la piden son abundantes: “Ven, ven, Señor, no tardes. Ven, ven, que te esperamos”. “Ven, ven Salvador, tu pueblo santo esperando está”. “El pueblo gime de dolor: Ven y sálvanos”. Y una larga lista de cantos similares.
            Os recuerdo las últimas palabras de la Biblia, es decir, de su libro último: El Apocalipsis, en donde se dice: “El Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven [...] Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús” (Ap. 22, 17.20). Sí, necesitamos que el Señor venga a nosotros, a nuestros corazones endurecidos y egoístas en tantas ocasiones. Pues necesitamos que, lo que dice el salmo de hoy, se cumpla en nosotros: que el Señor nos enseñe sus caminos, que nos instruya en sus sendas, que nos haga caminar en fidelidad a su Palabra, que nos enseñe, ya que Él es nuestro Dios y Salvador.
Veamos ahora en nuestra vida ordinaria si es verdad que Jesús viene a nosotros y entre nosotros. Veamos si es verdad que nos enseña a seguir sus caminos y nos hace ser fieles a su Palabra. Hace un tiempo celebraba en Santullano de Las Regueras un funeral por Tere, madre de un amigo mío, y ella misma... amiga mía. Fallecida cerca de los 60 años de un cáncer con metástasis múltiple. Más tarde celebraba en la parroquia de La Merced de Oviedo el sacramento de la confirmación de unos chicos. Parecen cosas tan distintas y, sin embargo, son dos caras de la misma moneda: 1) Cuando supe lo de la enfermedad de Tere, me acerqué al hospital y hablamos. Enseguida surgió la confesión sacramental, surgió el imponerle el sacramento de la Unción de Enfermos (sacramento que Cristo nos da en las situaciones de enfermedad, de dolor). Después volví a hablar con ella en diversas ocasiones. La última en el hospital del Naranco y decía ella que había quedado con paz. La paz que Dios le transmitía y ella lo sabía; y anhelaba y deseaba esa paz, que sólo Él le podía dar. Pues bien, Cristo Jesús vino a Tere y la quiso llevar a su Reino de amor y de paz, y quiso también ese mismo Jesús besar las lágrimas que corrían por las mejillas de sus familiares. 2) Cristo Jesús que vino con su Santo Espíritu a estos chicos para que fuesen portadores de su Reino, del Reino de Dios aquí y ahora.
            * “Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación”. Hace unos años, un mes de julio fui a celebrar la boda de unos amigos míos. Hubo después una fiesta familiar de no más de 30 invitados. Había allí un chico, que era un ‘comecuras’. Me estuvo poniendo verde y no por ser yo, sino por ser… ‘de los curas’. Mis amigos le pararon los pies, él se enfadó y dejó de ir por aquella casa un tiempo. Pero en octubre de aquel mismo año me escribieron estos amigos míos y me dijeron: “Fulano estaba saliendo con Mengana, la que fue con él a la fiesta de la boda. Eran novios, pero sólo para pasar una buena noche los fines de semana. Ahora fulano se ha enamorado perdidamente de otra chica y ésta no le hace caso. Total que esta chica le está volviendo loco. Porque está enamorado de ella hasta la médula. De tal manera que no se ha vuelto a acostar con ninguna otra mujer y está pensando en casarse con ella por la Iglesia. Fulano está todos los días por casa pidiéndonos ayuda. Nos dice que ya habla a diario con Jesús, que nunca lo necesitó, ni creyó en él, pero que ahora sí que cree. Que a sus hijos los criará como cristianos y que ya les procurará él que alguien les enseñe bien la religión. Hasta ha dicho antes de salir hoy de casa que no le importaría tener un hijo cura. La verdad es que está desconocido”.
            ¿Qué quiero decir con esto? Que necesitamos ayuda, si no lo percibimos ahora, lo percibiremos algún día. Que cuando necesitemos ayuda y nos demos cuenta de que nada ni nadie puede ayudarnos, entonces sólo quedará el recurso de volvernos a Dios y clamar. Cuando llegue ese día, entonces “levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación”, porque ya no estaremos llenos de soberbia, de suficiencia. Este tiempo de Adviento tiene esta finalidad: la de descubrir que la salvación, la solución de nuestros problemas no viene del PP, ni del PSOE, ni de aprobar unas oposiciones, ni de casarse, ni de separarse. Sólo viene de Dios.
            * Desde hace varios años, al llegar este tiempo de Adviento, procuro predicar que hemos de hacer un plan para este tiempo anterior a Navidad. Ya hay gente que lo está confeccionando. Es decir, en el plan se dice cómo quiere uno vivir estos días, del 1 al 24 de diciembre para mejor preparar la venida de Cristo Jesús, la Navidad. Yo os animo a que confeccionéis dicho plan, si es que no lo habéis hecho aún.
            Os transcribo un plan de Adviento que una persona desea hacer y que puede servir de modelo, no para hacerlo igual, sino para animarnos a hacerlo.
“-Ir a visitar a dos personas mayores.
-No justificarme.
-Comer dulce solo el día 24.
-Lectura espiritual diaria.
-Ir a misa siempre que pueda, porque voy a trabajar todo el mes.
-Llamar a alguna persona que tengo olvidada”.
            Todo esto está muy bien, pero no puede faltar la oración personal. Hace un tiempo me llamaba una persona y al insistirle yo en este punto, esa persona me decía que todas las noches dedicaba un rato largo a la oración. En ocasiones hasta dos horas. Mucho de ese tiempo no era destinado a hablar con Dios, a pedir a Dios, a dar gracias a Dios, a leer cosas de Dios, sino… al silencio. “Él está conmigo y yo estoy con Él”.
            El evangelio de hoy nos pone otras pistas: “Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero”. A este respecto, hace unos días me escribía una persona y me decía esto: “Te voy a comentar lo que pienso estos días en los que se acerca la Navidad, y se habla de la lotería y de tantas compras que se hacen. Yo pienso: ‘Pues a mí la lotería ya me ha tocado; para mí ha sido conocer a Dios’. Lo comenté con mi marido, porque me preguntó si iba a comprar lotería. Le dije: ‘No la compro ni la voy a comprar, porque ya me tocó’. Mi marido me preguntó que cuándo me tocara. Yo le respondí que para mí la lotería fue conocer a Dios. Es la mejor y más segura que hay”.

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