jueves, 12 de julio de 2018

Domingo XV del Tiempo Ordinario (B)


15-7-2018                              DOMINGO XV TIEMPO ORDINARIO (B)
Homilía en vídeo
Homilía de audio
Queridos hermanos:
          - El miércoles de la semana pasada predicaba a unas monjas en Madrid que, fundamentalmente, hay dos formas de relacionarse el hombre con la parte espiritual que existe en el universo. La primera forma de relacionarse es a través de la magia y la segunda a través de la religión. Todos los que estamos ahora mismo en este templo somos creyentes, es decir, sabemos que no existe sólo lo que vemos y lo que tocamos, sino que, además de las cosas materiales existentes, hay también realidades espirituales. Nosotros nos relacionamos con esas realidades espirituales, pero –repito- podemos hacerlo a través de la MAGIA o a través de la RELIGIÓN.
            Básicamente, en la MAGIA[1] existen estos elementos: 1) es el hombre quien toma la iniciativa de dirigirse a lo espiritual; 2) el hombre realiza una serie de actos (ritos determinados) o dice una serie de palabras determinadas 3) a fin de conseguir la protección de esa parte espiritual, o un favor de esa parte espiritual. Es decir, el hombre procura manipular en su favor a esa realidad espiritual, ya que busca un interés egoísta con su comportamiento o con su acción. Por supuesto, 4) en la magia el hombre no tiene por qué cambiar su comportamiento o pensamiento; puede seguir actuando y hablando del mismo modo que antes.
            Religión es una palabra que proviene del latín ‘religare’, que significa unir. Por lo tanto, la religión sería la unión del hombre con esa parte espiritual, que nosotros llamamos Dios, el cual, para nosotros, es un ser personal; Dios no sería una fuerza cósmica ni serían unos espíritus inmateriales. En la RELIGIÓN existen estos elementos: 1) es Dios quien toma la iniciativa de dirigirse, acercarse y hablar al hombre; 2) es Dios quien entrega todo su amor, su perdón, su salvación… al hombre; 3) esa unidad entre Dios y el hombre conlleva que éste ha de cambiar de comportamiento y de concepción de la vida, y esto es lo que se llama una conversión, de tal manera que, dejando de hacer el mal, comienza a actuar el bien; 4) los ritos del hombre no tienen la finalidad de conseguir de Dios una serie de frutos por un interés egoísta del hombre, sino que esos ritos son expresión de la relación de amor entre Dios y el hombre, y de la relación entre el hombre y Dios.
            En las lecturas de hoy vemos cómo el profeta Amós nos cuenta que él era un pastor, y fue Dios mismo quien se dirigió a él y le pidió que fuera profeta suyo en medio del pueblo de Israel. Dios entregó su Palabra, su fuerza, su mensaje de salvación a Amós para que éste trasladase todo esto a sus hermanos israelitas a fin de conseguir una conversión, es decir, un cambio de vida según la voluntad de Dios. O sea que vemos claramente que la relación entre Dios y Amós era una relación de religión y no de magia. Asimismo nos narra el evangelio cómo es Jesús quien se dirige a los apóstoles, los escoge y los elige para vayan a las gentes de Israel a salvarles de las enfermedades y de los demonios, pero sobre todo (y esto lo pone en primer lugar) a exhortarles a la conversión, al cambio de vida. Por eso vemos que estamos nuevamente en una relación de religión y no de magia entre Jesús y los apóstoles.
            Según esta descripción que acabo de hacer más arriba hemos de reflexionar si nuestra relación con Dios es de magia o es de religión:
            * ¿Percibimos cómo es Dios mismo quien nos busca, nos protege, nos abraza, nos perdona, nos enseña, nos guía…?
        * Con los ritos sagrados que hacemos (oraciones, Misas, funerales, procesiones, peregrinaciones, sacrificios…), ¿buscamos conseguir una serie de objetivos que convienen a nuestros intereses, o más bien son fruto del amor que tenemos a Dios o del amor que percibimos que Dios nos tiene?
            * Esta relación que tenemos con Dios, ¿nos está ayudando poco a poco a convertirnos, es decir, a cambiar de vida, de comportamientos, de pensamientos, en lo que decimos? ¿O la relación con Dios no nos sirve para cambiar nada nuestra vida, ya que una cosa es lo que rezamos y otra lo que vivimos, una cosa es en lo que creemos y otra cosa es lo que vivimos en nuestra vida ordinaria? ¿Procuro adecuar mi vida a lo que me dice el evangelio con el perdón, con la generosidad, con el compartir, con la paciencia…?
            Repito: Hemos de mirar y reflexionar bien sobre nuestras respuestas, porque así podemos llegar a alguna conclusión. Por ejemplo, si la relación que establecemos con Dios es de magia o de religión.
            - En la segunda lectura de este domingo se dice: “Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espi­rituales y celestiales”. Fijaros en la exclamación de san Pablo. Él pasó hambre, sed, le lapidaron, le apalearon, le escupieron, naufra­gó y le mataron cortándole la cabeza y, sin embargo, dice: ‘Bendi­to sea Dios que nos ha bendecido con toda clase de bienes...’
            Cuando uno se encuentra con Dios, no importa si tiene que trabajar mucho o poco, si está sano o enfermo; no importa si uno tiene problemas o no. Importa sólo Dios. Quien encuentra a Dios tiene problemas, más que antes, pero Dios los lleva con Él; por eso los problemas se hacen ligeros como plumas. Quien encuentra a Dios vive, ya aquí, en el cielo. Por eso surge la exclamación de san Pablo: “Bendito sea Dios...” Pero fijaros que todo esto nos viene por Jesucristo. Sólo por Cristo podemos encontrar a Dios.
            Cuando preparaba esta homilía y, al llegar a esta parte de bendecir a Dios, me acordé de la ‘última que armó’ Michel al finalizar su curso escolar. Tengo que contar algunos antecedentes. En su aldea, cuando uno suspende en la escuela o en el instituto, toda la gente se coloca en dos filas y el que ha suspendido tiene que pasar entre ella mientras todos le golpean. Es como un castigo por no haber aprovechado el tiempo. Así, Michel sentía una gran responsabilidad de aprobar este curso que hizo en el Seminario de Oviedo. Le costó muchísimo, tanto por el idioma español, como por los conceptos filosófico-teológicos tan extraños para él. De hecho, suspendió algunas asignaturas y tuvo que repetir exámenes, que fue aprobando… hasta que llegó a una asignatura que fue incapaz de aprobar, él y otros compañeros de curso. De repente, todos estos ‘suspensos’ tuvieron la oportunidad de conocer algunas preguntas que podían caer en el examen de recuperación. Todos se aprovecharon de dichas preguntas, menos Michel. Él se negó en redondo, porque eso iba en contra del esfuerzo personal y de su honestidad. Al final, Michel fue el único que suspendió. Conclusión: cuando yo lo supe exclamé una bendición al Señor por su comportamiento y hoy digo una vez más, y refiriéndome a Michel: “Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espi­rituales y celestiales”.


[1] Conjunto de conocimientos y prácticas con los que se pretende conseguir cosas extraordinarias con ayuda de seres o fuerzas sobrenaturales

1 comentario:

  1. Querido cura de Tapia,
    Magistral la plática. Bendito sea Dios!
    Feliz Carmen marinero!!!!.
    Un abrazo para cada un@

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