30-9-2012 DOMINGO XXVI TIEMPO ORDINARIO (B)
Queridos
hermanos:
El apóstol Santiago es siempre muy
directo en sus escritos, que buscan que nos enfrentemos a nosotros mismos y a
nuestras acciones. En este domingo la Iglesia nos propone un texto de Santiago contra
los ricos y contra sus riquezas ganadas injustamente. Volvamos a recordar lo
leído: “Vosotros los ricos, gemid y
llorad ante las desgracias que se os avecinan. Vuestra riqueza está podrida y
vuestros vestidos son pasto de la polilla. Vuestro oro y vuestra plata están
oxidados y este óxido será un testimonio contra vosotros y corroerá vuestras
carnes como fuego. ¿Para qué amontonar riquezas si estamos en los últimos días?
Mirad, el jornal de los obreros que segaron vuestros campos y ha sido retenido
por vosotros está clamando y los gritos de los segadores están llegando a oídos
del Señor todopoderoso”.
Como digo en muchas ocasiones, una
homilía se prepara: a) poniendo en una mano la Palabra de Dios, b) en la
otra mano la vida ordinaria que nos rodea y c) tratando de extraer las
enseñanzas de Dios para todos y para cada uno de nosotros. Pues bien, ya por lo
que se refiere al escrito de Santiago, se puede decir lo siguiente:
1) La primera conclusión es la más evidente: la
Palabra de Dios en
el apóstol Santiago denuncia a aquellos que, en esta situación de crisis
económica mundial, europea y española, se aprovechan para enriquecerse a costa
de otros. Aquí debemos meter a aquellos responsables en la administración
de las cajas de ahorros y de los bancos que llevaron a la quiebra a sus
entidades, pero ellos se han marchado con los bolsillos bien llenos y con
indemnizaciones de escándalo. También debemos meter aquí a aquellos empresarios
que aprovechan la ocasión para echar a la calle a tantos obreros y empleados
suyos, o se aprovechan para no pagar a otras empresas los trabajos realizados y
que pueden llevar a estas otras empresas a la ruina y al cierre. Igualmente
meteremos en este grupo a los políticos que, siendo responsables de
administraciones del Estado o de una Comunidad Autónoma o de un ayuntamiento,
han realizado obras y no han pagado a sus proveedores ni a diversas empresas y
autónomos, los cuales están con el agua al cuello o ya directamente se han
arruinado. Y se pueden seguir poniendo ejemplos y más ejemplos... De éstos dice
el apóstol Santiago: “Vuestra riqueza
está podrida […] Vuestro oro y vuestra plata están oxidados y este óxido será
un testimonio contra vosotros y corroerá vuestras carnes como fuego […] Mirad,
el jornal de los obreros que segaron vuestros campos y ha sido retenido por
vosotros está clamando y los gritos de los segadores están llegando a oídos del
Señor todopoderoso”.
2) Una segunda conclusión que se puede sacar procede
también de la Palabra
de Dios, pero de otro texto: “Si alguien
vive en la abundancia, y viendo a su hermano en la necesidad, le cierra su
corazón, ¿cómo permanecerá en él el amor de Dios? Hijitos míos, no amemos
solamente con la lengua y de palabra, sino con obras y de verdad” (1 Jn. 3,
17-18). Tampoco nos sirve el hecho de
que hayamos ganado el dinero justamente y que, ante tanta miseria como nos
rodea, endurezcamos nuestro corazón para no ayudar a los demás. Los ‘demás’
pueden ser nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros hijos, nuestros tíos,
nuestros primos, nuestros vecinos, nuestros amigos o cualquiera que pase
necesidad. Si cerramos el corazón a esas personas que pasan necesidad, también
el texto del apóstol Santiago nos será de aplicación: “Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos son pasto de la
polilla. Vuestro oro y vuestra plata están oxidados y este óxido será un
testimonio contra vosotros y corroerá vuestras carnes como fuego. ¿Para qué
amontonar riquezas si estamos en los últimos días?”
3) Una tercera conclusión es que la culpa no la tienen
siempre y sólo “los de arriba”: los empresarios, los políticos, los banqueros… También la tenemos nosotros: “los de
abajo”, los obreros…, pues en diversos casos no hemos sido honestos en nuestro
trabajo y hemos robado tiempo, dinero o cosas en la empresa. Sabemos todos
de casos en que se han amañado los cálculos para que algunos obreros se
jubilaran con más dinero del que les correspondía; sabemos todos de casos de
sindicalistas que chuparon y chuparon de la empresa o del Estado; sabemos todos
de casos de obreros que exigieron a sus jefes tanto que, ahora no hay ni para
éstos ni para aquéllos, pues la empresa tuvo que cerrar. De hecho, hay
empresarios que han perdido absolutamente todo: la empresa, las naves, la
maquinaria…, y sus casas y bienes que tenían hipotecados. También en este caso
las palabras de Santiago van contra aquellos obreros que han ganado de mala
manera sus dineros. “Vuestra riqueza está
podrida y vuestros vestidos son pasto de la polilla. Vuestro oro y vuestra
plata están oxidados y este óxido será un testimonio contra vosotros y corroerá
vuestras carnes como fuego. ¿Para qué amontonar riquezas si estamos en los
últimos días?”
4) Asimismo, podemos sacar una cuarta conclusión de esta
lectura del apóstol Santiago: Todos o
muchos de nosotros hemos puesto nuestra esperanza en los bienes materiales. De
ellos hemos hecho nuestro dios. Hemos vivido por encima de nuestras
posibilidades. Y ahora, no sólo no tenemos lo superfluo, sino que tampoco
tenemos lo necesario. Se podrían poner miles de casos reales. Yo voy a leeros
un caso concreto, y que cogí de un periódico ya en noviembre de 2008: “El parado típico levantino: ex albañil y
con un BMW en la puerta de su piso hipotecado. Ginés F. tiene ya 27 años y
poco que hacer desde hace unos meses, salvo sacarle brillo al BMW 316 que
compró hace dos años cuando ingresaba casi cuatro mil euros al mes. Otra de las
pocas cosas que tiene que hacer es pensar cómo va a seguir pagando la hipoteca
de su pequeño piso, en su mismo pueblo, cuyo precio total fue de unos 200.000
euros hace cuatro años. Es uno de los muchos jóvenes entre 25 y 35 años que en
todo Levante y especialmente en la
Región de Murcia han engrosado las listas del paro en el
último año. El caso de Ginés es típico: Hace más de diez años, cuando a trancas
y barrancas seguía repitiendo curso en el Instituto, empezó a oír que en la Marbella del GIL pagaban
400.000 pesetas a los que eran buenos en sus oficios de albañilería y
hostelería. Cuando más arreciaban las discusiones con su padre, también Ginés y
albañil que quería que su hijo estudiara, resultó que empezó el boom de la
construcción en la costa, primero, y en el interior murciano, después. Ya no
había discusión posible. Ginés fue uno de los muchos jóvenes que entraron en
masa a trabajar de peones de albañil y rápidamente fueron especializándose como
encofradores, pintores, electricistas, ferrallistas, soldadores, carpinteros
metálicos, instaladores de aire acondicionado o calefacción, etcétera. Y
empezaron a ganar, con la entrada del euro, el equivalente a lo que antes
habían oído que se ganaba en pesetas en Marbella. Muchos, más jóvenes que
Ginés, dejaron entonces los estudios, aun sin tener la edad legal de trabajar,
y empezaron a hacer horas clandestinas hasta cumplir los dieciséis años, cuando
ya podían trabajar a pecho descubierto. El diputado regional socialista Mariano García Pérez
asegura que conoce más de un caso en que un “zagal” se despedía de su maestro
con chulería: “Me voy de ferrallista a ganar el doble que tú”. Y no era un
farol. Trabajaron las horas que hicieran falta durante unos años con tal de
ganar todo lo que la burbuja inmobiliaria estaba dispuesta a darles. Durante
unos años, hasta el pasado, la vida ha sido una especie de Eldorado para todos
estos jóvenes, tanto en Murcia, como en Almería, Alicante o Castellón. Todavía
se les ve por ahí en sus aún flamantes BMWs pequeños o SEAT León. Coches ágiles
y rápidos para las noches de marcha. Y para vacilar con las pibas a la puerta
de las discotecas. Los que se ennoviaron, caso de Ginés, se “empufaron” con el
pisito o, incluso, el adosado. Hay bastantes que se casaron y han tenido ya un
hijo. Los que siguieron solteros y en casa de los padres tienen menos deudas y
compromisos, pero el mismo problema: son parados jóvenes y sin esperanza de
recuperar el trabajo a medio plazo. Posiblemente, todos agotarán las
prestaciones de desempleo, mientras se buscan la vida paralelamente, si pueden.
¿Volver a estudiar? Ni se lo plantea Ginés de lo mal que recuerda que le iba
cuando tenía 14 y 15 años. ‘A mí, lo de leer no me va’, sentencia. Pero
reconoce que algunos ‘críos’ más jóvenes que él, los que llegaron al tajo en
los estertores del boom inmobiliario-turístico, hablan de hacer formación
profesional. Sólo hablan: no conoce ninguno que lo haya hecho. Les preocupan
más las deudas contraídas y cómo mantener su efímero alto nivel de gasto”.
Esta hermosa homilía la tendrían que pasar por cadena nacional pero no a los pueblos sino .. a los gobernantes ¡¡¡¡¡ Santiago siempre justo .. siempre claro y tu has tomado su palabra con grandeza ¡¡¡ gracias
ResponderEliminarAndrés: Homilía llena de verdad.- La responsabilidad de la situación actual es " de todos".- APUNTÉMONOS AL APARTADO QUE NOS CORRESPONDA, y, si podemos, corrijamos lo corregible.- El gasto es desmesurado.- No voy a detallar.- La homilía lo aclara suficientemente.- José Ram-on
ResponderEliminarSí, el apóstol Santiago es muy directo y escribe con mucha claridad: la fe sin obras está muerta (d. 24); su autenticidad se reconoce por los frutos: la caridad, la justicia y la paz (d. 25); para que puedan florecer es preciso no poner las riquezas materiales por encima de todo (versículos leídos hoy).
ResponderEliminarY tú, Andrés, en la homilía, nos vas dando unas pautas, al tiempo que nos das un buen repaso, para que reflexionemos pausadamente y ver por donde andamos y a qué nos compromete la lectura de este pasaje.
Parece que siempre nos queremos justificar pensando que la culpa la tienen los de arriba, los que “nos dicen que nos gobiernan” o pensamos que nos gobiernan, para eso les pagamos nuestros impuestos y de esta forma “los de abajo” nos sentimos como que ‘la cosa’ no va con nosotros.
Pero la Palabra de Dios es muy clara, con Dios no valen excusas, justificaciones o coartadas, pues nada se le escapa. No cabe duda que ‘ellos’ algún día tendrán que rendir cuentas de sus malas gestiones, pero eso no me exime de mi responsabilidad.
Con gran pena confieso que cuando tengo una vida desahogada, con qué facilidad se me endurece el corazón, y hasta llego a pensar que el tiempo que Dios me da es mío, los ingresos que tengo son míos, todos los bienes que poseo son míos y no me doy cuenta que todo es don de Dios y que todo lo recibí y lo recibo gratis y de esa misma manera he de compartirlo con el que tenga necesidad, y no solamente de lo que me sobra... porque aquello que Dios espera de mí en favor de los demás, si yo no lo hago quedará sin hacer y algún día tendré que dar cuenta de ello al buen Dios, me respiga todo el ser, con solo pensarlo.
Muchas gracias Andrés por darnos un toque de atención a que hagamos un alto en nuestro caminar, para echar una mirada a algo tan primordial y en definitiva: lo único que merece la pena.
Señor, Tú que creaste los bienes para todos tus hijos.
Ayúdame a usarlos sin olvidarme de que hay que compartirlos con los demás.
Que Tú seas de verdad el que manda en lo que yo administro.
QUE ASÍ SEA
Un abrazo para todos y que tengais una buena semana.
¡Bravo por nuestro Apóstol Santiago!
ResponderEliminarSus palabras suenan hoy como un mazazo en nuestros corazones. En nuestra caótica actualidad, ya casi nada nos hace mella, pero este texto del Apóstol es sobrecogedor..., para todos.
D. Andrés, Santiago tiene en Vd. un excelente transmisor, que utiliza los hechos de la debacle actual en la que todos hemos tenido algo que ver, estas reflexiones que nos propone son muy duras, pero es la verdad, no obstante, el ser humano siempre está en evolución, y todavía estamos a tiempo de "volver a empezar". Este caos necesariamente tiene que servirnos para reconfigurar nuestros modelos de vida, y acceder a una sociedad más justa para todos cambiando nuestras prioridades, está claro que la búsqueda de dinero a cualquier precio no ha servido de nada, o a lo sumo, a servido a unos pocos desgracidamente.
Muchas gracias D. Andrés por esta Homilía que es como la vida misma. Estoy de acuerdo con Ana, podría hacerse un buen telediario.
Un fuerte abrazo para Vd., los hermanos del blog y la Comunidad de las 11.
Feliz y santa semana para todos.
MªCarmen Inés Fuenteseca
gracias Andres por esta hermosa homilia todo lo que dices es real como lo que estamos pasando nadie lo explicaria mejor que TÜ. Gracias Andres.por estas homilias.
ResponderEliminarHay para todos en la Carta de Santiago y en la sabia interpretación de la homilía.Como dice María: nos das un buen repaso.De todos los puntos que tocas en la homilía, pater, yo me quedo en el último de ellos que paso a un primer lugar, pues hace años lo he vivido en mi entorno y hemos hablado de ello en ocasiones: Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades.
ResponderEliminarY además, nos das el por qué, lo hemos hecho, -que es muy importante saber-, y es que "Todos o muchos de nosotros hemos puesto nuestra esperanza en los bienes materiales. De ellos hemos hecho nuestro dios."
El final, no es sino la consecuencia de ello: "Y ahora, no sólo no tenemos lo superfluo, sino que tampoco tenemos lo necesario".
El otro día nos daba nuestra hija pequeña la noticia de su boda el próximo verano y hablando de todo decían los novios que iban a alquilar un piso de momento,y me quedé sorprendida pero contenta, pues los demás se han metido en hipotecas...Al final han tenido la gran suerte de que la futura suegra les ofreciese una casa -que alquila- para evitarles mas gastos.Ya verán. Pero me sorprendió el que viesen con naturalidad el "alquilar" y no buscasen "poseer"; creo que han dado prioridad al matrimonio y a la realidad de los gastos que ello llevará consigo.
Al igual que la homilía pasada, real y dura. Gracias, pater.¡Es que nos va la marcha!!
Buena semana amigos, y para los hermanos de Mieres que están de Fiesta, feliz día. Quizás alguno ya ande moviéndose por el Blog. Si es así, bienvenido.
A la vista de los sucesos acontecidos en Madrid, con motivo de la manifestación "pacífica" para asaltar el Congreso, y escuchando después tu homilía, cualquiera pondría en duda que vivimos en el mismo planeta... ¡Qué visión tan diferente de la crisis que padecemos! Pero así es el cristianismo. Freud se pondría las manos en la cabeza al oír tus palabras, Andrés. La mentalidad actual está tan imbuida de su ideología, que tendemos a culpabilizar a todo el mundo, hasta al gato, de las consecuencias de nuestros actos; es decir, de nuestro pecado.
ResponderEliminarSe parte, inicialmente, de un supuesto erróneo. Y, como resultado, también es errónea la conclusión. Y como cada vez pensamos menos, ni siquiera nos planteamos el poder estar equivocados. ¿Para qué pensar? Los medios de comunicación ya lo hacen por nosotros. Es demasiado esfuerzo ponerse a discernir de quién es la culpa y, sobre todo, si yo tengo algo que ver con lo que pasa, con lo que me están haciendo...
Pero tú, Andrés, nos das una pista. Siempre ha habido ladrones, convivimos con ellos. Pero no solamente están en los gobiernos, también se mezclan con los pobres asalariados. A veces, hasta se confunden con nosotros; a veces, somos nosotros... ¡Y eso que estamos cargados de razón!
Dura y clara lección. ¿Qué nos habría llamado Jesucristo?
¡Cuánta riqueza la de la Palabra de Dios!!
ResponderEliminarLas lecturas de este domingo me han traido por la calle de la amargura,por la luz que han aportado a mi vida, pero a su vez me ha llenado de alegría el poder vivir cómo la Palabra de Dios es realmente VIVA y EFICAZ y ESPADA DE DOBLE FILO: susto, asombro y gozo a la vez.
Los personajes de Josue y Juan me han dejado su mensaje que el Papa ha recogido maravillosa y humanamente de forma clara y cercana. Simplemente los subtítulos han interpretado mis sentimientos y actitudes en el diario vivir eclesial:
'Valorar las cosas buenas hechas por las diversas realidades eclesiales'
No hay que sentir celos cuando otros actúan en nombre de Cristo".
¿No es el pan de cada día, amigos? Yo creo que sí.
De la homilía del Papa:
El Evangelio de este domingo nos presenta uno de esos episodios de la vida de Cristo, que, a pesar de ser tomado, por así decirlo, al paso, contiene un profundo significado (cf. Mc. 9,38-41). Se trata del hecho de que un sujeto, que no era de los seguidores de Jesús, había echado fuera demonios en su nombre. El apóstol Juan, joven y celoso como era, quería impedírselo, pero Jesús no se lo permite, y en cambio, aprovecha la oportunidad para enseñar a sus discípulos que Dios puede hacer cosas buenas e incluso milagrosas, aún fuera de su círculo, y que se puede cooperar con el Reino de Dios en varias maneras, incluso al ofrecer un simple vaso de agua a un misionero (v. 41).
San Agustín escribe a propósito: "Como en la Católica, --es decir, en la Iglesia--, se puede encontrar lo que no es católico, así fuera de la Católica puede haber algo de lo católico" (San Agustín,Sul battesimo contro i donatisti: PL 43, VII, 39, 77). Por lo tanto, los miembros de la Iglesia no deberían sentir celos, sino regocijarse si alguien de fuera de la comunidad hace el bien en el nombre de Cristo, siempre que lo haga con rectitud de intención y con respeto. Incluso dentro de la propia Iglesia, puede suceder que a veces cuesta valorar y apreciar, en un espíritu de comunión profunda, las cosas buenas hechas por las diversas realidades eclesiales. En su lugar, todos debemos ser capaces de apreciarnos y estimarnos siempre entre sí, alabando al Señor por la infinita "fantasía" con la cual actúa en la Iglesia y en el mundo.(tomado de Zenit)
Buena semana amigos.Gracias por lo que significais para mi: comunidad.
En verdad es muy dura la palabra de hoy; Santiago siempre directo y claro, nos pone delante nuestra realidad, una realidad de todos los tiempos, ya que vemos como al escribir para la gente de aquella época, también lo hacía para todos los que vendríamos después. Una vez mas vemos que, la palabra de Dios siempre es actual y viva; viene derecha al corazón, con el fin de ayudarnos en nuestro caminar cotidiano.
ResponderEliminarD. Andrés nos aclara hoy en su homilía que, esta palabra es para todos y cada uno de nosotros que, tantas veces hemos puesto nuestra esperanza en el dinero, en tener y ser; y al dios dinero hemos rendido pleitesía.
Por mi parte tengo la certeza de que he contribuido a la situación actual, viviendo por encima de mis posibilidades, gastando sin pensar en los demás, etc. Hoy tengo claro que lo que tengo no es mío, que el Señor me lo da, para que lo administre y comparta con aquellos que pasan necesidad.
No solo me llama a compartir los bienes materiales, pienso que mi vida, también está en función de mis hermanos, en saber escucharles, hacerles compañía etc.
Que el Señor nos conceda a todos esta gracia de saber compartir aquello que se nos da, porque El es quién puede hacer que sea una realidad, que su palabra esté viva, en cada uno de nosotros.
Muchas gracias a todos por vuestras aportaciones.
Muchas gracias D. Andrés, por el regalo de tus homilías.
BENDITO SEA DIOS.