7-4-2019 DOMINGO V
CUARESMA (C)
Queridos
hermanos:
Estamos
hoy en el último domingo de cuaresma, pues el próximo domingo será ya el de
Ramos. Tenemos que aprovechar este tiempo que nos queda de cuaresma para
profundizar en su significado. Este tiempo nos recuerda, entre otras cosas, los
cuarenta días que pasó Jesús en el desierto para prepararse a predicar. Este
tiempo nos debe de servir para prepararnos para vivir la Semana Santa que se
acerca.
¿Qué vamos a hacer en Semana Santa?
(Descansar, ir al pueblo, vacaciones de la escuela, ver la tele, viajar...). Y
desde el punto de vista religioso, ¿qué cosas podemos hacer? Podemos elegir ir
a alguna de las procesiones de Tapia de Casariego y del contorno. Pero, ¿sería
bastante para que Jesús estuviera contento con nosotros? NO. Porque eso puede
ser simplemente como ver un espectáculo. Podemos asistir a las celebraciones en
donde nos encontremos por la Semana Santa. Pero tampoco nos podemos conformar
con ir a procesiones o con ir también (mucho mejor) a los cultos de la Semana
Santa. Hace falta algo más. Tenemos que hacer algo que nos afecte a nuestro
interior. Jesús en las lecturas de hoy nos muestra alguna de estas cosas que
podemos hacer:
- Dice san Pablo en
la 2ª lectura: “Todo lo estimo pérdida, comparado con la excelencia del
conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo
basura con tal de ganar a Cristo y existir en él”. Esto quiere decir que las cosas que nos dé la vida pueden ser
muy importantes y buenas, pero al lado de Jesús se quedan muy pequeñas.
Hay unas palabras
muy fuertes de Jesús que dicen: “¿De qué te sirve ganar el mundo entero si
pierdes tu alma?” Pablo perdió amigos, trabajo, fama, salud y, finalmente,
la vida por Jesús. Solo quien encuentra realmente a Jesús se da cuenta de que
todo lo demás queda muy corto ante Él.
Un poco más adelante
dice san Pablo: “No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la
meta: yo sigo corriendo”. A
veces podemos tener la tentación de pensar que ya hemos hecho todo lo que
debíamos en el camino de Jesús. Yo soy cura, no me hace falta más. Yo vengo a
Misa, no me hace falta más. Yo no robo ni mato, ya no me hace falta más. No
basta con esto: Hay que seguir corriendo como Pablo, siempre hay que seguir
esforzándose. Porque uno se matricule en la escuela, en el instituto o en la
universidad y compre los libros y vaya a clase, no quiere decir que ya ha
sacado el curso o la carrera. Porque uno se case, no quiere decir que ya está
todo hecho. Porque uno haya aprobado las oposiciones, no está todo hecho… Hay
que seguir esforzándose.
- ¿Preferimos ser
juzgados ante un tribunal humano o ante Dios? Tribunal humano: Fijaros en el evangelio de hoy: los fariseos no
hacían más que echar en cara y escupir los pecados de la adúltera. Dicen que la
sorprendieron en adulterio. Pero, ¿cómo en adulterio? ¿No había nadie más con
ella? Para decir que estaba en adulterio, debía de estar con un hombre ¿Por qué
no cogieron al hombre y lo acusaron? Acusan a la adúltera y la condenan a morir
apedreada. El tribunal humano condena de mala manera y con odio a la mujer,
autora de adulterio, y absuelve y deja marchar sin acusación al hombre, autor también
de adulterio.
Veamos ahora el tribunal de Dios. Sin embargo, Jesús
hace que las personas, en este caso los fariseos, dejen de mirar únicamente a
la mujer y se miren también a sí mismos: “El que esté sin pecado, que le
tire la primera piedra”. Y desde los más viejos, todos se fueron
escabullendo. ¿Por qué empezando por los más viejos? Porque… “cuanto más viejo, más pellejo”. Todo el
mundo que reflexiona seriamente se da cuenta de que bastante tiene con ver lo
suyo. Recuerdo una mujer que criticaba por todo el pueblo, porque a la hija de
la vecina la dejaron embarazada de soltera, y luego sus hijas salieron peor aún.
Dice Jesús a la
mujer: “Tampoco yo te condeno, mujer. Vete y no peques más.” Ante
nuestros pecados, Jesús no adopta una actitud de condena, de mandarnos al
infierno. Pero eso no quiere decir que no se entera de lo malo que hacemos; ni
tampoco quiere decir que lo malo que hacemos no sea importante. Cristo
distingue entre el pecado y el pecador. Cristo ama al pecador y rechaza el
pecado. Cristo quiere la conversión del pecador y eso buscó y procuró en
aquella mujer.
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