jueves, 29 de julio de 2021

Domingo XVIII del Tiempo Ordinario (B)

1-8-2021                     DOMINGO XVIII TIEMPO ORDINARIO (B)

Ex. 16,2-4.12-15; Sal. 77; Ef. 4,17.20-24; Jn. 6, 24-35

VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS (II)

Homilía en vídeo

Homilía de audio

Queridos hermanos:

            Voy a seguir exponiendo en el día de hoy otra serie de valores humanos, que nos ayudarán a sentar las bases para ser verdaderamente cristianos.

            3) Televisión, Internet, videojuegos. Estamos en un mundo en el cual los medios audiovisuales imperan. Estos medios nos facilitan mucho las cosas en nuestro trabajo, en nuestras comunicaciones, en  nuestro ocio, pero también tienen algunos peligros, como son: crearnos dependencia de ellos, nos restan creatividad, nos aíslan de los demás.

¿Cómo nos hemos de posicionar ante ellos? Entiendo que no podemos demonizarlos, pero tampoco usarlos sin más. Debemos tener una actitud madura y responsable ante estos medios. ¿Cuánto tiempo paso al día y/o a la semana delante de estos instrumentos o con ellos? No podemos pasar horas y horas ante un televisor, ante la pantalla de ordenador conectado a Internet o ante con un videojuego. Hemos de tener, además, en cuenta que en estos instrumentos se nos presentan modelos de vida y concepciones de pensamiento que están en contra directamente de valores que son importantes para nosotros y que están contenidos en el evangelio de Jesucristo. Por eso entiendo que no podemos ver (“tragar”) sin más determinados programas de televisión como “Sálvame Deluxe” y cosas por el estilo (seguramente me quedan muchos programas más en el tintero, pues no soy demasiado conocedor de ellos). ¿Por qué digo esto? Pues repito que es porque en estos programas y en otros, en muchos videojuegos, en muchas páginas de Internet se nos presentan modelos de vida y concepciones de pensamiento que están en contra directamente del evangelio de Jesucristo.

            En definitiva, no podemos sin más “tragar” lo que nos echen, sino que debemos dejar de lado determinadas cosas que en la TV, en Internet y en los videojuegos se le presentan, y debemos dedicar ese tiempo a dialogar, a leer libros, a realizar ejercicios físicos, como deportes o paseos. Conozco a una pareja de jóvenes cristianos, que se casaron hace poco, y en su casa no tiene televisor. Se lo han querido regalar amigos y familiares repetidamente y no han querido. Y les sucede una cosa muy extraña: no se aburren y tienen tiempo para otras cosas, por ejemplo, para charlar entre sí y comentar los acontecimientos del día, para acoger y escuchar a otras personas, para orar juntos un rato antes de acostarse.

            4) Vida ordenada. El orden externo en el día a día, es decir, con horarios estables ayuda a ordenar nuestra vida interior. No se trata de que seamos rígidos, sino firmes y flexibles a la vez, pero no tan ‘flexibles’ que nuestra vida esté gobernada por los meros impulsos o caprichos del momento o por las circunstancias que nos sobrevengan:

- Hemos de ser “señores y dueños” de nuestras vidas (en la medida de lo posible) y no al revés, o sea, que los gustos de cada momento o lo que nos digan los demás dominen sobre nosotros en una pura arbitrariedad y anarquía.

- Es conveniente que tengamos un horario para levantarnos y para acostarnos. Cada uno de nosotros sabemos lo que más nos conviene: si somos más noctámbulos o somos más de madrugar. Sea como sea, lo cierto es que el cuerpo necesita lo suyo (dormir y descansar) y lo pide, y si no se lo damos primero, hemos de dárselo después. Dios hizo el día para desarrollar nuestra actividad y la noche para dormir, por eso hemos de evitar el tener “el sueño cambiado”. Es deseable acostarse a una determinada hora y levantarse a otra hora determinada. Que nos dé tiempo para descansar, levantarnos, asearnos, un tiempo de oración más o menos prolongado (también es verdad que se puede dejar para otro momento del día o de la noche). Hemos de tener un tiempo para acostarnos, sin que nos “enrollemos” con la película o programa de turno, o con el ordenador, ya que luego, al día siguiente, nos levantaremos cansados, tarde, malhumorados y sin haber sacado verdadero provecho de ese trasnoche.

- Hemos de procurar respetar las horas de las comidas, y tener un tiempo para el estudio-trabajo, para un poco de paseo-deporte, para el ocio, para la lectura… Si esto que os vengo diciendo se convierte en algo connatural a nosotros día a día, si esto sucede –repito una vez más- por planteamiento de nuestra razón y por nuestra voluntad, y no por meros impulsos o gustos o caprichos, tendremos una vida ordenada, aprovechada… Pues de otro modo, con frecuencia, tendremos la sensación de “andar a las carreras”, de estar siempre cansados y de no haber hecho nada de provecho durante el día, el mes, el año o en nuestra vida.

            5) Lengua. No quiero aquí detenerme en que no se debe murmurar, o difamar, o decir blasfemias. Lo que sí quiero decir, en lo que sí quiero detenerme es en lo que se debe hacer con la lengua. S. Pablo dice en una de sus cartas: Que vuestras palabras sean siempre buenas, para que resulten edificantes cuando sea necesario y hagan bien a aquellos que las escuchan (Ef. 4, 29). Pues lo mismo digo yo: en esta sociedad de sospechas, de cizañas, de medias verdades, de palabras hirientes…, hemos de ser personas que transmitamos paz y concordia con nuestras palabras. Al hablar debemos resaltar lo bueno, lo que anima, lo que construye paz y perdón, lo que transmite alegría y esperanza.

Pero también debemos de ser personas de silencio. ¡Se puede hacer tanto bien con la palabra como con el silencio! Silencio que comprende, silencio que escucha, silencio que sana, silencio humilde y que no tiene solución para todo ni para todos. Y esto, tanto la palabra como el silencio, tiene en la persona un solo origen: la paz. En efecto, el ser humano debe de estar lleno de paz… y la transmite, bien con sus palabras, bien con sus silencios.

jueves, 22 de julio de 2021

Santiago Apóstol (B)

25-7-2021                   SANTIAGO APOSTOL (B)

Hch. 4,33;5,12.27-33;12,2; Sal. 66; 2ª Co. 4,7-15; Mt. 20,20-28

VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS (I)

Homilía en vídeo

Homilía de audio.

Queridos hermanos:

            En el curso 1993-1994 estuve de formador del Seminario de Oviedo. Al inicio de mi tarea pensaba que esta consistía en hacer buenos seminaristas para que fueran buenos sacerdotes. Enseguida me di cuenta que no puede haber buenos seminaristas ni buenos sacerdotes si no hay primero buenos cristianos. Avanzado el curso descubrí otra cosa que, para mí, fue muy importante en lo sucesivo: Nadie puede ser buen cristiano si antes no es buena persona. Es decir, los pilares sacerdotales y cristianos se fundamentan en los pilares en los humanos. Pues bien, en varias homilías voy a intentar desgranar algunos valores humanos que sostendrán el evangelio que Jesús siembra en nosotros.

            Al predicar esto lo hago desde la experiencia de la Sagrada Escritura, desde la experiencia de tantos santos y santas, canonizados o no, desde lo que Dios muestra a otras personas, sean creyentes o no, desde lo que a mí me vale, desde lo que percibo que Dios me pide, desde… Lo que yo diré a continuación no es exhaustivo, no es completo. Faltan muchas cosas, pues también es verdad que Dios mismo nos irá diciendo en nuestra conciencia y a través de las circunstancias particulares por las que uno pasa, qué es lo que Él quiere en nosotros. Habrá cosas con las que no estaréis de acuerdo, pero es lo que yo vivo y, sobre todo, es lo que quiero vivir, y os lo propongo por si sirve de ayuda para alguien, aunque sea para una sola persona.

            1) Austeridad. El consumismo nos invade: anuncios en la TV, en los periódicos, en las paredes, en la radio, en las carreteras. Y esto, el hecho de que haya tanta publicidad, es signo de que funciona, de que vende, pues, si no fuera así, no se gastaría en ello:

+ Compramos y tenemos más ropa de la que necesitamos. Las modas se suceden año tras año y se venden las novedades que se producen.

+ Entramos en cafeterías y bares, y siempre tomamos algo, aunque no tengamos sed o hambre, pues de otro modo quedamos como los “raros”.

+ Se impone el día del padre, el día de la madre como días de regalos; los regalos de Santa Claus, de los Reyes Magos, de San Valentín, de fin de curso… Nos estrujamos el cerebro para ver qué regalamos: cosas que no se necesitan y/o que se amontonan en nuestras casas, en las repisas de nuestros armarios…

+ Hemos de probar, saborear, conocer comidas, restaurantes, bebidas…

+ En un anuncio comercial que leí hace tiempo se aludía a un informe de la OCU (organización de consumidores): “Planificar la compra nos puede ahorrar 634 € al año”. Se refería a la diferencia de precios en distintos supermercados. Sin embargo, yo entiendo que se puede ahorrar de tres maneras: 1) Comparando en los lugares más baratos y adquiriendo lo más barato. 2) Comprando cosas de calidad que duran más y nos hacen mejor servicio. 3) COMPRANDO SOLO LO QUE UNO NECESITA. Esto que parece tan obvio, sin embargo, es lo menos aplicado en tantos casos. Una vez escuché a una persona, que miraba unas hojas de propaganda, exclamar: “¡Dios mío, cuántas cosas no necesito!”

Por lo tanto, PROCLAMO que tenemos que comer y beber cuando tengamos hambre o sed, y no por mero convencionalismo social. PROCLAMO que no hay que hacer regalos, ningún tipo de regalo a no ser que se necesite realmente (muy pocos estaréis de acuerdo con esta aseveración). PROCLAMO QUE EL CRISTIANO HA DE VIVIR AUSTERAMENTE; solo con lo necesario. Dice S. Pablo: “Vivamos sobriamente” (1 Tes. 5, 6.8). “Teniendo qué comer y qué vestir, es suficiente” (1 Tim. 6, 8). Dice S. Pedro: “Vivid sobriamente” (1 Pe. 4, 7; 5, 8).

Recuerdo que una vez vino una niña de unos 8 años de Rusia a pasar un verano en España con una familia; los pañuelos de papel que usaba durante el día los lavaba por la noche y los tendía para que se secaran a fin de poder utilizarlos (¡los mismos!) al día siguiente. Tardó un tiempo en acostumbrarse a… que podía tirar los pañuelos de papel una vez usados. Recuerdo también que una familia lo estaba pasando mal económicamente hablando y tenía perspectivas de que su situación iba a mejorar, pues recibiría más dinero regularmente, y yo siempre les decía: “¡Atención! Debéis vivir siempre del mismo modo, tengáis más dinero o menos”; es decir, vivir en austeridad, que no es lo mismo que vivir en miseria.

            2) Ecología. Hace un tiempo el Papa Francisco ha publicado la encíclica “Laudato si”[1] sobre la ecología desde una perspectiva cristiana. Os recomiendo su lectura. Es obligación del cristiano proteger la Tierra y no desperdiciar sus recursos:

+ El cristiano reutiliza el papel y lo recicla. No compra mercancías que tengan demasiado papel innecesario (pienso en regalos de niños bien presentados con mucho plástico y papel que hay que tirar inmediatamente; pienso en la Telepizza que hay que tirar el envase; pienso en tantos ejemplos).

+ El cristiano procura gastar solo el agua que necesita, no dejando correr innecesariamente el agua del grifo mientras se enjabona al ducharse, o mientras enjabona los cacharros que friega.

+ El cristiano procura coger vehículos de motor cuando lo necesita, porque a veces cogemos el coche hasta para ir a la calle de enfrente.

+ El cristiano joven y/o que puede, físicamente hablando, procura no coger el ascensor y hacer pierna para no gastar luz innecesariamente.

+ El cristiano procura no dejar las luces encendidas innecesariamente, o la TV si no la ve, o la radio si no la oye, o el ordenador si no lo utiliza.

            + El cristiano procura no ensuciar el suelo con papeles, botellas, colillas…, en las calles de su pueblo o ciudad, o en las carreteras arrojando objetos, o en los prados y montes, cuando hace excursión. Recuerdo que hacia 1986 un emigrante de Taramundi que trabajaba en Suiza me contó el siguiente caso: estaba él en un parque de allá y compró un paquete de cigarrillos. Desenvolvió el paquete para coger un cigarrillo y tiró al suelo el plástico que lo envolvía y el trozo de papel plata que cubre los cigarrillos por dentro de la cajetilla. A dos metros de él estaba una señora con su hijo. El hijo tendría unos 4 ó 5 años. Al ver aquello que hizo el español, el niño, sin que la madre le dijera nada, se desprendió de la mano de su madre, se acercó al emigrante, se agachó y cogió lo que había tirado este y fue hasta una papelera, que estaba distante como unos cuatro metros, y allí depositó los desechos volviéndose después para con su madre. Me decía el emigrante que nunca más tiró nada al suelo, ni en Suiza ni en España… Os invito a pasear por Oviedo antiguo las mañanas (hacia las 7 u 8) de los sábados y de los domingos para que veáis la pocilga en que convertimos todos esto… Recuerdo también  que el último año que vino el Papa Juan Pablo II a España para encontrarse con los jóvenes, se reunieron unos 700.000 en Madrid y tenían miedo los servicios de seguridad de lo que pudiera pasar ante tanta avalancha de gente. Todo el mundo reconoció después que no había habido alteraciones del orden público, ni basura, sino que todo se desarrolló con mucho respeto y orden. Los vecinos y los policías y los barrenderos se hacían lenguas de los jóvenes cristianos. Al fin de semana siguiente hubo un concierto de música rock en Madrid y asistieron unos 70.000 jóvenes. Hubo muchos altercados, destrozos, basura, ruidos. Notemos la diferencia entre unos jóvenes y otros.

            PROSEGUIRÁ... 

[1] http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html

 

jueves, 15 de julio de 2021

Domingo XVI del Tiempo Ordinario (B)

18-7-2021                   DOMINGO XVI TIEMPO ORDINARIO (B)

Jr. 23, 1-6; Sal. 23; Ef. 2,13-18; Mc. 6, 30-34

Salmo 23: EL SEÑOR ES MI PASTOR

Homilía en vídeo

Homilía de audio

Queridos hermanos:

            - Hace un tiempo leí en un periódico una entrevista que hicieron a un director de orquesta. No recuerdo el nombre. Este hombre había estado muy enfermo, se veía morir y narraba cómo fue a un terapeuta (¿?), el cual le ayudó a salir del bache en que estaba metido. Parece ser que dicho terapeuta utilizó técnicas orientales como el zen. Ponía este director de orquesta el ejemplo de que, antes de caer enfermo, cuando cortaba una zanahoria pensaba a la vez en muchas cosas, pero que ahora, al cortar la zanahoria, todo su ser está atento a ello y que con ello ha logrado un equilibrio interior (no sé si expreso bien lo que él decía). Este hombre se confesaba más bien panteísta, es decir, que Dios está y ES todo el universo y todas las cosas que están en el universo. Sin embargo, los cristianos decimos que Dios ESTÁ en una persona, en un perro, en una flor, en una montaña… El panteísta dice que Dios ES cada persona, cada animal, cada flor, cada montaña… En un momento de la entrevista el hombre decía que ya no era católico, que no soportaría tener que rendir cuentas al final de su vida al Dios cristiano por los pecados que pudiera haber cometido. Al leer estas palabras, yo pensé inmediatamente que este hombre no se ha encontrado cara a cara con Dios nunca, pues, si lo hubiera hecho, no podría hablar así. Por eso, ¡qué razón tiene Jesús cuando dice en el evangelio de hoy que “vio una multitud y le dio lástima, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma”!

            Dios para nosotros no es el policía o el juez al que rendir cuentas al final de nuestra vida, ni en el medio tampoco, sino que es el Padre amoroso. Jesús lo llamaba ‘Abbá’, que significa algo así como papaíto. Aquellos de vosotros que tenéis experiencia de Dios entenderéis perfectamente lo que os estoy diciendo. Uno que lo entendió perfectamente fue el salmista que compuso esta oración preciosa que hemos escuchado hoy.

Una traducción del salmo en prosa puede ser esta: En medio del desierto hay un oasis con una gran fuente de agua. Fuera, la arena abrasa, pero a la sombra de las palmeras crece la hierba. Las ovejas comen alimento tierno, beben agua en abundancia y sestean al fresco. Más tarde se ponen en camino por las sendas que el pastor conoce bien, porque las ha recorrido muchas veces. Así, hace honor a su nombre de pastor. Tienen que atravesar un desfiladero entre las montañas y se hace de noche. Las ovejas avanzan seguras, porque pueden escuchar el sonido del bastón del pastor, que golpea rítmicamente el suelo al andar. Si una de ellas se desvía, el pastor acude solícito en su búsqueda, y con unos toques del cayado sobre los lomos, la devuelve al camino justo. Si acuden lobos u otras alimañas para atacar el ganado, el pastor defiende su rebaño a bastonazos. Vamos a escuchar y saborear este precioso salmo:

El Señor es mi pastor, nada me falta.

En prados de hierba fresca me hace reposar,

me conduce junto a fuentes tranquilas

y repara mis fuerzas.

En la antigüedad, los israelitas eran pastores seminómadas con un número pequeño de animales: camellos, burros, gallinas y ovejas. No vivían en casas, sino en tiendas realizadas con pieles de animales. Hombres y animales dormían bajo el mismo techo. Hoy los beduinos siguen haciendo lo mismo. No es extraño que conocieran a cada una de sus ovejas, incluso por su nombre. También las ovejas reconocían la voz y el olor de su pastor. El salmo quiere evocar esa atmósfera de afecto, esa experiencia de confianza, de tranquilidad, porque se sabe que hay alguien que se interesa por ti, que se preocupa por tu vida.

Cuando uno es encontrado por este Dios Pastor[1], uno se da cuenta que, con Él, nada nos falta, que Dios nos lleva praderas verdes y jugosas en medio de tantas “sequías y calores”, que Dios nos conduce a donde hay agua fresca y abundante, y el lugar es tranquilo (“fuentes tranquilas”), y que Dios hace todo esto para reparar nuestras fuerzas desgastadas por tantos sufrimientos, golpes, incomprensiones, y limitaciones propias y ajenas.

Me guía por el camino justo,

haciendo honor a su Nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,

nada temo,

porque Tú vas conmigo.

Cuando uno es encontrado por este Dios Pastor, uno se da cuenta que Dios nos lleva por caminos justos y honestos. En primer lugar para los otros (problemas de conciencia de dinero que se debía-Bögeholz), y también para uno mismo. Por ello, quien encuentra a Dios solo quiere y anhela a Dios y no desea llenarse de “cacharritos”[2], y de loterías y viajes… Igualmente uno se da cuenta que Dios siempre acompaña y no deja a uno en soledad.

“Porque Tú estás conmigo”. Hemos llegado al centro del salmo y a su momento más intenso. La verdadera razón de que yo me sienta seguro, de que no tenga miedo, de que me atreva a pasar el valle de la oscuridad y de la muerte es que “Tú estás conmigo”. Los prados frescos, el agua abundante, la protección frente a los enemigos... todo es bueno, pero saber que Tú caminas a mi lado es lo más importante. “Si te tengo a Ti, ya no necesito nada de la tierra” (Salmo 73, 25). “Si el Señor está conmigo, no tengo miedo. ¿Qué podrá hacerme el hombre?” (Salmo 118, 6).

Tu vara y tu cayado me dan seguridad.

Me preparas un banquete

en frente de mis enemigos,

perfumas con ungüento mi cabeza

y mi copa rebosa.

            Cuando uno es encontrado por este Dios Pastor, uno se da cuenta que Dios le prepara una mesa con ricos alimentos, con bebidas generosas y buenas. También se da cuenta que Dios unge a uno “la cabeza con perfume”. Dios nos regala todo esto frente a los “enemigos” que no nos quieren, que desean y procuran lo peor para nosotros. Así, podemos comparar cómo nos trata Dios y cómo nos tratan nuestros “enemigos”.

Tu amor y tu bondad me acompañan

todos los días de mi vida;

y habitaré en la casa del Señor

por años sin término.

            Cuando uno es encontrado por este Dios Pastor, uno se da cuenta que Dios nos regala, sin merecerlo nosotros para nada, antes bien al contrario, su bondad, su misericordia. ¿Cuántas veces nos da esto, en qué momento nos da esto? Nos lo dice perfecta y claramente el salmista: “todos los días de mi vida”.

“Y habitaré en la casa del Señor por años sin término”. Después de hablar de descansos pasajeros y de caminos largos, se evoca el reposo definitivo en la casa del Señor, en la Nueva Jerusalén.

            ¿Decidme si se parece este Dios que muestra el salmista del salmo 23 al dios que nos “dibujó” el director de orquesta en la entrevista del periódico? Nuestro Dios, ¿a cuál se parece más, al del director de orquesta o al del salmista?


[1] Digo “cuando uno es encontrado por Dios”, porque es Dios quien nos busca y quien nos encuentra, es Dios quien siembra en nuestro corazón los deseos de vivir con Él y en Él. En definitiva, es Dios quien toma la iniciativa siempre y nosotros somos los que secundamos su iniciativa.

[2] Supe de una señora que temía que el dinero perdiera su valor no valiese y se dedicó a comprar oro y oro, y abrigos de pieles. Se murió y ahora todo quedó aquí. ¿No recordáis las palabras de Jesús: “¿De qué te sirve amontonar tesoros en la tierra, si no eres rico para Dios?”