1-11-2020 TODOS LOS
SANTOS (C)
Ap. 7, 2-4.9-14; Slm. 23; 1 Jn 3,1-3; Mt. 5, 1-12
Homilía en audio.
Homilía de audio.
Queridos
hermanos:
A
pesar de celebrar hoy el día de “Todos los Santos” y mañana el día de “Todos
los Difuntos”, sin embargo, es en la jornada de hoy cuando se suele visitar los
cementerios, y celebrar Misas y responsos por nuestros difuntos. Por ello, hoy
voy a hablar sobre los difuntos y nuestra relación con ellos.
-
Voy a partir de una anécdota que me ha contado una madre de familia hace ya
unos años. “Solo te mando estas letras
para comentarte la conversación que tuvimos Pablo (su hijo, de unos 8 años
y a punto de hacer la 1ª Comunión) y yo
después de cenar. Me quedé gratamente sorprendida. No sabemos las
conversaciones que pueden tener entre sí los niños. Pablo, me pregunta que por qué es ‘San Pedro y San Pablo’ y no al
revés. Yo le cuento que San Pedro estuvo con Jesús y San Pablo vino después,
pero que fue muy importante, pues hizo muchos amigos para Jesús. Él me dice: ‘Yo
también hago amigos para Jesús’. Le pregunto: ‘Ah sí, ¿a quién?’ Y me cuenta
que le dice a su amigo Enol que si es bueno y se hace amigo de Jesús, no morirá
y vivirá para siempre. El amigo le dice que si van a ser zombis, y Pablo le
dice que no, que vivirán en el cielo con Jesús y con los amigos que ya murieron
y los podemos volver a ver”.
Este niño, Enol, seguramente nunca
había hablar a sus padres o familiares, ni tampoco en la escuela, de la vida
que puede existir después de la muerte de un hombre. Lo que más le sonaba a
‘después de la muerte’ era lo que había visto en la televisión o en los
videojuegos: los zombis. Los zombis, según las películas y los videojuegos, son
personas muertas que tienen un aspecto terrorífico, que caminan, que solo
buscan morder y comer a los vivos, y que, si logran morder a un hombre vivo,
entonces este se convierte a su vez en un zombi. Sin embargo, Pablo, que conoce
también, como niño que es, las películas de la televisión y los videojuegos
sobre los zombis, sabe distinguir perfectamente, por lo que escuchó a sus padres
y en la catecismo, entre un ‘zombi’ y un
resucitado. Este es el que, después de muerto, vive con Jesús en el cielo y
puede ver a los amigos y familiares que han muerto antes que él. En efecto,
Pablo ha dicho “a su amigo Enol que si es bueno y se hace amigo de Jesús, no
morirá y vivirá para siempre”. Como veis Pablo ha definido muy bien la fe
de los cristianos para después de la muerte.
Después de haber escuchado este
episodio nos quedan tres opciones: 1) Después de la muerte hay zombis. 2)
Después de la muerte hay resucitados. 3) Después de la muerte no hay nada. ¿Con
cuál nos quedamos?
- Desde los primeros tiempos de los
hombres sobre la tierra, estos han creído en un más allá. Por eso, los primeros
hombres: neandertales y cromañones, han sepultado a sus muertos, no los han
dejado tirados en cualquier lado. ¿Qué quiere decir que han SEPULTADO a sus
muertos?: Pues que los han enterrado con vestidos, con sus atuendos preferidos,
con sus armas e incluso los han pintado de rojo (ocre), ya que la sangre era
fuente de vida y, al pintarlos de rojo, era una forma de desear que volvieran a
la vida y de ‘darles’ esa sangre necesaria para revivir. En algunos casos de
enterramiento de los hombres primitivos aparecen también trepanaciones en los
cráneos de los difuntos. Dicen los estudiosos que eso puede ser indicio de que
le abrían un agujero en la cabeza y les comían el cerebro para que su
sabiduría, su experiencia y su espíritu permaneciera con los vivos. Esta
trepanación, que a nosotros nos parece una barbaridad, sin embargo, es
igualmente una señal de la creencia en la pervivencia de los ya difuntos.
- Nosotros, que somos hombres y vivimos en pleno siglo XXI, que vemos
morir a nuestros seres queridos y que del mismo modo un día moriremos nosotros,
pensamos (y deseamos) que la vida no se
acaba aquí. Pensamos que los cuerpos muertos de nuestros seres queridos no
son despojos o carne enferma, envejecida y podrida para tirar a un lado del
camino. Queremos cuidar esos cuerpos que un día contuvieron a las personas que
amamos y que seguimos amando y añorando. Ahora no les metemos en su tumba o en
su ataúd sus pertenencias, no les pintamos de rojo… como hacían los hombres
primitivos, pero sí que les ponemos un rosario, un crucifijo… Sí que rezamos el
rosario el día antes de su funeral (así lo hacen en el concejo de Tapia de
Casariego). Sí que los llevamos a la iglesia para celebrar la Misa. Sí que los
llevamos luego en procesión al cementerio y allí tenemos una oración de
despedida. Sí que venimos diversos momentos a lo largo del año a poner unas
flores, a limpiar un poco sus tumbas, a rezarles o a comentarles cómo van las
cosas. Sí que venimos en el día de hoy, una vez al año, a rezar por ellos o
simplemente a recordarles.
- Pero esto no nos basta ni nos debe
bastar. Porque si nos bastase con esto, inmediatamente sacaríamos unas
conclusiones muy simplistas: 1) Ahora hacemos lo mismo que hace 65.000 años
cuando existió el hombre neandertal. 2) O también nosotros hacemos unos ritos o
tenemos unas costumbres y otros hombres en otros lugares y tiempos tienen otras
costumbres (por ejemplo, en la India queman los cuerpos de los muertos en una
pira, o los echan directamente al Ganges, su río sagrado).
Por lo que Jesús nos ha dicho,
nosotros no nos quedamos como los hombres primitivos: neandertales y
cromañones, u otros hombres de nuestro tiempo solo en darles tierra o en
quemarlos, en hacerles unos ritos funerarios, en hacer un poco de oración, en
recordarles… Nosotros, los cristianos, hacemos algo más.
¿Qué nos aporta de más nuestra fe en Jesucristo
sobre los difuntos? (Tampoco trato de dar ahora aquí un tratado de
alta teología).
* En muchas ocasiones se nos dice que no se sabe si hay algo después de
la muerte, porque nadie volvió de allí para contárnoslo. Pues esto no es cierto,
porque el mismo Jesús vino de lo que hay después de la muerte, tras su
fallecimiento en la cruz.
* Jesús nos dice claramente en varias ocasiones que, después de nuestra
muerte, sigue habiendo vida. No como la que conocemos ahora, pero sí que
viviremos.
* Jesús nos dice que esa nueva vida será bella, sin dolores, sin
envejecimientos, sin más muertes, sin injusticias…
* Jesús nos dice que, para acceder a esa VIDA, como nos cuenta Pablo el
niño del principio de la homilía, hemos de ser buenos y hacernos amigos de
Jesús durante nuestra vida en la tierra.
* Jesús nos dice, como nos cuenta Pablo, que esa VIDA será para siempre
y nunca se acabará. Nunca más tendremos que separarnos de nuestros seres
queridos.
* Jesús nos dice, como nos cuenta Pablo, que no importa tanto dónde
vamos a estar, sino CON QUIÉN VAMOS A ESTAR. Pues vamos a estar con Jesús, con
Dios, con nuestros amigos ya difuntos, con nuestros familiares ya difuntos, con
tantos hombres y mujeres que vivieron antes que nosotros y que fueron amigos de
Jesús y ahora lo serán nuestros, y esto será PARA SIEMPRE.
* Jesús nos dice que, desde donde Él está, nos está ayudando ahora
mismo junto con sus amigos, es decir, junto con los santos.
* Jesús nos dice que, desde donde nosotros estamos, podemos ayudar a
los que murieron ya y no murieron como amigos de Jesús. Y esta ayuda la hacemos
con la Misa por ellos y cuando pedimos a
Dios que les perdone sus pecados y que los lleve al cielo. Por eso, esta
celebración, más que del RECUERDO de nuestros difuntos, tiene que ser la
celebración DE LA COMUNICACIÓN CON NUESTROS DIFUNTOS.