miércoles, 21 de octubre de 2020

Domingo XXX del Tiempo Ordinario (A)

25-10-20                     DOMINGO XXX TIEMPO ORDINARIO (A)

Ex. 22, 20-26; Slm. 17; 1 Tes. 1,5c-10; Mt. 22, 34-40

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Queridos hermanos:

            - En el evangelio de hoy se dice: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Este mandamiento es el principal y primero.

En otras homilías ya me he detenido en analizar el amor a Dios, y en el día de hoy voy a fijarme en la segunda parte de la afirmación del evangelio: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

Para los santos, el amor al prójimo procede únicamente del amor a Dios. Solo Dios es la fuente del amor, solo Él puede darnos el verdadero amor, solo Él puede enseñarnos a amar. Y este amor al prójimo debe ser algo concreto: obras son amores, y no buenas razones, dice un refrán.

* En la primera lectura de hoy se nos dicen cuatro modos concretos de amor al prójimo: “No oprimirás ni vejarás al emigrante [...] No explotarás a viudas ni a huérfanos […] Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo”.

El primer modo está aún vigente hoy día. Ciertamente hay inmigrantes que engañan o roban en España, pero también es cierto que hay inmigrantes que son engañados, robados y estafados en España (como el caso que se destapó hace poco en Sevilla y en Córdoba, donde latinoamericanos explotaron a latinoamericanos con condiciones de semiesclavitud). Nosotros no podemos hacer esto. Pero no solamente no podemos hacerles daño ni explotarles, sino que Cristo Jesús nos pide que les amemos.

El segundo modo se refiere a los más desvalidos. En tiempos de Jesús eran las personas que no tenían pensiones de orfandad o de viudez; ahora se puede referir a cualquier persona que tenga cualquier tipo de necesidad o que esté en inferioridad. En estos días me están diciendo en el equipo de Caritas parroquial que cada vez viene más gente a pedir ayuda y que piden comida. Antes esto no era tan común en nuestras parroquias. Además, el martes pasado estuve en el colegio de la Sagrada Familia de la parroquia de san Lázaro y me decía la directora que muchos niños del colegio comen solamente lo que se les da en el centro. Es decir, su desayuno y su comida es lo único que ingieren en todo el día. De este modo, me contaba la directora surgió la urgencia de preparar comida para ellos durante el fin de semana, pues de otro modo se quedarían sin comer. Así, el colegio cocina menús para unas 40 familias cada fin de semana. Los maestros imparten las clases, las preparan y, además, los fines de semana, de modo totalmente altruista, dedican parte de su tiempo a volver al colegio y cocinar para estas familias. También me decía la directora que antes diversas instituciones les daban alimentos, pero ahora les llegan en menor cantidad. Por eso, he pensado en solicitar a los feligreses de la Unidad Pastoral que traigan alimentos a las parroquias para distribuir entre las necesidades que atendemos desde la Caritas parroquial y poder igualmente compartir con el colegio de la Sagrada Familia. Esto es amor al prójimo concreto y en cosas concretas.

* Pero el amor concreto no es simplemente dar una limosna o hacer una caridad. También es amor educar a nuestros niños. Y para explicar esto tomaré un decálogo de Emilio Calatayud, un juez famoso en España por sus sentencias con los jóvenes, que más que castigar, busca ayudarlos. Y hacer esto que indica el juez (educar) es más difícil que dar un cachete o que consentir a los niños. El decálogo está redactado de modo sarcástico, pero se entiende perfectamente lo que se quiere decir, o sea, que se actúe al revés de cómo aquí se dice:

“1) Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pide. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.

2) No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.

3) Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas.

4) No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad.

5) Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatillas, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.

6) Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura.

7) Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño. Así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por culpa del propio niño, quede destrozada para siempre.

8) Déle todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar.

9) Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustración.

10) Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarle. Y cuando su hijo sea ya un delincuente, proclamad que nunca pudisteis hacer nada por él”.

Cuando transcribía todo esto me vinieron a la memoria tres jóvenes que, hace unos años, en Cataluña fueron juzgados por asesinar a una mujer en un cajero prendiéndole fuego. Vi al padre de uno de ellos en televisión diciendo que estaba destrozado. Por todo esto pienso que educar a los niños, adolescentes y jóvenes es una forma sublime hoy día (y siempre) de amar a nuestro prójimo más próximo: a nuestros hijos.

* Asimismo se ha de realizar el amor concreto en la vida matrimonial. La vida conyugal ha de ser un lugar privilegiado para la expresión máxima del amor humano y… del divino:

1) En el matrimonio ha de existir respeto: respeto a las ideas del otro, a la manera de ver la vida del otro. Un marido no puede pretender imponer sus ideas a su mujer, ni viceversa. El fin del matrimonio no es que el otro se convierte en una fotocopia o en un clon del uno.

2) En el matrimonio debe de existir libertad en el diálogo. Se puede y se debe hablar de todo, y no hay porqué estar de acuerdo en todo. No puede haber temas tabú en el matrimonio de tal manera que no puedan ser tratados, porque hay discusión o riña segura.

3) En el matrimonio debe de existir abundantes expresiones de cariño, tanto de palabra como en los gestos. Cada uno tiene su personalidad y su forma de ser, pero el cariño debe ser expresado. Lo necesita el propio cónyuge y lo necesita el otro cónyuge.

* Existen otras muchas formas de hacer visible y real ese amor al prójimo, pero vamos a comenzar por alguna concreta. Cada uno podemos elegir la o las que queramos o nos sean más factibles. Pueden ser de las que he apuntado más arriba u otras distintas, pero, por favor, que no queden en ‘nuestros bolsillos’.

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