21-4-2019 DOMINGO I DE
PASCUA (C)
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El evangelio de la
Vigilia Pascual nos narra cómo el domingo de madrugada, tres
días después de la muerte de Jesucristo, unas mujeres, discípulas de Jesús, se
acercaron al sepulcro en donde lo habían enterrado. Allí había dos ángeles que
les dijeron: “¿Por qué buscáis entre los
muertos al que vive? No está aquí. HA RESUCITADO”. Vamos a tratar de
profundizar un poco en estas palabras:
*
Aquellas mujeres buscaban a Jesús.
Muchos hombres, a lo largo de toda la historia, han buscado a Jesús, a Dios. Ya
sabéis aquella famosa frase de San Agustín: “Nos
has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti”
(Confesiones, Libro I, Capítulo I, 1). ¡Cuánto importa buscar a Jesús,
necesitar encontrarlo! Una persona que dice no necesitar nada, que piensa no
necesitar nada, ni de nadie, pienso que está muerto en vida. Una persona que no
busca nada en esta vida o que no espera nada en esta vida ni de nadie, es una
persona muerta en vida. Hace un tiempo leía esta noticia de periódico: Cada vez
hay un porcentaje mayor de jóvenes, al menos en España, que ni estudian ni
trabajan. Ellos responden a esa generación bautizada ya como “Nini” (ni
estudian ni trabajan), y que, “si tienen la suerte de encontrar un trabajo,
lo abandonan en cuanto tienen derecho a prestación por desempleo”. La persona que no busca, vegeta y se muere
por dentro y por fuera. La persona que busca, vive. Por lo menos, las
mujeres del evangelio buscaban. ¿Y nosotros?
*
¿Dónde buscamos a Jesús? Pero, no
sólo es importante buscar, sino también saber dónde buscamos. Decían los
ángeles a las mujeres: “¿Por qué buscáis
entre los muertos al que vive?” Sí, hay personas que buscan, pero en un
lugar equivocado. En muchas ocasiones, cuando estoy entre la gente, me pregunto
si conocerán al verdadero Dios y al que puede hacerles felices para siempre.
Estamos todos tan atareados y tan nerviosos por terminar los estudios para
encontrar trabajo…; estamos todos tan atareados y tan nerviosos para trabajar
en un buen puesto para ganar más dinero…; estamos todos tan atareados y tan
nerviosos para alcanzar la prejubilación o la jubilación para dejar de
trabajar…; estamos todos tan atareados y tan nerviosos por dejar de trabajar
para descansar…, y entonces nos morimos. Estamos todos tan atareados para ir de
vacaciones aquí o allá, por probar esta comida o este restaurante, por tener
esta propiedad o esta otra… Y en tantas
ocasiones creo que el Señor ve que buscamos en lugar equivocado: buscamos lo
que da felicidad y vida entre lo que está muerto. Hace un tiempo habló
conmigo un señor, de unos 50 años, que estaba en actitud de búsqueda en su
vida. Este señor buscaba a Dios. En una ocasión, hace ya bastantes años, hizo
el camino de Santiago y sintió una paz como nunca la había experimentado. Supo
que aquella paz procedía de Dios y era Dios. Desde entonces y, en cuanto puede,
coge la mochila y se pone a caminar hacia Santiago de Compostela. Quiere volver
a experimentar una vez más aquello que vivió hace ya años. Los amigos no le
entienden; cree que está haciendo el idiota, pero él piensa que quienes hacen
el idiota son ellos, pues buscan al que vive entre los muertos, pero él busca
al que vive en donde experimenta vida, paz, esfuerzo, compañerismo,
generosidad, silencio…
*
En el evangelio, los ángeles dicen a las mujeres que Cristo ha resucitado y,
por lo tanto, vive. Jesús, que fue perseguido, escupido, insultado, azotado,
burlado, crucificado, asesinado y enterrado, está vivo, VIVE. Nosotros, los cristianos, no seguimos a un
muerto, sino a uno que está vivo. Ciertamente, su vida fue un fracaso,
humanamente hablando, pero Dios le ha dado la razón frente a todos los que lo
tomaron por loco y frente a quienes lo mataron.
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En el evangelio del domingo de Pascua se cuenta cómo San Pedro y San Juan
fueron corriendo al sepulcro, pues las mujeres les habían dicho que estaba
vacío. Primero entró Pedro y luego entró Juan. Al entrar éste, dice el
evangelio: “Vio y creyó”. Juan vio
que el sepulcro estaba vacío y creyó que Jesús había resucitado y que estaba
vivo. Él lo vio morir en la cruz, pero ahora “sabía” por la fe que Él estaba
vivo.
Hoy
hay mucha gente que no cree en la resurrección de Jesús. Piensan que Jesús fue
un hombre extraordinario, un maestro que supo enseñar muy bien cosas
importantes de la vida y de los hombres, pero ha muerto; está bien muerto. En
ocasiones me pregunto si sirve para algo seguir predicando el evangelio de
Jesucristo o anunciando que éste ha muerto por todos los hombres y ha
resucitado para todos los hombres. Y entonces me acuerdo de un cuento, que os
voy a narrar ahora: “Cierto día,
caminando por la playa, reparé en un hombre que se agachaba a cada momento,
recogía algo de la arena y lo lanzaba al mar. Hacía lo mismo una y otra vez.
Tan pronto como me aproximé, me di cuenta de que lo que el hombre agarraba eran
estrellas de mar que las olas depositaban en la arena, y una a una las arrojaba
de nuevo al mar.
Intrigado,
le pregunté sobre lo que estaba haciendo, y él me respondió:
-
Estoy lanzando estas estrellas marinas nuevamente al océano. Como ves, la marea
es baja, y estas estrellas han quedado en la orilla; si no las arrojo al mar,
morirán aquí por falta de oxígeno.
-
Entiendo –le dije-, pero debe de haber miles de estrellas del mar sobre la
playa… No puedes lanzarlas todas. Son demasiadas. Y quizá no te des cuenta que
esto sucede probablemente en cientos de playas a lo largo de la costa. ¿No
estás haciendo algo que no tiene sentido?
El
nativo sonrió, se inclinó y tomó una estrella marina, y mientras la lanzaba de
vuelta al mar, me respondió:
-
¡Para ésta sí tiene sentido!”
Sí,
pienso que hoy día, como siempre, sigue teniendo sentido el evangelio de
Jesucristo. Tiene sentido seguir haciendo el bien y trabajar por los demás.
Tiene sentido predicar la muerte y resurrección de Cristo Jesús, aunque sólo
unos pocos hagan caso de ello. Jesús hubiera venido al mundo por un solo hombre
que lo hubiera necesitado. Hubiera anunciado el evangelio a ese solo hombre.
Hubiera muerto por ese solo hombre, y hubiera resucitado por ese solo hombre.
(Caso del profesor de religión, al que sus alumnos molestaban en el aula, pero
fuera le pedían, por favor, que los abrazara, pues nadie lo hacía).
Nosotros,
los que hoy estamos aquí, en este templo, somos esas estrellas de mar
afortunadas, a las que Jesús ha recogido de la arena, en la que moríamos por
falta de oxígeno, y nos ha lanzado de nuevo al agua para que vivamos. Por eso,
para nosotros sí que tiene sentido hoy día la Resurrección de
Cristo. Es cierto que Jesús es más poderoso que el hombre del cuento y puede
coger a todas las estrellas de mar que agonizan en todas las playas del mundo
para devolverlas de nuevo al mar. Muchas no quieren; dicen que están bien donde
están: en la arena, pero nosotros sí que queremos ser cogidos por Jesús y
volver al agua. Nosotros queremos salir
de la muerte en que estamos e ir a la vida que nos da Él en este día de Pascua.
Un auténtico regalo de Dios poder celebrar la Semana Santa en la Parroquia de Tapia,oficios de Jueves y Viernes Santos y la misa de Resurrección.
ResponderEliminarLas homilias, sencillamente un lujo
Un auténtico regalo de Dios poder celebrar la Semana Santa en la Parroquia de Tapia,oficios de Jueves y Viernes Santos y la misa de Resurrección.
ResponderEliminarLas homilias, sencillamente un lujo