12-7-2020 DOMINGO XV TIEMPO ORDINARIO (A)
Queridos
hermanos:
Explicación
de la parábola del sembrador:
-
Jesús hablaba a la gente sencilla con parábolas, con ejemplos de su vida
diaria, ya que con conceptos o ideas abstractas no lo hubiesen entendido. En la
parábola de hoy se hace referencia a una actividad muy común: la siembra de la
semilla en los campos. Alguna vez, tiempo atrás, he visto en las tierras de
Castilla cómo lo hacían[1]:
Se prepara previamente el terreno con un arado, y posteriormente el labrador
con una especie de saco pequeño atado a la cintura va caminando entre la tierra
y cogiendo la simiente con la mano la va esparciendo por entre el campo. Y es
entonces cuando sucede lo que Jesús nos cuenta: “Salió el sembrador a
sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y
se la comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra,
y como la tierra no era profunda brotó enseguida; pero, en cuanto salió el sol,
se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que
crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos
ciento, otros sesenta, otros treinta”.
Y
Jesús termina la parábola con unas palabras un poco extrañas y fuertes: “El
que tenga oídos, que oiga”. Entonces se acercaron sus discípulos para
decirle que sí que habían oído, pero que no habían entendido, y que les
explicase qué quería decir con aquella parábola.
Y
Jesús les contestó: “Vosotros oíd lo que significa la parábola del
sembrador”:
*
Dios habla a los hombres en todas las circunstancias de su vida.
* Su mensaje es algo
muy humilde, muy pequeño, pero que sacia el hambre de los hombres.
* El sembrador por
el que Dios siembra es su Hijo Único, que actúa, bien directamente a nuestro
espíritu, bien a través de otras personas: de los catequistas, de los padres o
abuelos, de las religiosas, de los sacerdotes, de un libro que leemos o unas
imágenes que vemos en la TV.
* Dios siembra su
Palabra en todo el mundo; ese es su campo: La tierra entera, que ya está arada
por la sangre de su Hijo y de tantos mártires como ha habido en todos estos
siglos.
-
Y a continuación Jesús da una explicación a cada uno de los destinos de la
semilla que sale de las manos del sembrador:
* “Si uno escucha
la palabra del Reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su
corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino”. Hay muchas
personas que han sido bautizadas, que han ido a colegios de religiosos/as, que
han estado en el catecismo de 1ª Comunión o en catecumenados de Confirmación,
que han asistido a funerales o que en alguna ocasión han leído algún trozo de
la Biblia, que han visto con sus propios ojos necesidades de otros hombres,
que, ante el reparto de la herencia con sus hermanos, han sentido una llamada a
no ser egoístas, que... Y, a pesar de
todo esto, ¡se han quedado tan frescos! El mensaje de Dios ha sido derramado en
sus corazones una y mil veces, pero no han hecho caso ni una…, ni mil veces.
O no entienden el mensaje, o no lo quieren entender, o no quieren
comprometerse, o.... (Dice el cantante asturiano Víctor Manuel: “Déjame en paz, que no me quiero salvar, que
en el infierno no se está tan mal”). Nosotros somos muchas veces como
‘Víctor Manuel’. Estoy seguro que en uno 90 ó 95 % la semilla sembrada por Dios
en nosotros… ‘se la han comido los pájaros’.
*
“Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en
seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene
una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe”. Otras personas sí
han acogido esa semilla, esa Palabra, pero son personas inconstantes, sin
raíces y ante un sufrimiento se echan atrás: (Caso de la madre del torero[2]).
A algunos de los que estamos aquí seguramente nos ha pasado y nos pasa esto
mismo: en ocasiones tenemos un gran fervor y devoción, pero la falta de constancia, o algún
problema que nos surja…, hace que
sucumbamos o que llevemos un cristianismo mediocre. Somos personas en las
que se cumple aquel refrán que dice: “tenemos
arrancadas de caballo y frenadas de burro”.
*
“Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra, pero los afanes
de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril”. Sigue
sembrando el Señor Jesucristo y cae entre cardos alguna semilla. Yo he visto en
León estas plantas nacidas entre las zarzas: son pequeñas y no llegan a la
altura de las otras que cayeron en buena tierra, ni tienen el fruto de éstas. Hay muchas personas que creen en Dios, que
aceptan el mensaje cristiano en sus vidas, pero tratan de poner una vela a Dios
y otra al diablo. Tienen tiempo sólo para un padrenuestro de prisa mientras
se acuestan, o para ir a Misa el domingo y nada más. No se les puede pedir reuniones,
formación, ayuda en las parroquias o movimientos o cursillos o ejercicios…
¡Tienen tanto que hacer y cosas tan importantes que realizar!
Otros
se ven ahogados por sus riquezas, no pueden venir a la iglesia y, sin embargo,
sí que tienen tiempo para irse de vacaciones o de fines de semana; su dinero y
sus bienes materiales o el ansia de ellos no les deja ver a Dios. Y piensan que
les basta con decir: “Sí, creo”.
*
“Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende;
ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno”. De una
semilla que cae en buena tierra salen varias semillas más. Es el fruto. Cada
uno da y produce según su capacidad. ¿Dónde tenemos que dar este fruto? En
nuestras casas y familias, en nuestros trabajos, en nuestro vecindario, entre
nuestras amigos y conocidos, en cualquier sitio en el que estemos. Somos y
debemos ser cristianos las 24 horas del día, los 12 meses del año.
*
Tú, ¿en cuál de estos grupos o de estas
tierras te ves reflejado actualmente?
[2] En una ocasión contó la madre de un torero en TV que ella
había sido muy cristiana y creyente; contó que, cuando su hijo toreaba en la
plaza, ella siempre estaba rezando para que a su hijo no le pasara nada; que en
una ocasión un toro sacó un ojo a su hijo con el asta y, desde aquel día, ella
había dejado de rezar a Dios y de creer en Dios, porque se dio cuenta de que ‘eso’
no servía para nada.
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