9-4-2020 JUEVES SANTO (A)
-
Existen muchos fieles católicos que no tienen acceso a la santa Misa durante su
vida ordinaria, o, si quieren acudir a ella, tienen que hacer un gran esfuerzo:
por kilómetros, por las burlas recibidas, por el peligro que representa para
sus vidas y las de sus familias (como en Pakistán y otros lugares en que los
cristianos son perseguidos por su fe)…
En
el documento final del Sínodo de la Amazonia, en una de sus conclusiones se
decía: “Muchas de las comunidades
eclesiales del territorio amazónico tienen enormes dificultades para acceder a
la Eucaristía. En ocasiones pasan no solo
meses sino, incluso, varios años antes de que un sacerdote pueda regresar a una
comunidad para celebrar la Eucaristía, ofrecer el sacramento de la reconciliación
o ungir a los enfermos de la comunidad”.
Por eso, el Papa
Francisco en la Exhortación Apostólica postsinodal sobre el Sínodo de la
Amazonia dijo: “La pastoral de la Iglesia
tiene en la Amazonia una presencia precaria, debida en parte a la inmensa extensión
territorial con muchos lugares de difícil acceso, gran diversidad cultural,
serios problemas sociales
[…]
Se requiere lograr que la ministerialidad se configure de tal manera que esté
al servicio de una mayor frecuencia de la celebración de la Eucaristía, aun en
las comunidades más remotas y escondidas. En Aparecida (un santuario
mariano en donde se celebró el Sínodo) se invitó a escuchar el lamento de tantas
comunidades de la Amazonia «privadas de la Eucaristía dominical por largos
períodos».
[…]
En las circunstancias específicas de la Amazonia, de manera especial en sus
selvas y lugares más remotos, hay que encontrar un modo de asegurar ese
ministerio sacerdotal. Los laicos podrán anunciar la Palabra, enseñar,
organizar sus comunidades, celebrar algunos sacramentos, buscar distintos
cauces para la piedad popular y desarrollar la multitud de dones que el
Espíritu derrama en ellos. Pero
necesitan la celebración de la Eucaristía porque ella «hace la Iglesia», y
llegamos a decir que «no se edifica ninguna comunidad cristiana si esta no
tiene su raíz y centro en la celebración de la sagrada Eucaristía». Si de
verdad creemos que esto es así, es urgente evitar que los pueblos amazónicos
estén privados de ese alimento de vida nueva y del sacramento del perdón”.
Tú,
hoy, día del Jueves Santo en que Jesús instituyó la Eucaristía, tampoco puedes
acudir a la Cena del Señor. Quizás por primera vez en tu vida, hoy te quedas
‘sin Misa’. Si te lo hubiesen jurado hace un mes, hubieras dicho que no era
cierto, que quien lo decía estaba mal de la cabeza, etc. Sin embargo, es cierto.
Hoy, día del Jueves Santo, no vas a
poder acudir a celebrar presencialmente la Santa Misa del Jueves Santo, no vas
a poder comulgar físicamente el Cuerpo de Jesucristo, no vas a poder adorarlo
ante el Monumento…
Así,
hoy puedes valorar más las oportunidades perdidas en el pasado: Aquellas veces
en que podrías haber ido a Misa, y no fuiste, por pereza o por tener un plan
mejor, o por... También hoy puedes ser más consciente de las veces en que
fuiste a Misa, pero no lo aprovechaste ni le diste la debida importancia.
En efecto, hoy
no puedes salir de casa, no puedes escuchar su Palabra proclamada desde el
ambón del templo, no puedes estar acompañado de tus hermanos en la fe, no
puedes recibir la explicación mediante la homilía del sacerdote del mensaje de
Dios, no puedes recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo, no puedes permanecer
un rato delante del Monumento adorando a Cristo que se queda para ti y para
siempre dentro del pan y del vino consagrados, y dentro del sagrario…
-
Bien, tenemos estas dos realidades:
1)
Tantísimos fieles católicos que, queriendo acercarse de modo habitual a
celebrar la Misa, no pueden hacerlo por miedo, por imposibilidad física, por
ancianidad, por enfermedad, por persecución, por no tener cerca un sacerdote
que les celebre la Misa…
2)
Tantísimos fieles católicos que, también queriendo acercarse a la Misa, por
este confinamiento a causa de coronavirus, no les va a ser posible. Tienen el
templo cerca de casa, tienen un sacerdote en la parroquia, pero les está
prohibido salir y reunirse varias personas juntas por el contagio que puede
haber…
Sin
embargo, que todo esto nos sirva, a los
que estamos en el segundo grupo, para valorar más la Eucaristía. (Los del grupo
primero creo que ya lo hacen desde antes de este confinamiento).
Que
todo esto nos sirva para escuchar más y mejor el mandato del Señor, que se nos
ofrece hoy en la segunda lectura, cuando san Pablo nos relata la institución de
la Misa: “Haced
esto en memoria mía”.
Y, cuando podamos salir, vivamos con más calidad y entrega la participación en
la Misa. Que nunca más, de ahora en
adelante, escuchemos u oigamos la Misa, sino que CELEBREMOS la Misa.
Que
todo esto nos sirva para encontrar un momento en el día de hoy para celebrar
desde nuestra casa, a través de los medios técnicos que se nos ofrecen, la Misa
del Jueves Santo. Así, aunque físicamente no estemos, sin embargo, que los frutos espirituales de esta
celebración se den en nosotros con igual fuerza que si estuviéramos.
Saquemos un tiempo para estar delante del Señor, como si estuviéramos en el
Monumento para hacer una Hora Santa o un rato de santa oración y adoración ante
Jesús, el cual hoy quiso quedarse con su Cuerpo y con su Sangre para siempre con
nosotros.
Si
con algo quiero quedarme en el día de hoy es con la palabra PRESENCIA. Cristo
está siempre con nosotros. Cuando nadie está, está Él con nosotros. Cuando
nadie puede acercarse a la santa Misa por lejanía, peligros, burlas…, está Él
con nosotros. Cuando nadie quiere acercarse por egoísmo y pereza y comodidad,
está Él con nosotros. Cuando nadie puede acercarse por la cuarentena, está Él
con nosotros. Cuando podamos venir todos y celebrar la santa Misa, está Él con
nosotros. ÉL SIEMPRE ESTÁ Y ESTARÁ CON
NOSOTROS.
Es
lo que celebramos en el día de hoy, cuando Jesús se quita el manto, se
arrodilla ante nosotros y, haciendo un trabajo de esclavos (por eso Pedro
rechazó este gesto), nos lava los pies. Es lo que celebramos en el día de hoy: “Esto
es mi cuerpo, que se entrega por vosotros […] Este cáliz es la nueva alianza
sellada con mi sangre”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario