jueves, 9 de abril de 2020

Domingo I de Pascua (A)


12-4-20                                   DOMINGO I DE PASCUA (A)
Os deseo a todos vosotros: ¡¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!! CRISTO JESÚS HA VUELTO A LA VIDA POR OBRA DEL PADRE Y PARA SALVACIÓN DE TODOS NOSOTROS.
* Al pensar la primera vez en la posible homilía para el día de Pascua, para el Domingo de Resurrección de este año 2020, me vino a la mente lo siguiente: ¿Cómo puede hablarse hoy de alegría, de resurrección, de vida…, cuando tenemos encima esta pandemia de coronavirus, cuando hay tantas personas que se están muriendo en el mundo, cuando hay tantas personas enfermas y luchando por su subsistencia, cuando hay tantas personas encerradas en sus casas, cuando hay tantos problemas familiares, cuando hay tantos problemas económicos y laborales, cuando hay tantas deudas que no van a poder ser pagadas, cuando hay tantos planes de vida (bodas, finalización de estudios, nuevos trabajos y empresas en ciernes…) que quedarán truncados, y cuando todo esto y mucho más es lo que se nos viene encima? ¿CÓMO PUEDE HABLARSE DE ALEGRÍA, DE RESURRECCIÓN, DE VIDA…, UN DÍA COMO HOY?
Y enseguida pensé en tratar de ver las cosas de otra manera, es decir, desde los ojos de Dios: Sí, Cristo resucitó. Esto es lo que celebramos hoy, pero antes de resucitar Jesús murió, antes de resucitar Jesús padeció, antes de resucitar Jesús vivió en la soledad y en el abandono, pero… FINALMENTE JESÚS RESUCITÓ. Esta resurrección no le quitó ni le borró todo lo sufrido anteriormente, pero sí que le dio una nueva dimensión a su Pasión. Jesús pasó a la VIDA atravesando la muerte. Y esta puede ser la clave de lo que estamos viviendo estos tiempos en nosotros, en nuestras familias, en nuestras ciudades, en nuestros países, en el mundo entero. Sí, SOLO PODREMOS LLEGAR A LA VIDA CUANDO ATRAVESEMOS LA MUERTE.
* ¿Qué quiere decir esto? ¿Cómo se podrá hacer? Creo que en estos tiempos podemos resucitar y vivir cuando este dolor y este sufrimiento no existan en vano. Es decir, ¿qué hemos aprendido en este tiempo de dolor, de sufrimiento, de incertidumbre, de miedo, de muerte? Sí, ¿qué VIDA HEMOS OBTENIDO (Y ESTAMOS OBTENIENDO) DE LA MUERTE SUFRIDA en este tiempo? Cada uno tiene que examinarse, mirar dentro de sí y ver qué ha aprendido y qué ha experimentado. Y ESTO APRENDIDO Y HECHO PROPIO EN LO MÁS HONDO DE CADA UNO SERÁ SU RESURRECCIÓN en este domingo. Apunto algunas de las posibles cosas aprendidas, que vosotros podéis corregir, aumentar, modificar y añadir:
            - Hemos aprendido que somos poca cosa. Un virus ha parado nuestro mundo y nos ha encerrado en casa.
            - Hemos aprendido que somos soberbios. Estamos en pleno siglo XXI y nos creíamos ya dioses.
            - Hemos aprendido que somos soberbios. Nos creíamos con todos los derechos del mundo y con pocas obligaciones. Ahora estamos aprendiendo a pensar también en los demás y no solo en nosotros mismos.
            - Hemos aprendido que somos fariseos. Aunque creíamos en Dios con nuestros labios, pero nuestro corazón y nuestra vida iba detrás de nuestras voluntades egoístas y ahora, que tenemos miedo, clamamos a Dios y le suplicamos.
            - Hemos aprendido que teníamos poco tiempo para Dios y ahora queremos que Dios encuentre tiempo para nosotros.
            - Hemos aprendido que ahora nuestras escalas de valores están cambiando un poco: damos muchas más importancia a la solidaridad, a la entrega desinteresada, a personas en las que antes no reparábamos (reponedores en supermercados, cajeras, celadores, enfermeras, científicos de laboratorio, transportistas…). Y ahora damos menos importancia a cosas materiales o a otros objetivos que teníamos en nuestras vidas.
            - Hemos aprendido que ahora nos damos cuenta que estamos poco preparados para el silencio, para el aislamiento, para el sacrificio, para someternos a normas por el bien de todos…
            - Las personas que han estado ingresadas por coronavirus han aprendido que los humanos no somos autosuficientes ni autónomos, sino que necesitamos de los demás. Así un pequeño gesto: cogernos de la mano, un teléfono prestado para llamar a nuestros seres queridos, una palabra amiga y de aliento, una entrega incondicional en el trabajo sanitario…, todo ello ha enseñado, como nunca antes, el agradecimiento hacia esas personas a las que no se conocía de nada y que ellos tampoco conocían de nada a los enfermos de coronavirus.
            - Hemos aprendido que tenemos miedo; miedo de que todo esto que hemos aprendido o que han aprendido otros se olvide rápidamente. Después del verano, esto puede verse simplemente como una pesadilla que ya pasó y que no volverá, y lo dejemos de lado y volvamos a lo de siempre. Recuerdo que en el Seminario, cuando era seminarista, estudié en la historia de la Iglesia el milenarismo: Sucedió que en las Navidades del año 999 la gente pensó que el mundo y la tierra se acabarían el 31 de diciembre a las 12 de la noche. Esos días anteriores al 31 de diciembre los enemigos se reconciliaron, las deudas se perdonaron, los bienes se repartieron y se compartieron, las guerras se acabaron. La tarde del 31 de diciembre mucha gente entró en las iglesias para orar y esperar allí el fin del mundo. Por la mañana del 1 de enero del año 1000 nada había pasado. Entonces la gente salió de las iglesias y recuperaron de mala manera sus bienes entregados como limosna a los menesterosos; respecto a los enemigos antiguos y con los que se habían reconciliado…, pues la gente volvió a sus enemistades; las guerras regresaron… Todo siguió como antes. Sí, tenemos miedo que, en cuanto pase el peligro del coronavirus, no hayamos aprendido y volvamos como estábamos a principios de marzo de 2020. Y esto quede como un mal sueño o como un inciso en nuestras vidas.
            - Hemos aprendido que mucha gente está rezando mucho, asiste a la Misa diariamente a través de los medios de comunicación social y escucha charlas espirituales, y así cultiva su espíritu. De esta forma se sigue la indicación de Jesús: No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mt. 4, 3-4).
* Y todo esto que hemos aprendido, todo esto que hemos obtenido, todo esto que vivimos, nosotros los cristianos confesamos que es por obra y gracia de la resurrección de Cristo Jesús, el cual actúa en todos nosotros dándonos vida donde hay dolor, dándonos vida donde hay miedos, dándonos vida donde hay muerte. Por eso, os pido que reconozcamos en nosotros estos y otros frutos del Cristo vivo y eterno que la celebración de hoy nos recuerda.
Ahora sí que entendemos mejor la felicitación del inicio de esta homilía:
¡¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!! CRISTO JESÚS HA VUELTO A LA VIDA POR OBRA DEL PADRE Y PARA SALVACIÓN DE TODOS NOSOTROS.

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