jueves, 23 de abril de 2020

Domingo III de Pascua (A)


26-4-20                                   DOMINGO III DE PASCUA (A)

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Queridos hermanos:
            El evangelio de hoy nos narra el episodio de los discípulos que huían de Jerusalén a Emaús. Jesús había muerto de mala manera y estos dos discípulos tenían miedo que a ellos también les tocara algún golpe. Por eso escapaban de aquella zona…
            Hoy, el evangelio tiene varias claves, pero yo me voy a fijar solo en estas: 1) Desilusión y frustración de los dos discípulos: “Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace dos días que sucedió esto”. 2) La explicación de Jesús hace que sus corazones ‘ardan’ de emoción: “Ellos comentaron: ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?” 3) Al reconocer a Jesús, regresaron inmediatamente a Jerusalén y se convirtieron en mensajeros de lo que habían visto y oído.
            También hoy quiero buscar si estas claves del relato evangélico se dan en nuestros días. Y voy a hacer esta tarea de la mano de los Papas que hace pocos años fueron canonizados: Juan XXIII y Juan Pablo II. A ellos les tocó vivir en épocas muy duras: la segunda guerra mundial, millones de muertos, odios, hambre, divisiones, persecución…, y fueron capaces de hacer ‘arder’ los corazones y los espíritus de tantos seres humanos dándoles un sentido a sus vidas y haciéndoles sentir amados y queridos de Dios. Estos Papas fueron mensajeros de Cristo, de Dios con sus palabras y con sus hechos. Vamos a recordar algunos de ellos para que también ‘arda’ ahora nuestro corazón y nuestro espíritu y tengamos ilusión, ganas de vivir y de hacer vivir a otros hombres a nuestro lado.
            - El Papa Juan XXIII fue un hombre que siempre se fijó más en lo bueno que en lo malo de las gentes y de las situaciones; se fijaba más en lo que unía que en lo que separaba. En cierta ocasión, cuando era nuncio en Francia tuvo que asistir a una comida y para ponerlo a prueba lo sentaron al lado de un hombre de izquierdas y anticlerical acérrimo. Todos los miraban de reojo y esperaban que, en cualquier momento, ‘saltaran chispas’ entre ellos. Pero todo el mundo se quedó muy sorprendido, porque estuvieron en animada conversación durante toda la comida. Al terminar y despedirse el futuro Juan XXIII del compañero de mesa, le dijo a este: ‘Total, que lo único que nos separa es la fe, porque en todo lo demás estamos Vd. y yo de acuerdo’.
- En otra ocasión, siendo nuncio en París, lo llevaron a un campamento militar a bendecir unas instalaciones. Luego le presentaron a un grupo de paracaidistas a quienes les habló un rato, terminando con estas ingeniosas palabras: No quisiera, muchachos, que olvidaran esto: que a fuerza de bajar del cielo, se olvidaran de subir a él...’
- Pero no pensemos que el futuro papa era un hombre simple. Al contrario, al llegar de nuncio a Francia tuvo que enfrentarse a una situación muy dura. El país había salido de la ocupación militar alemana, que había durado casi cinco años. Había habido muchas muertes, sufrimiento, traiciones, colaboraciones con los nazis. Incluso se acusaba por parte de mucha gente a unos 80 obispos que habían sido muy complacientes con los nazis. Ahora se exigía su destitución. El nuncio tuvo que mediar con caridad y firmeza entre unos y otros y, al final de su estancia en Francia, su labor fue reconocida por ambos bandos. Había sido un hombre de paz y de reconciliación en la Francia dividida y herida
            - Era el Papa Juan XXIII un hombre muy humano y sensible a las necesidades y problemas de los demás. Regresaba un día al Vaticano con su secretario después de haber visitado un asilo de ancianos y de haberles obsequiado algunos regalos. Al pasar por delante de una casa, el secretario, señalándola, le dijo: ‘Santidad, en esta casa vive el profesor Lolli, redactor de L´Osservatore Romano (el periódico del Vaticano). Tiene a su mujer muy enferma. ¿No podría enviarle una bendición?’ El papa le contestó: ‘Es difícil mandar una bendición por el aire, don Loris. ¿No es mejor llevársela personalmente?’ Sin avisar, como tantas veces hacía, estaba llamando a la puerta del redactor del diario para llevarle la bendición en persona...
            - Su sentido del humor eran de sobra conocidos y, a diferencia de sus antecesores, le gustaba ser cercano y bromear con la gente a la que conocía. Hijo de campesinos, a menudo bromeaba con sus orígenes. Solía decir: ‘Hay tres maneras de perder el dinero en la vida: mujeres, apuestas y la agricultura. Mi padre eligió la más aburrida de las tres’.
- Una de las características del Papa fue su cercanía con el hombre común. Un hombre que no se acostumbraba a su posición. Según cuentan, durante sus primeros días como Papa, solía despertarse durante la noche con un problema en mente. Entonces, se decía a sí mismo ‘Lo hablaré con el Papa’, pensando que seguía siendo cardenal. Hasta que se daba cuenta: ‘¡Pero si soy yo el Papa! Muy bien, entonces lo hablaré con Dios’.
- Una sencillez que se reflejó en otra ocasión, cuando un niño le dijo que de mayor quería ser o policía o Papa. Juan XXIII le dijo ‘Si yo fuera tú, me metería a policía. Pueden nombrar Papa a cualquiera, ¡mírame a mí!’
- Ya para terminar con los ejemplos del Papa Juan XXIII escribiré a continuación algunos pensamientos suyos: * ‘Todos los días son buenos para nacer, todos los días son buenos para morir. Yo sé de Quién me he fiado’. * Poco antes de morir Juan XXIII dijo a su secretario particu­lar: ‘Hemos trabajado juntos, hemos servido a la Iglesia. No nos hemos parado a recoger las piedras que, de una y otra parte, nos lanza­ban, y no las hemos vuelto a lanzar a ninguno’. * ‘Solo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida todo de una vez. Solo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura; recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma. Solo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.  Solo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer; y si me sintiera ofendido en mis sentimientos procuraré que nadie se entere’.
            - El Papa Juan Pablo II, siendo aún el cardenal Wojtyla haciendo la visita pastoral a su archidiócesis, llegó a una parroquia, cuando el párroco estaba explicando el catecismo a un grupo de niños. Después de saludar a Cristo en el Sagrario, se dirigió a los niños y les preguntó: ‘¿Sabéis por qué he venido?’ Y un chavalín de siete años contestó con toda espontaneidad: ‘Sí, yo lo sé. Para aprender algo’. Entonces el cardenal Wojtyla dijo: ‘Tienes razón’. Y se sentó al lado del niño e indicó al sorprendido párroco que continuara con la explicación del catecismo.
            - En otra ocasión el gobierno comunista de Polonia, viendo que muy mayoritariamente los habitantes del país se declaraban católicos y practicaban en un porcentaje muy alto, quisieron impedir o al menos dificultar mucho la fe de los católicos y, entre las varias leyes que sacaron a la luz, una de ellas prohibía hacer procesiones por las calles detrás de imágenes de crucifijos, de la Virgen y de santos, so pena de fuertes multas y cárcel. En Polonia se veneraba con mucho amor a la Virgen Negra de Częstochowa. A los católicos (quizás al cardenal Wojtyla) se les ocurrió sacar en procesión no el cuadro de la Virgen Negra de Częstochowa, que estaba prohibido por el gobierno comunista, sino el marco del cuadro. Eso no estaba prohibido por la ley y en aquella procesión presidida por el futuro Juan Pablo II acudieron muchísimos más fieles que si les hubieran permitido sacar la imagen de la Virgen. 
             - Asimismo sucedió que el gobierno polaco creó una ciudad nueva (Nowa Huta), moderna, con muchas casas nuevas y en donde no figuraba la presencia de ninguna iglesia o parroquia. Querían ejemplificar cómo sería una ciudad atea, sin Dios, y en donde todo funcionara maravillosamente. Allí que llevaron a los nuevos habitantes, quienes, al no ver iglesia alguna, fueron al obispo Wojtyla a comentarle el caso. Este habló con el gobierno, pero estos se mantuvieron firmes en su negativa. Entonces el obispo Wojtyla celebraba cada año la misa de Nochebuena en los campos cerca de Nowa Huta. Obtenida la autorización en 1967, el mismo arzobispo Wojtyla abre la primera zanja de la nueva iglesia, que será edificada por los obreros en sus tiempos libres durante 10 años.

            - Termino con unas palabras del propio Juan Pablo II: “El día 13 de mayo de 1981, el día del atentado al Papa durante la audiencia general en la Plaza San Pedro, la Divina Providencia me ha salvado en un modo milagroso de la muerte. Aquel que es único Señor de la vida y de la muerte, Él mismo me ha prolongado esta vida, en cierto modo me la ha dado de nuevo. Desde este momento -mi vida- le pertenece aún más a Él. Espero que Él me ayude a reconocer hasta cuándo debo continuar este servicio, al cual me llamó el día 16 de octubre de 1978. Le pido que me llame cuando Él mismo lo quiera. 'En la vida y en la muerte pertenecemos al Señor... somos del Señor' (cf. Rm 14, 8). Espero también que, hasta que me sea dado cumplir el servicio de Pedro en la Iglesia, la Misericordia de Dios quiera prestarme las fuerzas necesarias para este servicio”.

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